En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Modesto, obispo (c. 480).
Celebran hoy: Modesto.
Ver másMemoria de san Moisés, profeta, a quien Dios eligió para liberar al pueblo oprimido en Egipto y conducirlo a la tierra de promisión. También se le reveló en el monte Sinaí, diciéndole: «Yo soy el que soy», y le propuso la ley para regir la vida del pueblo elegido. Murió lleno de días en el monte Nebo, en tierra de Moab, a las puertas de la tierra de promisión.
Celebran hoy: Moisés.
Ver másConmemoración de san Narciso, obispo de Jerusalén, merecedor de alabanzas por su santidad, paciencia y fe. Acerca de cuándo debía celebrarse la Pascua cristiana, manifestó estar de acuerdo con el papa san Víctor, y que no había otro día que el domingo para celebrar el misterio de la Resurrección de Jesucristo. Descansó en el Señor a la edad de ciento dieciséis años (c. 222).
Celebran hoy: Narcís, Narciso.
Ver másNació en Patara (Turquía). Desde pequeño destacó por su carácter desprendido y, a la muerte de sus padres, hereda una gran fortuna que pone al servicio de los necesitados. Irá a vivir a Mira (Turquía), donde fue consagrado obispo. Fue detenido bajo el gobierno del emperador Licinio y liberado bajo el de Constantino. Participó en el Concilio de Nicea. Murió tal día como hoy en el año 345. Sus restos descansan en la italiana ciudad de Bari, y de allí el sobrenombre de San Nicolás de Bari, aunque jamás pisara esta ciudad. Las tradiciones y leyendas del santo son muy extendidas por todo el Orbe. En Alemania se le conoce como Nikolaus y Santa Claus en los países anglosajones.
Celebran hoy: Bari, Nicholas, Nicko, Nicky, Nico, Nicol, Nicola, Nicolás, Nicole, Nicolle, Niko, Niqolas.
Ver másEn la región montañosa vulgarmente llamada Ranft, junto a Sachseln, en Suiza, san Nicolás de Flüe, el cual, por inspiración divina, deseoso de otro género de vida dejó a su esposa y a sus diez hijos, retirándose al monte para abrazar la vida de anacoreta, donde llegó a ser célebre por su dura penitencia y desprecio del mundo. De su celda sólo salió una vez, y fue para apaciguar con una breve exhortación a quienes estaban a punto de enfrentarse en una guerra civil.
Ver másEn Tolentino, del Piceno, en Italia, san Nicolás, presbítero, religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que, fraile de rigurosa penitencia y oración asidua, severo consigo y comprensivo con los demás, se autoimponía muchas veces la penitencia de los otros.
Ver másSan Nicolás Pieck o Pick junto con otros diez franciscanos del convento de la pequeña ciudad holandesa de Gorcum, junto con otros ocho sacerdotes y religiosos, fueron martirizados por los calvinistas en Brielle por negarse a apostatar de la fe y, en especial, a retirar su obediencia al Papa.
Ver másEn Tours, de Neustria, tránsito de san Odón, abad de Cluny, que instauró la observancia monástica según la Regla de san Benito y la disciplina de san Benito de Aniano.
Celebran hoy: Odón.
Ver másEn Barcelona, de Cataluña, en España, san Olegario (Olegano), obispo, que asumió también la cátedra de Tarragona cuando esta antiquísima sede fue liberada del yugo de los musulmanes.
Celebran hoy: Olegario.
Ver másEn Egipto, san Onofre, anacoreta, que en el amplio desierto llevó vida religiosa por espacio de sesenta años.
Celebran hoy: Onofre.
Ver másSan Oscar o Ansgario, obispo de Hamburgo y después también de Brema, en Sajonia, el cual, siendo monje del monasterio de Corbie, fue designado por el papa Gregorio IV como legado para todas las tierras del norte de Europa, anunciando el Evangelio a grandes multitudes de Dinamarca y Suecia y consolidando allí la Iglesia de Cristo. Después de superar con ánimo invicto muchas dificultades, desgastado por sus trabajos murió en Brema.
Celebran hoy: Oscar, Oskar.
Ver másEn el lugar de Maserfield, posteriormente llamado Oswestria en su honor, en la región de Shropshire, en Inglaterra, san Osvaldo, mártir. Siendo rey de Northumbria se hizo ilustre por las armas, pero, más inclinado a la paz, propagó con decisión la fe cristiana en la región y, en un combate contra los paganos, fue muerto por el odio de éstos contra Cristo.
Ver másEn Bamberg, de Franconia, san Otón, obispo, que evangelizó con gran celo a los pomeranios.
Ver másSaulo pasó de ser uno de los más terribles perseguidores de los cristianos a ser San Pablo, el Apóstol de los Gentiles, que llevó la Fe en sus largos viajes por todo el mundo conocido. Escribió diversas cartas del Nuevo Testamento.
Celebran hoy: Pablito, Pablo, Pau, Paul, Paulo, Pavlo.
Ver másSan Pablo de la Cruz, presbítero, que desde su juventud destacó por su vida penitente, su celo ardiente y su singular caridad hacia Cristo crucificado, al que veía en los pobres y enfermos. Fundó la Congregación de los Clérigos Regulares de la Cruz y de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Ver másFiesta de la Conversión de san Pablo apóstol. Viajando hacia Damasco, cuando aún maquinaba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, el mismo Jesús glorioso se le reveló en el camino, eligiéndole para que, lleno del Espíritu Santo, anunciase el Evangelio de la salvación a los gentiles. Sufrió muchas dificultades a causa del nombre de Cristo (c. 67).
Ver másMemoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires, en Nagasaki, en Japón.
Ver másConmemoración de san Pafnucio, obispo en Egipto, que fue uno de aquellos confesores que, en tiempo del emperador Galerio Maximino, habiéndoles sacado el ojo derecho y desjarretado la pantorrilla izquierda, fueron condenados a las minas, y después, asistiendo al Concilio de Nicea, luchó denodadamente por la fe católica contra el arrianismo (s. IV).
Celebran hoy: Pafnucio.
Ver másEn Roma, conmemoración de san Pammaquio (Palmaquio o Pammaquio), senador, notable por su preparación en lo relativo a la fe y por su generosidad hacia los pobres. Por su piedad para con Dios fue fundado el título en el monte Celio.
Ver másSan Pancracio, mártir, que, según la tradición, murió en Roma en plena adolescencia (14 años) por su fe en Cristo, siendo sepultado en la vía Aurelia, a dos miliarios de la Urbe. El papa san Símaco levantó una célebre basílica sobre su sepulcro y el papa san Gregorio I Magno convocaba a menudo al pueblo en torno al mismo sepulcro, para que recibieran el testimonio del verdadero amor cristiano. En este día se conmemora la sepultura de este mártir romano (s. IV in.). Patrón de los Pasteleros.
Ver másEn Vienne, en la Galia Lugdunense, san Pascasio, obispo, célebre por su erudición y la santidad de sus costumbres (s. IV).
Ver másEn Villarreal, de la región de Valencia, en España, san Pascual Bailón, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, quien, mostrándose siempre diligente y benévolo hacia todos, honró constantemente el misterio de la santísima Eucaristía con ardiente amor. Patrono de los Congresos Eucarísticos y de las Cofradías del Santísimo Sacramento
Celebran hoy: Pascual.
Ver másSan Patricio, patrono de Irlanda, obispo, que, siendo joven, fue llevado cautivo desde Gran Bretaña a Irlanda, y después, recuperada la libertad, quiso ser contado entre los clérigos y regresar a la misma isla, donde, hecho obispo, anunció con vehemencia el Evangelio y organizó con firmeza la Iglesia, hasta que en la ciudad de Down se durmió en el Señor.
Celebran hoy: Pachi, Pat, Patizzio, Patri, Patricia, Patricio, Patrick, Patti, Patty, Patxi, Paty.
Ver másEl Príncipe de Los Apóstoles y primer papa. Piedra sobre la que Jesús fundó su iglesia.
Celebran hoy: Pedro, Pere, Pete, Peter, Petr, Petra, Piotr.
Ver másEn Tarragona, de la corona de Aragón, en España, beato Pedro Armengol (Pere Ermengol), que, siendo jefe de bandoleros, se convirtió a Dios y entró en la Orden de la Virgen María de la Merced, dedicando su vida a rescatar cautivos en África.
Ver másEn Rocca di Funone, cerca de Alatri, en el Lacio, muerte de san Pedro Celestino, el cual, después de haber abrazado la vida eremítica en el Abruzo con fama de santidad y siendo conocido por sus milagros, ya octogenario fue elegido Romano Pontífice, tomando el nombre de Celestino V, pero en el mismo año renunció al oficio y prefirió retirarse a la soledad.
Ver másSan Pedro Chanel, presbítero de la Sociedad de María y mártir, que dedicó su ministerio a atender a campesinos y niños, pero enviado después con algunos compañeros a evangelizar la Oceanía occidental, llegó a la isla de Futuna, donde no había aún cristianos y, a pesar de las muchas dificultades que encontró, con su singular mansedumbre convirtió a algunos, entre los cuales estaba el hijo del rey del lugar, que, furioso, lo mandó matar, siendo el primer mártir de Oceanía.
Ver másSan Pedro Claver, presbítero de la Compañía de Jesús, que en Nueva Cartagena, ciudad de Colombia, durante más de cuarenta años consumió su vida con admirable abnegación y eximia caridad para con los esclavos negros, bautizando con su propia mano a casi trescientos mil de ellos.
Ver másSan Pedro, "Crisólogo" de sobrenombre, obispo de Ravena y doctor de la Iglesia, que, habiendo recibido el nombre del santo apóstol, desempeñó su oficio tan perfectamente que consiguió capturar a multitudes en la red de su celestial doctrina, saciándolas con la dulzura de su palabra. Su tránsito tuvo lugar el día treinta y uno de este mes en Imola, en la región de la Emilia Romagna (c. 450).
Ver másMemoria de san Pedro Damiani (Damiano o Damián), cardenal obispo de Ostia y doctor de la Iglesia. Habiendo entrado en el eremo de Fonte Avellana, promovió denodadamente la vida religiosa y en los tiempos difíciles de la reforma de la Iglesia trabajó para que los monjes se dedicasen a la santidad de la contemplación, los clérigos a la integridad de vida y para que el pueblo mantuviese la comunión con la Sede Apostólica. Falleció el día 22 de febrero en Favencia, de la Romagna.
Ver másEn la villa de Arenas, en la región española de Castilla, san Pedro de Alcántara, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que adornado con el don de consejo y de vida penitente y austera, reformó la disciplina regular en los conventos de la Orden en España, siendo consejero de santa Teresa de Jesús en su obra reformadora de la Orden de los Carmelitas.
Ver másEn Aguilera, en la región española de Castilla, san Pedro de Regalado, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, conspicuo por la humildad y el rigor de la penitencia, que fundó dos conventos, para que en ellos viviesen sólo doce hermanos solitarios. Patrón de Valladolid.
Ver másEn Roma, San Pedro Favre, presbítero. Fue el primero entre los miembros de la Compañía de Jesús que mantuvo duros trabajos en distintas regiones de Europa. Murió en la ciudad de Roma, mientras se dirigía al Concilio Ecuménico de Trento.
Ver másEn Barcelona, en España, san Pedro Nolasco, presbítero, quien con san Ramón de Penyafort y el rey Jaime I de Aragón fundó, según se cree, la orden de la Bienaventurada María de la Merced, para la redención de los cautivos. Se entregó ardientemente con trabajo y esfuerzo a procurar la paz y a liberar del yugo de la esclavitud a los cristianos, en tiempo de los infieles.
Ver másEn Chihuahua, en México, san Pedro Maldonado, presbítero y mártir, que durante la persecución, arrestado mientras administraba el sacramento de la penitencia, alcanzó el triunfo del martirio al ser golpeado en la cabeza.
Ver másEn Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Pelayo, mártir, que a los trece años, por querer conservar su fe en Cristo y su castidad ante las costumbres deshonestas de Abd al-Rahmán III, califa de los musulmanes, consumó su martirio glorioso al ser despedazado con tenazas.
Celebran hoy: Pelayo.
Ver másEn Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Perfecto, presbítero y mártir, que fue encarcelado y después degollado por los sarracenos, por haber combatido la doctrina de Mahoma y confesado con firmeza su fe en Cristo.
Celebran hoy: Perfecto.
Ver másSanto capuchino italiano muy conocido por sus estigmas, su generoso trabajo como sacerdote y su testimonio de santificación del dolor.
Celebran hoy: Pío.
Ver másSan Pío V, papa, de la Orden de Predicadores, que, elevado a la sede de Pedro, se esforzó con gran piedad y tesón apostólico en poner en práctica los decretos del Concilio de Trento acerca del culto divino, la doctrina cristiana y la disciplina eclesiástica, promoviendo también la propagación de la fe. Se durmió en el Señor en Roma, el día primero del mes de mayo.
Ver másMemoria del papa san Pío X, que fue sucesivamente sacerdote con cargo parroquial, obispo de Mantua y después patriarca de Venecia. Finalmente, elegido Sumo Pontífice, adoptó una forma de gobierno dirigida a instaurar todas las cosas en Cristo, que llevó a cabo con sencillez de ánimo, pobreza y fortaleza, promoviendo entre los fieles la vida cristiana por la participación en la Eucaristía, la dignidad de la sagrada liturgia y la integridad de la doctrina.
Ver másMemoria de san Policarpo, obispo y mártir, discípulo de san Juan y el último de los testigos de los tiempos apostólicos, que en tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio Cómodo, cuando contaba ya casi noventa años, fue quemado vivo en el anfiteatro de Esmirna, en Asia, en presencia del procónsul y del pueblo, mientras daba gracias a Dios Padre por haberle contado entre los mártires y dejado participar del cáliz de Cristo (c. 155).
Celebran hoy: Policarpo.
Ver másEn Gaza, en Palestina, san Porfirio, obispo, el cual, nacido en Tesalónica, vivió como anacoreta en Scete durante cinco años, y otros tantos al otro lado del Jordán, siendo célebre por su benignidad hacia los pobres. Hecho obispo de Gaza, hizo demoler muchos templos de ídolos, cuyos seguidores le hicieron la vida difícil hasta que descansó venerable con los santos.
Celebran hoy: Porfirio.
Ver másEn Cesarea de Palestina, san Procopio, mártir, que en tiempo del emperador Diocleciano fue conducido desde la ciudad de Scytópolis a Cesarea, donde, por manifestar audazmente su fe, fue inmediatamente decapitado por el juez Fabiano (c. 303).
Ver másEn Milán, en la provincia de Liguria, santos Gervasio y Protasio, mártires, cuyos cuerpos fueron encontrados por san Ambrosio, el cual, en este día, los trasladó con toda solemnidad a la nueva basílica que había edificado.
Ver másEn Tarazona, en la Hispania Tarraconense, san Prudencio, obispo. Santo patrono de la provincia de Álava.
Ver másAbad del monasterio cisterciense de Fitero en Navarra, y fundador de la Orden militar de Calatrava.
Ver másNace en 1175 en Villafranca del Panadés (cerca de Barcelona, España). Rechazando una vida cómoda y alegre, se había dedicado desde muy joven a los estudios filosóficos y jurídicos; a los veinte años enseñaba filosofía en Barcelona, y a los treinta años, recién graduado, enseñaba jurisprudencia en Bolonia. Nombrado canónigo en Barcelona, entró en la orden de los dominicos y en 1238 fue nombrado Superior General. Redactó importantes obras de teología y moral y a los setenta años dejó su cargo para poder continuar en la enseñanza y en la pastoral. Murió con casi cien años.
Celebran hoy: Raimundo.
Ver másEn Cardona, de Cataluña, san Ramón Nonato, que fue uno de los primeros socios de san Pedro Nolasco en la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, y es tradición que, por el nombre de Cristo, sufrió mucho para la redención de los cautivos (c. 1240).
Ver másSan Renovato (Renato) fue obispo de Mérida y confesor de la Fe.
Celebran hoy: Renato.
Ver másEn Chichester, en Inglaterra, san Ricardo, obispo, que, desterrado por el rey Enrique III y restituido después en la sede, se mostró generoso en ayudar a los pobres.
Celebran hoy: Riki, Riqui.
Ver másEn Luca, de la Toscana, san Ricardo Rey, padre de los santos Willibaldo y Waldburgis, el cual, peregrinando junto con sus hijos desde Inglaterra a Roma, falleció durante el camino (c. 720).
Celebran hoy: Ricard, Ricarda, Ricardo, Ricerio, Richard, Richi, Rick, Ricki.
Ver másEn la ciudad de Reims, en Neustria (hoy Francia), san Rigoberto, obispo, que habiendo sido expulsado de su sede por Carlos Martel, en contra de lo dispuesto por los cánones, llevó una vida humilde.
Celebran hoy: Rigo, Rigoberto.
Ver másSan Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia, miembro de la Compañía de Jesús, que intervino de modo preclaro, con modos sutiles y peculiares, en las disputas teológicas de su tiempo. Fue cardenal, y durante algún tiempo también obispo entregado al ministerio pastoral de la diócesis de Capua, en Italia, desempeñando finalmente en la Curia romana múltiples actividades en defensa doctrinal de la fe.
Celebran hoy: Bob, Rob, Rober, Robert, Robertino, Roberto.
Ver másSan Romualdo, anacoreta y padre de los monjes Camaldulenses, quien, nacido en Rávena, deseoso de la vida y disciplina eremítica viajó por Italia durante varios años, fundando pequeños monasterios y promoviendo la vida evangélica entre los monjes, hasta que terminó sus trabajos en el monasterio de Valdicastro, en el Piceno.
Celebran hoy: Romualdo.
Ver másSanto ermitaño que redujo su espacio vital a la peana de una columna.
Celebran hoy: Rubén, Rubn.
Ver másEn Salzburgo, en Baviera, san Ruperto, obispo, que siendo originario de la región de Worms, a petición del duque Teodon se dirigió a Baviera y en la antigua ciudad de Juvavum edificó una iglesia y un monasterio, donde estuvo al frente como obispo y como abad, y desde allí difundió la fe cristiana (c. 718).
Celebran hoy: Ruperto.
Ver másFue uno de los santos más influyentes y significativos del anacoretismo en Oriente. Nace en el año 439 en Mutalasca (Turquía). Es admitido en el monasterio de Flaviano donde recibe educación. Al tener edad, pide la admisión en el monasterio con dieciocho años. Con el permiso de su abad, en el 457, marcha a los Santos Lugares y conoce los desiertos de Palestina. Pasa el invierno en el monasterio de Pasarion. Se consolida en él el amor al silencio y a la austeridad y por ello pasa al monasterio de Eutimio, próximo a Jerusalén, y luego a otro dirigido por Teoctisto donde hay una estricta observancia y disciplina. Su vida cobra verdadera dimensión de anacoreta en el apartamiento de todo y de todos en su gruta. Allí consume el tiempo con la oración abundante, la penitencia recia y el trabajo de hacer cestillos. Acuden a él fieles de todas partes; con frecuencia, también presbíteros y obispos. Corre por el mundo cristiano el nombre de Sabas. El Patriarca de Jerusalén lo nombra exarca de todos los monjes, eremitas y anacoretas del desierto. Muere tal día como hoy en el año 532.
Ver másConmemoración de san Samuel, profeta, quien llamado por Dios, siendo aún niño, fue después juez en Israel y, por mandato divino, ungió a Saúl como rey de su pueblo, pero rechazado éste por su falta de fidelidad, confirió también la unción real a David, de cuya descendencia había de nacer Cristo.
Celebran hoy: Sam, Samu, Samuel.
Ver másSoldado del Imperio Romano que fue martirizado en Roma por preferir la milicia de Cristo a la del emperador. Fue condenado a ser acribillado a flechas, pero sobrevivió. Al volver a dar testimonio de su fe, fue azotado hasta la muerte.
Celebran hoy: Bastián, Seba, Sebastià, Sebastián.
Ver másSon escasos los datos históricos que nos han llegado de este santo obispo. Vivió en la provincia romana tarraconense y se le sitúa en Barcelona hacia el año 300. Durante las persecuciones de Diocleciano, San Severo es elegido obispo de Barcelona, pero debe huir ante la persecución. No obstante, es capturado junto con otros sacerdotes y son hechos mártires en lo que hoy es San Cugat.
Celebran hoy: Severo.
Ver másJunto a Fabriano, en el Piceno, de Italia, san Silvestre Gozzolini, abad, que habiendo calado hasta el fondo la vanidad de todas las cosas del mundo, a la vista de la sepultura abierta de un amigo, fallecido poco antes, se fue al eremo, cambiando varias veces de sitio para permanecer más oculto a los hombres, y por fin, en el desierto, junto al monte Fano, trazó las bases de la Congregación de los Silvestrinos, bajo la Regla de san Benito.
Ver másSan Silvestre I, papa, que piadosamente rigió la Iglesia durante muchos años, tiempo en el cual Constantino Augusto construyó basílicas venerables, y en el Concilio Niceno aclamó a Cristo como Hijo de Dios. En este día su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Priscila.
Celebran hoy: Silvestre.
Ver másCerca de Antioquía, en Siria, san Simeón, monje, que durante muchos años vivió sobre una columna, por lo que recibió el sobrenombre de "Estilita", y cuya vida y trato con todos fueron admirables.
Ver másFiesta de los santos Simón y Judas, apóstoles, el primero apellidado Cananeo o Zelotas, y el segundo, hijo de Jacob, llamado también Tadeo, y que en la última cena preguntó al Señor acerca de su manifestación, recibiendo esta respuesta: El que me ame, observará mi palabra, y el Padre mío le amará, y vendremos a él y haremos nuestra mansión en él.
Celebran hoy: Simón.
Ver másEn Burdeos, en Gascuña, san Simón Stock, presbítero, que primero fue ermitaño en Inglaterra y después ingresó en la Orden de los Carmelitas, la cual rigió admirablemente, siendo célebre por su devoción singular a la Virgen María.
Ver másEn Roma, en la vía Apia, en el cementerio de Calixto, martirio de san Sixto II, papa, y de sus compañeros.
Celebran hoy: Sixto.
Ver másPapa de origen británico que combatió las herejías pelagiana y nestoriana en el siglo quinto.
Ver másEn Roma, san Sotero, papa, del que san Dionisio de Corinto alaba su egregia caridad hacia los hermanos y a los extranjeros necesitados y oprimidos por la necesidad o condenados a las minas.
Celebran hoy: Sotero.
Ver másEs uno de los santos medievales más populares, cuya figura se agrandó por el juego de la fábula y cuyos milagros verdaderos o menos contribuyeron a meterlo en las entrañas del pueblo.
Celebran hoy: Telmo.
Ver másEn Amasea, en el Helesponto, pasión de san Teodoro, soldado, que bajo el emperador Maximiano, por confesar abiertamente su fe cristiana, fue terriblemente azotado, recluido en la cárcel y finalmente quemado vivo. San Gregorio de Nisa cantó las alabanzas de este santo, en uno de sus discursos.
Ver másMemoria de los santos Timoteo y Tito, obispos y discípulos del apóstol san Pablo, que le ayudaron en su ministerio y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. Les fueron dirigidas cartas por su maestro que contienen sabias advertencias para los pastores, en vista de la formación de los fieles (s. I).
Celebran hoy: Tim, Timoteo, Timothy.
Ver másMemoria de los santos Timoteo y Tito, obispos y discípulos del apóstol san Pablo, que le ayudaron en su ministerio y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. Les fueron dirigidas cartas por su maestro que contienen sabias advertencias para los pastores, en vista de la formación de los fieles (s. I).
Celebran hoy: Tito.
Ver másNace en Burdeos (Francia) en el siglo VIII, en tiempos en que la invasión musulmana de la península traspasa los Pirineos y llega hasta Poitiers. El joven Urbicio y su madre son apresados en una de estas correrías militares. La madre muere en el cautiverio mientras Urbicio es convertido en esclavo. Sirve a sus amos con honradez y humildad, esperando la pronta libertad, pidiendo la intercesión de los niños santos de Alcalá, los santos Justo y Pastor. Su libertad, cuando llega, la atribuye a la intercesión de estos santos de los que se siente deudor. Programa y realiza un viaje de agradecimiento a Alcalá y, viendo allí los peligros de profanación a que están expuestas las reliquias, las roba y lleva consigo a Burdeos. La última fase de su vida la pasa en Huesca, retirado en oración, pobreza y penitencia. Muere en el año 802.
Celebran hoy: Urbicio.
Ver másEn Roma, en la vía Flaminia, cerca del puente Milvio, san Valentín, mártir. Patrono de los enamorados.
Celebran hoy: Vale, Valen, Valenti, Valentín, Valentina.
Ver másSan Vicente Ferrer, presbítero de la Orden de Predicadores, que, de origen español, recorrió incansablemente ciudades y caminos de Occidente, solícito por la paz y la unidad de la Iglesia, predicando a pueblos innumerables el Evangelio de la penitencia y la venida del Señor, hasta que en Vannes, de la Bretaña Menor, en Francia, entregó su espíritu a Dios.
Celebran hoy: Vicenç, Vicente, Vincent.
Ver másSan Vicente, diácono de Zaragoza y mártir, que durante la persecución bajo el emperador Diocleciano hubo de sufrir cárcel, hambre, potro, láminas candentes, hasta que, en Valencia, en la Hispania Cartaginense (hoy España), voló al cielo a recoger el premio del martirio.
Ver másMemoria de san Vicente Paúl, presbítero, que lleno de espíritu sacerdotal y entregado en París al servicio de los pobres, veía el rostro del Señor en cada persona doliente. Fundó la Congregación de la Misión (Paúles), al modo de la primitiva Iglesia, para formar santamente al clero y subvenir a los necesitados, y con la cooperación de santa Luisa de Marillac, fundó también la Congregación de Hijas de la Caridad.
Ver másEn Roma, san Víctor I, papa, africano de nacimiento, que fijó para todas las Iglesias la celebración de la fiesta de Pascua en el domingo que sigue inmediatamente a la Pascua judía (c. 200).
Ver másSan Wenceslao o Venceslao, mártir, duque de Bohemia, que, educado por su abuela santa Ludmila en sabiduría divina y humana, fue severo consigo, pacífico en la administración del reino y misericordioso para con los pobres, redimiendo para ser bautizados a esclavos paganos que estaban en Praga para ser vendidos. Después de sufrir muchas dificultades en gobernar a sus súbditos y formarles en la fe, traicionado por su hermano Boleslao fue asesinado por sicarios en la iglesia de Stara Boleslav, en Bohemia (929/935).
Celebran hoy: Wenceslao.
Ver másZacarías, padre de San Juan Bautista, era sacerdote en el templo de Jerusalén. Tras la aparición del arcángel Gabriel, perderá el habla por su débil fe hasta que menciona el nombre de su futuro hijo: Juan (el bautista).
Celebran hoy: Za, Zaca, Zacarías, Zach.
Ver másEn Siracusa, de Sicilia, san Zósimo, obispo, que fue primero humilde custodio del sepulcro de santa Lucía y después abad del monasterio de ese lugar (c. 600).
Ver másSolemnidad de la Asunción de la bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, acabado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue definida solemnemente por el papa Pío XII en 1950. Celebran hoy su santo las Asunción, Alba, Paloma, María, Azucena, Estrella, Reyes, Mar, etc.
Celebran hoy: Ainhoa, Bego, Begoña, Begotxu, Benalmádena, Dana, Donna, Dulce, Mar, Mari, Maria, María, María Camila, María del Mar, María Gracia, María Jesús, María José, Mariam, Marie, Marieta, Marietta, Marina, Mariona, Maru, Maruja, Marujita, Mary, Mayra, Mireia, Mireya, Míriam, Miryam, Myriam.
Ver másFiesta de los santos arcángeles San Miguel, San Gabriel y Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis miliarios de Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, a él glorifican sin cesar.
Celebran hoy: Rafa, Rafael, Rafaela, Rafel, Raffa, Raffael.
Ver másEn Jerusalén, san Modesto, obispo, el cual, después de que la Santa Ciudad fue conquistada y devastada por los árabes, reconstruyó monasterios y los llenó de monjes, y con mucho trabajo rehizo los santuarios destruidos por el incendio.
En Sanseverino Marche, del Piceno, en Italia, san Pacífico de San Severino, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, preclaro por sus penitencias, amor a la soledad y oración ante el Santísimo Sacramento.
En Wadowice, de Polonia, san Rafael de San José (José) Kalinowski, presbítero, que en la insurrección del pueblo contra el opresor durante la guerra, fue hecho prisionero por los enemigos y deportado a Siberia, y después de sufrir muchas calamidades, por fin recuperada la libertad, ingresó en la Orden de los Carmelitas Descalzos, la cual promovió notablemente.
En Pisidia, santos Bianor y Silvano, mártires (s. IV).
En Tréveris, de la Renania, en Austrasia, san Modoaldo, obispo, que fundó y enriqueció varias iglesias y monasterios, y constituyó también diversas agrupaciones de vírgenes, siendo sepultado junto a su hermana Severa (c. 647).
En Egipto, san Moisés Etíope. Después de haber sido un conocido ladrón, se hizo anacoreta, convirtió a muchos de los suyos y los llevó con él al monasterio (c. 400).
En Leighlin, en Irlanda, san Molasio o Laisren, abad, que extendió pacíficamente en la isla la celebración de la Pascua, según la costumbre romana.
En Roosmarkei, en Escocia, san Moloc o Luano, obispo (c. 592).
En Milán, en la región transpadana, san Mona, obispo (c. 300).
En Nassogne, de Brabante, en Austrasia, san Monón, venerado como eremita en los bosques de Ardennes y mártir (c. 630/640).
En Sirmio, en la actual Hungría (antigua Panonia), san Montano, presbítero, y Máxima, su esposa, que habiendo confesado a Cristo Señor, fueron arrojados a las aguas por los infieles (c. 304).
En la aldea de Altkirch, en la región de Basilea, entre los helvecios, san Morando, monje, oriundo de Renania, que siendo presbítero peregrinó a Compostela y al regreso entró en el monasterio de Cluny, fundando más adelante el cenobio en el que terminó su santa vida (c. 1115).
En Mesia, conmemoración de los santos Marcos y Muciano, mártires, que fueron decapitados por negarse a inmolar a los ídolos y por confesar valientemente a Cristo (c. s. IV).
En Malonne, lugar de Bélgica, san Muciano María Viaux, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que dedicó toda su vida con constancia y generosidad a la formación de los jóvenes.
En Burdeos, de Aquitania, san Mummolo, abad del monasterio de Fleury
En Noyon, de Neustria, san Mumolno, obispo, que, siendo monje, ayudó a san Audomaro en la tarea de evangelizar, hasta que fue elegido obispo para suceder a san Eligio (c. 680).
En Milán, ciudad de la Liguria, santos Nabor y Félix, mártires, que, siendo soldados oriundos de Mauritania, se dice que sufrieron el martirio en Laus Pompeia (hoy Lodi) y fueron sepultados en Milán (c. 304).
En la región de Ontario, en Canadá, pasión de san Nadal Chabanel, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, habiendo hecho voto ante Dios de permanecer hasta la muerte en su querida misión del territorio Hurón, caminando por el bosque con un cierto apóstata fue muerto por él en odio de la fe. Su memoria se celebra el diecinueve de octubre, junto con sus compañeros.
San Nanfanión mártir en Madaura (África).
Conmemoración de san Nahúm (o San Nahún), profeta, que predicó a Dios como el que gobierna el devenir de los tiempos y juzga con justicia a los pueblos.
En Vienne, de la Burgundia, san Namacio, obispo, que desempeñó rectamente los mimos oficios civiles que rigió y honró la sede episcopal.
En Arvernia, de Aquitania, san Namancio, obispo, que construyó la iglesia catedral (c. 460).
En la ciudad de Gerona, en la Hispania Tarraconense, conmemoración de san Narciso, obispo y mártir (s. inc.).
En Bérgamo, en la provincia de Liguria, san Narno, que es considerado primer obispo de la ciudad (s. IV).
En la región de Aberdeen, en Escocia, san Natalán, obispo, insigne por su caridad hacia los pobres (c. 678).
En el monasterio de Achad, en Hibernia (hoy Irlanda), san Nateo, obispo y abad (s. VI).
De su vida, poco sabemos. Sólo su final, el martirio, nos ha llegado hasta nosotros. En el año 250, durante las persecuciones de Decio, el obispo Dionisio de Alejandría nos da cuenta de él. Se le estimaba entre los que más del pueblo por la conducta justa y sus costumbres sanas; en fin, apreciado por su bondad y conducta ética intachable, como cabe y debe esperarse en un discípulo de Cristo verdadero. Pero la envidia empuja a acusadores a delatarle ante la justicia, primero como delincuente, de lo que sale absuelto, y luego de cristiano, fatal carga. Nemesio confirma la acusación y termina quemado en la hoguera en compañía de algunos ladrones y asesinos de su tiempo.
En Alejandría, en Egipto, san Nemesio, mártir, que, acusado falsamente de ladrón, fue llevado a juicio y absuelto por el juez, pero después, en la persecución bajo el emperador Decio, fue acusado ante el juez Emiliano de profesar la religión cristiana, siendo, por ello, atormentado con reiterados suplicios y quemado con ladrones a semejanza del Salvador, que sufrió la cruz entre ellos.
En Nicea, ciudad de Bitinia (hoy Turquía), san Neófito, mártir (s. IV).
En Egea, de Cilicia, santos mártires Claudio, Asterio y Neón, hermanos, que, según tradición, acusados por su madrastra de ser cristianos, fueron decapitados en tiempo del emperador Diocleciano y del prefecto Lysias.
Santos Nereo y Aquileo, mártires, los cuales, según refiere el papa san Dámaso, eran dos jóvenes que se habían enrolado en el ejército y que, arrastrados por el miedo, estaban dispuestos a obedecer las órdenes impías del magistrado, pero después de convertirse al Dios verdadero dejaron el ejército, arrojando sus escudos, armas y uniformes, contentos de su triunfo como confesores de Cristo. Sus cuerpos fueron sepultados en este día en el cementerio de Domitila, situado en la vía Ardeatina de Roma (s. III ex.).
En Perge, en Pamfilia, pasión de san Néstor, obispo de Magido y mártir, que en tiempo de la persecución bajo el emperador Decio fue condenado por el prefecto de la provincia a ser clavado en una cruz, para que sufriese la misma pena que el Crucificado a quien confesaba (c. 250).
En Mira, de Licia, santos mártires Nicandro, obispo, y Hermas, presbítero (c. s. IV).
En Reims, de la Galia Bélgica, pasión de san Nicasio, obispo, que, ante la puerta de la basílica que había edificado, fue asesinado junto con su hermana Eutropia, virgen consagrada a Cristo, Florencio, diácono, y Jocundo, por unos paganos que irrumpieron violentamente.
En Lyon, en la Galia, san Nicecio, obispo, que se distinguió por su dedicación a los pobres y su benignidad para con los sencillos, estableciendo en esta Iglesia la norma de cantar salmos.
En Tréveris, en la Renania, de Austrasia, san Nicecio, obispo, que, según el testimonio de san Gregorio de Tours, era fuerte en la predicación, terrible en la argumentación, constante en la enseñanza, y sufrió el destierro bajo Clotario, rey de los francos.
En Vienne, en la Galia Lugdunense, san Nicecio o Niceto, obispo (s. V).
En Vesoncio (hoy Besançon), en Burgundia, san Nicecio, obispo (c. 610).
En el Bósforo, de la Propóntide, muerte de san Nicéforo, obispo de Constantinopla, quien, propugnador acérrimo de las tradiciones paternas, se opuso con decisión al emperador iconoclasta León el Armenio, defendiendo el culto de las sagradas imágenes. Expulsado de su sede y encerrado mucho tiempo en un monasterio, entregó su alma a Dios.
Santos Nicetas y Aquilesia, mártires, Licia (Asia Menor), s. III.
Conmemoración de san Nicetas, obispo de Apolonia, en Macedonia, que por dar culto a las santas imágenes fue desterrado por el emperador León el Armenio.
En el monasterio de Medicio, en Bitinia, san Nicetas, hegúmeno, que, por defender el culto de las sagradas imágenes, en tiempo del emperador León el Armenio sufrió cárcel y exilio.
Conmemoración de san Nicetas, obispo de Remesiana, en la Dacia, al que alaba san Paulino de Nola en uno de sus poemas por haber convertido en ovejas a los bárbaros al enseñarles el Evangelio, por convencerles de vivir unidos en paz y por haber obtenido que gente inculta y ladrones aprendiesen a cantar a Cristo con un corazón romano (c. 414).
A orillas del Danubio, san Nicetas Godo, mártir, a quien el rey arriano Atanarico mandó quemar en odio a la fe católica (c. 370).
En Mammola, cerca de Gerace, en Calabria, san Nicodemo, eremita, que fue maestro de vida monástica, célebre por la austeridad de vida y por sus virtudes.
En Trani, de la Apulia, san Nicolás, peregrino, que, natural de Grecia, recorría toda la región llevando un crucifijo en la mano y repitiendo incensantemente: «Señor, ten piedad».
En Constantinopla, san Nicolás Estudita, monje, que fue exiliado repetidas veces por defender el culto de las santas imágenes y terminó sus días como hegúmeno del monasterio de Estudion.
En la basílica de San Pedro, de Roma, san Nicolás I, papa, que sobresalió por su energía apostólica al reafirmar la autoridad del Romano Pontífice en toda la Iglesia.
En Londres, en Inglaterra, san Nicolás Owen, religioso de la Compañía de Jesús y mártir, que durante muchos años estableció escondites para reparo de sacerdotes, por lo cual, bajo el rey Jacobo I, fue encarcelado y cruelmente torturado en el potro hasta exhalar el espíritu, habiendo confesado gloriosamente a Cristo Señor.
En Roma, san Nicomedes, mártir, a quien el papa Bonifacio V honró su sepultura en la vía Nomentana con un templo sepulcral (s. inc.).
En Lacedemonia, del Peloponeso, san Nicón, monje, que después de una vida cenobita y eremítica transcurrida en Asia, trabajó con celo evangélico para llevar a la vida cristiana a los habitantes de la isla de Creta, recién liberada del yugo de los sarracenos, y luego recorrió Grecia predicando la penitencia, hasta que falleció en el monasterio de Esparta, fundación suya.
En Ancira, de Galacia, san Nilo abad, que, tenido por discípulo de san Juan Crisóstomo, estuvo al frente de su monasterio mucho tiempo y difundió en sus escritos la doctrina ascética.
En el territorio de Túsculo (hoy Frascati), san Nilo el Joven, abad, oriundo de Grecia, conversador espiritual, cultivador de la vida de abstinencia, humildad y peregrinación, y esclarecido en don de profecía y sabia doctrina, que fundó un célebre monasterio en Grotaferrata, dotándolo de la reglamentación de los Padres Orientales, y allí, nonagenario y en oración, entregó su espíritu a Dios (1004/1005).
En Cándida Casa (hoy Whitehorn), en la región de Galloway, en Escocia, conmemoración de san Niniano, obispo, bretón de nacimiento, que llevó a los pictos a la verdad de la fe, fundando allí una sede episcopal (c. 432).
En el lugar de Mityana, en Uganda, san Noé Mawaggali, mártir, que, siendo servidor del rey, iniciada la persecución y rehusando impávido emprender la fuga, ofreció voluntariamente su pecho a las lanzas de los soldados, quienes se lo atravesaron estando colgado de un árbol, hasta que entregó el espíritu por Cristo.
En el monte Soracte, en la vía Flaminia, del Lacio, san Nonoso, abad (c. 570).
San Norberto, obispo, hombre de costumbres austeras y dado enteramente a la unión con Dios y a la predicación del Evangelio, que fundó cerca de Laon, en Francia, la Orden Premonstratense de Canónigos Regulares, y luego, designado obispo de Magdeburgo, en Sajonia, se mostró pastor eximio, reformando la vida cristiana y trabajando para difundir la fe entre las poblaciones vecinas.
Conmemoración de san Nostriano, obispo de Nápoles (c. 450).
San Numeriano, arzobispo de Tréveris (Alemania), 657.
En Brescia, de la Lombardía, san Obicio, que, siendo militar de caballería, se convirtió a Dios, abrazó una vida de penitencia y distribuyó sus bienes para utilidad pública.
En Nicomedia, de Bitinia (hoy Turquía), san Océano, mártir (s. inc.).
En Souvigny, de Borgoña (hoy Francia), muerte de san Odilón, abad de Cluny, que fue severo consigo mismo, pero dulce y misericordioso con los demás. Estableció treguas entre los que peleaban entre sí y, en tiempo de hambre, ayudó a los necesitados con todas sus fuerzas. Fue el primero en establecer en sus monasterios la Conmemoración de todos los fieles difuntos, fijándola para el día siguiente a la Solemnidad de todos los santos.
En Urgel, en el condado de Cataluña, del Reino de Aragón, san Odón, que, elegido obispo por aclamación del pueblo cuando era aún seglar, una vez confirmado defendió a los más humildes y fue bondadoso para con todos.
En Utrecht, de Gueldres, en Lotaringia, san Odulfo, presbítero, que evangelizó a los habitantes de Frisia (c. 855).
En el monasterio de Tallaght, en Hibernia (hoy Irlanda), san Oengo, de sobrenombre "Cúldeo", monje, que compuso el catálogo de los santos de aquel país (c. 824).
En Nídaros (hoy Trondheim), ciudad de Noruega, san Olav, mártir, que siendo rey de su pueblo, lo liberó de la idolatría y propagó con gran diligencia la fe cristiana que había conocido en Inglaterra, pero finalmente, atacado por sus enemigos, murió asesinado.
San Olimpio, obispo, Tracia (Turquía europea), s. IV.
En Londres de nuevo, san Oliverio Plunkett, obispo de Armagh y mártir, que en tiempo del rey Carlos II, falsamente acusado de traición, fue condenado a la pena capital, y ante el patíbulo, que rodeaba una multitud, después de perdonar a sus enemigos, confesó con gran firmeza la fe católica.
Conmemoración también de san Onesíforo, que sirvió muchas veces a san Pablo en Éfeso y, sin sentir vergüenza por sus cadenas, llegado a Roma, se interesó solícitamente por su suerte (s. I).
En los bosques de Panaia, cerca de Catanzaro, en la Calabria, san Onofre, eremita, insigne por sus ayunos y por la austeridad de vida.
En Piacenza, ciudad de la Emilia, san Opilio, diácono (c. s. V).
En Brescia, en la región de Venecia, san Optaciano, obispo, que subscribió las cartas sinódicas sobre la fe católica en la Encarnación, enviadas por Eusebio, obispo de Milán, al papa san León (s. V).
En Milevi, en Numidia, conmemoración de san Optato, obispo, en cuyos escritos trató sobre la universalidad de la Iglesia, la necesidad de la íntima unidad de los cristianos y los errores cometidos por los donatistas (s. IV).
En Zaragoza, en la Hispania Tarraconense, conmemoración de san Optato y sus diecisiete compañeros, mártires, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano fueron ejecutados, después de ser atormentados, componiendo Prudencio unos versos sobre su glorioso martirio (s. IV). Sus nombres son: Luperco, Suceso, Marcial, Urbano, Julia, Quintiliano, Publio, Fronto, Félix, Ceciliano, Evodio, Primitivo, Apodemio y otros cuatro que llevaban todos el nombre de Saturnino.
En Auch, en Aquitania, san Orencio u Oriencio, obispo, que se esforzó en erradicar de su ciudad las costumbres de los paganos y en procurar la paz entre los romanos y el rey de los visigodos de Tolosa (c. 440).
En Tiana, de Capadocia, san Orestes, mártir (s. III/IV).
En el monasterio de Landelles, en la región de Bayeux, de Normandía, san Ortario, abad, célebre por su austeridad y su vida de oración, así como por su dedicación a curar enfermos y por ayudar a los pobres (s. XI).
Conmemoración de san Oseas, profeta del Antiguo Testamento, que no sólo con sus palabras, sino con su misma vida mostró al Señor al pueblo infiel de Israel, como Esposo siempre fiel y movido por una misericordia infinita (s. VIII a. C.).
En Salisbury, en Inglaterra, san Osmundo, obispo, que junto con el rey Guillermo se trasladó de Normandía a Inglaterra y, promovido enseguida al episcopado, consagró la iglesia catedral, proveyendo a la administración de la sede y al culto divino.
San Ostiano, confesor, Viviers (Francia).
En Worchester, en Inglaterra, san Osvaldo (Aswaldo, Oswald), obispo, que fue primero canónigo y después monje, presidió las sedes de Worchester y de York, introdujo en muchos monasterios la Regla de san Benito, siendo un maestro benigno, alegre y docto.
En la isla de Iona, en Escocia, san Oterano, monje, que fue uno de los primeros discípulos de san Columbano (s. VI).
Entre los helvecios (hoy Suiza), san Otmar u Otmaro, abad, que, junto a la celda construida por san Galo, fundó un pequeño hospital para leprosos y un cenobio bajo la observancia de la Regla de san Benito y, por defender sus derechos, fue deportado por vecinos poderosos a una isla del Rin, donde falleció.
En Ariano, de Irpinia, en Italia, san Otón, ermitaño (c. 1120).
En la ciudad de Léon (hoy Saint-Paul-de-Léon), en la Bretaña Armórica, san Pablo Aureliano, primer obispo de esta ciudad (s. VI).
En la isla de Chipre, san Pablo, monje, que fue quemado vivo por defender el culto de las santas imágenes (c. 770).
Conmemoración de san Pablo, obispo de Constantinopla y mártir, a quien expulsaron muchas veces los arrianos por mantener la fe nicea y otras tantas volvió a su sede, pero, al fin, el emperador Constancio le relegó a Cucuso, pequeña población de Capadocia, y allí mismo fue cruelmente estrangulado, según la tradición, por insidias de los arrianos.
En Córdoba, ciudad de la región hispánica de Andalucía, san Pablo, diácono y mártir, que, aleccionado con el ejemplo y la palabra de san Sisenando, no temió echar en cara a príncipes y dignatarios sarracenos la falsedad de su culto, por lo que murió confesando a Cristo como verdadero Dios.
En Narbona, al sur de la Galia, en la vía Domitia, fuera de la ciudad, sepultura de san Pablo, obispo y mártir (s. III).
En Prusa, de Bitinia, san Pablo, obispo, que por defender el culto de las sagradas imágenes fue expulsado de la patria y murió en el exilio.
En Augusta Tricastina (hoy Saint-Paul-Trois-Châteaux), en la región de la Galia Vienense, san Pablo, obispo, que dio su nombre a la ciudad (s. IV).
En Verdún, en la Galia, san Pablo, obispo, que, después de ser monje, fue elevado a la sede episcopal de esta ciudad, en la que promovió el culto divino y la vida regular de los canónigos (c. 647).
En la Tebaida, en Egipto, san Pablo, por sobrenombre "Simple", discípulo de san Antonio (s. IV).
En la Tebaida (hoy Egipto), san Pablo, eremita, uno de los primeros en abrazar la vida monástica (s. IV).
En el lugar de Cho Quan, en Conchinchina, san Pablo Hanh, mártir, quien, habiendo olvidado las costumbres cristianas, dirigió una banda de ladrones, pero apresado en tiempo del emperador Tu Duc, confesó que era cristiano, y no siendo apartado de su fe por halagos, azotes, ni por laceraciones con tenazas, culminó su glorioso martirio con la decapitación.
En la ciudad de Seúl, en Corea, san Pablo Ho Hyob, mártir, que, siendo soldado, fue encarcelado por confesarse cristiano y, sometido a tormento, sus fuerzas cedieron y pareció que se retractaba, pero, arrepentido, él mismo se presentó ante el juez confirmando su fe en Cristo, por lo cual, encarcelado de nuevo, después de largo tiempo falleció a consecuencia de los golpes recibidos.
En Roma, san Pablo I, papa, quien, afable y misericordioso, por la noche, en silencio, visitaba las casas de los enfermos pobres, prestándoles ayuda. Defensor de la fe ortodoxa, escribió a los emperadores Constantino y León, para que restituyeran el culto a las sagradas imágenes. Muy devoto de los santos, cuidó de trasladar desde los cementerios en ruinas al interior de la ciudad, en los diversos títulos y monasterios, los cuerpos de los mártires, en medio de himnos y cánticos.
En la aldea Xisiaodun, cerca de Xinhexian, en la provincia de Hebei, en China, san Pablo Ke Tingzhu, mártir. Era el jefe de la aldea cristiana y en la persecución desencadenada por los seguidores del movimiento Yihetuan, al ser despedazado ofreció a los demás un luminoso ejemplo de resignación cristiana.
En la ciudad de Vinh Tri, en Tonquín, san Pablo Lè Bao Tinh, presbítero y mártir, que, siendo todavía clérigo, permaneció largo tiempo en la cárcel y, ordenado sacerdote, dirigió el seminario, confeccionó un libro de homilías y un compendio de doctrina cristiana, y finalmente, de nuevo llevado a la cárcel en tiempo del emperador Tu Duc, fue condenado a la decapitación.
En Thi-Nghe, en Conchinchina, san Pablo Le-Van-Loc, presbítero y mártir, que en tiempo del emperador Tu Duc fue degollado en la puerta de la ciudad por confesar a Cristo.
En la localidad de Dongjaochang, cerca de la ciudad de Lezhi, en la provincia de Sechuan, en China, san Pablo Liu Hanzou, presbítero y mártir, estrangulado por ser cristiano.
En la ciudad de Tho-Duc, en Annam, san Pablo Tong Viet Buong, mártir, que, siendo soldado, sufrió la muerte por Cristo en tiempo del emperador Minh Mang.
En Barcelona, en la Hispania Tarraconense, san Paciano, obispo, que, exponiendo su fe, manifestaba que "cristiano" era su nombre y "católico" su apellido.
En la ciudad de Metz, también en la Galia Bélgica (hoy Francia), san Paciente, obispo (s. IV).
En Lyon, de la Galia, san Paciente, obispo, que, movido por la caridad, distribuyó gratuitamente alimentos por todas las ciudades a orillas del Ródano y del Saona, ayudando a los pueblos oprimidos por el hambre y ejerciendo el apostolado por doquier, para conversión de herejes y cuidado de los necesitados (c. 480).
En Tebaida, san Pacomio, abad, que cuando aún era pagano se sintió impresionado por el testimonio de caridad cristiana para con los soldados detenidos en la cárcel común y, después de abrazar el cristianismo, recibió el hábito monástico de manos del anacoreta Palamón. Al cabo de siete años, por inspiración divina, fue abriendo numerosos monasterios con el fin de recibir a los monjes en régimen de vida común, escribiendo para ellos una célebre Regla (347/348).
En Auxerre, de Neustria, san Paladio, obispo, que fue abad del monasterio de San Germán y, recibido el episcopado, participó en muchos concilios y se dedicó a restaurar la disciplina eclesiástica.
En Escocia, conmemoración de san Paladio, obispo, el cual, enviado desde la ciudad de Roma a Irlanda, murió en ese país cuando san Germán de Auxerre luchaba en Inglaterra contra la herejía de Pelagio.
En la ciudad de Saintes, también en Aquitania, san Paladio, obispo, que erigió una basílica sobre el sepulcro de san Eutropio y fomentó el culto de los santos en su ciudad episcopal.
En Tabennesi, de Tebaida, en Egipto, san Palemón, anacoreta, hombre asiduo a la oración y a la austeridad, que fue maestro de san Pacomio (s. IV).
En Roma, en la vía Salaria Antigua, san Pámfilo, mártir (s. inc.).
En Taormina, en Sicilia, san Pancracio, mártir, que al parecer fue el primer obispo de esta Iglesia (s. inc.).
En Sulmona, del Abruzo, sepultura de san Pánfilo, obispo de Corfinio (c. 700).
En Vienne, en Burgundia, san Pantagato o Panatágato, obispo.
En Nicomedia, de Bitinia, san Pantaleón o Pantalaimón, mártir, venerado en Oriente como médico que ejercía su arte sin retribución alguna (c. 305).
Conmemoración de san Panteno de Alejandría, varón apostólico, enriquecido con toda clase de sabiduría, conocedor en alto grado de la Palabra de Dios y amante apasionado de la misma, del cual cuenta la tradición que su fe y ardiente caridad le impulsaron a ir al más lejano oriente a predicar el Evangelio a los gentiles, retornando al final de su vida a Alejandría, donde descansó en paz, en tiempo del emperador Antonino Caracalla (s. III).
En Seleucia, en Persia, san Papas, oriundo de Licaonia, que, tras muchos tormentos, afrontó el martirio por la fe de Cristo (s. IV).
En Hierápolis, en Frigia, san Papías, obispo, de quien se dice que había escuchado al anciano Juan, que fue compañero de san Policarpo, y que comentó los discursos del Señor (s. II)
En Roma, en el cementerio Mayor de la vía Nomentana, santos mártires Papías y Mauro, soldados (c. s. III).
En Roma, en el cementerio Mayor de la vía Nomentana, santos mártires Papías y Mauro, soldados (c. s. III).
En Tomis, en Escitia (actual Constanza, Rumanía), santos Cresto y Papo, mártires (c. s. IV).
En la región de Lauragais, en la Galia Narbonense, san Pápulo o Paplo, venerado como mártir (s. III/IV).
En Guéret, en la región de Limoges, en Aquitania, san Pardulfo, abad, del cual, ilustre por su santidad de vida, se cuenta que hizo huir de su iglesia a los sarracenos que retrocedían ante Carlos Martel.
En Teano, de la Campania, san Páride, obispo, que fue el primero, según se cree, en ocupar esta sede episcopal (s. IV)
En Treviso, en el territorio de Venecia, san Paris, presbítero de la Orden Camaldulense, que fue director espiritual de religiosas durante setenta y siete años, falleciendo a la edad de ciento ocho años.
San Parmerio, presbítero y mártir.
En Lampsaco, en la región del Helesponto, san Partenio, obispo, que en tiempo del emperador Constantino fue un eximio propagador de la fe con su predicación y su ejemplo (s. IV).
En Nantes, en la Bretaña Menor, san Pascario, obispo, que acogió a san Hermelando y a doce monjes pedidos a la comunidad de Fontenelle, con quienes fundó un monasterio en la isla de Antros (s. VII).
En el monasterio de Corbie, en Neustria (hoy Francia), san Pascasio Radberto, abad, que expuso de modo claro y lúcido la verdad sobre el Cuerpo y la Sangre del Señor en el misterio de la Eucaristía.
También en Roma, memoria de san Pascual I, papa, que, llevado por la devoción, trasladó muchos cuerpos de mártires desde las catacumbas a distintas iglesias de la ciudad.
En Dorostoro, en Mesia (hoy Rumanía), santos Pasícrates y Valencio, mártires, que, por confesar a Cristo como único Dios, sometieron decididos sus cuellos a la espada.
En Compluto (hoy Alcalá de Henares), en la Hispania Cartaginense, santos mártires Justo y Pastor. Todavía niños, corrieron voluntariamente al martirio, abandonando en la escuela sus tablillas de escolar y, detenidos por orden del juez e inmediatamente azotados, animándose y exhortándose mutuamente fueron degollados por su amor a Cristo.
Conmemoración de san Patapio, solitario, el cual, oriundo de la Tebaida, vivió en Constantinopla, en Blaquernas, y fue sepultado en el monasterio de los egipcios (s. V/VI).
En Fano, en la región del Piceno, en Italia, san Paterniano, obispo (s. IV).
En Dariorige (hoy Vannes), en la Bretaña Menor, conmemoración de san Paterno, obispo, de quien se cuenta que en este día fue ordenado obispo en el concilio provincial reunido por san Perpetuo de Tours en esta misma sede (c. 460-490).
En Scissy, de la región de Coutances, en la Galia, sepultura de san Paterno, obispo de Avranches, que, después de haber fundado muchos monasterios, ya septuagenario fue elegido para la función episcopal, y, lleno de méritos, entregó su alma a Dios en el monasterio.
En la ciudad de Troyes, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Patroclo, mártir (c. s. III).
En Colombiers, en la región de Bourges, en Aquitania, san Patroclo, presbítero, que fue ermitaño y misionero (c. 576).
En Forlí, ciudad de la región de Venecia (hoy Italia), san Paulino, obispo de Aquileya, que se esforzó en convertir a los ávaros y a los eslovenos, y presentó al rey Carlomagno un poema insigne sobre la Regla de la fe.
San Paulino, obispo, el cual, recibido el bautismo en Burdeos, renunció a la dignidad consular y, de noble y rico, por Cristo se hizo pobre y humilde. Habiéndose trasladado a Nola, junto al sepulcro de san Félix, presbítero, para seguir su ejemplo abrazó una forma de vida ascética con su mujer y sus compañeros. Ordenado obispo, se distinguió por su erudición y santidad, acogiendo a los peregrinos y ayudando a los desvalidos.
En Rochester, en Inglaterra, muerte de san Paulino, obispo de York, que siendo monje y discípulo del papa san Gregorio I Magno, fue enviado a Inglaterra para predicar el Evangelio, convirtiendo a Edwino, rey de Northumbria, lavando con las aguas del bautismo a todo su pueblo.
En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Paulino, obispo y mártir, que en tiempo de la herejía arriana fue el verdadero heraldo de la verdad y durante el Sínodo de Arlés, convocado por el emperador arriano Constancio, ni amenazas ni adulaciones pudieron llevarle a condenar a san Atanasio y apartarse de la recta fe, por lo que fue desterrado a Frigia, donde acabó su martirio, pasados cinco años.
En Tracia, santos Teodoro y Pausilipo, mártires, que, según la tradición, sufrieron el martirio en tiempo del emperador Adriano.
En Cesarea de Palestina, san Pedro, apellidado Apselami o Balsami, mártir en tiempo del emperador Maximino, a quien tanto el presidente del tribunal como los demás asistentes al juicio invitaban a considerar su juventud, pero él desatendió estas indicaciones y demostró su fe en Cristo muriendo con ánimo esforzado en el fuego, como oro purísimo.
En Zaragoza, en Aragón, de España, san Pedro Arbués, presbítero y mártir, canónigo regular de la Orden de San Agustín, que dedicado en dicho reino a combatir supersticiones y herejías, fue asesinado ante el altar de la iglesia catedral a manos de algunos afectados por su oficio de inquisidor.
En el pueblo de Tomhom, de la isla de Guam, en Oceanía, beatos mártires Diego Luis de San Vitores, presbítero de la Compañía de Jesús, y Pedro Calungsod, catequista, que fueron cruelmente precipitados al mar, en odio a la fe cristiana, por algunos apóstatas y nativos seguidores del paganismo.
En el lugar de Qua Linh, en Tonquín, san Pedro Da, mártir, quien, de oficio carpintero y sacristán, fue sometido a muchos y crueles tormentos en tiempo del emperador Tu Duc, permaneciendo firme en la profesión de su fe, por lo que finalmente fue arrojado a las llamas.
En Anagni, en el Lacio, san Pedro, obispo, que brilló primeramente en la observancia monástica y después en el celo pastoral, y llevó a término la construcción de la iglesia catedral.
En Argo, en Grecia, san Pedro, obispo, que mostró una inmensa caridad hacia los pobres y trabajó incansable para poner paz en los litigios para bien de las almas (c. 922).
En el monasterio de Bellevaux, en la región de Besançon, en Francia, tránsito de san Pedro, obispo, que, siendo abad cisterciense, fue promovido a la sede de Tarantasia, rigiéndola con fervorosa diligencia y esforzado fomento de la concordia entre los pueblos.
En Antigua, cerca de Guatemala, en América Central, san Pedro de Betancur, religioso de la Tercera Orden de San Francisco, que, bajo el patrocinio de Nuestra Señora de Belén, se entregó ejemplarmente a cuidar a huérfanos, mendigos, enfermos, jóvenes abandonados sin formación, peregrinos y también a condenados a trabajos forzados.
En Pébrac, territorio de Le-Puy-en-Velay, en Francia, san Pedro de Chavanon, presbítero, que, aspirando a una vida más perfecta, se retiró a este lugar, donde construyó y presidió un cenobio de canónigos regulares (c. 1080).
En Palencia, en la región hispánica de Castilla, muerte de san Pedro, obispo de Osma. Fue primeramente monje, después archidiácono de la Iglesia de Toledo y, finalmente, elevado a la sede de Osma, recientemente liberada del dominio mahometano, la cual organizó con pastoral celo.
En Poitiers, en Aquitania, san Pedro, obispo, que favoreció los comienzos de la Orden de Fontevrault y, removido injustamente de la sede, falleció exiliado en Chauvigny.
En Trevi, en el Lacio, san Pedro, que, a pesar de ser analfabeto, practicó en la soledad la sabiduría evangélica (c. 1050).
En Milán, de Lombardía, pasión de san Pedro de Verona, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, nacido de padres maniqueos, todavía niño abrazó la fe católica y, siendo aún adolescente, recibió del mismo santo Domingo el hábito. Dedicado a combatir la herejía, de camino hacia Como cayó víctima de los enemigos, recitando en los últimos momentos el símbolo de la fe.
En la ciudad de Ávila, en Castilla, muerte de san Pedro del Barco, presbítero, que vivió retirado en la soledad junto al río Tormes
En Tonquín, san Pedro Doan Van Van, mártir, catequista y administrador de la parroquia de Bau No, quien, ya octogenario, en tiempo del emperador Tu Duc (Tự Đức) confirmó con su sangre la constancia de su fe.
En la ciudad de Au Thi, en Tonquín, san Pedro Dong, mártir, padre de familia, que prefirió sufrir crueles torturas antes que pisar la cruz, e hizo de modo que en su frente se escribiese «verdadera religión» en lugar de «falsa religión», como se pretendía, siendo degollado en tiempo del emperador Tu Duc.
En Gray, de la Borgoña, en donde se había retirado al ser desterrado, tránsito de san Pedro Fourier, presbítero, que escogió para sí la pobrísima parroquia de Mattaincourt, en la Lorena, a la que sirvió admirablemente, y renovó los Canónigos Regulares del Salvador, así como fundó el Instituto de Canonesas Regulares de Nuestra Señora, para la educación gratuita de las niñas.
Junto a la fortaleza Xa Doai, en Tonquín, san Pedro Francisco Nerón, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que, en tiempo del emperador Tu Duc, vivió tres meses encerrado en una cueva estrechísima, donde, herido atrozmente con varas, se abstuvo durante tres semanas de todo alimento y consumó su martirio al ser finalmente decapitado.
En Tuy, de Galicia, en España, beato Pedro González, llamado vulgarmente "Telmo", presbítero de la Orden de Predicadores, que trató de ser tan humilde como antes había deseado la gloria, entregándose a ayudar a los más humildes, sobre todo a marineros y pescadores.
En el lugar de Naas, cerca de Dublín, en Irlanda, beato Pedro Higgins, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que por guardar fidelidad a la Iglesia Romana, en tiempo del rey Carlos I fue ahorcado sin juicio.
San Pedro Julián Eymard, presbítero, el cual fue primeramente sacerdote diocesano y después miembro de la Compañía de María. Adorador eximio del Misterio eucarístico, fundó nuevas congregaciones, una de clérigos y otra de mujeres, para fomentar y difundir la piedad hacia el Santísimo Sacramento. Murió en la aldea La Mure, cerca de Grenoble, en Francia, donde había nacido.
En la provincia de Nghê An, en Annam (Vietnam), san Pedro Khanh, presbítero y mártir, que al ser reconocido como cristiano cuando se hallaba en su mesa de recaudador, pasó seis meses preso en la cárcel, y al negarse a abjurar de la fe, fue degollado por orden del emperador Thiêu Tri.
En Hanoi, de Tonquín, san Pedro Le Tuy, presbítero y mártir, que, por su fe en Cristo, fue degollado en tiempo del emperador Minh Mang.
En la ciudad de Kweyang, en la provincia de Guizhou, en China, san Pedro Liu Wenyuan, mártir y catequista, que fue estrangulado a causa del nombre de Cristo.
En Zhujiaxiezhuang, pueblo cercano a Shenxian, en la provincia china de Hebei, san Pedro Liu Ziyu, mártir, el cual, durante la persecución desencadenada por el movimiento de los Yihetuan, desoyendo a los amigos que le aconsejaban apostatar, permaneció firme en la fe cristiana ante el mandarín, por lo que fue traspasado con espada.
En la ciudad de Nam Dinh, en Tonquín, san Pedro Nguyên Bá Tuân, presbítero y mártir, que, encarcelado por ser cristiano en tiempo del emperador Minh Mang, murió de hambre en prisión.
En Conchinchina, san Pedro Nguyen Van Luu, presbítero y mártir, que en tiempo del emperador Tu Duc fue condenado muerte y subió alegre al patíbulo.
En Alejandría, en Egipto, san Pedro, obispo y mártir, que, dotado de todas las virtudes, fue decapitado por mandato del emperador Galerio Maximiano, viniendo a ser la última víctima de la gran persecución y como el sello de los mártires. Con él se conmemoran tres obispos egipcios, que son Hesiquio, Pacomio y Teodoro, junto con otros muchos que, también en Alejandría, sufrieron en la misma persecución y subieron al cielo por medio de cruel espada. Murió entre el 305 y el 311.
En la misma ciudad, conmemoración de san Pedro, llamado "Palatino", mártir, que en verdad fue heredero de la fe y del nombre del apóstol Pedro, y exhaló su espíritu al ser quemado vivo.
En Madrid, capital de España, beato Pedro Poveda Castroverde, presbítero y mártir, fundador de la Institución Teresiana destinada a promover la formación cristiana, que al comienzo de la persecución contra la Iglesia fue asesinado por odio a la religión, dando un claro testimonio de su fe.
En la ciudad de Capitolias, en Batanea (hoy Israel), san Pedro, presbítero y mártir, que acusado ante Walid, príncipe de los sarracenos, de predicar en público la fe en Cristo, consumó su martirio clavado en una cruz, después de que se le amputasen lengua, manos y pies.
En Fuzhou, en Fujian, provincia de China, san Pedro Sans y Jordá, obispo de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, habiendo sido detenido junto con otros sacerdotes y llevado preso hasta el tribunal a través de un largo recorrido, se arrodilló en el lugar del suplicio y, terminada su oración, ofreció de buena gana su cuello al hacha.
En Ciano, cerca de Mileto, en Calabria, san Pedro Spanò (Spina), eremita, célebre por su pobreza y compunción (s. XII).
En Famagusta, ciudad de Chipre, tránsito de san Pedro Tomás, obispo de Constantinopla, de la Orden de los Carmelitas, que fue legado del Pontífice Romano en Oriente.
En el monasterio de Cuixá, en los Pirineos (hoy Francia), san Pedro Urseolo, el cual, siendo dux de Venecia, se hizo monje, distinguiéndose por su piedad y austeridad, y viviendo en un eremitorio cercano al monasterio (c. 987/988).
En Perugia, de la Umbría, san Pedro Vincioli, presbítero y abad, que reedificó una antigua iglesia dedicada a san Pedro que amenazaba ruina, y a ella unió un monasterio en el que, venciendo gran oposición y con gran paciencia, introdujo los usos y costumbres cluniacenses.
En Shuangzhong, cerca de Jixian, en la provincia de Hebei, en China, san Pedro Wang Zuolong, mártir, que en la persecución llevada a cabo por los seguidores del movimiento Yihetuan, fue ahorcado por negarse a dar culto a los ídolos y a abjurar de la fe cristiana.
En Zunyi, provincia de Guizhou, en China, san Pedro Wu Guosheng, catequista y mártir, que fue estrangulado por su fidelidad a Cristo.
En Seúl, en Corea, san Pedro Yi Hoyong, mártir, que, siendo catequista, fue hecho prisionero por unos sicarios, juntamente con su hermana santa Águeda Yi So-sa, y permaneciendo firme en la confesión de la fe, despuésde quebrarle por tres veces los huesos le mantuvieron cuatro años en la cárcel, donde finalmente murió, siendo el primero del glorioso escuadrón de los mártires.
En Pyongyang, en Corea, san Pedro Yu Chong-nyul, mártir, que, siendo padre de familia, mientras leía a los fieles congregados durante la noche en casa del catequista, fue apresado y azotado hasta la muerte por su condición de cristiano.
En Seúl, en Corea, san Pedro Yu Tae-ch’l, mártir, que a los trece años exhortaba a los compañeros de cárcel a aceptar los tormentos, consumando su martirio al recibir cien azotes y ser estrangulado.
En el pueblo de Lujiazhuang, cerca de Yinngxian, en la misma provincia china de Hebei, san Pedro Zhou Rixin, mártir, quien durante la citada persecución afirmó ante el prefecto, que se lo exigía, que no podía abjurar de Dios Creador del mundo, por lo que fue decapitado.
En el monasterio de Cava, en la Campania, san Pedro, que habiendo seguido desde su juventud vida eremítica, fue elegido obispo de Policastro, pero cansado del estrépito de la vida exterior, regresó al monasterio, donde, constituido abad, restableció admirablemente la disciplina.
En Sebaste, en Armenia, san Pedro, obispo, que fue el hermano más joven de san Basilio Magno y eximio defensor de la fe ortodoxa ante los arrianos (c. 391).
En Constanza, de Suabia, conmemoración de san Pelagio, mártir (c. s. III).
En Alejandría, de Egipto, san Pelusio, presbítero y mártir.
En Foggia, en la Apulia, santos Guillermo y Peregrino, eremitas (s. XII).
En el lugar de Bouhy, del territorio de Auxerre, en la Galia, san Peregrino, mártir, venerado como primer obispo de esta ciudad (s. IV/V).
En Forlí, en la provincia de Emilia, san Peregrino Laziosi, religioso de la Orden de los Siervos de María, que desde su dedicación a la Madre de Dios se distinguió por su amor a Jesucristo y por su solicitud para con los pobres.
En Maastrich, junto al Mossa, en Brabante, de Austrasia, san Perpetuo, obispo (c. 620).
En Tours, de la Galia Lugdunense, san Perpetuo, obispo, que edificó la basílica de San Martín y muchas otras en honor de los santos, y reguló en su Iglesia la práctica de ayunos y vigilias.
En Cornualles, san Petroco, abad, originario de Gales.
San Petronaco o Petronax, abad y obispo de Montecassino.
En la ciudad de Die, en la región de la Galia Vienense (hoy Francia), san Petronio, obispo, que antes había abrazado la vida monástica en la isla de Lérins (después de 463).
En Bolonia, de la Emilia, san Petronio, obispo, que pasó de las responsabilidades políticas a la función sacerdotal, y enseñó con sus escritos y su ejemplo la realidad del oficio episcopal (c. 450).
En Seclin, en la Galia Bélgica, san Piatón, presbítero, que es venerado como evangelizador de Tournai y mártir (s. III/IV).
En Poitiers, en Aquitania, san Pientio, obispo, que mucho ayudó a la beata Radegunda en la fundación de cenobios (s. VI).
Conmemoración de san Pierio, presbítero de Alejandría, ilustrado en los temas filosóficos, pero más esclarecido aún por la integridad de su vida y su voluntaria pobreza. Mientras Teonas regía la Iglesia alejandrina, explicó con profundidad al pueblo las divinas Escrituras, y en Roma, después de la persecución, descansó en paz (s. IV).
En Roma, en el cementerio de Ponciano, en la vía Portuense, san Pimenio, fue presbítero y mártir en el siglo III/IV.
Conmemoración de san Pinito, obispo de Cnosos, en la isla de Creta, que, bajo los emperadores Marco Antonino Vero y Lucio Aurelio Cómodo, se distinguió por sus escritos acerca de la fe y por su preocupación por el crecimiento de la grey que se le había encomendado (c. 180).
En Roma, conmemoración de san Pío I, papa, hermano de Hermas, autor éste de una obra cuyo título es El Pastor, denominación que bien mereció el santo Pontífice, pues durante quince años fue de verdad un buen pastor que guardó la Iglesia.
En Esmirna, en Asia, san Pionio, presbítero y mártir, de quien narra la tradición que, por haber hecho una apología de la fe cristiana ante el pueblo, fue encarcelado, y allí, en prisión, con sus exhortaciones animó a muchos hermanos a soportar el martirio y, después de sufrir varios tormentos, por medio del fuego alcanzó la muerte por Cristo (c. 250).
En el monasterio de Hornbach, junto a Estrasburgo, en Burgundia, sepultura de san Pirmino, obispo y abad de Reichenau, que evangelizó a alamanes y bávaros, fundó muchos monasterios y compuso para sus discípulos un libro para catequizar a los agrestes (s. III/IV).
En Disentis, en la Recia Superior (hoy Suiza), santos Plácido, mártir, y Sigisberto, abad, este último compañero de san Columbano y fundador del monasterio de San Martín, en Disentis, donde fue el primero que coronó su vida monástica con el martirio (s. VII).
Cerca de Ocra, en el Abruzzo, San Plácido, abad, quien vivió como eremita en una cueva, y después reunió numerosos discípulos en el monasterio del Santo Espíritu.
En Ancira, de Galacia, san Platón, mártir (s. III/IV).
En Constantinopla, san Platón, hegúmeno, que durante muchos años luchó con ánimo invencible contra los destructores de las sagradas imágenes y, con su sobrino Teodoro, organizó el célebre monasterio de Studión.
Cerca de Roermond, en la ribera del Mosa, en los Países Bajos, san Plequelmo, obispo, oriundo de Nortumbria, que dedicó su vida a dar a conocer a muchos las riquezas de la fe en Cristo (c. 713).
En la Tebaida, en Egipto, san Poemeno o Pemón, abad, tenido en suma consideración entre los anacoretas y del que se refieren muchas máximas llenas de sabiduría (s. IV/V).
En Cesarea de Capadocia, san Polieucto, mártir (s. inc.).
En Melitene, ciudad de Armenia, san Polieuto, mártir, que, siendo soldado, a raíz del decreto del emperador Decio que obligaba a sacrificar a los dioses, rompió los ídolos, por lo cual fue cruelmente martirizado hasta ser degollado, recibiendo así el bautismo con su propia sangre (c. 250).
En Londres, santos Poliodoro Plasden y Eustacio White, presbíteros, y también los beatos Brian Lacy, Juan Mason y Sidney Hogdson, todos ellos mártires, que en el mismo año sufrieron idéntico tormento en Tyburn, los primeros porque, siendo sacerdotes, habían entrado en Inglaterra, y los otros por haberles prestado ayuda.
En Cibali, en Panonia, san Polión, lector y mártir, que, detenido en la persecución durante el emperador Diocleciano, e interrogado por el prefecto Probo, como confesase insistentemente a Cristo y se negase sacrificar a los ídolos, fue quemado vivo fuera de la ciudad (c. 303).
San Polión o Polieno, mártir.
En Pavía, de la Liguria, san Pompeyo, obispo, el cual, por pocos pero pacíficos años, sucedió a san Ciro, y descansó en el Señor (s. IV).
En Campi Salentina (Apulia), San Pompilio María Pirrotti, sacerdote, religioso de la Orden de Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, predicador popular.
En Nápoles, de la Campania, san Pomponio, obispo, que construyó una iglesia dedicada a la Santísima Virgen dentro de la ciudad y, en tiempo de la ocupación por los godos, defendió a su grey contra la herejía arriana (s. VI).
Cerca de Spoleto, ciudad de la Umbría (hoy Italia), san Ponciano, mártir, que fue duramente azotado con varas y, finalmente, degollado por su fe en Cristo, en tiempo del emperador Antonino (s. II).
En la aldea de Ttaka Jiunge, también en Uganda, san Ponciano Ngondwe, mártir, quien, escolta del rey, recibió el bautismo cuando apremiaba la persecución y enseguida se le encarceló, siendo traspasado con una lanza por el verdugo.
Santos mártires Ponciano, papa, e Hipólito, presbítero, que fueron deportados juntos a Cerdeña, y con igual condena, adornados, al parecer, con la misma corona, fueron trasladados finalmente a Roma, Hipólito, al cementerio de la vía Tiburtina, y el papa Ponciano, al cementerio de Calisto (c. 236).
Conmemoración de san Poncio, en Cartago, diácono de san Cipriano, al que acompañó en el destierro hasta la muerte, dejando un valioso volumen sobre su vida y pasión (s. III).
En Cimiez, en la Provenza, san Poncio, mártir (c. s. III).
En Serrancolin, en la región de Comminges, al pie de los Pirineos, san Poncio o Eboncio, que venerado por la tradición como monje benedictino, fue ordenado obispo de Roda de Isábena, en Aragón, sede que posteriormente trasladó a Barbastro, siendo célebre por su desvelo pastoral (c. 1104).
En Marchiennes, en Flandes (hoy Bélgica), san Popón, abad de los monasterios de Stavelot y Malmedy, que difundió en muchos monasterios de Lotaringia la observancia de Cluny.
En la isla de Lérins, en la Provenza, santos mártires Porcaro, abad, y varios monjes, que, según la tradición, murieron a manos de los sarracenos (c. s. VIII).
En el territorio de Auvernia, en Aquitania, san Porciano, abad, que siendo joven esclavo buscó refugio y la libertad en un monasterio en el que se hizo monje y donde llegó a ser abad, muriendo ya de viejo, agotado por los ayunos. Murió hacia el año 532.
Conmemoración de san Posidio, obispo de Calama, en Numidia (hoy Guelma, en Argelia), discípulo y amigo fiel de san Agustín, quien le asistió en su muerte y escribió su admirable vida (c. 437)
En Alejandría, también en Egipto, santos Potamón, Ortasio y Serapión, presbíteros, y sus compañeros, mártires (s. IV).
En Lyon, en la Galia, santos mártires Potino, obispo, y Blandina, junto con cuarenta y seis compañeros, de quienes la carta de la Iglesia de Lyon a las Iglesias de Asia y Frigia cuenta con detalle su valeroso y repetido certamen, en tiempo del emperador Marco Aurelio. El obispo Potino, ya nonagenario, al poco tiempo de ser encarcelado falleció, algunos otros también murieron en la cárcel, mientras que los restantes fueron expuestos como espectáculo en el anfiteatro, ante miles de personas, donde los que eran ciudadanos romanos fueron degollados y los demás entregados a las fieras, y por último Blandina, reservada para un combate más cruel y prolongado, después de alentar a sus compañeros les siguió al ser degollada. Estos son los nombres: Zacarías, presbítero, Vecio Epagato, Macario, Asclibíades, Silvio, Primo, Ulpio, Vital, Comino, Octubre, Filomeno, Gemino, Julia, Albina, Grata, Emilia, Potamia, Pompeya, Rodana, Biblis, Quarcia, Materna, Helpis; Santo, diácono; Maturo, neófito; Atalo de Pérgamo, Alexander de Frigia, Pontico, Justo, Aristeo, Cornelio, Zosimo, Tito, Julio, Zotico, Apolonio, Geminiano, otra Julia, Ausona, otra Emilia, Jamnica, otra Pompeya, Domna, Justa, Trófima y Antonia.
Conmemoración de san Potito, mártir, que, después de ser atormentado en la ciudad de Sárdica, en la antigua provincia romana de Dacia (hoy Rumanía), alcanzó finalmente el martirio al ser ejecutado por la espada (s. inc.)
A orillas del río Cea, en Galicia, santos Facundo y Primitivo, mártires del siglo IV.
En el lugar de Gabio, en el miliario treinta de la vía Prenestina, san Primitivo, mártir.
En la Vía Nomentana, en el lugar llamado «ad Arcas», a quince miliarios de la ciudad de Roma, san Primo y san Feliciano, mártires (s. inc.).
En Soissons, en la Galia Bélgica (hoy Francia), san Principio, obispo, hermano de san Remigio (s. VI).
En Capua, de la Campania, en la vía Acuaria, san Prisco, mártir (s. IV).
En Nocera de los Paganos, en la Campania (hoy Italia), san Prisco, obispo y mártir, a quien san Paulino de Nola dedicó loas poéticas (c. s. IV).
En el territorio de Auxerre, en la Galia, martirio de san Prisco y sus compañeros (s. in.).
En el territorio de los gábalos (hoy Mende), en la Galia, san Privado, obispo y mártir, que, en la invasión de los vándalos, fue encontrado en una cripta, donde se entregaba a la oración y al ayuno, y por negarse a entregar a sus ovejas y sacrificar a los ídolos, murió destrozado a golpes (c. 407).
En la ciudad de Rieti, en la Sabina (hoy Italia), conmemoración de san Probo, obispo, elogiado por el papa san Gregorio I Magno (c. 570).
En Ravena, de la provincia de Flaminia, san Probo, obispo, a cuyo nombre el obispo san Maximiano dedicó la célebre basílica Clasense (s. III/ IV).
En Roma, en el cementerio de Dámaso, en el segundo miliario de la vía Aurelia, santos Proceso y Martiniano, mártires (sec. inc.).
En Bisignano, cerca Cosenza, en Calabria, san Proclo, monje, que, muy bien formado doctrinalmente, fue heraldo de la vida monástica (c. 970).
En Ancira, de Galacia, santos Proclo e Hilarión, mártires en tiempo del emperador Trajano y del prefecto Máximo (s. II).
En Constantinopla, san Proclo, obispo, que proclamó insistentemente a la Virgen María como Madre de Dios, dispuso el solemne retorno de los restos de san Juan Crisóstomo a esta ciudad y, en el Concilio Ecuménico de Calcedonia, mereció ser llamado "Grande".
En Sázava, en Bohemia, san Procopio, que, dejando mujer e hijo, abrazó la vida eremítica y después presidió el monasterio fundado allí por él mismo, celebrando las divinas alabanzas en rito griego y en lengua eslava.
En Bolonia, ciudad de la Emilia, san Próculo, mártir, que por su fe cristiana fue crucificado (c. 300).
En Padua, de la región de Venecia, san Prosdócimo, a quien se tiene por el primer obispo de esta Iglesia.
Conmemoración de san Próspero de Aquitania, quien, instruido en filosofía y en letras, llevó con su esposa una vida íntegra y modesta. Habiendo abrazado la vida monástica en Marsella, defendió enérgicamente contra los pelagianos la doctrina de san Agustín sobre la gracia divina y el don de la perseverancia, y en Roma fue escribano del papa san León I Magno (c. 463).
En Orleans, ciudad de la Galia Lugdunense, san Próspero, obispo (s. V).
En Reggio, de la región de Emilia, san Próspero, obispo (s. V/VI)
En Tarragona, de Hispania, san Próspero, obispo (s. IV/V).
En Vesoncio (hoy Besançon), en Burgundia, san Protadio, obispo (c. 624).
En Milán, de la provincia de Liguria, san Protasio, obispo, que defendió ante el emperador Constante la causa de san Atanasio y tomó parte en el Concilio de Sárdica.
En Seúl, en Corea, san Protasio Chong Kuk-bo, mártir, que volvió de nuevo a la fe cristiana que había abandonado anteriormente y la profesó hasta la muerte en la cárcel, que le causaron en medio de crueles torturas.
Entre los helvecios, en el reino de Burgundia, san Protasio, al que se venera como obispo de Lausanne (s. VII).
En Alejandría, en Egipto, san Proterio, obispo, que el Jueves Santo, en un tumulto popular, fue cruelmente asesinado por los monofisitas, seguidores de su predecesor Dióscoro.
En Aquileya, en la región de Venecia, san Proto, mártir (s. inc.).
En Como, en la provincia de Liguria, san Provino, obispo, fiel discípulo de san Ambrosio, que preservó de la herejía arriana a la Iglesia que se le había encomendado (c. 420).
En Troyes, san Prudencio, obispo, que preparó para los itinerantes un breviario del Salterio, recogió de las Sagradas Escrituras los preceptos para los candidatos al sacerdocio y restauró la disciplina de los monasterios.
Conmemoración de san Publio, obispo de Atenas, en Grecia, que dio testimonio de Cristo con su martirio (s. II).
En Persia, san Pusicio, mártir, prefecto de los artesanos del rey Sapor II, que por haber confortado al vacilante presbítero Ananías fue herido en el cuello y murió el Sábado Santo, ocupando así un lugar insigne en el grupo de mártires sacrificados después de san Simeón.
Conmemoración de los santos Queremón, obispo de Nilópolis, y otros muchos mártires en Egipto, algunos de los cuales, durante la persecución bajo el emperador Decio, se dieron a la fuga y, errando por lugares solitarios, parte sucumbieron ante las fieras, otros, consumidos por el hambre, el frío y la enfermedad, y el resto, finalmente, exterminados por los bárbaros y los ladrones, y así, todos, muriendo diversamente, fueron coronados con la gloria del martirio.
En Viborg, en Dinamarca, san Quetilo, canónigo regular, que puso gran interés en el funcionamiento de la escuela capitular, siendo modelo para todos (c. 1151).
En Herbipoli (hoy Würzburg), ciudad de Austrasia, san Quiliano, obispo y mártir, natural de Irlanda, desde donde viajó a esta región para predicar el Evangelio, y en la que, por velar diligentemente para que se observase en ella la vida cristiana, fue martirizado (s. VII ex.).
En Auvernia, de Aquitania, san Quinciano, obispo, que primero ocupó la sede de Rodez, pero después, exiliado por los godos, fue nombrado obispo de los auvernios.
En Vaison, en la Galia Lugdunense, san Quinidio, obispo.
En la región de la Galia Turonense, san Quintín, mártir (s. VI).
Cerca de la ciudad de Vermand, en la Galia Bélgica, san Quintín, mártir, del orden senatorial, que padeció por Cristo el tiempo del emperador Maximiano (s. III).
En Capua, de la Campania, san Quinto, mártir (s. inc.).
En Palestina, san Quiríaco, anacoreta, de vida austerísima que habitó en cuevas hasta casi nonagenario y fue ejemplo de anacoretas y defensor de la verdadera fe contra los errores de los origenistas.
En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Quirico, presbítero (s. IV in.).
En la región de Asia Menor, conmemoración de san Quirico y santa Julita, mártires.
En Roma, en el cementerio de Ponciano, en la vía Portuense, san Quirino, mártir (s. inc.).
En Sabaria (hoy Szombathely), de Panonia, pasión de san Quirino, obispo de Sisak (hoy Siszeck), en el Illirico, y mártir, que bajo el emperador Galerio fue arrojado a un río con una rueda de molino atada al cuello.
En Roma, en el cementerio de Pretextato, en la vía Apia, san Quirino, mártir, el cual, siendo tribuno, coronó su confesión de fe con el martirio (c. s. III).
En Nápoles, en la Campania, sepultura de san Quodvultdeus (Quodvuldeo), obispo de Cartago, que fue desterrado junto con su clero por el rey arriano Genserico, y abandonados en el mar, en naves viejas y sin remos ni velas, contra toda esperanza llegaron a Nápoles, dónde murió como confesor de la fe.
En Maguncia, de la Franconia, en Alemania, san Rabano, apellidado "Mauro", obispo, que, siendo monje de Fulda, fue elevado a la sede de Maguncia, y hombre docto en ciencia y elocuente en el hablar, nunca dejó de llevar a cabo todo lo que pudiese redundar a mayor gloria de Dios.
En Daventer, de Frisia, traslación de san Radbodo, obispo de Utrech, pastor docto y prudente, que murió visitando a los campesinos.
En Bourges, en Aquitania, san Radulfo, obispo, quien, solícito por la vida sacerdotal, junto con presbíteros de la iglesia que tenía encomendada recogió textos de los santos Padres y de los cánones para el uso pastoral.
En Ciudad de México, tránsito de San Rafael Guizar Valencia, obispo de Veracruz, en México, que durante el tiempo de persecución estuvo desterrado o ejerció su ministerio episcopal de modo clandestino.
En Huesca, en Aragón, san Raimundo, que, siendo canónigo regular, fue designado obispo de Roda y de Barbastro, de donde fue expulsado tres años de la sede por no querer luchar nunca con las armas contra los enemigos del nombre cristiano.
En Toulouse, junto al Garona, en Francia, san Raimundo Gayrard, maestro de escuela, que, al quedar viudo, consagró su vida a hacer obras de caridad, fundando para ello un hospital, y, pasado un tiempo, fue admitido entre los canónigos de la basílica de San Saturnino.
En Nocera, de la Umbría, san Rainaldo, obispo, que fue monje camaldulense en Fonte Avellana y, una vez designado obispo, mantuvo las costumbres de la vida monástica.
En la región de los Vestinos, en Italia, san Rainerio, obispo de Furcone (hoy L’Aquila), cuya habilidad en administrar los bienes alabó el papa Alejandro II.
En Split (Spalato), en Dalmacia, san Rainero, obispo y mártir. Fue primeramente monje y después sobrellevó grandes sufrimientos por defender los derechos de la Iglesia en la sede episcopal de Cagli, y posteriormente murió apedreado en la de Split.
En Pisa, en la Toscana, san Rainerio o Raniero, pobre y peregrino por Cristo
En el monasterio de san Claudio, en la ciudad de León, memoria de san Ramiro y sus doce compañeros, monjes y mártires, que perecieron a manos de los arrianos (s. VI).
Fue un monje muy fervoroso enviado por San Bernardo en el año 1132 a fundar el famoso monasterio del Valle de las Celdas, al norte de Francia, en Cambray.
En Senlis, en la Galia lugdonense, san Régulo, obispo (s. IV).
En Mélinais, en el territorio de Angers, en la Galia, san Reinaldo, que abrazó la vida eremítica en las montañas de Craón, para mejor vivir los preceptos del Señor (c. 1104).
En Bremen, de Sajonia, san Remberto, obispo de Hamburgo y Bremen, fiel discípulo y sucesor de san Óscar, que continuó su ministerio por tierras de Dinamarca y Suecia, y en tiempo de las incursiones de los normandos se preocupó de redimir a los cautivos.
En la ciudad de Reims, en la Galia Bélgica (hoy Francia), muerte de san Remigio, obispo, que después de iniciar al rey Clodoveo en la fuente bautismal y en los sacramentos de la fe, convirtió a Cristo a todo el pueblo franco y, después de más de sesenta años en el episcopado, falleció célebre por su vida y su santidad (c. 530).
En Rouen, ciudad de Neustria (hoy Francia), san Remigio, obispo, hermano del rey Pipino, que se preocupó por introducir el modo romano en el canto de la salmodia.
En la ciudad de Sorrento, en la Campania, san Renato, obispo (c. s. V).
En Ossernenon, territorio de Canadá, pasión de san Renato Goupil, mártir, que, médico y cooperador con san Isaac Jogues, fue asesinado a golpes de hacha por un nativo.
En Cartago, san Restituto, obispo, en cuya festividad pronunció san Agustín un sermón al pueblo hablando de él (c. 360).
En la vía Nomentana, en el miliario décimosexto desde la ciudad de Roma, san Restituto, mártir (c. s. IV).
En Autún, en la Galia Lugdunense, san Reticio, obispo, de quien san Agustín refiere la gran autoridad de que gozaba como obispo en la Iglesia, y san Jerónimo lo recuerda por sus insignes comentarios a la Sagrada Escritura (s. IV).
En Andria, de la Apulia, san Ricardo, obispo, el cual, inglés de nacimiento y célebre por sus méritos, recibió con devoción las reliquias de los santos Erasmo y Ponciano.
En la ciudad de Wrexham, en el País de Gales, san Ricardo Gwyn, mártir, que, padre de familia y maestro de escuela, profesaba la fe católica, siendo encarcelado bajo la acusación de convencer a otras personas a la conversión, y después de repetidas torturas, manteniéndose en su fe, fue ahorcado y, aún respirando, descuartizado.
En Milán, en Italia, san Ricardo (Herminio Felipe) Pampuri, quien, después de haber ejercido en el mundo con gran generosidad su profesión de médico, ingresó en la Orden de San Juan de Dios y, al cabo de casi dos años, descansó piadosamente en el Señor.
En el eremo del bosque de Crézy, en la región de Amiens, en Neustria, san Ricario o Riquerio, presbítero, que, conmovido por la predicación de unos monjes escoceses, se convirtió a una vida de penitencia.
En Meaux, ciudad de Neustria (hoy Francia), san Rigomerio, obispo (s. VI)
En el monasterio de Stavelot, en Brabante, san Rimagilo, obispo y abad, quien, además del monasterio de Solignac, en Limoges, fundó otros dos: el de Stavelot y el de Malmedy, en la soledad boscosa de Ardennes (c. 671-679).
En el monasterio de Chaise-Dieu, de la Alvernia, en Francia, san Roberto, abad, que, habiéndose retirado a este lugar para vivir como solitario, se le juntaron muchos hermanos, y con su predicación y ejemplo de vida reunió a un buen número de ellos.
En el monasterio de Molesmes, en Francia, san Roberto, abad, el cual, deseoso de una vida monástica más sencilla y más estricta, ya fundador de monasterios y superior esforzado, ya director de ermitaños y restaurador eximio de la disciplina monástica, fundó el monasterio de Cister, que rigió como primer abad, y llamado de nuevo como abad a Molesmes, allí descansó en paz.
En Newminster, de Northumberland, en Inglaterra, san Roberto, abad de la Orden Cisterciense, el cual, amante de la pobreza y de la vida de oración, junto con doce monjes instauró este cenobio, que a su vez fue origen de otras tres casas.
En Londres, san Roberto (Robert) Southwell, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que durante varios años ejerció su ministerio en la ciudad y sus alrededores y compuso escritos espirituales. Detenido por ser sacerdote, por orden de la misma reina fue duramente torturado, terminando su martirio al ser colgado en Tyburn.
En el bosque de Argona, a orillas del Mosa, en Austrasia (hoy Francia), san Rodingo, abad, fundador y piadoso prepósito del monasterio de Beaulieu, cercano a Lyon (s. VIII inc.).
En Londres, Inglaterra, santos Edmundo Campion, Rodolfo Sherwin y Alejandro Briant, presbíteros y mártires durante el reinado de Isabel I, eximios por su fortaleza y carácter.
En la localidad de Ejutla, en México, san Rodrigo Aguilar, presbítero y mártir, que durante la persecución fue colgado de un árbol por los soldados, alcanzando gloriosamente el martirio que deseaba.
En Cartago, conmemoración de san Rogaciano, presbítero, que, durante la persecución bajo el emperador Decio, su obispo, san Cipriano, le confió la administración de la Iglesia de Cartago, y junto con san Felicísimo padeció torturas y cárceles por el nombre de Cristo (s. III).
En Canne, de la Apulia, san Rogerio, obispo (s. XII).
En Constanza, de Neustria, san Romacario, obispo (s. VI).
En el monte Jura, en la región lugdunense de la Galia, sepultura del abad san Román, que, siguiendo los ejemplos de los antiguos monjes, primero abrazó la vida eremética y después fue padre de numerosos monjes.
En Antioquía, de Siria, san Román, mártir, diácono en Iglesia de Cesarea, que cuando vio, en la persecución bajo el emperador Diocleciano, que los cristianos obedecían sus decretos y se acercaban a las estatuas de los ídolos, les exhortó en público a la resistencia, por lo cual, tras crueles tormentos y cortarle la lengua, fue estrangulado en la cárcel, consumando así su glorioso martirio.
En Auxerre, de Neustria, san Román, obispo (c. 564).
En Rouen, de Neustria, san Román, obispo, que abatió los símbolos de los paganos que eran aún venerados en su ciudad, convenció a los buenos a mejorar y a los malos a abandonar su modo de actuar.
En el lugar de Blaye, en el territorio de Burdeos, en Aquitania, san Romano, presbítero.
En Constantinopla, san Romano, diácono, que fue apellidado Melodo por su sublime pericia artística en componer himnos eclesiásticos en honor del Señor y de los santos (c. 500).
En el monte Vósego (hoy Remiremont), en Burgundia, san Romarico, abad, el cual, siendo noble del rey Teudeberto, se retiró al monasterio de Luxueil y después fundó un cenobio en una propiedad suya, que el mismo dirigió.
En Nochistlán, en el territorio de Guadalajara, en México, san Romás Adame, presbítero y mártir, que en la persecución contra la Iglesia fue martirizado por confesar a Cristo Rey (1927).
En la ciudad de Bourges, en Aquitania, san Rómulo, presbítero y abad (s. V).
En Fiésole, en la Toscana, san Rómulo, diácono, a quien esta ciudad celebra como su primer mártir (s. inc.).
En Matuta (hoy Sanremo), en la costa de la Liguria, san Rómulo, obispo de Génova, que, lleno de ardor apostólico, murió durante una visita pastoral (s. V).
En Bretaña Menor, san Ronón (Ronan, Ronano), obispo, el cual, oriundo de Hibernia (hoy Irlanda), vivió como solitario en los bosques de la región (c. s. VIII).
Unos de los primeros mártires suramericanos. Fueron asesinados por los indios en 1628, y canonizados por el Papa Juan Pablo II.
En Celanova, de Galicia, en España, san Rosendo, antes obispo de Dumio, que cuidó de promover o instaurar la vida monástica en la misma región y, habiendo renunciado a la función episcopal, tomó el hábito monástico en el monasterio de Celanova, que después presidió como abad.
En Pavía, de la Lombardía, san Rotobaldo, obispo, varón ejemplar por su abstinencia, que se distinguió por su interés hacia el culto divino y las reliquias de los santos.
En la ciudad de Forlimpopoli, en la Emilia, san Rufilo, obispo, que parece haber sido el primero que gobernó esta Iglesia, desde la que ganó para Cristo a la gente de los alrededores (s. V).
En Asís, de la Umbría, san Rufino, a quien se considera primer obispo de aquella ciudad y mártir (c. s. IV).
En Soissons, en la Galia Bélgica, san Valerio y san Rufino, mártires (s. IV).
En Aviñón, de la Provenza, san Rufo, considerado como el primero que estuvo al frente de la comunidad cristiana de esta ciudad (s. IV).
En Capua, de la Campania, san Rufo, mártir (s. III/IV).
Conmemoración de san Rufo, de quien el bienaventurado apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, dice que fue un elegido del Señor (s. I).
En Malinas, de Brabante, san Rumoldo, que es venerado como eremita y mártir.
En Bingen, en Austrasia, junto al Rin y cerca de Maguncia, san Ruperto, duque, que, cuando era aún muy joven, peregrinó a Roma para visitar las tumbas de los apóstoles y, al regreso a sus tierras, erigió varias iglesias. Salió al encuentro del Señor recién cumplidos los diecinueve años (s. VIII).
En Auvernia, de Aquitania (hoy Francia), san Rústico, obispo, que, siendo presbítero en la misma ciudad, asumió el obispado con gran aplauso del pueblo (s. V).
En Narbona, en el mediodía de la Galia, san Rústico, obispo, que deseoso de deponer su función para retirarse a una vida de silencio, fue convencido por el papa san León I Magno a la perseverancia y, confortado así, permaneció en el cargo y en el trabajo que se le había confiado (c. 461).
En África, conmemoración de san Rutilio, mártir. Durante mucho tiempo escapó de la persecución, huyendo de un lugar a otro y, a veces, salvándose del peligro por dinero, pero, arrestado finalmente de improviso y presentado al presidente, fue torturado con grandes suplicios y arrojado por fin al fuego, recibiendo la corona de un glorioso martirio (c. 212).
En Roma, en el monasterio de San Cesareo, san Sabas, monje, llamado el Joven, que junto con su hermano san Macario difundió la vida cenobítica por Calabria y Lucania, en tiempo de la devastación causada por los sarracenos.
En Capadocia, san Sabas Godo, mártir, que durante la persecución contra los cristianos bajo Atanarico, rey de los godos, por haber rechazado tres días después de la celebración de la Pascua los alimentos inmolados a los ídolos, tras crueles tormentos fue arrojado a un río.
En la región de Troyes, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Sabiniano, mártir (s. III).
En Spoleto, de la Umbría, san Sabino, que es venerado como obispo y mártir (c. 300).
En la región de Bigorre (Saint-Savin-de-Lavedan), a los pies de los montes Pirineos, san Sabino, eremita, que ilustró la vida monástica en Aquitania (s. V).
Santos Sabino y Cipriano, mártires, Brescia, s. V.
En Hermópolis, en Egipto, san Sabino, mártir, que después de varios suplicios terminó siendo arrojado al río (s. IV).
En Canosa, de la Apulia, san Sabino, obispo, que fue amigo de san Benito y legado de la Sede Romana en Constantinopla, para defender la fe auténtica ante la herejía monofisita (c. 566).
En Limoges, en Aquitania, san Sacerdote, obispo, que fue monje y abad, y más tarde obispo, pero al final de su vida quiso de nuevo volver a la vida monástica (s. VIII).
En París, de la Galia, tránsito de san Sacerdote, obispo de Lyon, que vivió en el amor y temor de Dios, muriendo en aquella ciudad durante un concilio.
En Beth Lapat, en el reino de los persas, pasión de los santos Sadoth, obispo de Seleucia, junto con ciento veintiocho compañeros mártires, presbíteros, clérigos y vírgenes consagradas, que, rechazando adorar el sol, fueron apresados y, después de crueles tormentos, sufrieron la muerte por sentencia real.
En Laodicea, de Frigia, san Ságar, obispo y mártir, que padeció en tiempo de Servilio Paulo, procónsul de Asia, (c. 170).
En Bretaña Menor, san Salomón, mártir, que mientras fue rey instituyó sedes episcopales, amplió los monasterios y conservó la justicia, pero al renunciar a su cargo fue cegado y muerto por sus enemigos en la Iglesia.
En Ginebra, entre los helvecios (hoy Suiza), san Salonio, obispo, y antes monje en la isla de Lérins, que durante su obispado afirmó la doctrina del papa san León Magno y explicó en sentido místico las Sagradas Escrituras (post 450).
En Cagliari, en Cerdeña, san Salvador de Horta Grionesos, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que para la salvación de cuerpos y almas se hizo humilde instrumento de Cristo.
En África, san Salvio, mártir, del que habló san Agustín ante el pueblo de Cartago en el aniversario de su muerte (c. s. III).
En Albi, de Aquitania (hoy Francia), san Salvio, obispo, que, procedente de la vida claustral, fue promovido a la sede a su pesar y, al declararse una fuerte epidemia, como buen pastor no quiso ausentarse de su ciudad.
En Amiens, de Neustria, en la Galia, san Salvio, obispo, dedicado a las ciencias divinas desde su juventud y adornado por la integridad de costumbres (c. 625).
En Valenciennes, en Austrasia, santos Salvio, obispo, y su discípulo, que llegaron a esta región procedentes de Arvernia, y que fueron asesinados bajo Winegardo, señor del lugar (s. VIII).
En Edesa, de la región de Osrhoena, santos mártires Gurias, asceta, y Samona, que, bajo el imperio de Diocleciano, después de prolongados y crueles tormentos fueron condenados a muerte por el prefecto Misiano y degollados.
En Córdoba, en la Hispania Bética, san Sandalio, mártir (c. s. IV).
En Constantinopla, san Sansón, presbítero, amigo de los pobres, que habiendo sanado de una enfermedad al emperador Justiniano, logró que éste levantase un hospital.
En Dol, ciudad de la Bretaña Menor, san Sansón, abad y obispo, que propagó en Domnonia el Evangelio y la disciplina monástica, que había aprendido en Gales del abad san Iltudo (c. 565).
En Verdún, también en la Galia, san Santino, obispo, que, según se cree, fue el primero en predicar el Evangelio en esta ciudad (s. IV).
San Sarbelio (José) Makhluf, presbítero de la Orden de los Maronitas Libaneses, que, por amor a la soledad y para alcanzar la más alta perfección, dejó el cenobio de Annaya, en el Líbano, y se retiró al desierto, en el que sirvió a Dios día y noche, viviendo con gran austeridad, ayunando y orando.
En la ciudad de Edessa, en Osroene (hoy Turquía), santos mártires Sarbelio, presbítero, y Bebaia, su hermana, que, bautizados por el santo obispo Barsimeo, por Cristo padecieron el martirio (c. 250).
Conmemoración de san Sármata, abad en la Tebaida, que, siendo discípulo de san Antonio, recibió la muerte a manos de los sarracenos.
En Milán, de la Liguria, sepultura de san Sátiro, cuyos insignes méritos relata su hermano san Ambrosio de Milán. Cuando aún no estaba iniciado en los misterios cristianos, sufrió un naufragio sin temor a la muerte, pero, salvado de las aguas, entró en la Iglesia de Dios para no morir con las manos vacías. Unido en íntima y mutua fraternidad a su hermano Ambrosio, fue enterrado por el obispo de Milán junto al mártir san Víctor de Milán.
En Numancia, en la Hispania Cartaginense, san Saturio, eremita.
En Roma, en el cementerio de Trasón, en la vía Salaria Nueva, san Saturnino de Cartago, mártir, quien, según refiere el papa san Dámaso, bajo el emperador Decio, por confesar a Cristo, en su misma patria fue atormentado en el potro y, expatriado a Roma, después de superar otros atroces tormentos, convirtió a la fe al tirano Graciano y alcanzó, decapitado, la corona del martirio.
En Cartago, ciudad de África, conmemoración de los santos mártires de Abitinia, que durante la persecución bajo el emperador Diocleciano, por haberse reunido para celebrar la eucaristía dominical en contra de lo establecido por la autoridad, fueron apresados por los magistrados de la colonia y los soldados de guardia. Conducidos a Cartago e interrogados por el procónsul Anulino, a pesar de los tormentos confesaron su fe cristiana y la imposibilidad de renunciar a la celebración del sacrificio del Señor, derramando su sangre en lugares y momentos distintos.
Conmemoración de San Armogastes, San Arquinimo y San Saturno, mártires, que en África, en tiempo de la persecución desencadenada por los vándalos bajo el rey arriano Genserico, sufrieron graves suplicios y oprobios por la confesión de la verdad (c. 462).
En Nüremberg, en la Franconia, de Alemania, san Sebaldo, eremita (s. IX/X).
En Seúl, de Corea, pasión de los santos Sebastián Nam I-gwan y ocho compañeros mártires, degollados por su fe cristiana después de sufrir crueles tormentos. Se conmemoran también las santas mártires Lucía Kim, Catalina Yi, viuda, y su hija Magdalena Cho, virgen, las cuales, encarceladas por su fe en Cristo, murieron también a causa de cruel suplicio en día incierto de este mes. Sus nombres: santos Ignacio Kim Che-jun, Carlos Cho Shin-ch’ol; Columba Kim Hyoim, virgen; Magdalena Pak Pong-son y Perpetua Hong Kum-ju, viudas; Julita Kim, Águeda Chon Kyong-hyob y Magdalena Ho Kye-im.
En Londres, en Inglaterra, conmemoración de san Sebbo, que, siendo rey de los sajones orientales, muy devoto del Señor, dejó el reinado y quiso morir con el hábito monacal, que largo tiempo había deseado (c. 693).
En el monasterio de Cestre (hoy Saint-Seine-l’Abbaye), en el territorio de Langres, también en la Galia, san Secuano, presbítero y abad (s. VI).
En Apulia, san Secundino, obispo (s. V/VI).
En Córdoba, en la Hispania Bética, san Secundino, mártir (s. IV).
En la vía Prenestina, a treinta miliarios de Roma, san Secundino, mártir (s. inc).
En Mauritania, san Secúndulo, mártir, que padeció por la fe de Cristo (s. inc.).
En Agaune, en la Recia, sepultura de san Segismundo, rey de los burgundios, el cual, convertido de la herejía arriana a la fe católica, en ese lugar instituyó una comunidad que debía dedicarse sin interrupción a la salmodia ante los sepulcros de los mártires y expió con penitencia, lágrimas y ayunos un crimen que había perpetrado. Más tarde, y en la región de Orleans, fue arrojado a un pozo por sus enemigos.
En Asti, en la región transpadana, san Segundo, mártir (s. inc).
En Albano, del Lacio, en Italia, san Senador, mártir (s. III/IV).
En Milán, de la provincia de Liguria, san Senador, obispo, a quien el papa san León Magno había enviado como legado a Constantinopla cuando era aún presbítero (c. 480).
En la isla Cathaig (hoy Scattery), en Hibernia (hoy Irlanda), san Senano, abad (s. VI).
En Avranches, en el límite de la Bretaña Menor, san Senario, obispo (s. VI).
En Roma, en el cementerio de Ponciano, en la vía Portuense, santos Abdón y Senén, mártires (c. s. III).
En la región de Tours, en Neustria, san Senoco, presbítero, que construyó un monasterio en unas antiguas ruinas, mostrándose asiduo a las vigilias, a la oración y a la caridad hacia los siervos.
En Ascoli, ciudad del Piceno, en Italia, san Serafín de Monte Granario (Félix) de Nicola, religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que se distinguió por su humildad, pobreza y piedad.
En Argel, de África septentrional, san Serapión, de la Orden de Nuestra Señora de las Mercedes, de la cual fue el primero que, para la redención de los fieles cautivos y predicación en fe cristiana, mereció la palma del martirio.
En Alejandría, en Egipto, conmemoración de san Serapión, mártir, quien, en tiempo del emperador Decio, fue víctima de atroces tormentos y, después de descoyuntarle todos los miembros, precipitado desde lo alto de su propia casa (c. 248).
Conmemoración de san Serapión, obispo de Antioquía, célebre por su erudición y doctrina, que dejó gran fama de santidad (c. 211).
En Egipto, san Serapión, anacoreta (s. inc.).
En Marsella, en la Provenza, de la Galia, san Sereno, obispo. Cuando el papa san Gregorio I Magno envió a san Agustín y sus compañeros a evangelizar Inglaterra, les dio hospitalidad, y mientras se dirigía a Roma, descansó piadosamente en el Señor en Biandrate, cerca de Vercelli.
En Betsaloe, de la provincia de Augusta Eufratesia, en Siria, santos Sergio y Baco, mártires (s. III/IV).
En el monasterio de la Santísima Trinidad, en la región de Moscú, en Rusia, san Sergio de Radonez, que, elegido como hegúmeno o abad, propagó la vida eremítica y cenobítica que él había practicado primero, y hombre de carácter afable, fue consejero de príncipes y consolador de fieles cristianos.
En Roma, en la basílica de San Pedro, sepultura del papa san Sergio I, de origen sirio, que trabajó en favor de la evangelización de Sajonia y de Frisia, y buscando el arreglo de disensiones y litigios, prefirió la muerte a consentir los errores.
Conmemoración de san Serrano o Serano, obispo.
En Maastrich, junto al Mosa, en la Galia Bélgica, san Servacio, obispo de Tongres, quien defendió con tenacidad la fe ortodoxa nicena acerca de la naturaleza de Cristo en controversias suscitadas en varios concilios (c. 384).
En Roma, conmemoración de san Sérvulo, el cual, paralítico desde la primera infancia, recostado en un pórtico, cerca de la iglesia de san Clemente, daba siempre gracias a Dios en el dolor, como escribe san Gregorio I Magno, y lo que recogía en limosnas lo daba a los pobres (c. 590).
En Trieste, en la península de Istria, san Sérvulo, mártir (s. in.).
En Pavía, de la provincia de Liguria, conmemoración de san Severino Boecio, mártir, insigne por su ciencia y sus escritos, que estando encarcelado compuso un tratado sobre la consolación de la filosofía y sirvió a Dios con fidelidad hasta la muerte que le infligió el rey Teodorico.
En Burdeos, de Aquitania, san Severino, obispo, que, originario de las regiones de Oriente, fue recibido calurosamente por san Amando, que le quiso como su sucesor (s. V).
En la ciudad de Colonia, en Germania, conmemoración de san Severino, obispo, digno de alabanza por sus virtudes.
En Septempeda, de la región del Piceno, en Italia, san Severino, obispo, que dio su nombre a la ciudad episcopal (s. in.).
En Tívoli, en el Lacio, san Severino, monje (c. s. VI).
En Chateâu-Laudon, en la Galia, san Severino, abad del monasterio de Agaune (s. VI).
En Agde, en la Galia Narbonense, san Severo, abad del monasterio que él mismo fundó en esta ciudad (s. V).
En Aquitania, san Severo, presbítero, que empleó sus bienes en la fundación de iglesias y en el servicio a los pobres (c. 500).
En Bizia (hoy Wiza), en Tracia, san Severo, mártir en tiempo de los emperadores Diocleciano y Maximiano, que, según cuenta la tradición, convirtió al centurión san Memnón y fue martirizado después de él (c. 304).
En Catania, de Sicilia, san Severo, obispo.
En Nápoles, de la Campania, san Severo, obispo, al que san Ambrosio amó como a un hermano y su Iglesia como a un padre (c. 409).
En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Severo, obispo, que, discípulo de san Lupo de Troyes, acompañó a san Germán de Auxerre a Bretaña para extirpar la herejía de Pelagio, y también predicó el Evangelio entre los germanos (s. V).
En el valle de Interocrina, de la provincia de Valeria, en Italia, san Severo, presbítero, recordado por el papa san Gregorio I Magno (s. VI).
En Vienne, en la Galia Lugdunense, san Severo, presbítero. (c. s. V)
En Ravena, en la región de Flaminia, san Severo, obispo (p. 342).
En Niza, en la Provenza, san Siagrio, obispo, que edificó un monasterio sobre el sepulcro de san Poncio.
En Autun, de Burgundia (hoy Borgoña, en Francia), san Siagrio, obispo, cuya ciencia y celo brillaron en los concilios donde intervino (599/600).
En Mariëngaarde, en Frisia, san Siardo, abad, de la Orden Premonstratense, notable por su observancia regular y por su prodigalidad para con los pobres.
En Auvernia, en Aquitania, san Sidonio Apolinar. Era prefecto de la ciudad de Roma cuando fue ordenado obispo de Clermont, y muy bien formado en lo divino y lo humano, y dueño de gran fortaleza cristiana, se enfrentó a la ferocidad de los bárbaros, como padre de la Iglesia y doctor insigne (c. 479).
En Rouen, de Neustria, san Sidonio, abad, oriundo de Irlanda, que hizo vida monástica primero en Jumièges, después en el monasterio de Herio, en la isla de Noirmoutier, bajo la dirección de san Filiberto, y finalmente en el monasterio de Saint-Saens por él fundado (c. 684).
San Sidronio, mártir, Sens, s. III.
En Carpentras, de la Provenza, san Sifrido, obispo.
En Metz, ciudad de Austrasia, san Sigebaldo, obispo, fundador de diversos monasterios.
En Metz, en Austrasia, el santo rey Sigeberto III, que fundó los monasterios de Stavelot y Malmedy, así como muchos otros, y se distinguió por su liberalidad en hacer limosnas a las iglesias y a los pobres.
En Växjö, en Suecia, san Sigfrido, obispo, que, oriundo de Inglaterra, evangelizó con gran paciencia a aquellas gentes y bautizó a su rey Olaf (c. 1045).
En la región de Bourges, en Aquitania, san Sigiramnio, peregrino y abad de Longoret (s. VII).
En Disentis, en la Recia Superior (hoy Suiza), santos Plácido, mártir, y Sigisberto, abad, este último compañero de san Columbano y fundador del monasterio de San Martín, en Disentis, donde fue el primero que coronó su vida monástica con el martirio (s. VII).
Conmemoración de san Silas, elegido y enviado por los apóstoles con Pablo y Bernabé a las Iglesias de la gentilidad para anunciar el Evangelio, misión en la que, lleno de la gracia de Dios, puso gran empeño (s. I).
En las minas de Feno, en Palestina, donde estaban condenados, san Silvano, obispo de Gaza, y treinta y nueve compañeros, mártires, todos ellos coronados con el martirio durante la misma persecución bajo Diocleciano, al ser decapitados por orden del césar Maximino Daya (c. 304).
En Levroux, en el territorio de Bourges, en Aquitania, san Silvano, eremita (c. s. V).
En Emesa (hoy Homs), en Siria, san Silvano, obispo, que presidió aquella Iglesia durante cuarenta años y, bajo el emperador Maximiano, fue arrojado a las fieras, junto con el diácono Lucas y el lector Mocio, obteniendo así la palma del martirio (c. 235/238).
En la isla de Palmaria, en Italia, tránsito de san Silverio, papa y mártir, el cual, no queriendo rehabilitar a Antimo, obispo herético de Constantinopla depuesto por su predecesor san Agapito, por orden de la emperatriz Teodora fue privado de su sede y enviado al destierro, donde murió desgastado por los sufrimientos.
En Troina, en Sicilia (hoy Italia), san Silvestre, abad, que vivió bajo la disciplina de los santos Padres de Oriente (s. XII).
En Auchy, en la región de Morins, sepultura de san Silvino, obispo (s. VIII).
En Toulouse, en la Galia Narbonense, san Silvio, obispo, que comenzó la construcción de una basílica para acoger dignamente el sepulcro de san Saturnino (c. 400).
En Roma, en la basílica de San Pedro, san Símaco, papa, a quien los cismáticos amargaron la vida y murió como un auténtico confesor de la fe.
En Augsburgo, de Baviera, en Germania, san Simberto, obispo, que antes fue abad de Mürbach (c. 807).
En Jerusalén, conmemoración de san Simeón, obispo y mártir, que, según la tradición, era hijo de Cleofás y pariente del Salvador según la carne. Ordenado obispo de Jerusalén después de Santiago, el pariente del Señor, en la persecución bajo el emperador Trajano fue sometido a varios suplicios hasta que, ya anciano, murió en la cruz.
En el monasterio de San Benito, junto al río Po, en el territorio de Mantua, san Simeón, monje y ermitaño.
En Tréveris, de la Renania, en Lotaringia, san Simeón, el cual, nacido de padre griego en Siracusa, después de llevar vida eremítica en Belén y en la montaña del Sinaí, finalmente se recluyó en la torre de la Puerta Negra de esa ciudad, donde murió.
En el monte Admirable, en Siria, san Simeón Estilita el Joven, presbítero y anacoreta, que vivió sobre una columna en trato íntimo con Cristo, y compuso diversos tratados de temas ascéticos y gozó de carismas espirituales.
En Roma, en el cementerio de Priscila, en la vía Salaria Nueva, san Simetrio, mártir (s. in.).
En Autun, en la Galia Lugdubense, san Simfoniano, mártir, que, mientras era llevado al suplicio, su madre, desde la muralla de la ciudad, le exhortaba con estas palabras: «Hijo, hijo, Simforiano, pon tu pensamiento en Dios vivo. Hoy no se te quita la vida, sino que se te cambia por una mejor» (s. III/IV).
En Nantes, también en la Galia Lugdunense, san Similiano, obispo, a quien san Gregorio de Tours considera como un gran confesor (s. IV).
En el monte Mercurio, en Calabria, san Simón, eremita (s. X).
En Roma, san Simón, monje, antes conde de Crespy, en Francia, que, renunciando a la patria, al matrimonio y a todo, eligió la vida monástica y después la eremítica en las montañas del Jura, y reclamado muchas veces como legado de paz para conciliación entre príncipes, murió finalmente en Roma, siendo sepultado en la Urbe, en la basílica de San Pedro.
En Madrid, en España, san Simón de Rojas, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, para la redención de cautivos, que, acompañando el séquito de la reina de España, nunca viajó en carroza ni percibió sueldo, sino más bien, entre regios fastos, siempre se mostró humilde, pobre, misericordioso hacia los necesitados y fervorosamente devoto para con Dios.
En Hue, de Annam, san Simón Phan Dác Hòa, mártir, el cual, siendo médico, padre de familia y eximio por la caridad, reinando el emperador Minh Mang fue apresado porque había hospedado a unos misioneros, y consumó el martirio con la decapitación después de haber soportado cárceles y flagelación.
En Milán, en la provincia de Liguria, san Simpliciano, obispo, al que san Ambrosio designó como sucesor suyo y san Agustín dedicó grandes elogios.
En Autun, en la Galia Lugdunense, san Simplicio, quien, de noble y devota estirpe, vivió en perfecta castidad con su esposa y fue elegido obispo (c. 375).
En la isla de Cerdeña, san Simplicio, presbítero (s. III/IV).
En Aussonce, en la región de Reims, en Neustria, san Sindulfo, eremita, que escogió la vida solitaria, solamente conocido por Dios (c. 600).
En Sirmio, en Panonia, san Sireno o Sinerio, mártir, de oficio hortelano, que fue denunciado por una mujer a la que había reprochado su lascivia, y por haber declarado ante el juez su condición de cristiano y por negarse a sacrificar a los dioses, fue decapitado (c. 307).
En el cementerio de Priscila, en la vía Salaria Nueva de Roma, san Siricio, papa, a quien alaba san Ambrosio como verdadero maestro, ya que, consciente de su responsabilidad sobre todos los obispos, les dio a conocer los documentos de los Padres, confirmándolos con su autoridad apostólica.
En Génova, en la Liguria, san Siro, venerado como obispo (c. 330).
Cerca de Burgos, en la región de Castilla, en España, san Sisebuto, abad de Cardeña.
En la ciudad de Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Sisenando, diácono y mártir, decapitado por los sarracenos por su fe en Cristo.
En Egipto, san Sísoes, de sobrenombre "Magno", ermitaño, muy célebre por la perfección con que practicó la vida monástica (c. 429).
Cerca de Cenomanum (hoy Le Mans), en Neustria, san Siviardo, abad de Anille (c. 680).
En Reims, de la Galia Bélgica, san Sixto, considerado primer obispo de esta ciudad (s. III).
En Roma, san Sixto I, papa, que en tiempo del emperador Adriano rigió la Iglesia Romana, siendo el sexto tras San Pedro.
En Roma, en la vía Tiburtina, junto a san Lorenzo, sepultura de san Sixto III, papa, que restableció la concordia entre el Patriarcado de Antioquía y el de Alejandría, y en la Ciudad eterna erigió para el pueblo de Dios la basílica de Santa María, en el monte Esquilino.
Conmemoración de san Sofonías, profeta, que en los días de Josías, rey de Judá, anunció la ruina de los impíos en el día de la ira del Señor y robusteció con la esperanza de la salvación a los pobres y menesterosos.
En Jerusalén, san Sofronio, obispo, que tuvo como maestro y amigo a Juan Mosco, con quien visitó diversos lugares monásticos, siendo elegido a la muerte de Modesto para la sede de la Ciudad Santa, en la cual, cuando cayó en manos de los sarracenos, defendió valientemente la fe y la seguridad del pueblo.
En el monasterio de Ellwangen, en Baviera, san Sola, presbítero y eremita.
En Chartres, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Solemne o Solemnio, obispo (ante 511).
San Sosípatro, discípulo. de San Pablo, Berea (Asia Menor), s. I. Habiendo sido enviado por el mismo apóstol San Pablo a predicar el Evangelio a la isla de Córcega, fue después Obispo de Iconio. Vuelto después a Córcega, Cercilino, rey de la isla, madó que fuese atormentado juntamente con siete ladrones, a los cuales había convertido estando en la cárcel; pero mientras los Santos estaban sufriendo, bajó fuego del cielo que consumió a los dos hijos y a la esposa del Rey. En vista del milagro, el Rey invocó al Dios de Sosipatro, y después fue bautizado.
En Misena de Campania, en Italia, san Sosso (antes Sosio), diácono y mártir, quien, al decir del papa san Símaco, deseando proteger de la muerte a su obispo, consiguió también él el martirio con igual precio y gloria (c. 305).
En Pompeyópolis, de Cilicia (hoy Turquía), san Sozonte, mártir (s. inc.).
En Nursia, san Spes, abad, que durante cuarenta años soportó la ceguera con admirable paciencia (c. 517).
En Londres, en Inglaterra, santos mártires Edmundo Gennings, presbítero, y Suintino Wells, los cuales, en tiempo de la cruel persecución durante el reinado de Isabel I, fueron condenados a la pena capital, el primero por ser sacerdote, y el segundo por haberle hospedado, ahorcándoles colgados en la puerta de su casa y martirizándoles hasta la muerte.
En Werda (hoy Kaiserswerth), isla del Rin, en Sajonia, san Suitberto, obispo, quien, monje primeramente en Northumbria, fue compañero de san Willibrordo y, ordenado obispo por san Wifrido, predicó el Evangelio a los bátavos, frisios y otros pueblos de Germania, falleciendo piadosamente en el monasterio que había fundado, siendo ya de anciano.
En Bourges, ciudad de Aquitania (hoy Francia), san Sulpicio, apellidado el Pío, obispo, que habiendo pasado del palacio real al episcopado, su mayor preocupación fue el cuidado de los pobres.
En la ciudad de Bourges, en Aquitania (hoy Francia), san Sulpicio Severo, obispo, de familia de senadores de las Galias, de quien san Gregorio de Tours ensalza su sabiduría, su ministerio pastoral y su empeño en restaurar la disciplina.
En Winchester, en Inglaterra, san Swithun, obispo, célebre por su austeridad y por su amor a los pobres. Construyó muchas iglesias, que visitaba siempre caminando.
En Claudiópolis, de Honoríade, san Tación, mártir (s. inc.).
En el lugar llamado Quxian, en la provincia de Sichuan, en China, san Tadeo Liu Ruiting, presbítero y mártir, estrangulado por odio a la fe.
En Egea, de Cilicia, san Talaleo, mártir (s. III).
En Constantinopla, san Tarasio, obispo, insigne por su piedad y su erudición, que inició el Concilio Niceno II, en el cual los Padres defendieron el culto de las santas imágenes.
En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, conmemoración de san Tarsicio, mártir, que por defender la santísima Eucaristía de Cristo, que una furiosa turba de gentiles intentaba profanar, prefirió ser inmolado, muriendo apedreado antes que entregar a los perros las cosas santas (c. 257). Patrono de los Servidores del Altar (monaguillos).
En la ciudad de Évreux, en la Galia, san Taurino, a quien se celebra como primer obispo de esta ciudad (c. s. V).
En Roma, muerte de san Telesforo, papa, que, según recuerda san Ireneo, siendo el séptimo sucesor de los apóstoles, sufrió un glorioso martirio (c. 136).
En el monasterio de Llandaf, en Cambria, san Teliavo, obispo y abad, cuyos eximios esfuerzos pastorales son recordados por muchas iglesias de Cambria, Cornualles y Armórica.
En Licia, san Temístocles, mártir, el cual, según se cuenta, en tiempo del emperador Decio se ofreció en lugar de san Dióscoro, que era buscado para ser ajusticiado, y torturado en el potro, arrastrado y apaleado, alcanzó la corona del martirio (s. III).
En el monasterio de Le Dorat, en la región de Limoges, de Aquitania, san Teobaldo, presbítero, que, siendo canónigo regular, fue encargado de la iglesia y nunca salía del cenobio más que para ponerse al servicio de los enfermos y atender a sus necesidades.
En el monasterio de Vaux-de-Cernay, en la región de París, san Teobaldo de Marliaco, abad de la Orden cisterciense, que prestaba los más humildes servicios a sus hermanos.
En Salánica, en el territorio de Vicenza, san Teobaldo, presbítero y eremita, que habiendo nacido en la familia de los condes de Champagne, de Francia, con su amigo Gualterio renunció a las riquezas y a los honores, abrazando por Cristo la soledad y la pobreza.
En Vienne, de Borgoña, san Teobaldo, obispo, quien ilustró con su magisterio aquella sede durante cuarenta y cuatro años, destacando por la caridad y la piedad.
En la región de Montauban, en la Galia Narbonense, muerte de san Teodardo, obispo de Narbona, que restauró su iglesia catedral, sobresalió por su diligente magisterio y, finalmente, minado por la enfermedad, murió en un monasterio, rindiendo su alma a Dios.
Cerca de Spira, en la Renania, de Austrasia, en Germania, pasión de san Teodardo, obispo de Tongres y mártir, que fue asesinado yendo a visitar al rey Childerico.
En el territorio de Vienne, en la Galia, san Teodario, abad, el cual, discípulo de san Cesáreo de Arlés, estableció unas celdas para monjes y fue designado por el obispo como intercesor ante Dios y presbítero penitenciario para todos los habitantes de la ciudad (c. 575).
En Vestervig, en Dinamarca, san Teodgaro, presbítero, misionero en esta región, del que se dice que construyó la primera iglesia de madera (c. 1065).
En Córdoba, ciudad de la región hispánica de Andalucía, san Teodomiro, monje de Carmona, martirizado, siendo aún joven, durante la persecución desencadenada por los sarracenos.
En Antioquía, de Siria, san Teodoreto, presbítero y mártir, que, según narra la tradición, fue apresado por Julián el Apóstata, regente de Oriente y, por persistir en la confesión de la fe cristiana, fue martirizado.
En territorio de Neustria Remense, san Teodorico, presbítero, discípulo del obispo san Remigio.
En Tracia, santos Teodoro y Pausilipo, mártires, que, según la tradición, sufrieron el martirio en tiempo del emperador Adriano.
En Canterbury, en Inglaterra, san Teodoro, obispo, antes monje de Tarso, que elevado al episcopado por el papa san Vitaliano y enviado a Inglaterra casi septuagenario, moderó con fortaleza de ánimo la Iglesia a él encomendada.
General del ejército en tiempo del emperador Licinio, martirizado en 319. En los primeros días del cristianismo, ser miembro del ejército no era necesariamente algo positivo. Ser un general se consideraba todavía menos positivo. Sin embargo, lo único que sabemos de seguro sobre San Teodoro de Heraclea es que era un general del ejército griego. Cuando fue decapitado por el emperador Licinio a causa de su fe. Probablemente muchas personas se sorprenderían de saber que un oficial del ejército podía también ser un cristiano de convicciones profundas. El testimonio de San Teodoro demuestra que ninguna ocupación digna es una barrera a la santidad. Una añagaza, claro está, y el santo, una vez en poder de los dioses, hechos de oro y plata, los hizo pedazos que repartió entre los pobres con gran cólera de Licinio. Nuestro capitán no hace ascos al valor material de las imágenes nefandas, y desacralizadas, reducidas a simples cachos de metal precioso, emplea estos restos en obras de caridad. Teodoro parece reunir astucia y heroísmo, fe y sentido práctico, con unas gotas de humor que le darán en el Cielo una sonrisa de mártir socarrón.
En Pavía, en Lombardía, san Teodoro, obispo, que padeció el exilio durante la terrible guerra entre francos y longobardos (c. 785).
En la aldea de Siceone, en Galacia (actual Turquía), san Teodoro, obispo y hegúmeno, que desde la infancia se distinguió por su amor a la soledad, abrazando una vida austera, y obligado a aceptar su ordenación como obispo de Anastasiópolis, insistió ante el patriarca de Constantinopla para ser dispensado de su cargo y volver a su amada soledad.
En Sión, en Valais, entre los helvecios (hoy Suiza), san Teodoro, primer obispo de aquella ciudad, que, siguiendo el ejemplo de san Ambrosio, defendió la fe católica contra los arrianos y veneró con magnificencia las reliquias de los mártires de Agauno (s. IV).
En Tabennesi, de la Tebaida, en Egipto, san Teodoro, abad, discípulo de san Pacomio y padre de una congregación de monasterios (s. IV).
En Constantinopla, san Teodoro Estudita, abad, que hizo de su monasterio una escuela de sabios, de santos y de mártires, que murieron víctimas de las persecuciones promovidas por los iconoclastas. Fue tres veces expulsado al destierro, tuvo entrañable veneración por las tradiciones de los padres de la Iglesia y escribió tratados famosos sobre la fe católica, exponiendo la doctrina cristiana.
En Marsella, ciudad de la Provenza, en Galia (hoy Francia), san Teodoro, obispo, que, esforzándose en establecer la disciplina eclesiástica, fue objeto de persecución por parte de los reyes Childeberto y Guntramno, quienes le exiliaron por tres veces.
En Constantinopla, san Teodoro, que fue llamado "Triquino" por el áspero cilicio con que se cubría, y condujo una admirable existencia en la soledad (s. V).
En el desierto de Judea, san Teodosio, cenobita, amigo de san Sabas, que después de una larga vida de soledad aceptó junto a sí a muchos discípulos e inculcó la vida comunitaria en los monasterios que construyó, y ya centenario, habiendo padecido persecución a causa de la fe católica, descansó en la paz de Cristo.
En Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Teodosio, obispo (s. VI).
En Kiev, en Rusia (hoy en Ucrania), san Teodosio, abad, que, según la tradición, fundó el monasterio conocido con el nombre de las Grutas, instituyendo en él la vida cenobítica.
En Heraclea, de Tracia, san Teodoto mártir (c. s. III).
En el monasterio de Lobbes, en Austrasia, san Teodulfo, obispo y abad.
En Tesalónica, de Macedonia, santos mártires Agatópodo, diácono, y Teodulo, lector, que, a causa de su confesión de la fe cristiana, en tiempo del emperador Maximiano, y por mandato del prefecto Faustino, fueron arrojados al mar con una piedra atada al cuello (s. IV in.).
En Sigriana, de Bitinia, en el monasterio de Campogrande, sepultura de san Teófanes, por sobrenombre "Cronógrafo", o San Teófanes Cronista que siendo muy rico prefirió hacerse pobre monje, y por defender el culto de las sagradas imágenes fue encarcelado por el emperador León el Armenio durante dos años y deportado después a Samotracia, donde, agotado de padecimientos, entregó el espíritu.
En Hanoi, en Tonquín, san Juan Teófano Vénard, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que tras pasar seis años de trabajos de ministerio en la clandestinidad y en medio de grandes dificultades, aceptó con alegre ánimo, en tiempo del emperador Tu Duc, ser encerrado en una cueva y después degollado.
En Nicomedia, de Bitinia, san Teofilacto, obispo, que desterrado por defender el culto de las sagradas imágenes, falleció en Estróbilo de Caria (c. 840).
Conmemoración de san Teófilo, obispo de Antioquía, varón muy erudito, que ocupó esta sede como sexto sucesor de san Pedro y compuso un libro para defender la fe ortodoxa contra el hereje Marción (s. II).
Conmemoración de san Teófilo, obispo de Cesarea, en Palestina, que en tiempo del emperador Septimio Severo brilló por su sabiduría e integridad de vida.
En Constantinopla, conmemoración de san Teófilo, monje, que, por defender el culto de las santas imágenes, fue torturado cruelmente por el emperador León el Isáurico y después exiliado.
En Fucecchio, de la Toscana, san Teófilo de Corte, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, quien propagó en gran manera las casas de retiro para los frailes, mostrando una gran devoción a la Pasión del Señor y a la Virgen María.
Pasión de san Teófilo, apellidado el Joven, mártir, que, siendo prefecto de la armada cristiana, fue apresado en Chipre y conducido a la presencia de Harun ar-Rashid, califa supremo de los sarracenos, y dado que ni las amenazas ni las promesas pudieron hacerle apostatar de Cristo, fue herido de muerte con la espada.
En la región de Calmeliac, en Aquitania, san Teofredo, abad y mártir (c. 752).
En la ciudad de Hipona, en Numidia (hoy Argelia), san Teógenes, mártir, acerca del cual san Agustín predicó un sermón (c. 257).
En Parios, en el Helesponto (hoy Turquía), san Teógeno o Teógenes, mártir, quien, en tiempo del emperador Licinio, al negarse a formar parte de los reclutas a causa de su fe cristiana, fue martirizado en la cárcel y finalmente arrojado al mar.
En Alejandría, en Egipto, san Teona, obispo, que fue el maestro y predecesor de san Pedro mártir.
En Nicomedia, de la provincia romana de Bitinia (hoy Turquía), santos Teopempo y Teonas, que sufrieron el martirio en la persecución llevada a cabo bajo Diocleciano (c. 304).
En Verceli, en la Liguria, san Teonesto, mártir, en cuyo honor edificó san Eusebio la basílica (c. 313).
En Nicomedia, de la provincia romana de Bitinia (hoy Turquía), santos Teopempo y Teonas, que sufrieron el martirio en la persecución llevada a cabo bajo Diocleciano (c. 304).
En Coimbra, en Portugal, san Teotonio, que peregrinó dos veces a Jerusalén y, después de recusar la custodia del Santo Sepulcro, volvió a su patria y fundó la Congregación de Canónigos Regulares de la Santa Cruz (c. 1162).
En Todi, de la Umbría, san Terenciano, obispo (c. s. IV).
En Roma, en la vía Latina, san Tertulino, mártir (c. s. IV).
En Islandia, san Thorlaco, obispo de Skalholt, empeñado en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo.
En Roma, en el cementerio llamado «Ad duas lauros», en la vía Labicana, a tres miliarios de la ciudad, san Tiburcio, mártir, cuyas alabanzas cantó el papa san Dámaso (s. III/IV).
En Brescia, en la región de Venecia, san Ticiano, obispo (c. 526).
En Amatonte, en la isla de Chipre, san Ticón, obispo, en tiempo del emperador Teodosio el Joven (s. V).
En el monasterio de Solignac, en la región de Limoges, en Aquitania (hoy Francia), san Tilón, discípulo de san Eligio, que fue orfebre y monje (c. 702).
En Antinoe, de Tebaida, en Egipto, santos Timoteo y Maura, mártires.
En Gaza, en Palestina, san Timoteo, mártir, que en la persecución realizada por el emperador Diocleciano y el prefecto Urbano, después de sufrir victoriosamente muchos tormentos, fue quemado a fuego lento (c. 350).
En Mauritania, san Timoteo, diácono y mártir (s. inc.).
En Roma, en la vía Ostiense, en su cementerio, san Timoteo, mártir.
En Tigava, ciudad de la provincia romana de Mauritania (hoy Argelia), san Tipaso, mártir, el cual, habiéndose retirado legítimamente del ejército, al ser reclamado de nuevo se negó a sacrificar a los dioses, siendo por ello degollado (297/298).
Conmemoración de san Tíquico, discípulo de san Pablo apóstol, al que, en sus epístolas, llama hermano carísimo, ministro fiel y consiervo en el Señor (s. I).
En Antioquía, en Siria, conmemoración de san Tiranión o Tiranio, obispo de Tiro y mártir, el cual, educado en la fe cristiana desde su más tierna edad, alcanzó la corona de la gloria al ser destrozado con garfios de hierro, junto con el presbítero Zenobio.
En la ciudad de Oderzo, en la región de Venecia (hoy Italia), san Tiziano, obispo (s. V).
En la región de Cantabria, memoria de san Toribio, monje. Originario de Palencia, la tradición le atribuye la fundación del monasterio de san Martín de Turieno (s. VI).
En Pisa, de la Toscana, san Torpetes, mártir (s. inc.).
San Colomano mártir. Evangelizó la Franconia y la Turingia oriental. Trabajó y fue compañero de martirio de san Quiliano (Kilian) y San Colomano.
En el lugar de Tepatitlán, en México, san Tranquilino Ubiarco, presbítero y mártir, que en la persecución contra la Iglesia no dejó de cumplir con sus funciones ministeriales, por lo cual fue colgado de un árbol, terminando así su glorioso martirio.
En Esmirna, en Asia, san Trásea, obispo de Eumenia de Frigia y mártir (c. 170/180).
En Leucosia (hoy Nicosia), en la isla de Chipre, san Trifilio, obispo, que defendió enérgicamente la fe de Nicea y fue un orador excelente en su época, comentando espléndidamente el Cantar de los Cantares, como cuenta san Jerónimo.
En Frigia, conmemoración de san Trifón, mártir (s. inc.)
En el lugar de Dombes, en el territorio lugdunense de la Galia (hoy Francia), san Triverio, presbítero y después eremita (c. 550).
En Neocesarea, en el Ponto, san Troadio, mártir en la persecución bajo el emperador Decio, cuyo combate ha testimoniado san Gregorio Taumaturgo (c. 250).
En Sínada, de Frigia, san Trófimo, mártir (s. inc.).
En la ciudad de Santonas (hoy Saintes), en Aquitania, san Troyano, obispo (c. 550).
En Sarquinium (hoy Saint-Trond), de Brabante, en Austrasia, san Trudón, presbítero, que dio todos sus bienes a la Iglesia de Metz y allí mismo edificó un monasterio, donde reunió a sus discípulos.
En la Bretaña Menor, san Tugdual, apellidado "Pabu", abad y obispo, que construyó un monasterio en la ciudad de Treguier (s. VI).
En la Bretaña Menor, san Turiavo, abad del monasterio de Dôle y obispo (s. VII/VIII).
En Gubbio, de la Umbría, san Ubaldo, obispo, que se entregó a la labor de reformar la vida común de los clérigos.
En Augsburgo, ciudad de Baviera, san Udalrico, obispo, ilustre por su admirable abstinencia, su generosidad y sus vigilias, falleciendo nonagenario después de haber sido obispo durante cincuenta años.
En Tiro, de Fenicia, san Ulpiano, mártir, que, siendo aún adolescente, durante la persecución bajo el emperador Maximino Daza fue encerrado en un odre con un áspid y un perro y sumergido en el mar, completando así su martirio.
En Roma y en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, san Urbano I, papa, que gobernó fielmente la Iglesia Romana durante ocho años, tras el martirio de san Calixto.
Santos Aristón, Crescenciano, Eutiquiano, Urbano, Vidal, Justo, Felicísimo, Félix, Marcia y Sinforosa, Campania (Italia), 285.
En Teano, de la Campania, san Urbano, obispo (s. IV).
En Metz, en la Galia Bélgica, san Urbicio, obispo (c. 450).
En el monte Jura, en la ribera del Doubs, entre los helvecios, san Ursicino, discípulo de san Columbano, que primero llevó vida eremita en la soledad y, después de ser decubierto, indujo a muchos a abrazar este género de vida (c. 620).
En la Recia, san Ursicino, obispo de Chur (Coira) y primer abad del monasterio de Disentis, que él mismo había fundado (s. VIII).
En el Ilírico, san Ursicino, mártir (s. IV).
En Bourges, de la Galia, san Ursino, su primer obispo, que anunció a Cristo Señor al pueblo y convirtió en iglesia la casa de Leocadio, senador de las Galias, aún pagano, para uso de los fieles, la mayor parte pobres (s. III).
En el cenobio de Lobbes, en Hainaut, san Ursmaro, obispo y abad, que propagó la Regla de san Benito y atrajo al pueblo a la fe cristiana.
En Augusta Pretoria (hoy Aosta), en los Alpes Grayos, san Urso, presbítero (antes del s. IX).
En la ciudad de Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Urso, obispo (s. VI).
En Loches, pueblo de la Touraine, junto al río Indre, en Francia, san Urso, abad, padre de muchos cenobios, célebre por su abstinencia y sus virtudes (s. V/VI).
En Rávena, de la Flaminia, san Urso, obispo, que trasladó la sede episcopal desde Classe a esa ciudad, dedicando la iglesia catedral, bajo el título de la santa Anástasis, el día de Pascua, y en la misma fecha, después de algunos años, emigró a la gloria de la resurrección (c. 425).
También conmemoración de muchos mártires que, después de la muerte de san Simeón, en toda la región de Pesia, e igualmente bajo el rey Sapor II, fueron degollados por causa del nombre de Cristo, entre ellos san Ustazades, eunuco del palacio real, que fue padrino del mismo rey y que, en el primer ímpetu de la persecución, sufrió el martirio en el palacio de Artajerjes, hermano del rey Sapor, en la provincia de Adiabena.
En Dorostoro, en Mesia (hoy Rumanía), santos Pasícrates y Valencio, mártires, que, por confesar a Cristo como único Dios, sometieron decididos sus cuellos a la espada.
En Langres, en Aquitania también, san Valentín, presbítero y eremita (c. s. V).
En Passau, en la antigua provincia romana de Nórico (hoy Alemania), san Valentín, obispo de la Retia (c. 450).
En la ciudad de Coira, en la región de los helvecios (hoy Suiza), san Valentiniano, obispo, que con gran generosidad repartió limosnas entre los pobres, redimió a los cautivos y vistió a los desnudos.
En Aquileya, de la región de Venecia, san Valeriano, obispo, que, frente a los arrianos, defendió la fe ortodoxa en el Ilírico, y reunió a clérigos y laicos para vivir en comunidad.
En Cimiez, también en la Provenza, san Valeriano, obispo, que, sacado del monasterio de Lérins para ser elevado al episcopado, puso por escrito ejemplos de la vida de varios santos para edificación de los monjes y del pueblo en general (c. 460).
En Tournus, en el territorio de Chalons, a orillas del Saona, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Valeriano, mártir (s. inc.).
En la ciudad de Limoges, en Aquitania (hoy Francia), san Valerio, que llevó vida solitaria (s. VI).
En el territorio de Besançon, en Germania, san Valerio, diácono de la iglesia de Langres, al que dieron muerte unos paganos (s. IV).
En Lauconay, cerca de Amiens, en la Galia, san Valerico o Valerio, presbítero, que atrajo a muchos compañeros hacia la vida eremítica (s. VII).
En Soissons, en la Galia Bélgica, san Valerio y san Rufino, mártires (s. IV).
En Tréveris, ciudad de la Galia Bélgica (hoy Luxemburgo), san Valerio, segundo obispo que gobernó esta sede (s. III ex.).
Conmemoración de san Valerio o Valero, obispo de Zaragoza, en la Hispania Tarraconense (hoy España), que tomó parte en el primer Concilio de Illiberis y, conducido a Valencia junto con san Vicente, murió en el destierro (305/315).
En el monasterio de Fontenelle, en Neustria, san Vandregisilo, abad, que, habiendo renunciado a vivir en la corte con el rey Dagoberto, hizo vida monástica en varios lugares, y promovido al sacerdocio por san Audeno, obispo de Rouen, en el bosque llamado Gemeticense fundó y rigió el monasterio de este mismo nombre (c. 668).
En Egipto, san Varo, soldado, que, bajo el emperador Maximiano, al visitar y ayudar a seis santos eremitas encarcelados, sabiendo que un séptimo había muerto en el desierto, quiso ocupar su lugar, y con ellos, después de varios tormentos, adquirió la palma del martirio.
En Arras, en la Galia Bélgica, san Vedasto, obispo, que fue enviado por san Remigio, obispo de Reims, a esta ciudad devastada, y allí catequizó al rey Clodoveo, gobernó aquella Iglesia durante cuarenta años y llevó a cabo una importante labor evangelizadora entre los paganos de la región (c. 540).
En la ciudad de Luni, en la Liguria, conmemoración de san Venancio, obispo, que se ocupó del clero y de los monjes, y fue amigo del papa san Gregorio I Magno (s. VII).
En Tours, de la Galia Lugdunense, san Venancio, abad, el cual, habiéndose casado en su juventud, al visitar la basílica de san Martín se conmovió ante la vida de los monjes y, con el permiso de su esposa, se juntó a ellos para vivir para Cristo (s. V).
En Viviers, junto al Ródano, en la Galia, san Venancio, obispo (d. 535).
En Poitiers, de Aquitania, san Venancio Fortunato, obispo, que escribió las gestas de muchos santos y con elegantes himnos honró la santa Cruz.
En Roma, conmemoración de los santos mártires Venancio, obispo, y compañeros de Dalmacia y de Istria, a saber, Anastasio, Mauro, Pauliniano, Telio, Asterio, Septimio, Antioquiano y Gayano, que la Iglesia se complace en honrar juntamente (s. III/IV).
En Tréveris, de Austrasia, san Vendelino, eremita (s. VII).
En Milán, de la Liguria (hoy Italia), san Venerio, obispo, discípulo y diácono de san Ambrosio, que acudió en ayuda de los obispos africanos enviándoles clérigos y favoreció a san Juan Crisóstomo en su destierro.
En la isla de Tiro Maggiore (hoy Palmarola), a orillas de la bahía de la Spezia, en la Liguria, de Italia, san Venerio, eremita (s. VII).
En la ciudad de Caivallon, en la Provenza, san Verano o Verónico, obispo, que gozaba de gran autoridad, sobre todo por las curaciones de enfermos (s. VI).
En Vence, de la Provenza, en la Galia, conmemoración de san Verano, obispo, que siendo hijo de san Euquerio, obispo de Lión, fue educado en el monasterio de Lérins y escribió al papa san León Magno agradeciéndole su profesión de fe en la encarnación del Verbo, contenida en la carta a Flaviano (s. V).
En la ciudad de Estella, en Navarra, san Veremundo, abad de Hirache, el cual, habiendo abrazado desde joven la vida monástica, estimuló a sus monjes a buscar la perfección con su ejemplo y con ayunos y vigilias.
En Lyon, de la Galia, conmemoración de san Viator, lector, que, discípulo y ministro del obispo Justo de Lyon, siguió a éste en su retiro a Egipto y en su muerte (post 481).
En Tremblevif, en la región de Sologne, en Francia, san Viator, eremita. (s. VI).
En Neumunster, de Holstein, en Alemania, muerte de san Vicelino, obispo de Oldenburgo, el cual se dedicó con interés a la evangelización de los eslavos.
En la Hispania Cartaginense, memoria de los santos Vicente y Leto, mártires.
En Dax, de Aquitania, san Vicente, celebrado como obispo y mártir (c. IV).
En el monasterio de Lérins, en la Provenza, san Vicente, presbítero y monje, que fue muy célebre por su doctrina cristiana y santidad de vida, y se empeñó con denuedo en el progreso de la fe de los creyentes (c. 450).
Santos Vicente, Sabina y Cristeta (hermanos mártires del siglo IV)
En Vernemet, de la región de Agen, en Aquitania, san Vicente, mártir, que, según cuenta la tradición, mientras el pueblo celebraba una fiesta en honor del sol, él consumó su martirio en nombre de Cristo.
En la ciudad de Hai Duong, en Tonquín, san Vicente Do Yen, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que, en tiempo del emperador Minh Mang, fue degollado por odio a la fe cristiana.
En Roma, san Vicente María Strambi, obispo de Macerata y Tolentino, de la Congregación de la Pasión, que gobernó santamente las diócesis que tenía encomendadas y por su fidelidad hacia el Romano Pontífice fue desterrado.
En Soignies, de Brabante, en Austrasia, san Vicente o Madelgario, que con el consentimiento de su esposa santa Valtrudis abrazó la vida monástica y, según cuenta la tradición, fundó dos monasterios (c. 677).
En Roma, san Vicente Pallotti, presbítero, fundador de la Sociedad del Apostolado Católico, que con sus escritos y actividades fomentó la vocación de todos los bautizados en Cristo para trabajar a favor de la Iglesia.
En León, en Hispania, san Vicente, abad del monasterio de San Claudio (630).
En Sarsina, de la Romagnola, san Vicinio, primer obispo de esta ciudad (s. IV/V).
En Capua, de la Campania, san Víctor, obispo, conspicuo por su erudición y su santidad.
En Roma, en la vía Salaria Antigua, en el cementerio de Basilla, san Víctor, mártir (c. s. IV).
En Cesarea de Mauritania, san Víctor, mártir, que, según la tradición, condenado a muerte, fue crucificado en sábado (s. III/IV).
En Milán, en la provincia de la Liguria, conmemoración de san Víctor, mártir, el cual, originario de Mauritania, era soldado del ejército imperial, y al imponer el emperador Maximiano la obligación de sacrificar a los ídolos, se desciñó de sus armas, por lo cual le llevaron a la ciudad de Lodi, donde fue decapitado (c. 304).
En la región de Nantes, en la Bretaña Menor, san Víctor, solitario, que vivió recluido en un pequeño oratorio, construido por él mismo junto a Bonchamp (c. s. VII).
En Arcis-sur-Aube, en la Champaña, en Francia, san Víctor, eremita, cuyas alabanzas escribió san Bernardo (s. VII).
En África, conmemoración de san Víctor, mártir, en cuya festividad san Agustín escribió para el pueblo un tratado acerca de él (s. inc.).
En el monasterio de Asán, en la región de Barbastro, del Reino de Aragón, san Victoriano, que, habiendo nacido en Italia, abrazó la vida monástica, y estando dedicado a la oración en la soledad de las montañas pirenaicas, aceptó la responsabilidad de dirigir el monasterio que después llevó su nombre (c. 561).
En Nicomedia, de Bitinia, san Victorino, mártir (sec. inc.).
Conmemoración de san Victorino, obispo de Pettau (hoy Ptuj), en Panonia, que redactó muchos escritos para explicar los libros de la Sagrada Biblia y fue coronado con el martirio en la persecución desencadenada por Diocleciano (c. 303).
En Le Mans, de la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Victorio, obispo, de quien habla san Gregorio de Tours.
En la ciudad de León, en Hispania, santos Claudio, Lupercio y Victorio, mártires, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano sufrieron la muerte por Cristo (c. 303/304).
En Rouen, en la Galia, san Victricio, obispo. Fue soldado en tiempo del emperador Juliano y, al rechazar las insignias militares por amor a Cristo, padeció diversas torturas por orden del tribuno, que le condenó a muerte, pero, no obstante, habiendo alcanzado la libertad, y tras ser consagrado obispo, llevó también a la fe en Cristo a los feroces pueblos de los morinos y de los nervios, en la Galia del norte.
En Bolonia, de la Emilia, santos Vidal y Agrícola, mártires, que, según nos refiere san Ambrosio, el primero de ellos fue antes siervo del segundo y luego compañero y colega en el martirio. Vidal padeció tantos tormentos que no le quedó parte de su cuerpo sin heridas y Agrícola, a su vez, sin asustarse por el suplicio de su antiguo criado, le imitó en el mismo martirio, siendo crucificado.
En la región de Retz, cerca de Nantes, en la Bretaña Menor, san Vidal, eremita (s. VIII).
Santos Aristón, Crescenciano, Eutiquiano, Urbano, Vidal, Justo, Felicísimo, Félix, Marcia y Sinforosa, Campania (Italia), 285.
En Hanonia, de Neustria, san Vidiciano, obispo de Cambrai y Arras, que, a raíz de la muerte de san Leodegario, invitó al rey Teodorico III a expiar su crimen con la penitencia (c. 712).
En Fritzlar, en Hesse, de Austrasia, san Vigberto, presbítero y abad, al que san Bonifacio encomendó el cuidado del monasterio del lugar (c. 739).
En Trento, en la región de Venecia, san Vigilio, obispo, quien recibió de san Ambrosio de Milán las institutionis insignia, junto con una instrucción pastoral, dedicándose a evangelizar la región encomendada y tratando de extirpar lo que quedaba de la idolatría. Se asegura que consumó su martirio por el nombre de Cristo, golpeado por hombres crueles.
En Bayeux, en la Galia Lugdunense, san Vigor, obispo, discípulo de san Vedasto (c. 538).
En Osnabrück, en Sajonia, san Vihón, obispo, que siendo oriundo de Frisia, fue enviado por el emperador Carlomagno como abad para evangelizar la región y, ordenado obispo de esta Iglesia, tuvo que sufrir mucho por Cristo.
En la región de Tulle, en Aquitania (hoy Francia), san Vincenciano, eremita.
Conmemoración de los santos mártires Vindemial o Vindemia, obispo de Capsa, en Numidia, y Longinos, obispo de Pamaria, en la Mauritania, los cuales fueron decapitados por orden de Hunerico, rey de los vándalos, después de haberse enfrentado a los arrianos en el concilio de Cartago.
En Arlés, en la Provenza, san Virgilio, obispo, que recibió como huéspedes a san Agustín y a sus monjes, cuando viajaban hacia Inglaterra por encargo del papa san Gregorio I Magno (c. 618).
En Salzburgo, de la región de Baviera, san Virgilio, obispo, hombre doctísimo, nacido en Irlanda, al cual, con el apoyo del rey Pipino, se le puso al frente de la Iglesia de Salzburgo, donde construyó la catedral en honor de san Ruperto y se dedicó gozosa y felizmente a propagar la fe entre los carintios.
En el monasterio de San Salvador de Leyre, en Navarra, memoria de san Virila, abad (s. X).
En la región de Leicester, en Inglaterra, san Vistano, mártir, que, perteneciente a la estirpe real de Mercia, por oponerse al matrimonio incestuoso de su madre fue asesinado por la espada del tirano.
En la ciudad de Spoleto, en la Umbría, san Vital, mártir, santificado por la fe conservada y la imitación de Cristo (s. inc.).
En el lugar de Rapolla, en la Lucania, san Vital de Castronovo, monje.
En Salzburg, de Baviera, san Vital, obispo, el cual, originario de Hibernia (hoy Irlanda), fue discípulo de san Ruperto, compañero en sus viajes e imitador de sus trabajos y vigilias, y elegido su sucesor, convirtió a la fe de Cristo a la población de Pinsgau (c. 730).
En Savigny, de Normandía, en la Galia, san Vital, abad, que, dejadas las ocupaciones seculares, se entregó en la soledad al cultivo de la observancia rigurosa, ganando muchos seguidores para el monasterio por él fundado.
En la antigua ciudad de Caudium (hoy Montesarchio), en la Campania, san Vitaliano, obispo (s. VII).
En Verdún, de la Galia Bélgica, san Vitón, obispo.
En Lyon, ciudad de la Galia, san Vivenciolo, obispo, que fue promovido al episcopado cuando enseñaba en la escuela monástica de San Eugendio, y animó a clérigos y laicos a estar presentes en el Concilio de Pau, para que el pueblo conociese mejor lo que los pontífices establecían (c. 523).
En Saintes, en la Galia, san Viviano, obispo (s. V).
En Kiev, ciudad de Rusia (ahora en Ucrania), san Vladimiro, príncipe, bautizado con el nombre de Basilio, que se preocupó de propagar la fe ortodoxa en los pueblos que gobernaba.
Cerca de Foix, en la Galia Narbonese (hoy Francia), tránsito de san Volusiano, obispo de Tours, que, tras ser capturado por los godos, entregó su espíritu en el destierro (c. 498).
En el monasterio de Fantanelle, en Neustria (hoy Francia), sepultura de san Vulframno o Wulfrano, el cual, siendo monje, fue elegido obispo de Sens y se dedicó a evangelizar a los frisios. Finalmente, vuelto al citado monasterio, allí descansó en paz (c. 700).
En la región de Boulogne, en la Galia, san Vulmaro, presbítero, que siendo humilde pastor con un gran interés por instruirse, adquirió una buena formación y fue ordenado sacerdote, viviendo como los antiguos padres del desierto y, más tarde, en Hautmont, del Hainaut, en los bosques de su patria, fundó dos monasterios: uno de monjes y otro de vírgenes.
En el monasterio de Luxeuil, en Burgundia, san Waldeberto o Walberto, abad (665/ 670).
En Palazzuolo, en la Toscana, san Walfrido, abad, que después de haber tenido cinco hijos, decidió, junto con su esposa, abrazar la vida monástica (c. 765).
En Onhaye, en Hainaut, san Walhero, presbítero, que, mientras atravesaba el río Mosa, un presbítero al que recriminaba sus costumbres lo mató a golpes de remo.
En Condé-sur-l’Escaut, en el Hainaut, de Austrasia, san Wasnulfo, monje, nacido en Escocia (s. VII).
En Brema, de Sajonia, san Wilehado, obispo, que, nacido en Northumbria y amigo de Alcuino, propagó el Evangelio en Frisia y Sajonia después de san Bonifacio y, ordenado obispo, fundó la sede de Brema y la gobernó sabiamente.
En York, en Northumbria, san Wilfrido, obispo, que, después de trabajar con todo esmero, fue obligado a abandonar su sede y murió entre los monjes de Ripon, de quienes fue abad durante un tiempo.
Vivió entre finales del siglo VII y principios del VIII. Su padre pertenecía a la primera generación de cristianos anglosajones convertidos del paganismo. El hijo fue entregado al monasterio de Ripón para su crianza y custodia cuando decidió vivir solitario tras la muerte de su esposa. Ya en su juventud, Willibrordo decide libremente hacer profesión religiosa. Deja el monasterio de Ripón aprovechando la coyuntura de la marcha a Roma del santo abad Wilfrido. A partir de ahora va a permanecer doce años en el monasterio de Rathmelsigui, en Irlanda, aprendiendo del afán misionero del abad Egberto que ya fracasó en su intento evangelizador de Frisia en el continente. Cuando en el 689 Pipino II, rey de Austrasia, vence al rey Egberto, de Frisia, se abren nuevas posibilidades de evangelización de los frisones. Allá marcha Willibrordo a la cabeza de doce monjes. Las dotes de organizador, la tenacidad, paciencia, audacia, valentía y santidad de Willibrordo van consiguiendo una comunidad de cristianos, convertidos y preparados en la fe uno a uno, ayudado por sus monjes. Muere tal día como hoy en el año 739.
En Dryopolis (hoy Eichstätt), en Franconia, san Willibaldo o Wilebaldo, obispo, el cual, habiendo abrazado la vida monástica, recorrió como peregrino muchos santuarios y lugares santos con el fin de establecer en ellos la vida monástica, hasta que san Bonifacio le ordenó obispo de esta sede e hizo de él un valioso colaborador suyo en la evangelización de Germania, convirtiendo a Cristo muchos pueblos.
En Troyes, de Neustria, san Winebaldo (Vinebaldo, Winebald), abad del monasterio de San Lupo, preclaro por su austeridad (c. 620).
En la región Taruanense, de Austrasia, san Winoco, que, de origen bretón, primero fue recibido por san Bertino en la comunidad de monjes de Sithiu, y después construyó el monasterio de Wormhoudt, que dirigió santamente como prior, trabajando mucho con sus propias manos.
En la península de Armórica (Bretaña), san Winwaleo, primer abad de Landevenec, del cual la tradición narra que era discípulo de san Budoco en la isla de Lavret, y que con su vida ilustró la regla monástica.
En Roermond, junto al Mosa, en Brabante, de Austrasia, san Wiro, que, según la tradición, se dedicó a la evangelización de esta región junto con sus compañeros Plechelmo y Odgero (c. 700).
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, conmemoración de san Witesindo (Vintesindo), mártir, que por miedo a los musulmanes se apartó de la fe católica, pero al negarse después a tomar parte en el culto mahometano, lo mataron por odio a la fe cristiana.
En el monasterio de Hersfeld, en Germania, sepultura de san Witta o Albino, primer obispo de Bürberg, el cual, oriundo de Inglaterra, fue llamado por san Bonifacio y recibió el encargo de sembrar la simiente de la Palabra de Dios en la región de Hesse (c. 786).
En Ratisbona (Regensburg), de Baviera, san Wolfgango, obispo, que, después de ser maestro de escuela y haber profesado como monje, fue elevado a la sede episcopal, instaurando la disciplina del clero, y mientras visitaba la región de Pupping descansó en el Señor.
En la ciudad de Worchester, en Inglaterra, san Wulfstano, obispo, que, pasando del claustro a la sede, mantuvo las costumbres monásticas junto al celo pastoral. Visitó incansablemente las parroquias de su diócesis, ocupándose en erigir iglesias, fomentar los estudios y condenar la venta de esclavos.
En el lugar de Dechao, igualmente en Hebei, conmemoración de san Xi Guizi, mártir, que cuando aún no era más que catecúmeno, ante una multitud alborotada se confesó cristiano, siendo bautizado con la sangre que brotaba de sus heridas.
En Bretaña Menor, san Ywio, diácono y monje, discípulo de san Cutberto, obispo de Lindisfarne, que pasó de Inglaterra a esta región, donde vivió entregado a las vigilias y ayunos (c. 704).
Conmemoración de san Zacarías, profeta, vaticinador de la vuelta del pueblo desterrado a la tierra de promisión, anunciando al mismo tiempo que un rey pacífico, Cristo el Señor, entraría triunfante en la Ciudad Santa de Jerusalén, lo que se llevó a cumplimiento.
En el monte Mercurio, en la Lucania (hoy Italia), san Zacarías, apellidado "Angélico", maestro de la vida cenobítica (c. 950).
En Roma, san Zacarías, papa, que con suma vigilancia y prudencia gobernó la Iglesia de Dios, frenando el ímpetu de los lombardos, indicando el recto orden a los francos, proveyendo de iglesias a los germanos y procurando el entendimiento con los griegos.
En Bolonia, de la región de la Emilia, en Italia, san Zama, considerado como primer obispo de esta ciudad (c. s. IV).
Conmemoración de san Zaqueo, obispo, que, según tradición, fue el cuarto sucesor de Santiago, hermano del Señor, en el gobierno de la Iglesia de Jerusalén (s. II).
Zenas, ayudante del militar del imperio romano Zenón y martirizado con él. Arrojado Zenón al calabozo recibe la visita de su asistente, quien no se puede contener sin besar las cadenas del mártir; y, arrestado también por cristiano, ambos son decapitados el 23 de junio del año 304.
En Florencia, de la Toscana, san Zenobio, obispo de Florencia. Amigo de San Ambriosio de Milán, consejero de San Dámaso I papa, trabajó con San Eugenio y San Crescencio.
En Sidón, de Fenicia, san Zenobio, presbítero, que durante la durísima persecución bajo el emperador Diocleciano animó a otros al martirio, siendo también él coronado con la muerte (s. IV).
En Roma, en el cementerio de Pretextato, en la vía Apia, san Zenón, mártir (s. inc.).
Santos Zenón y Zenas, mártires, Arabia, 304. Militar del imperio romano, residente en Filadelfia de Arabia, su ciudad natal. Después de haber entregado todo lo suyo a los necesitados, se presenta firme ante el prefecto Máximo dispuesto a dar testimonio de Cristo frente a cualquier sufrimiento y frente a la muerte misma. Arrojado al calabozo recibe la visita de su asistente, quien no se puede contener sin besar las cadenas del mártir; y, arrestado también por cristiano, ambos son decapitados el 23 de junio del año 304.
En Nicomedia, de Bitinia (hoy Turquía), san Zenón, mártir (s. III).
En Verona, del territorio de Venecia, san Zenón, obispo, que con su trabajo y predicación llevó a la ciudad hasta el bautismo de Cristo (c. 372).
Conmemoración de san Zenón, obispo de Maiuma, en Palestina, que edificó una basílica a sus sobrinos mártires Eusebio, Nestabio y Zenón, y hasta el fin de su vida trabajó como tejedor para procurarse el sustento y ayudar a los pobres (c. 400).
En el pueblo de Zhuhedian, cerca de Jieshui, en la provincia de Hunan, en China, san Zhang Huailu, mártir, el cual, perseguido por los seguidores del movimiento Yihetuan, siendo solamente catecúmeno confesó espontáneamente que era cristiano y, armado con la señal de la cruz, mereció ser bautizado en Cristo con su propia sangre.
En Listra, en Licaonia (hoy Zoldera, en Turquía), san Zoelo, mártir (s. II/III).
En Córdoba, en la provincia hispánica de Bética, san Zoilo, mártir.
En Roma, en la vía Tiburtina, junto a san Lorenzo, sepultura del papa san Zósimo.
En Constantinopla, san Zótico, presbítero, que se preocupó de alimentar a los huérfanos (s. IV).
En la archidiócesis de Lviv, San Zygmunt Gorazdowski, sacerdote, nacido en Sanok (Polonia) el 1845. Promovió numerosas obras para sacerdotes, jóvenes, enfermos y pobres. fundó un nuevo periódico, varias instituciones de beneficencia y la Congregación de las Religiosas de San José. Murió el 1 de enero de 1920 en Lviv (Ucrania)
Mujer de la ley judía, esposa del rey David y matriarca del antiguo testamento. Una de las siete mujeres consideradas profetas por los escolásticos talmúdicos.
En Ravena, en la provincia de Flaminia, en Italia, conmemoración de san Vital (San Vidal). En este día, según la tradición, fue dedicada a Dios la celebérrima basílica de esa ciudad, en la que este santo es venerado desde tiempo inmemorial junto a los santos mártires Valeria, Gervasio, Protasio y Ursicino, por haber defendido tenazmente la fe (s. inc.).
En Lucania, san Vito, adolescente mártir.