Conmemoración del santo Job, varón de admirable paciencia en el país de Hus. El Diablo le puso a prueba con permiso de Yavhé cauándole desgracias como enfermedades, muertes de su ganado, pobreza, e incluso la muerte de sus hijos; y todo lo aguantó sin perder la fe.
Celebran hoy: Job.
Ver másEn Angers, en Francia, beato Jacobo Laigneau de Langellerie, presbítero y mártir, que durante la Revolución Francesa fue degollado por ser sacerdote.
En Tarantasia, ciudad de la Galia Vienense (hoy Francia), san Jacobo, obispo, discípulo de san Honorato de Lérins (s. V).
En Sarug de Batnan, de Osrhoene, en Mesopotamia, san Jacobo, obispo, que ilustró con su fe purísima a esta Iglesia por medio de sus sermones, homilías y traducciones, y es reconocido por los sirios como doctor y columna de la Iglesia, junto con san Efrem.
En Constantinopla, pasión de san Jacobo, por sobrenombre "Confesor", que luchó valientemente por el culto de las santas imágenes y terminó su vida con un glorioso martirio (c. 824).
Conmemoración de san Jacobo, eremita en Palestina, que se escondió largo tiempo en una tumba para llevar vida penitente (s. VI).
En Nísibe, en Mesopotamia, Jacobo, primer obispo de esta ciudad, que intervino en el Concilio de Nicea y dirigió su rebaño en paz, alimentándolo espiritualmente y defendiéndolo con energía de los enemigos de la fe.
En Nápoles, de la Campania, sepultura de Jacobo Piceno o de la Marca, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, esclarecido por su predicación y austeridad de vida.
En Mantua, de la Lombardía, beato Jacobo Benfatti, obispo, de la Orden de Predicadores, que además de apaciguar las disensiones en la ciudad, alivió al pueblo asolado por la peste y el hambre.
En York, en Inglaterra, beato Jacobo Thomson, presbítero y mártir, que condenado a la pena capital, reinando Isabel I, por haber reconciliado a muchos con la Iglesia Católica, sufrió los suplicios del patíbulo.
En Forlí, en la Emilia, beato Jacobo Salomoni, presbítero, quien, de adolescente, fallecido su padre e ingresada su madre en las monjas cistercienses, distribuyó sus bienes entre los pobres y entró en la Orden de Predicadores, donde resplandeció durante cuarenta y cinco años dotado de insignes carismas y como amigo de los pobres y hombre pacífico.
En el brazo de mar ante Rochefort, en el litoral francés, beato Jacobo Retouret, presbítero de la Orden de los Carmelitas y mártir, que, en el furor de la Revolución Francesa, fue llevado desde el convento de Limoges a una sórdida nave-prisión, en la que, abandonado durante la noche semidesnudo, murió de frío.
En una nave anclada ante el puerto de Rochefort, en Francia, beato Jacobo Morelle Dupas, presbítero y mártir, que por ser párroco en la región de Poitiers, durante la Revolución Francesa fue encarcelado, falleciendo de hambre, severo para sí mismo y dulce para con los demás.
Ante el litoral de Rochefort, en Francia, beato Jacobo Lombardie, presbítero de Limoges, mártir, que en la terrible persecución desencadenada contra la Iglesia durante la Revolución Francesa, por ser sacerdote fue encarcelado en una pequeña nave, en condiciones insalubres, donde falleció consumido por una enfermedad incurable.
En Città della Pieve, en la Umbría (hoy Italia), beato Jacobo, apellidado "Limosnero", que se mostró buen abogado de pobres y oprimidos (c. s. XIII).
En Berlín, en el lugar llamado Plötzensee, en Alemania, beato Jacobo Gapp, presbítero de la Compañía de María y mártir, que, con firmeza de ánimo, proclamó que los criminales proyectos de un régimen militar enemigo de la dignidad humana y cristiana estaban en total desacuerdo con la doctrina cristiana. Por ello, sometido a persecución, se dirigió a Francia y España en calidad de desterrado, pero, apresado por unos emisarios, murió finalmente decapitado.
En Faenza, en la Flaminia, beato Jacobo Felipe (Andrés) Bertoni, presbítero de la Orden de los Siervos de María, insigne por el don de lágrimas y suma humildad.
En Ambiatibé, en Madagascar, beato Jacobo Berthieu, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que en tiempos de paz y de guerra trabajó incansable en favor del Evangelio, siendo tres veces expulsado de las misiones, y finalmente, por odio a la fe, tras ser invitado a la apostasía, fue pisoteado hasta la muerte.
En Mevania (hoy Bevagna), también en la Umbría, beato Jacobo Bianconi, presbítero de la Orden de Predicadores, que fundó allí un convento y rebatió los errores de los nicolaítas.
En Winchester, en Inglaterra, beato Jacobo Bird, mártir, que bajo la reina Isabel I, a los diecinueve años de edad, convertido desde poco al catolicismo, rechazó participar en una liturgia herética, mereciendo por ello llegar a la celebración del culto celestial.
En la región de Laval, también en Francia, beato Jacobo Burin, presbítero y mártir, que durante la Revolución Francesa ejerció su ministerio pastoral a escondidas, debiendo pasar de casa en casa, hasta que fue fusilado mientras sostenía en sus manos el cáliz.
En Nápoles, de la Campania, conmemoración del beato Jacobo Capocci, obispo, de la Orden de los Ermitaños de San Agustín, que rigió la iglesia de Benevento y después la de Nápoles, iluminándolas con sabiduría, doctrina y prudencia.
En Palermo, de Sicilia, en Italia, beato Jacobo Cusmano (Jaime o Santiago), presbítero, que fundó el Instituto de Misioneros Siervos y Siervas de los pobres, y se destacó por su caridad hacia los necesitados y enfermos.
En Perugia, de la Umbría, beato Jacobo de Cerqueto, presbítero de la Orden de los Eremitas de San Agustín, que dio ejemplo asumiendo con alegría la enfermedad que le aquejaba.
En Roma, beato Jacobo Alberione, presbítero, que, solícito por la evangelización, se dedicó enteramente a poner al servicio de la sociedad humana los instrumentos de comunicación social para promover la verdad de Cristo, fundando, además, la Congregación de la Pía Sociedad de San Pablo Apóstol.
En aguas marítimas, frente a Rochefort, en la costa de Francia, beato Jacobo Gagnot, presbítero de la Orden Carmelitana y mártir, que, durante la Revolución Francesa, por razón de su sacerdocio fue inhumanamente embarcado en una mísera nave, donde, ayudando a los enfermos concautivos, desfalleció.
En Bitetto, en la Apulia, beato Jacobo de Iádere Varinguer, religioso de la Orden de Hermanos Menores (c. 1485).
En Lviv, de Rutenia, beato Jacobo Strepa, obispo de Halyc, de la Orden de los Hermanos Menores, ilustre por su solicitud pastoral y por sus virtudes apostólicas.
En Bolonia, de la Emilia, beato Jacobo de Ulma Griesinger, religioso de la Orden de Predicadores, el cual, aunque analfabeto, era muy buen pintor de vidrieras y daba ejemplo de constante trabajo y oración.
En Génova, ciudad de la Liguria, beato Jacobo de Varazze o Voragine, obispo, de la Orden de Predicadores, que para fomentar la vida cristiana del pueblo, ofreció en sus escritos muchos ejemplos de virtudes.
En Port Louis, de la isla Mauricio, en el Océano Indico, beato Jacobo Desiderio Laval, presbítero, que después de ejercer algunos años de médico, ingresó como misionero en la Congregación del Espíritu Santo, llevando a negros esclavos a la libertad de hijos de Dios.
En Londres, en Inglaterra, beato Jacobo Duckett, mártir, el cual, estando casado y siendo librero de oficio, por vender libros católicos fue denunciado y encerrado durante nueve años en la cárcel, y después, en tiempo de la reina Isabel I, fue finalmente ahorcado en Tyburn.
En el eremo de Valmanente, del Piceno, en Italia, beato Pedro Jacobo de Pésaro, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín (c. 1496).
En Tarragona, igualmente en España, beato Santiago (Jaime) Hilario (Manuel) Barbal Cosán, religioso de los Hermanos de la Escuelas Cristianas, mártir, condenado a la pena capital por odio a la Iglesia en la mencionada persecución.
(Antonio Jaume Secases) Mártir de la persecución religiosa en España entre 1934 y 1937. Beatificado junto con otros 497 mártires el 28 de octubre de 2007 en Roma.
En Turín, ciudad de Italia, beato Pedro Jorge Frassati, joven militante en varias asociaciones de seglares católicos y gran deportista, que se entregó alegremente y con todas sus fuerzas a las obras de caridad en favor de pobres y enfermos, hasta que, atacado por una parálisis fulminante, descansó en el Señor.