En Nápoles, de la Campania, san Asprenato, primer obispo de la ciudad (s. II/III)..
Ver másSan Pedro Julián Eymard, presbítero, el cual fue primeramente sacerdote diocesano y después miembro de la Compañía de María. Adorador eximio del Misterio eucarístico, fundó nuevas congregaciones, una de clérigos y otra de mujeres, para fomentar y difundir la piedad hacia el Santísimo Sacramento. Murió en la aldea La Mure, cerca de Grenoble, en Francia, donde había nacido.
En Lucera, en la Apulia, beato Agustín Kazotic, obispo, de la orden de Predicadores, que en un principio estuvo al frente de la Iglesia de Zagreb y, posteriormente, por la hostilidad del rey de Dalmacia, asumió la sede de Lucera, donde desarrolló una gran obra de ayuda en favor de los pobres y los necesitados.
En Autun, en la Galia Lugdunense, san Eufronio, obispo, que edificó una basílica en honor del mártir san Simforiano y dotó de mayor adorno y belleza el sepulcro de san Martín de Tours (d. 475).
En el monte Másico, de la Campania, san Martín, que, llevando una vida solitaria, permaneció muchísimos años encerrado en una estrechísima cueva.
En Anagni, en el Lacio, san Pedro, obispo, que brilló primeramente en la observancia monástica y después en el celo pastoral, y llevó a término la construcción de la iglesia catedral.
En la Carretera del Vergel, en Alicante, en España, beato Salvador Ferrandis Segui, párroco de Pedreguer y mártir, que, en el furor de la persecución contra la fe, derramó su sangre por Cristo y alcanzó así la palma de la gloria.
En Barcelona, en España, beato Francisco Bandrés Sánchez, presbítero de la Sociedad Salesiana y mártir, que, en tiempo de la misma persecución, confirmó con su sangre su fidelidad al Señor.