- Nombre
- Catalina (Femenino)
- Celebran
-
Las Catalina suelen celebrar el 29-abr:
Santa Catalina de Siena - Otros santos
- Otros santos con nombre Catalina
- Santa Catalina de Bolonia
- Santa Catalina de Ricci
- Santa Catalina de Siena
- Santa Catalina de Suecia
- Santa Catalina Drexel
- Santa Catalina Fieschi
- Santa Catalina Labouré
- Santa Catalina Tomás
- Beata Catalina Caldés Socias
- Beata Catalina Cittadini
- Beata Catalina de Kotor
- Beata Catalina de Palancia
- Beata Catalina Jarrige
- Beata Catalina Mattei
- Beata Catalina Tekawitha
- Beata Catalina Volpicelli
- Celebración
- 25 de noviembre
Vida de Santa Catalina de Alejandría
Santa Catalina, mártir, que, según la tradición, fue una virgen de Alejandría dotada tanto de agudo ingenio y sabiduría como de fortaleza de ánimo. Su cuerpo se venera piadosamente en el célebre monasterio del monte Sinaí.
Nada sabemos con certeza histórica del lugar y fecha de su nacimiento. La historia nos tiene velado el nombre de sus padres. Los datos de su muerte, según la "passio", son tardíos y están pletóricos de elementos espureos. Por esto, algún historiador ha llegado a pensar que quizá esta santa nunca haya existido. Así, Catalina de Alejandría sería un personaje aleccionador salido de la literatura para ilustrar la vida de los cristianos y estimularles en su fidelidad a la fe. De todos modos es seguro que la fantasía ha rellenado los huecos en el curso del tiempo.
Se la presenta como una joven de extremada belleza y aún mayor inteligencia. Perteneciente a una familia noble. Residente en Alejandría. Versada en los conocimientos filosóficos de la época y buscadora incansable de la verdad. Movida por la fe cristiana, se bautiza. Su vida está enmarcada en el siglo IV, cuando Maximino Daia se ha hecho Augusto del Imperio de Oriente. Sí, le ha tocado compartir el tiempo con este "hombre semibárbaro, fiera salvaje del Danubio, que habían soltado en las cultas ciudades del Oriente", según lo describe el padre Urbel, o, con términos de Lactancio, "el mundo para él era un juguete". Recrimina al emperador su conducta y lo enmudece con sus rectos razonamientos. Enfrentada con los sabios del imperio, descubre sus sofismas e incluso se convierten después de la dialéctica bizantina. Aparece como vencedora en la palestra de la razón y vencida por la fuerza de las armas en el martirio de rueda con cuchillas que llegan a saltar hiriendo a sus propios verdugos y por la espada que corta su cabeza de un tajo.