Memoria de los santos Basilio Magno y Gregorio Nazianceno, obispos y doctores de la Iglesia. Basilio, obispo de Cesarea de Capadocia (hoy en Turquía), apellidado "Magno" por su doctrina y sabiduría, enseñó a los monjes la meditación de la Escritura, el trabajo en la obediencia y la caridad fraterna, ordenando su vida según las reglas que él mismo redactó. Con sus egregios escritos educó a los fieles y brilló por su trabajo pastoral en favor de los pobres y de los enfermos. Falleció el día uno de enero de 379. Gregorio, amigo suyo, fue obispo de Sancina, en Constantinopla y, finalmente, de Nacianzo. Defendió con vehemencia la divinidad del Verbo, mereciendo por ello ser llamado "Teólogo". La Iglesia se alegra de celebrar conjuntamente la memoria de tan grandes doctores.
Ver másVive en la segunda mitad del siglo III en la península Itálica. Es un hombre religioso y bueno, del que escasas noticias nos han llegado hasta hoy. Pero vive en la época de las persecuciones de Diocleciano, y es fácil descubrir a Gregorio en la prohibida devoción cristiana. Hecho preso, es acusado de no querer sacrificar a los dioses y de afirmar que sólo un Dios merece adoración. Muere mártir en el año 303.
Celebran hoy: Gregorio, Gregory.
Ver másMemoria de san Gregorio Magno, Gregorio el Grande o Gregorio I, papa y doctor de la Iglesia, que siendo monje ejerció ya de legado pontificio en Constantinopla y después, en tal día, fue elegido Romano Pontífice. Arregló problemas temporales y, como siervo de los siervos, atendió a los cuidados espirituales, mostrándose como verdadero pastor en el gobierno de la Iglesia, ayudando sobre manera a los necesitados, fomentando la vida monástica y propagando y reafirmando la fe por doquier, para lo cual escribió muchas y célebres obras sobre temas morales y pastorales.
Ver másGregorio Ostiense, obispo († c. a. 1044). Abad del monasterio de san Cosme y san Damián, en Roma. Obispo de Ostia. Vivió varios años en España como legado papal.
Ver másEn Neocesarea, del Ponto, san Gregorio, obispo, que, siendo aun adolescente, abrazó la fe cristiana, fue progresando en las ciencias divinas y humanas, y, ordenado obispo, brilló por su doctrina, virtudes y trabajos apostólicos. Por los incontables milagros que realizó, se le llamó "Taumaturgo".
Ver másSan Gregorio VII, papa de 1073 a 1085, el cual, anteriormente llamado Hildebrando, llevó vida monástica y colaboró en la reforma de la Iglesia en numerosas legaciones pontificias de su tiempo, y una vez elevado a la cátedra de Pedro, reivindicó con gran autoridad y fuerte ánimo la libertad de la Iglesia respecto del poder de los príncipes y defendió valientemente la santidad del sacerdocio. Viéndose obligado a abandonar Roma por este motivo, murió en el exilio en Salerno, de la Campania.
Ver másSantos mártires Marcelino, presbítero, y Pedro, exorcista, de los cuales el papa san Dámaso cuenta que, en la persecución bajo Diocleciano, fueron condenados a muerte, y conducidos al lugar del suplicio, que estaba lleno de zarzales, después de obligarles a cavar su propia tumba fueron degollados y enterrados, para que no quedase su sepultura, pero, más tarde, una piadosa mujer llamada Lucila trasladó sus restos a Roma, en la vía Labicana, en el cementerio llamado «ad Duas Lauros» (c. 304).
Ver másEn el monasterio de Gelona, en la Galia Narbonense, san Guillermo, monje, el cual, habiendo sido personaje muy brillante en la corte imperial, se unió luego con verdadero afecto de amor a san Benito de Aniano y vistió el hábito monástico con gran honestidad de costumbres.
Celebran hoy: Guillaume, Guillem, Guillermo, Wilfer, Wilfredo, Will, William, Williams, Willy.
Ver másEn Tarragona, en Hispania, san Hermenegildo, mártir, que siendo hijo de Leovigildo, rey arriano de los visigodos, fue convertido a la fe católica por san Leandro, obispo de Sevilla, y recluido en la cárcel por disposición de su padre al haberse negado a recibir la comunión de manos de un obispo arriano, el día de la fiesta de Pascua fue degollado por mandato de su propio padre.
Celebran hoy: Hermenegildo.
Ver másEn Arlés, de la Provenza, san Hilario, obispo, que, después de llevar vida eremítica en Lérins, fue promovido, bien a su pesar, al episcopado, desde donde, trabajando con sus propias manos, vistiendo una sola túnica tanto en verano como en invierno, y caminando a pie, manifestó a todos su amor a la pobreza. Entregado a la oración, a los ayunos y a las vigilias, y perseverando en una predicación continua, mostró la misericordia de Dios a los pecadores, acogió a los huérfanos y no dudó en destinar para la redención de los cautivos todos los objetos de plata que se conservaban en la basílica de la ciudad.
Ver másSan Hilario, obispo y doctor de la Iglesia, que fue elevado a la sede de Poitiers, en Aquitania (hoy Francia), en tiempo del emperador Constancio, quien había abrazado la herejía arriana, y luchó denodadamente en favor de la fe nicena acerca de la Trinidad y de la divinidad de Cristo, siendo desterrado, por esta razón, durante cuatro años a Frigia. Compuso unos comentarios muy célebres sobre los Salmos y sobre el evangelio de san Mateo.
Celebran hoy: Hilari, Hilario.
Ver másHipólito era un soldado romano del siglo III al que se le asignó custodiar a prisioneros cristianos. Convertido por ellos a la fe, fue martirizado por asistir al entierro de otros martirizados.
Ver másEn Roma, en la basílica de San Pedro, sepultura de san Hormisda, papa. Abanderado de la paz, consiguió acabar con el cisma de Acacio en Oriente, y en Occidente hizo que se respetaran religiosamente por los nuevos pueblos los derechos de la Iglesia.
Ver másEn el monasterio de Cluny, en Borgoña (hoy Francia), san Hugo, abad, que gobernó santamente su cenobio durante sesenta y un años, mostrándose entregado a las limosnas y a la oración, mantenedor y promotor de la disciplina monástica, atento a las necesidades de la Iglesia y eximio propagador de la misma.
Ver másEn Grenoble, en Burgundia, san Hugo, obispo, que se esforzó en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo, y siendo amante de la soledad, durante su episcopado ofreció a san Bruno, maestro suyo en otro tiempo, y a sus compañeros, el lugar de la Cartuja, que presidió cual primer abad, rigiendo durante cuarenta años esta Iglesia con esmerado ejemplo de caridad.
Celebran hoy: Hugo.
Ver másMemoria de san Ignacio, obispo y mártir, que, discípulo del apóstol san Juan, fue el segundo sucesor de san Pedro en la sede de Antioquía, siendo condenado, en tiempo del emperador Trajano, al suplicio de las fieras y trasladado a Roma, donde consumó su glorioso martirio. Durante el viaje, mientras experimentaba la ferocidad de sus centinelas, semejante a la de los leopardos, escribió siete cartas dirigidas a diversas Iglesias, en las cuales exhortaba a los hermanos a servir a Dios unidos con el propio obispo y a que no le impidiesen poder ser inmolado como víctima por Cristo.
Ver másSacerdote español, fundador de la Compañía de Jesús (Jesuítas). Un baluarte de verdad y orden ante el protestantismo.
Celebran hoy: Ign, Ignacia, Ignacio, Ignasi, Ignatius, Iñaki, Íñigo, Nacha, Nacho, Nasi, Natxo.
Ver másEn la ciudad de Toledo, en la Hispania Tarraconensis (hoy España), san Ildefonso, que fue monje y rector de su cenobio, y después elegido obispo. Autor fecundo de libros y de textos litúrgicos, se distinguió por su gran devoción hacia la santísima Virgen María, Madre de Dios.
Celebran hoy: Ildefonso.
Ver másEn Roma, en el cementerio de Ponciano, junto al "Oso peludo", sepultura de san Inocencio I, papa, que defendió a san Juan Crisóstomo, consoló a san Jerónimo y aprobó a san Agustín.
Celebran hoy: Inocencio.
Ver másMemoria de san Ireneo, obispo, que, como escribe san Jerónimo, de niño fue discípulo de san Policarpo de Esmirna y conservó con fidelidad el recuerdo de los tiempos apostólicos. Ordenado presbítero en Lyon, fue el sucesor del obispo san Potino y, según cuenta la tradición, murió coronado por un glorioso martirio. Trató de muchas maneras acerca de la tradición apostólica y escribió egregios libros para defender la fe católica contra los herejes de aquel tiempo (c. 200).
Ver másEn Córdoba, en la provincia hispánica de Andalucía, san Isaac, mártir, que, siendo monje, en tiempo de la dominación musulmana, llevado por un impulso no humano sino divino, salió del monasterio de Tábanos para presentarse ante el juez y hablarle acerca de la verdadera religión, y por esta razón fue decapitado.
Ver másEn Spoleto, en la Umbría, san Isaac, monje, oriundo de las regiones de Siria y fundador del monasterio de Monte Luco, cuyas virtudes conmemora el papa san Gregorio I Magno (c. 550).
Ver másConmemoración de san Isaías, profeta, que en tiempo de Ozías, Jotam, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, fue enviado a un pueblo infiel y pecador, para manifestarle al Dios fiel y salvador, en cumplimiento de las promesas que Dios juró a David. Conforme ha transmitido la tradición existente entre los judíos, murió martirizado bajo el reinado de Manasés (s. VIII a. C.).
Celebran hoy: Isaías.
Ver másArzobispo, Doctor de la Iglesia, teólogo, historiador. Reconocido como el hombre mas sabio de su época.
Ver másEs el patrono de los agricultores y de Madrid. Agricultor madrileño que destacó por su piedad y su generosidad.
Celebran hoy: Isidro.
Ver másEn un castillo cerca de Tréguier, en la Bretaña Menor, en Francia, san Ivo, presbítero, que ejerció la justicia sin acepción de personas, fomentó la concordia, defendió por amor de Cristo las causas de los huérfanos, viudas y pobres, y acogió en su casa a esos mismos desfavorecidos.
Celebran hoy: Ivo.
Ver másSan Jenaro, obispo de Benevento, mártir por Cristo en Puzzuoli, cerca de Nápoles, en la Campania, en tiempo de persecución contra la fe cristiana (s. IV).
Celebran hoy: Jenaro.
Ver másConmemoración de san Jeremías, profeta, que vivió en tiempo de Joaquim y Sedecías, reyes de Judá. Profetizó la ruina de la Ciudad Santa y la deportación del pueblo, sufriendo muchas persecuciones a causa de ello, por lo que la Iglesia lo considera figura de Cristo sufriente. Predijo, además, que la nueva y eterna Alianza alcanzaría su plenitud en el mismo Cristo Jesús; más aún, que, por medio de él, Dios Padre todopoderoso escribiría su ley en el corazón de los hijos de Israel, a fin de que Él mismo fuese su Dios y ellos fuesen su pueblo.
Celebran hoy: Jere, Jeremías, Jeremy.
Ver másMemoria de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Dalmacia, estudió en Roma, cultivando con esmero todos los saberes, y allí recibió el bautismo cristiano. Después, captado por el valor de la vida contemplativa, se entregó a la existencia ascética yendo a Oriente, donde se ordenó de presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, hasta que, fijando su residencia en Belén de Judea vivió una vida monástica dedicado a traducir y explanar las Sagradas Escrituras, revelándose como insigne doctor. De modo admirable fue partícipe de muchas necesidades de la Iglesia y, finalmente, llegando a una edad provecta, descansó en la paz del Señor.
Celebran hoy: Jerónimo.
Ver másNació en Venecia el año 1486. Abandonó la carrera de las armas para consagrarse al servicio de los pobres entre quienes distribuyó sus bienes. Fundó la Orden de los Clérigos Regulares de Somasca, para socorrer a los niños huérfanos y pobres. Murió en Somasca (Bérgamo) el año 1537.
Ver másMemoria de san Joaquín y santa Ana, padres de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, cuyos nombres se conservaron gracias a tradición de los cristianos.
Celebran hoy: Joaco, Joako, Joaquim, Joaquín, Juaquín, Quim.
Ver másSan Jorge, mártir de Capadocia, patrón de Reino Unido (George), Cataluña (Jordi), Aragón (Chordi) y muchos otros lugares. La leyenda lo recuerda matando a un dragón para salvar a una princesa.
Celebran hoy: George, Georgina, Giorgio, Jordi, Jordy, Jorge.
Ver másEsposo de la Virgen María, padre putativo de Jesús. Patrono de la familia, patrono de la Iglesia Universal, patrono del trabajo y los obreros, patrono de América, China, Canadá, Corea, México, Austria, Bélgica, Bohemia, Croacia, Perú y Vietnam.
Celebran hoy: Chema, Giuseppe, Ioseba, José, José Manuel, José María, Joseba, Josep, Josep Maria, Joseph, Jusef, Pep, Pepe, Pepelu, Txema, Xema, Xose Manoel.
Ver másEn Chieri, cerca de Turín, en el Piamonte, san José Benito Cottolengo (Giusseppe Benedetto Cottolengo), presbítero, que, confiando solamente en el auxilio de la Divina Providencia, abrió una casa para acoger a toda clase de pobres, enfermos y abandonados.
Ver másEn Turín, del Piamonte, en Italia, san José Cafasso, presbítero, que se dedicó a la formación espiritual y científica de clérigos, y a reconciliar con Dios a los presos de la cárcel y a los condenados a muerte.
Ver másDiscípulo a escondidas de Cristo, que dio la cara por él en el momento más duro: para pedir a Pilatos recoger Su Cuerpo muerto de la Cruz y enterrarlo en el sepulcro.
Ver másSan José de Calasanz, fundador de la Orden de las Escuelas Pías, primero en evangelizar en "la Piedad y Las Letras" a todos los niños pobres y ricos, nacido en Peralta de la Sal, fue el primer hombre en crear un sistema educativo gratuito del mundo a cualquier niño de cualquier clase social y de cualquier culto religioso, siguiendo a Dios al Escuchar la voz del Señor, que le dijo: "José, entrégate a los pobres. Enseña a estos niños y cuida de ellos". Murió en Roma, Italia, a los 91 años de edad. El Papa Pío XII le declaró en 1948 "celestial patrono de todas las escuelas populares cristianas".
Ver másEn Osimo, en la región Picena, en Italia, san José de Cupertino, presbítero de la Orden de Hermanos Menores Conventuales, célebre, en circunstancias difíciles, por su pobreza, humildad y caridad para con los necesitados de Dios. Patrón de los estudiantes, pilotos, astronautas, aviadores, viajeros de avión.
Ver másSan José Obrero, el carpintero de Nazaret, que con su trabajo remedió las necesidades de María y de Jesús e inició al Hijo de Dios en los trabajos de los hombres. Por esta razón, en este día, en el que se celebra la fiesta del trabajo en muchas partes del mundo, los obreros cristianos honran a san José como modelo y patrono suyo.
Ver másEn Barcelona, en España, san José Oriol (Sant Josep Oriol), presbítero, quien, con la mortificación corporal, el cultivo de la pobreza y la continua oración, mantuvo una constante unión con Dios, enriquecido de dones celestiales.
Celebran hoy: Oriol, Uri.
Ver másSanto español de la ilustre familia Pignatelli uno de cuyos vástagos fue elevado al mismísimo puesto de sucesor de Pedro en la persona del Pontífice Inocencio XII y cuyas raíces se hunden en la historia hasta rayar la leyenda.
Ver másSacerdote español, fundador del Opus Dei y de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.
Celebran hoy: Josemaría.
Ver másConmemoración de san Josué, personaje de la Biblia, hijo de Nun, siervo del Señor, que al recibir la imposición de manos por Moisés, fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la tierra de promisión (Jos, 1, 1).
Ver másMemoria del martirio de san Juan Bautista, al que Herodes Antipas retuvo encarcelado en la fortaleza de Maqueronte y a quien, en el día de su cumpleaños, mandó decapitar a petición de la hija de Herodías. De esta suerte, el Precursor del Señor, como lámpara encendida y resplandeciente, tanto en la muerte como en la vida dio testimonio de la verdad (s. I).
Ver másSolemnidad de la Natividad de san Juan Bautista, Precursor del Señor, que estando aún en el seno materno, al quedar éste lleno del Espíritu Santo, exultó de gozo por la próxima llegada de la salvación del género humano. Su nacimiento profetizó la Navidad de Cristo el Señor, y brilló con tal esplendor de gracia, que el mismo Jesucristo dijo que no hubo entre los nacidos de mujer nadie tan grande como Juan el Bautista.
Celebran hoy: Baptiste, Bautista, Giancarlo, Giovani, Giovanni, Giovanny, Ian, Iván, Jan, Jean, Jhon, Jhonny, Joan, Joan Maria, Johan, Johannes, John, Johnny, Juan, Juanan, JuanCarlo, Juanfra, Juanlu, JuanMa, Xoan, Yohan, Yovany, Yvan.
Ver másMemoria de san Juan Bautista de la Salle, presbítero, que en Reims, de Normandía, en Francia, se dedicó con ahínco a la instrucción humana y cristiana de los niños, en especial de los pobres, instituyendo la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, por la cual soportó muchas tribulaciones, siendo merecedor de gratitud por parte del pueblo de Dios.
Ver másGiovanni Melchior Bosco Ochienna conocido simplemente como <strong>Don Bosco</strong> es un santo italiano. Fundador de las tres ramas de la Familia Salesiana: Sociedad de San Francisco de Sales (Congregación Salesiana), Instituto de las Hijas de María Auxiliadora y Asociación de Salesianos Cooperadores.
Ver másMemoria de san Juan, obispo de Constantinopla y doctor de la Iglesia, antioqueño de nacimiento, que, ordenado presbítero, llegó a ser llamado "Crisóstomo" por su gran elocuencia. Gran pastor y maestro de la fe en la sede constantinopolitana, sufrió el destierro por la facción de sus enemigos, y al volver del exilio por decreto del papa san Inocencio I, como consecuencia de los maltratos recibidos de sus guardas durante el camino de regreso, entregó su alma a Dios en Comana, localidad del Ponto, el catorce de septiembre.
Ver másNacido en Damasco en el año 675, renunció a la vida acomodada que le proporcionaba el cargo político de su padre en entró en el monasterio de Sabas. De allí pasará a Jerusalén a la iglesia del Santo Sepulcro. En ambos lugares destaca por su intensa actividad literaria, que podría compararse con San Isidoro de Sevilla en Occidente. Destacó en la querella iconoclasta, una de las veces que se intentó eliminar la iconografía cristiana, con una defensa del culto tradicional explicando la verdadera naturaleza del homenaje que se les rendía a las imágenes que llegó a todo el orbe conocido. La Iglesia lo recuerda el 4 de Diciembre, aunque en muchos sitios se mantiene la fecha tradicional antigua de festejarlo el 27 de Marzo.
Ver másEn Berveley, en Northumbria, san Juan, obispo de Hexham, y después de York, en Inglaterra, que unió el trabajo pastoral a la oración en soledad y, después de haber renunciado a su cargo, transcurrió los últimos años de su vida en el monasterio que él mismo había fundado.
Ver másSan Juan de Capistrano, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, que luchó en favor de la disciplina regular, estuvo al serviciode la fe y costumbres católicas en casi toda Europa, y con sus exhortaciones y plegarias sustentó el fervor del pueblo fiel, defendiendo también la libertad de los cristianos. En la localidad de Ujlak, junto al Danubio, en el reino de Hungría, descansó en el Señor.
Ver másSan Juan de Dios, religioso, nacido en Portugal, que después de una vida llena de peligros en la milicia humana, prestó ayuda con constante caridad a los necesitados y enfermos en un hospital fundado por él, y se asoció compañeros, con los cuales constituyó después la Orden de Hospitalarios de San Juan de Dios. En este día, en la ciudad de Granada, en España, pasó al eterno descanso.
Ver másJuan Wacienga (San Juan de Kety, Kanty, Cancio o Kenty), presbítero y filósofo polaco, Patrono de Polonia, el cual, siendo sacerdote, se dedicó a la enseñanza durante muchos años en la Academia de Cracovia, después recibió el encargo pastoral de la parroquia de Olkusia, en donde, añadiendo a la recta fe un cúmulo de virtudes, se convirtió para los cooperadores y discípulos en ejemplo de piedad y caridad hacia el prójimo, y después emigró a los gozos celestiales en Cracovia, ciudad de Polonia.
Ver másNació en 1542 en la provincia de Ávila (España). Tras la muerte de su padre, la familia debe emigrar a Medina del Campo. Entra en el Colegio de la Doctrina, siendo acólito de las Agustinas de la Magdalena, donde le conoció don Alonso Álvarez de Toledo quien lo colocó en el hospital de la Concepción y le costea los estudios para sacerdote. Los jesuitas fundan en 1551 su colegio y allí estudió Humanidades. En 1567 lo ordenaron sacerdote. Entonces tiene lugar el encuentro fortuito con la madre Teresa en las casas de Blas Medina. nicia su vida de carmelita descalzo en Duruelo y ahora cambia de nombre, adoptando el de Juan de la Cruz. Pasa año y medio de austeridad, alegría, oración y silencio en casa pobre entre las encinas. Luego, la expansión es inevitable; reclaman su presencia en Mancera, Pastrana y el colegio de estudios de Alcalá; ha comenzado la siembra del espíritu carmelitano. La monja Teresa quiere y busca confesores doctos para sus monjas; ahora dispone de confesores descalzos que entienden -porque lo viven- el mismo espíritu. Por cinco años es Juan el confesor del convento de la Encarnación de Ávila. La confianza que la reformadora tiene en el reformador -aunque posiblemente no llegó a conocer toda la hondura de su alma- se verá de manifiesto en las expresiones que emplea para referirse a él; le llamará "senequita" para referirse a su ciencia, "santico de fray Juan" al hablar de su santidad, previendo que "sus huesecicos harán milagros". Morirá en 1591.
Ver másSan Juan Diego Cuauhtlatoatzain, de la estirpe indígena nativa, varón provisto de una fe purísima, de humildad y fervor, que logró que se construyera un santuario en honor de la Bienaventurada María Virgen de Guadalupe, en la colina de Tepeyac, en la ciudad de México, en donde se le había aparecido la Madre de Dios.
Ver másSan Juan Eudes, presbítero, que durante muchos años se dedicó a la predicación en las parroquias y después fundó la Congregación de Jesús y María, para la formación de los sacerdotes en los seminarios, y otra de religiosas de Nuestra Señora de la Caridad, para fortalecer en la vida cristiana a las mujeres arrepentidas. Fomentó de una manera especial la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, hasta que en Caen, de la región de Normandía, en Francia, descansó piadosamente en el Señor.
Ver másAutor del cuarto evangelio, de las tres cartas que llevan su nombre en el NT y del Apocalipsis. Su símbolo es el águila (por su visión mística elevada) y un libro (por su escritos llenos del Espíritu Santo). Es patrón de teólogos y escritores.
Ver másEn el monasterio de Passignano, en la Toscana, san Juan Gualberto, abad, que después de perdonar por el amor de Cristo al asesino de un hermano suyo, vistió el hábito monástico, y más tarde, deseando practicar una vida de mayor austeridad, puso los cimientos de una nueva familia monástica en Valumbrosa.
Ver másSan Juan Leonardi, presbítero, que dejó la ciudad de Luca, en la Toscana, donde ejercía como farmacéutico, para llegar a ser sacerdote, y con el fin de enseñar a los niños la doctrina cristiana, restaurar la vida apostólica del clero y propagar la fe cristiana, instituyó la Orden de Clérigos Regulares, más tarde llamados de la Madre de Dios, debiendo sufrir por ello muchas contradicciones. También inició el Colegio de Propaganda Fide, en el que, agotado por los trabajos, descansó piadosamente.
Ver másEn Lima, en el Perú, san Juan Macías, religioso dominico, que, dedicado por mucho tiempo a oficios humildes, atendió con diligencia a pobres y enfermos y rezó asiduamente el Rosario por las almas de los difuntos.
Ver másJuan María Bautista Vianney (a veces escrito Juan Vianey), el Santo Cura de Ars, Es patrón de los sacerdotes; ejemplo de virtud, confesor, promotor de la Eucaristía y de la devoción Mariana. Nació cerca de Lyon el año 1786. Tuvo que superar muchas dificultades para llegar por fin a ordenarse sacerdote. Se le confió la parroquia de Ars, en la diócesis de Belley, y el santo, con una activa predicación, con la mortificación, la oración y la caridad, la gobernó, y promovió de un modo admirable su adelanto espiritual. Estaba dotado de unas cualidades extraordinarias como confesor, lo cual hacía que los fieles acudiesen a él de todas partes, para escuchar sus santos consejos. Murió el año 1859.
Ver másEn la ciudad de Filadelfia, del estado de Pensilvania, en los Estados Unidos de Norteamérica, san Juan Nepomuceno Neumann, obispo, de la Congregación del Santísimo Redentor, quien se distinguió por su solicitud a favor de los inmigrantes pobres, ayudándoles con sus consejos y su caridad, así como en la educación cristiana de los niños.
Ver másEn el pueblo La Louvesc, cerca de Anency, en Francia, san Juan Francisco Regis, presbítero de la Compañía de Jesús, el cual, peregrinando por los montes y aldeas, procuró sin descanso la renovación de la fe católica en las almas de los habitantes por la predicación y la celebración del sacramento de la penitencia.
Ver másCarlos José Wojtyla nació en Wadowic, Polonia, el año 1920. Ordenado presbítero y realizados sus estudios de teología en Roma, regresó a su patria donde desempeñó diversas tareas pastorales y universitarias. Nombrado Obispo auxiliar de Cracovia, pasó a ser Arzobispo de esa sede en 1964; participó en el Concilio Vaticano II. Elegido Papa el 16 de octubre de 1978, tomó el nombre de Juan Pablo II, se distinguió por su extraordinaria actividad apostólica, especialmente hacia las familias, los jóvenes y los enfermos, y realizó innumerables visitas pastorales en todo el mundo. Los frutos más significativos que ha dejado en herencia a la Iglesia son, entre otros, su riquísimo magisterio, la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica y los Códigos de Derecho Canónico para la Iglesia Latina y para las Iglesias Orientales. Murió piadosamente en Roma, el 2 de abril del 2005, vigilia del Domingo II de Pascua, o de la Divina Misericordia.
Ver másJudas, por sobrenombre Tadeo, es aquel apóstol que en la última cena preguntó al Señor por qué se manifestaba a sus discípulos y no al mundo. Es autor de una de las cartas del Nuevo Testamento. Como San Simón Apóstol, predicó el evangelio en Asia y fue mártir.
Celebran hoy: Judas.
Ver másEn Toledo, en Hispania, san Julián, obispo, que reunió tres concilios en esta ciudad y expuso con escritos la doctrina ortodoxa, dando muestras de caridad y celo por las almas.
Celebran hoy: Julián, Julien.
Ver másEn Roma, en el cementerio de Calepodio, en el tercer miliario de la vía Aurelia, sepultura del papa san Julio I, quien, frente a los ataques de los arrianos, custodió valientemente la fe del Concilio de Nicea, defendió a san Atanasio, perseguido y exiliado, y reunió el Concilio de Sardica.
Celebran hoy: Julio.
Ver másMemoria de san Justino, mártir, que, como filósofo que era, siguió íntegramente la auténtica sabiduría conocida en la verdad de Cristo, la cual confirmó con sus costumbres, enseñando lo que afirmaba y defendiéndola con sus escritos. Al presentar al emperador Marco Aurelio, en Roma, su Apología en favor de la religión cristiana, fue conducido ante el prefecto Rústico y, por confesar que era cristiano, fue condenado a la pena capital (c. 165).
Celebran hoy: Justino.
Ver másEn Nitra, en los montes Cárpatos, muerte de san Ladislao, rey de Hungría, que restableció en su reino las leyes cristianas dictadas por san Esteban, corrigió las costumbres, dando él mismo ejemplo de virtud, y propagó la fe cristiana en Croacia, que había sido incorporada al reino húngaro, estableciendo la sede episcopal de Zagreb. Murió cuando se disponía a una guerra con Bohemia, siendo enterrado en Varadino, en Transilvania.
Celebran hoy: Ladislao.
Ver másConocemos a Lázaro por el Evangelio. Vive en Betania con sus hermanas Marta y María y son amigos de Jesús. La primera y principal fuente de información que tenemos de Lázaro es el Evangelio. Muerto tras una corta enfermedad, Jesús lo resucita ante el asombro de familiares y enterradores. Este Lázaro histórico es un ejemplo al que muchos nos gustaría aspirar. Con Jesús entre sus amigos, acogiéndolo en su casa en al menos tres ocasiones, Jesús le cuida y le quiere hasta el punto de resucitarlo.
Celebran hoy: Lázaro.
Ver másMiembro de una familia hispano-romana de Cartagena, Leandro nació alrededor del año 549. Tuvo parte en la conversión al catolicismo de san Hermenegildo y luego de su hermano Recaredo, lográndose con ello la unidad católica de la nación. Fue Arzobispo de Sevilla y presidió el Concilio III de Toledo (año 589). Su influencia fue decisiva en el desarrollo y esplendor posterior de la iglesia hispano-visigoda. Murió hacia el año 600 y su cuerpo se trasladó a la catedral hispalense.
Celebran hoy: Leandra, Leandro.
Ver másEn Roma, en la basílica de San Pedro, san León IX, papa, que primero fue obispo de Tulle durante veinticinco años, defendiendo enérgicamente a su grey, y una vez elegido para la sede romana, reunió varios sínodos para la reforma de la vida del clero y la extirpación de la simonía.
Ver másHay días con recuerdos de santos especiales, y hoy (y mañana) son de estos días. En este caso es el papa León, nacido en Toscana (Italia), llegó a Papa en el año 440. Es recordado en los textos de historia por el prestigio moral y político que demostró ante la amenaza de los Hunos de Atila (a los que logró detener sobre el puente Mincio) y de los Vándalos (cuya ferocidad mitigó en el saqueo de Roma del 455). Hasta nosotros han llegado 96 sermones y 173 cartas suyas. León fue el primer Papa que recibió de la posteridad el epíteto de "magno", grande, no sólo por las cualidades literarias y la firmeza con la que mantuvo en vida al decadente imperio de Occidente, sino por la solidez doctrinal que demuestra en sus cartas. Murió tal día como hoy en el año 461.
Ver másFiesta de san Lorenzo, diácono y mártir, que deseó ardientemente acompañar al papa Sixto II en su martirio. Según cuenta san León Magno, recibió del tirano la orden de entregar los tesoros de la Iglesia, y él, burlándose, le presentó a los pobres en cuyo sustento y abrigo había gastado abundantes riquezas. Por la fe de Cristo, tres días más tarde superó el tormento del fuego, y el instrumento de su tortura se convirtió en distintivo de su triunfo, siendo enterrado su cuerpo en el cementerio de Campo Verano, que desde entonces fue llamado con su nombre.
Celebran hoy: Lauren, Laurent, Llorenç, Loren, Lorenzo.
Ver másSan Lorenzo de Brindis, presbítero y doctor de la Iglesia, de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, predicador incansable por varias naciones de Europa, que de caracter sencillo y humilde, cumplió fielmente todas las misiones que se le encomendaron, como la defensa de la Iglesia ante los turcos que intentaban dominar Europa, la reconciliación de príncipes enfrentados y el gobierno de su Orden religiosa. Murió en Lisboa, en Portugal, el veintidós de julio de 1619.
Ver másSantos Lorenzo de Manila Ruiz y quince compañeros mártires, tanto presbíteros como religiosos y seglares, sembradores de la fe cristiana en Filipinas, Formosa y otras islas japonesas, a causa de lo cual, por decreto del supremo jefe del Japón, Tokugawa Yemitsu, en dis tintos días consumaron en Nagasaki su martirio por amor a Cristo, pero celebrados en única conmemoración (1633-1637). Sus nombres son: santos Domingo Ibáñez de Erquicia, Jacobo Kyuhei Gorobioye Tomonaga, Antonio González, Miguel de Aozaraza, Guillermo Courtet, Vicente Shiwozuka, Lucas Alfonso Gorda, Jordán (Jacinto) Ansalone y Tomás Hioji Rokuzayemon Nishi, presbíteros de la Orden dominicana; Francisco Shoyemon, Miguel Kurobioye y Mateo Kohioye, religiosos de la misma Orden; Magdalena de Nagasaki, virgen de la Tercera Orden de San Agustín; Marina de Omura, virgen de la Tercera Orden dominicana; Lázaro de Kyoto, seglar.
Ver másAutor del tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles, en el que se narran los orígenes de la vida de la Iglesia hasta la primera prisión de San Pablo en Roma. Su símbolo es un toro o novillo.
Celebran hoy: Luca, Lucas, Luka, Lukas.
Ver másMemoria de san Luis Gonzaga, religioso, quien, nacido de nobilísima estirpe y admirable por su inocencia, renunció a favor de su hermano el principado que le correspondía e ingresó en la Compañía de Jesús, sucumbiendo, apenas adolescente, por haber asistido durante una grave epidemia a enfermos contagiados.
Celebran hoy: Luiggi, Luigi.
Ver másSan Luis María Grignon de Montfort, presbítero, que evangelizó las regiones occidentales de Francia anunciando el misterio de la Sabiduría Eterna y fundó dos congregaciones. Predicó y escribió acerca de la Cruz de Cristo y de la verdadera devoción hacia la Santísima Virgen, y después de convertir a muchos, descansó de su peregrinación terrena en la aldea de Saint-Laurent-sur-Sèvre.
Ver másSan Marcelino José Benito Champagnat Chirat, fundador de la Congregación de los Hermanos Maristas o los Hermanitos de María, entrega su vida a la educación de los jóvenes pobres que desconocían a su Padre Celestial, fundando a los hermanitos de María, hermanos religiosos quienes al no ser sacerdotes entregan su vida por completo a la educación de niños y jóvenes para que amen y conozcan a su Santísima Madre y a su Padre Dios.
Ver másEn Roma, en el cementerio de Balbina, en la Vía Ardeatina, santos Marcos y Marceliano, gemelos, mártires en la persecución bajo el emperador Diocleciano, a los que hermanó el sufrimiento (c. 304).
Celebran hoy: Marce, Marcelino.
Ver másEn Tánger, de Mauritania, pasión de san Marcelo, centurión, que el día del cumpleaños del emperador, mientras los demás sacrificaban, se quitó las insignias de su función y las arrojó al pie de los estandartes, afirmando que por ser cristiano no podía seguir manteniendo el juramento militar, pues debía obedecer solamente a Cristo, e inmediatamente fue degollado, consumando así su martirio.
Celebran hoy: Marcelo.
Ver másEn Roma, en el cementerio de Balbina, en la Vía Ardeatina, santos Marcos y Marcelino, gemelos, mártires en la persecución bajo el emperador Diocleciano, a los que hermanó el sufrimiento (c. 304).
Ver másFiesta de san Marcos, evangelista, que en primer lugar siguió a san Pablo, en Jerusalén, en el trabajo apostólico, y más adelante siguió los pasos de san Pedro, que lo llama su hijo. Se dice que su evangelio recogió la catequesis de Pedro a los romanos y que fue el que instituyó la Iglesia de Alejandría (s. I).
Celebran hoy: Marc, Marco, Marcos, Markus.
Ver másEn Braga, en Portugal, <strong>san Martín de Dumio</strong> o <strong>Martin Dumiense</strong>, obispo, que siendo oriundo de Panonia, rigió primero la sede de Dumio y después la de Braga, y con su celo y predicación los suevos abandonaron la herejía arriana y abrazaron la fe católica.
Ver másNació Martín el 8 de diciembre de 1579, hijo de un importante hidalgo y de una mulata, en Lima (Perú). Martín comenzó a familiarizarse con el bien retribuido oficio de barbero, que en aquella época era bastante más que sacar dientes, extraer muelas o hacer sangrías. Martín supo hacerse un experto por pasar como ayudante de un excelente médico español. De ello comenzó a vivir y su trabajo le permitió ayudar de modo eficaz a los pobres que no podían pagarle. Por su barbería pasarán igual labriegos que soldados, irán a buscar alivio tanto caballeros como corregidores. Pero lo que hace ejemplar a su vida no es sólo la repercusión social de un trabajo humanitario bien hecho. Más es el ejercicio heroico y continuado de la caridad que dimana del amor a Jesucristo, a Santa María. Por el ejercicio de su trabajo y por su sensibilidad hacia la religión tuvo contacto con los monjes del convento dominico del Rosario donde pidió la admisión como donado para pasar luego a hermano. De todas la virtudes que poseía Martín de Porres sobresalía la humildad, siempre puso a los demás por delante de sus propias necesidades. En una ocasión el convento tuvo serios apuros económicos y el Prior se vio en la necesidad de vender algunos objetos, ante esto, Martín de Porres se ofreció a ser vendido como esclavo para remediar la crisis. Murió tal día como hoy en 1639.
Ver másNació en Sabaria, en Panonia (Hungría) hacia el año 316. Es harto conocida la narración del episodio de San Martín que, cabalgando envuelto en su amplio manto de guardia imperial, encontró a un pobre que tiritaba de frío, con gesto generoso cortó su manto y le dio la mitad al pobre. Por la noche, en sueños, vio a Jesús envuelto en la mitad de su manto, sonriéndole agradecido. A los 18 años recibe el bautismo y, tras un período de eremita, funda el monasterio de Ligugé y el de Marmoutier. Posteriormente fue elegido obispo de Tours, donde revolucionó la diócesis durante sus 27 años de vida episcopal con su amor hacia los pobres y necesitados. Se le considera el primer santo no mártir con fiesta litúrgica.
Celebran hoy: Martí, Martín.
Ver másUno de los doce Apóstoles y autor del primer Evangelio. Su símbolo es un hombre o un hombre con alas. Es patrón de los banqueros, de los contables y de las fuerzas de seguridad, de aduaneros, loteros, expendedurías de tabaco y recaudadores de Hacienda
Celebran hoy: Mateo, Mateu, Mathias, Matthew.
Ver másEn Agauno (hoy Saint Maurice d´Agaune), en la región de Valais, en el país de los helvecios, santos mártires Mauricio, Exuperio, Cándido, que siendo soldados, al decir de san Euquerio de Lyon, fueron sacrificados por su fe en Cristo, en tiempo del emperador Maximiano, juntamente con sus compañeros de la misma legión Tebea y el veterano Víctor, ilustrando así a la Iglesia con su gloriosa pasión (c. 302).
Ver másEn Glanfeuil, junto al río Loire, en el territorio de Anjou, de la Galia (hoy Francia), san Mauro, abad (s. VI/VII).
Celebran hoy: Mauro.
Ver másEn Ravena, en la provincia de Flaminia, san Maximiano, obispo, que cumplió con fidelidad su función episcopal y luchó contra los herejes de la época en favor de la unidad de la Iglesia.
Celebran hoy: Maximiano.
Ver másEn Tebeste, de Numidia, san Maximiliano, mártir, que siendo hijo del veterano Víctor, y llamado también al ejército, respondió al procónsul Diono que a un fiel cristiano no le era lícito ser soldado y, habiendo rehusado el juramento militar, fue degollado.
Celebran hoy: Max, Maxi, Maximiliano, Maxy.
Ver másSacerdote franciscano polaco que fue asesinado por los Nazis en un campo de concentración, tras entregar voluntariamente su vida acambio de la de un padre de familia.
Ver másEn Tréveris, en la Galia Bélgica, san Maximino, obispo, que, como valiente defensor de la integridad de la fe frente a los arrianos, acogió fraternalmente a san Atanasio de Alejandría y a otros obispos desterrados y, siendo expulsado de su sede por sus enemigos, murió en Poitiers, su tierra natal (c. 346).
Celebran hoy: Maximino.
Ver másEn Turín, en la provincia de Liguria, san Máximo, primer obispo de esta sede, que llamó al pueblo pagano a la fe de Cristo con su paterna palabra, y con sólida doctrina lo condujo al premio de la salvación eterna (c. 408-423).
Ver másEn Souvigny, de Borgoña, san Mayolo o Mayeul , abad de Cluny, quien, firme en la fe, seguro en la esperanza y repleto de una doble caridad, renovó numerosos monasterios de Francia e Italia.
Celebran hoy: Mayolo.
Ver másEn Soissons, de nuevo en la Galia, san Medardo, obispo de Viromande, quien trasladó su sede de esa ciudad a la de Noyon, desde la cual trabajó para convertir al pueblo de la superstición pagana a la doctrina de Cristo.
Celebran hoy: Medardo.
Ver másMemoria de los santos Cirilo, monje, y Metodio, obispo, hermanos nacidos en Tesalónica, que fueron enviados a Moravia por el obispo Focio de Constantinopla para predicar la fe cristiana, y allí inventaron signos propios para traducir del griego a la lengua eslava los libros sagrados. Son co-patrones de Europa.
Ver másEn Tréveris, en la Galia Bélgica, san Modesto, obispo (c. 480).
Celebran hoy: Modesto.
Ver másMemoria de san Moisés, profeta, a quien Dios eligió para liberar al pueblo oprimido en Egipto y conducirlo a la tierra de promisión. También se le reveló en el monte Sinaí, diciéndole: «Yo soy el que soy», y le propuso la ley para regir la vida del pueblo elegido. Murió lleno de días en el monte Nebo, en tierra de Moab, a las puertas de la tierra de promisión.
Celebran hoy: Moisés.
Ver másConmemoración de san Narciso, obispo de Jerusalén, merecedor de alabanzas por su santidad, paciencia y fe. Acerca de cuándo debía celebrarse la Pascua cristiana, manifestó estar de acuerdo con el papa san Víctor, y que no había otro día que el domingo para celebrar el misterio de la Resurrección de Jesucristo. Descansó en el Señor a la edad de ciento dieciséis años (c. 222).
Celebran hoy: Narcís, Narciso.
Ver másNació en Patara (Turquía). Desde pequeño destacó por su carácter desprendido y, a la muerte de sus padres, hereda una gran fortuna que pone al servicio de los necesitados. Irá a vivir a Mira (Turquía), donde fue consagrado obispo. Fue detenido bajo el gobierno del emperador Licinio y liberado bajo el de Constantino. Participó en el Concilio de Nicea. Murió tal día como hoy en el año 345. Sus restos descansan en la italiana ciudad de Bari, y de allí el sobrenombre de San Nicolás de Bari, aunque jamás pisara esta ciudad. Las tradiciones y leyendas del santo son muy extendidas por todo el Orbe. En Alemania se le conoce como Nikolaus y Santa Claus en los países anglosajones.
Celebran hoy: Bari, Nicholas, Nicko, Nicky, Nico, Nicol, Nicola, Nicolás, Nicole, Nicolle, Niko, Niqolas.
Ver másEn la región montañosa vulgarmente llamada Ranft, junto a Sachseln, en Suiza, san Nicolás de Flüe, el cual, por inspiración divina, deseoso de otro género de vida dejó a su esposa y a sus diez hijos, retirándose al monte para abrazar la vida de anacoreta, donde llegó a ser célebre por su dura penitencia y desprecio del mundo. De su celda sólo salió una vez, y fue para apaciguar con una breve exhortación a quienes estaban a punto de enfrentarse en una guerra civil.
Ver másEn Tolentino, del Piceno, en Italia, san Nicolás, presbítero, religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que, fraile de rigurosa penitencia y oración asidua, severo consigo y comprensivo con los demás, se autoimponía muchas veces la penitencia de los otros.
Ver másSan Nicolás Pieck o Pick junto con otros diez franciscanos del convento de la pequeña ciudad holandesa de Gorcum, junto con otros ocho sacerdotes y religiosos, fueron martirizados por los calvinistas en Brielle por negarse a apostatar de la fe y, en especial, a retirar su obediencia al Papa.
Ver másEn Tours, de Neustria, tránsito de san Odón, abad de Cluny, que instauró la observancia monástica según la Regla de san Benito y la disciplina de san Benito de Aniano.
Celebran hoy: Odón.
Ver másEn Barcelona, de Cataluña, en España, san Olegario (Olegano), obispo, que asumió también la cátedra de Tarragona cuando esta antiquísima sede fue liberada del yugo de los musulmanes.
Celebran hoy: Olegario.
Ver másEn Egipto, san Onofre, anacoreta, que en el amplio desierto llevó vida religiosa por espacio de sesenta años.
Celebran hoy: Onofre.
Ver másSan Oscar o Ansgario, obispo de Hamburgo y después también de Brema, en Sajonia, el cual, siendo monje del monasterio de Corbie, fue designado por el papa Gregorio IV como legado para todas las tierras del norte de Europa, anunciando el Evangelio a grandes multitudes de Dinamarca y Suecia y consolidando allí la Iglesia de Cristo. Después de superar con ánimo invicto muchas dificultades, desgastado por sus trabajos murió en Brema.
Celebran hoy: Oscar, Oskar.
Ver másEn el lugar de Maserfield, posteriormente llamado Oswestria en su honor, en la región de Shropshire, en Inglaterra, san Osvaldo, mártir. Siendo rey de Northumbria se hizo ilustre por las armas, pero, más inclinado a la paz, propagó con decisión la fe cristiana en la región y, en un combate contra los paganos, fue muerto por el odio de éstos contra Cristo.
Ver másEn Bamberg, de Franconia, san Otón, obispo, que evangelizó con gran celo a los pomeranios.
Ver másSaulo pasó de ser uno de los más terribles perseguidores de los cristianos a ser San Pablo, el Apóstol de los Gentiles, que llevó la Fe en sus largos viajes por todo el mundo conocido. Escribió diversas cartas del Nuevo Testamento.
Celebran hoy: Pablito, Pablo, Pau, Paul, Paulo, Pavlo.
Ver másSan Pablo de la Cruz, presbítero, que desde su juventud destacó por su vida penitente, su celo ardiente y su singular caridad hacia Cristo crucificado, al que veía en los pobres y enfermos. Fundó la Congregación de los Clérigos Regulares de la Cruz y de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Ver másFiesta de la Conversión de san Pablo apóstol. Viajando hacia Damasco, cuando aún maquinaba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, el mismo Jesús glorioso se le reveló en el camino, eligiéndole para que, lleno del Espíritu Santo, anunciase el Evangelio de la salvación a los gentiles. Sufrió muchas dificultades a causa del nombre de Cristo (c. 67).
Ver másMemoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires, en Nagasaki, en Japón.
Ver másConmemoración de san Pafnucio, obispo en Egipto, que fue uno de aquellos confesores que, en tiempo del emperador Galerio Maximino, habiéndoles sacado el ojo derecho y desjarretado la pantorrilla izquierda, fueron condenados a las minas, y después, asistiendo al Concilio de Nicea, luchó denodadamente por la fe católica contra el arrianismo (s. IV).
Celebran hoy: Pafnucio.
Ver másEn Roma, conmemoración de san Pammaquio (Palmaquio o Pammaquio), senador, notable por su preparación en lo relativo a la fe y por su generosidad hacia los pobres. Por su piedad para con Dios fue fundado el título en el monte Celio.
Ver másSan Pancracio, mártir, que, según la tradición, murió en Roma en plena adolescencia (14 años) por su fe en Cristo, siendo sepultado en la vía Aurelia, a dos miliarios de la Urbe. El papa san Símaco levantó una célebre basílica sobre su sepulcro y el papa san Gregorio I Magno convocaba a menudo al pueblo en torno al mismo sepulcro, para que recibieran el testimonio del verdadero amor cristiano. En este día se conmemora la sepultura de este mártir romano (s. IV in.). Patrón de los Pasteleros.
Ver másEn Vienne, en la Galia Lugdunense, san Pascasio, obispo, célebre por su erudición y la santidad de sus costumbres (s. IV).
Ver másEn Villarreal, de la región de Valencia, en España, san Pascual Bailón, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, quien, mostrándose siempre diligente y benévolo hacia todos, honró constantemente el misterio de la santísima Eucaristía con ardiente amor. Patrono de los Congresos Eucarísticos y de las Cofradías del Santísimo Sacramento
Celebran hoy: Pascual.
Ver másSan Patricio, patrono de Irlanda, obispo, que, siendo joven, fue llevado cautivo desde Gran Bretaña a Irlanda, y después, recuperada la libertad, quiso ser contado entre los clérigos y regresar a la misma isla, donde, hecho obispo, anunció con vehemencia el Evangelio y organizó con firmeza la Iglesia, hasta que en la ciudad de Down se durmió en el Señor.
Celebran hoy: Pachi, Pat, Patizzio, Patri, Patricia, Patricio, Patrick, Patti, Patty, Patxi, Paty.
Ver másEl Príncipe de Los Apóstoles y primer papa. Piedra sobre la que Jesús fundó su iglesia.
Celebran hoy: Pedro, Pere, Pete, Peter, Petr, Petra, Piotr.
Ver másEn Tarragona, de la corona de Aragón, en España, beato Pedro Armengol (Pere Ermengol), que, siendo jefe de bandoleros, se convirtió a Dios y entró en la Orden de la Virgen María de la Merced, dedicando su vida a rescatar cautivos en África.
Ver másEn Rocca di Funone, cerca de Alatri, en el Lacio, muerte de san Pedro Celestino, el cual, después de haber abrazado la vida eremítica en el Abruzo con fama de santidad y siendo conocido por sus milagros, ya octogenario fue elegido Romano Pontífice, tomando el nombre de Celestino V, pero en el mismo año renunció al oficio y prefirió retirarse a la soledad.
Ver másSan Pedro Chanel, presbítero de la Sociedad de María y mártir, que dedicó su ministerio a atender a campesinos y niños, pero enviado después con algunos compañeros a evangelizar la Oceanía occidental, llegó a la isla de Futuna, donde no había aún cristianos y, a pesar de las muchas dificultades que encontró, con su singular mansedumbre convirtió a algunos, entre los cuales estaba el hijo del rey del lugar, que, furioso, lo mandó matar, siendo el primer mártir de Oceanía.
Ver másSan Pedro Claver, presbítero de la Compañía de Jesús, que en Nueva Cartagena, ciudad de Colombia, durante más de cuarenta años consumió su vida con admirable abnegación y eximia caridad para con los esclavos negros, bautizando con su propia mano a casi trescientos mil de ellos.
Ver másSan Pedro, "Crisólogo" de sobrenombre, obispo de Ravena y doctor de la Iglesia, que, habiendo recibido el nombre del santo apóstol, desempeñó su oficio tan perfectamente que consiguió capturar a multitudes en la red de su celestial doctrina, saciándolas con la dulzura de su palabra. Su tránsito tuvo lugar el día treinta y uno de este mes en Imola, en la región de la Emilia Romagna (c. 450).
Ver másMemoria de san Pedro Damiani (Damiano o Damián), cardenal obispo de Ostia y doctor de la Iglesia. Habiendo entrado en el eremo de Fonte Avellana, promovió denodadamente la vida religiosa y en los tiempos difíciles de la reforma de la Iglesia trabajó para que los monjes se dedicasen a la santidad de la contemplación, los clérigos a la integridad de vida y para que el pueblo mantuviese la comunión con la Sede Apostólica. Falleció el día 22 de febrero en Favencia, de la Romagna.
Ver másEn la villa de Arenas, en la región española de Castilla, san Pedro de Alcántara, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que adornado con el don de consejo y de vida penitente y austera, reformó la disciplina regular en los conventos de la Orden en España, siendo consejero de santa Teresa de Jesús en su obra reformadora de la Orden de los Carmelitas.
Ver másEn Aguilera, en la región española de Castilla, san Pedro de Regalado, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, conspicuo por la humildad y el rigor de la penitencia, que fundó dos conventos, para que en ellos viviesen sólo doce hermanos solitarios. Patrón de Valladolid.
Ver másEn Roma, San Pedro Favre, presbítero. Fue el primero entre los miembros de la Compañía de Jesús que mantuvo duros trabajos en distintas regiones de Europa. Murió en la ciudad de Roma, mientras se dirigía al Concilio Ecuménico de Trento.
Ver másEn Barcelona, en España, san Pedro Nolasco, presbítero, quien con san Ramón de Penyafort y el rey Jaime I de Aragón fundó, según se cree, la orden de la Bienaventurada María de la Merced, para la redención de los cautivos. Se entregó ardientemente con trabajo y esfuerzo a procurar la paz y a liberar del yugo de la esclavitud a los cristianos, en tiempo de los infieles.
Ver másEn Chihuahua, en México, san Pedro Maldonado, presbítero y mártir, que durante la persecución, arrestado mientras administraba el sacramento de la penitencia, alcanzó el triunfo del martirio al ser golpeado en la cabeza.
Ver másEn Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Pelayo, mártir, que a los trece años, por querer conservar su fe en Cristo y su castidad ante las costumbres deshonestas de Abd al-Rahmán III, califa de los musulmanes, consumó su martirio glorioso al ser despedazado con tenazas.
Celebran hoy: Pelayo.
Ver másEn Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Perfecto, presbítero y mártir, que fue encarcelado y después degollado por los sarracenos, por haber combatido la doctrina de Mahoma y confesado con firmeza su fe en Cristo.
Celebran hoy: Perfecto.
Ver másSanto capuchino italiano muy conocido por sus estigmas, su generoso trabajo como sacerdote y su testimonio de santificación del dolor.
Celebran hoy: Pío.
Ver másSan Pío V, papa, de la Orden de Predicadores, que, elevado a la sede de Pedro, se esforzó con gran piedad y tesón apostólico en poner en práctica los decretos del Concilio de Trento acerca del culto divino, la doctrina cristiana y la disciplina eclesiástica, promoviendo también la propagación de la fe. Se durmió en el Señor en Roma, el día primero del mes de mayo.
Ver másMemoria del papa san Pío X, que fue sucesivamente sacerdote con cargo parroquial, obispo de Mantua y después patriarca de Venecia. Finalmente, elegido Sumo Pontífice, adoptó una forma de gobierno dirigida a instaurar todas las cosas en Cristo, que llevó a cabo con sencillez de ánimo, pobreza y fortaleza, promoviendo entre los fieles la vida cristiana por la participación en la Eucaristía, la dignidad de la sagrada liturgia y la integridad de la doctrina.
Ver másMemoria de san Policarpo, obispo y mártir, discípulo de san Juan y el último de los testigos de los tiempos apostólicos, que en tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio Cómodo, cuando contaba ya casi noventa años, fue quemado vivo en el anfiteatro de Esmirna, en Asia, en presencia del procónsul y del pueblo, mientras daba gracias a Dios Padre por haberle contado entre los mártires y dejado participar del cáliz de Cristo (c. 155).
Celebran hoy: Policarpo.
Ver másEn Gaza, en Palestina, san Porfirio, obispo, el cual, nacido en Tesalónica, vivió como anacoreta en Scete durante cinco años, y otros tantos al otro lado del Jordán, siendo célebre por su benignidad hacia los pobres. Hecho obispo de Gaza, hizo demoler muchos templos de ídolos, cuyos seguidores le hicieron la vida difícil hasta que descansó venerable con los santos.
Celebran hoy: Porfirio.
Ver másEn Cesarea de Palestina, san Procopio, mártir, que en tiempo del emperador Diocleciano fue conducido desde la ciudad de Scytópolis a Cesarea, donde, por manifestar audazmente su fe, fue inmediatamente decapitado por el juez Fabiano (c. 303).
Ver másEn Milán, en la provincia de Liguria, santos Gervasio y Protasio, mártires, cuyos cuerpos fueron encontrados por san Ambrosio, el cual, en este día, los trasladó con toda solemnidad a la nueva basílica que había edificado.
Ver másEn Tarazona, en la Hispania Tarraconense, san Prudencio, obispo. Santo patrono de la provincia de Álava.
Ver másAbad del monasterio cisterciense de Fitero en Navarra, y fundador de la Orden militar de Calatrava.
Ver másNace en 1175 en Villafranca del Panadés (cerca de Barcelona, España). Rechazando una vida cómoda y alegre, se había dedicado desde muy joven a los estudios filosóficos y jurídicos; a los veinte años enseñaba filosofía en Barcelona, y a los treinta años, recién graduado, enseñaba jurisprudencia en Bolonia. Nombrado canónigo en Barcelona, entró en la orden de los dominicos y en 1238 fue nombrado Superior General. Redactó importantes obras de teología y moral y a los setenta años dejó su cargo para poder continuar en la enseñanza y en la pastoral. Murió con casi cien años.
Celebran hoy: Raimundo.
Ver másEn Cardona, de Cataluña, san Ramón Nonato, que fue uno de los primeros socios de san Pedro Nolasco en la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, y es tradición que, por el nombre de Cristo, sufrió mucho para la redención de los cautivos (c. 1240).
Ver másSan Renovato (Renato) fue obispo de Mérida y confesor de la Fe.
Celebran hoy: Renato.
Ver másEn Chichester, en Inglaterra, san Ricardo, obispo, que, desterrado por el rey Enrique III y restituido después en la sede, se mostró generoso en ayudar a los pobres.
Celebran hoy: Riki, Riqui.
Ver másEn Luca, de la Toscana, san Ricardo Rey, padre de los santos Willibaldo y Waldburgis, el cual, peregrinando junto con sus hijos desde Inglaterra a Roma, falleció durante el camino (c. 720).
Celebran hoy: Ricard, Ricarda, Ricardo, Ricerio, Richard, Richi, Rick, Ricki.
Ver másEn la ciudad de Reims, en Neustria (hoy Francia), san Rigoberto, obispo, que habiendo sido expulsado de su sede por Carlos Martel, en contra de lo dispuesto por los cánones, llevó una vida humilde.
Celebran hoy: Rigo, Rigoberto.
Ver másSan Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia, miembro de la Compañía de Jesús, que intervino de modo preclaro, con modos sutiles y peculiares, en las disputas teológicas de su tiempo. Fue cardenal, y durante algún tiempo también obispo entregado al ministerio pastoral de la diócesis de Capua, en Italia, desempeñando finalmente en la Curia romana múltiples actividades en defensa doctrinal de la fe.
Celebran hoy: Bob, Rob, Rober, Robert, Robertino, Roberto.
Ver másSan Romualdo, anacoreta y padre de los monjes Camaldulenses, quien, nacido en Rávena, deseoso de la vida y disciplina eremítica viajó por Italia durante varios años, fundando pequeños monasterios y promoviendo la vida evangélica entre los monjes, hasta que terminó sus trabajos en el monasterio de Valdicastro, en el Piceno.
Celebran hoy: Romualdo.
Ver másSanto ermitaño que redujo su espacio vital a la peana de una columna.
Celebran hoy: Rubén, Rubn.
Ver másEn Salzburgo, en Baviera, san Ruperto, obispo, que siendo originario de la región de Worms, a petición del duque Teodon se dirigió a Baviera y en la antigua ciudad de Juvavum edificó una iglesia y un monasterio, donde estuvo al frente como obispo y como abad, y desde allí difundió la fe cristiana (c. 718).
Celebran hoy: Ruperto.
Ver másFue uno de los santos más influyentes y significativos del anacoretismo en Oriente. Nace en el año 439 en Mutalasca (Turquía). Es admitido en el monasterio de Flaviano donde recibe educación. Al tener edad, pide la admisión en el monasterio con dieciocho años. Con el permiso de su abad, en el 457, marcha a los Santos Lugares y conoce los desiertos de Palestina. Pasa el invierno en el monasterio de Pasarion. Se consolida en él el amor al silencio y a la austeridad y por ello pasa al monasterio de Eutimio, próximo a Jerusalén, y luego a otro dirigido por Teoctisto donde hay una estricta observancia y disciplina. Su vida cobra verdadera dimensión de anacoreta en el apartamiento de todo y de todos en su gruta. Allí consume el tiempo con la oración abundante, la penitencia recia y el trabajo de hacer cestillos. Acuden a él fieles de todas partes; con frecuencia, también presbíteros y obispos. Corre por el mundo cristiano el nombre de Sabas. El Patriarca de Jerusalén lo nombra exarca de todos los monjes, eremitas y anacoretas del desierto. Muere tal día como hoy en el año 532.
Ver másConmemoración de san Samuel, profeta, quien llamado por Dios, siendo aún niño, fue después juez en Israel y, por mandato divino, ungió a Saúl como rey de su pueblo, pero rechazado éste por su falta de fidelidad, confirió también la unción real a David, de cuya descendencia había de nacer Cristo.
Celebran hoy: Sam, Samu, Samuel.
Ver másSoldado del Imperio Romano que fue martirizado en Roma por preferir la milicia de Cristo a la del emperador. Fue condenado a ser acribillado a flechas, pero sobrevivió. Al volver a dar testimonio de su fe, fue azotado hasta la muerte.
Celebran hoy: Bastián, Seba, Sebastià, Sebastián.
Ver másSon escasos los datos históricos que nos han llegado de este santo obispo. Vivió en la provincia romana tarraconense y se le sitúa en Barcelona hacia el año 300. Durante las persecuciones de Diocleciano, San Severo es elegido obispo de Barcelona, pero debe huir ante la persecución. No obstante, es capturado junto con otros sacerdotes y son hechos mártires en lo que hoy es San Cugat.
Celebran hoy: Severo.
Ver másJunto a Fabriano, en el Piceno, de Italia, san Silvestre Gozzolini, abad, que habiendo calado hasta el fondo la vanidad de todas las cosas del mundo, a la vista de la sepultura abierta de un amigo, fallecido poco antes, se fue al eremo, cambiando varias veces de sitio para permanecer más oculto a los hombres, y por fin, en el desierto, junto al monte Fano, trazó las bases de la Congregación de los Silvestrinos, bajo la Regla de san Benito.
Ver másSan Silvestre I, papa, que piadosamente rigió la Iglesia durante muchos años, tiempo en el cual Constantino Augusto construyó basílicas venerables, y en el Concilio Niceno aclamó a Cristo como Hijo de Dios. En este día su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Priscila.
Celebran hoy: Silvestre.
Ver másCerca de Antioquía, en Siria, san Simeón, monje, que durante muchos años vivió sobre una columna, por lo que recibió el sobrenombre de "Estilita", y cuya vida y trato con todos fueron admirables.
Ver másFiesta de los santos Simón y Judas, apóstoles, el primero apellidado Cananeo o Zelotas, y el segundo, hijo de Jacob, llamado también Tadeo, y que en la última cena preguntó al Señor acerca de su manifestación, recibiendo esta respuesta: El que me ame, observará mi palabra, y el Padre mío le amará, y vendremos a él y haremos nuestra mansión en él.
Celebran hoy: Simón.
Ver másEn Burdeos, en Gascuña, san Simón Stock, presbítero, que primero fue ermitaño en Inglaterra y después ingresó en la Orden de los Carmelitas, la cual rigió admirablemente, siendo célebre por su devoción singular a la Virgen María.
Ver másEn Roma, en la vía Apia, en el cementerio de Calixto, martirio de san Sixto II, papa, y de sus compañeros.
Celebran hoy: Sixto.
Ver másPapa de origen británico que combatió las herejías pelagiana y nestoriana en el siglo quinto.
Ver másEn Roma, san Sotero, papa, del que san Dionisio de Corinto alaba su egregia caridad hacia los hermanos y a los extranjeros necesitados y oprimidos por la necesidad o condenados a las minas.
Celebran hoy: Sotero.
Ver másEs uno de los santos medievales más populares, cuya figura se agrandó por el juego de la fábula y cuyos milagros verdaderos o menos contribuyeron a meterlo en las entrañas del pueblo.
Celebran hoy: Telmo.
Ver másEn Amasea, en el Helesponto, pasión de san Teodoro, soldado, que bajo el emperador Maximiano, por confesar abiertamente su fe cristiana, fue terriblemente azotado, recluido en la cárcel y finalmente quemado vivo. San Gregorio de Nisa cantó las alabanzas de este santo, en uno de sus discursos.
Ver másMemoria de los santos Timoteo y Tito, obispos y discípulos del apóstol san Pablo, que le ayudaron en su ministerio y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. Les fueron dirigidas cartas por su maestro que contienen sabias advertencias para los pastores, en vista de la formación de los fieles (s. I).
Celebran hoy: Tim, Timoteo, Timothy.
Ver másMemoria de los santos Timoteo y Tito, obispos y discípulos del apóstol san Pablo, que le ayudaron en su ministerio y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. Les fueron dirigidas cartas por su maestro que contienen sabias advertencias para los pastores, en vista de la formación de los fieles (s. I).
Celebran hoy: Tito.
Ver másNace en Burdeos (Francia) en el siglo VIII, en tiempos en que la invasión musulmana de la península traspasa los Pirineos y llega hasta Poitiers. El joven Urbicio y su madre son apresados en una de estas correrías militares. La madre muere en el cautiverio mientras Urbicio es convertido en esclavo. Sirve a sus amos con honradez y humildad, esperando la pronta libertad, pidiendo la intercesión de los niños santos de Alcalá, los santos Justo y Pastor. Su libertad, cuando llega, la atribuye a la intercesión de estos santos de los que se siente deudor. Programa y realiza un viaje de agradecimiento a Alcalá y, viendo allí los peligros de profanación a que están expuestas las reliquias, las roba y lleva consigo a Burdeos. La última fase de su vida la pasa en Huesca, retirado en oración, pobreza y penitencia. Muere en el año 802.
Celebran hoy: Urbicio.
Ver másEn Roma, en la vía Flaminia, cerca del puente Milvio, san Valentín, mártir. Patrono de los enamorados.
Celebran hoy: Vale, Valen, Valenti, Valentín, Valentina.
Ver másSan Vicente Ferrer, presbítero de la Orden de Predicadores, que, de origen español, recorrió incansablemente ciudades y caminos de Occidente, solícito por la paz y la unidad de la Iglesia, predicando a pueblos innumerables el Evangelio de la penitencia y la venida del Señor, hasta que en Vannes, de la Bretaña Menor, en Francia, entregó su espíritu a Dios.
Celebran hoy: Vicenç, Vicente, Vincent.
Ver másSan Vicente, diácono de Zaragoza y mártir, que durante la persecución bajo el emperador Diocleciano hubo de sufrir cárcel, hambre, potro, láminas candentes, hasta que, en Valencia, en la Hispania Cartaginense (hoy España), voló al cielo a recoger el premio del martirio.
Ver másMemoria de san Vicente Paúl, presbítero, que lleno de espíritu sacerdotal y entregado en París al servicio de los pobres, veía el rostro del Señor en cada persona doliente. Fundó la Congregación de la Misión (Paúles), al modo de la primitiva Iglesia, para formar santamente al clero y subvenir a los necesitados, y con la cooperación de santa Luisa de Marillac, fundó también la Congregación de Hijas de la Caridad.
Ver másEn Roma, san Víctor I, papa, africano de nacimiento, que fijó para todas las Iglesias la celebración de la fiesta de Pascua en el domingo que sigue inmediatamente a la Pascua judía (c. 200).
Ver másSan Wenceslao o Venceslao, mártir, duque de Bohemia, que, educado por su abuela santa Ludmila en sabiduría divina y humana, fue severo consigo, pacífico en la administración del reino y misericordioso para con los pobres, redimiendo para ser bautizados a esclavos paganos que estaban en Praga para ser vendidos. Después de sufrir muchas dificultades en gobernar a sus súbditos y formarles en la fe, traicionado por su hermano Boleslao fue asesinado por sicarios en la iglesia de Stara Boleslav, en Bohemia (929/935).
Celebran hoy: Wenceslao.
Ver másZacarías, padre de San Juan Bautista, era sacerdote en el templo de Jerusalén. Tras la aparición del arcángel Gabriel, perderá el habla por su débil fe hasta que menciona el nombre de su futuro hijo: Juan (el bautista).
Celebran hoy: Za, Zaca, Zacarías, Zach.
Ver másEn Siracusa, de Sicilia, san Zósimo, obispo, que fue primero humilde custodio del sepulcro de santa Lucía y después abad del monasterio de ese lugar (c. 600).
Ver másSolemnidad de la Asunción de la bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, acabado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue definida solemnemente por el papa Pío XII en 1950. Celebran hoy su santo las Asunción, Alba, Paloma, María, Azucena, Estrella, Reyes, Mar, etc.
Celebran hoy: Ainhoa, Bego, Begoña, Begotxu, Benalmádena, Dana, Donna, Dulce, Mar, Mari, Maria, María, María Camila, María del Mar, María Gracia, María Jesús, María José, Mariam, Marie, Marieta, Marietta, Marina, Mariona, Maru, Maruja, Marujita, Mary, Mayra, Mireia, Mireya, Míriam, Miryam, Myriam.
Ver másFiesta de los santos arcángeles Miguel, San Gabriel y San Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis miliarios de Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, a él glorifican sin cesar.
Celebran hoy: Micaela, Michael, Michel, Michele, Michell, Michelle, Michelo, Miguel, Migueli, Miguelin, Mike, Mikel, Mikela, Miki, Miquel, Mishel, Mkael, P.Miguel.
Ver másFiesta de los santos arcángeles San Miguel, San Gabriel y Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis miliarios de Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, a él glorifican sin cesar.
Celebran hoy: Rafa, Rafael, Rafaela, Rafel, Raffa, Raffael.
Ver másEn Padua, en la región de Venecia, san Gregorio Barbarigo, obispo, que instituyó un seminario para clérigos, enseñó el catecismo a los niños en su propia lengua, mantuvo coloquios con el clero y abrió escuelas, mostrándose liberal con todos y exigente consigo mismo.
En Illiberis (o Elvira, hoy Granada), en la Hispania Bética, san Gregorio, obispo, cuyo libro Sobre la Fe fue alabado por san Jerónimo (s. IV).
En el monasterio de Nerek, en Armenia, san Gregorio, monje, doctor de los armenios, ilustre por su doctrina, sus escritos y su sabiduría mística.
En la ciudad de Nisa, en la región de Capadocia (hoy Turquía), san Gregorio, obispo, hermano de san Basilio el Grande, admirable por su vida y doctrina, que, por haber confesado la recta fe, fue expulsado de su sede por el emperador arriano Valente (antes del 400).
En Utrech, de Gueldres, en Austrasia, san Gregorio, abad, que, siendo todavía un adolescente, siguió fielmente a san Bonifacio cuando intentaba la conversión de Hesse y Turingia. Posteriormente, y por mandado del mismo, dirigió como abad el monasterio de San Martín y gobernó la iglesia de Utrech.
En Armenia, san Gregorio, apellidado el Iluminador, obispo, que, después de sobrellevar muchos trabajos, se retiró a una cueva cerca de la confluencia del Éufrates ramificado y allí descansó en paz. Es considerado apóstol de los armenios (c. 326).
En Roma, en la basílica de San Pedro, sepultura de san Gregorio II, papa, que en los tiempos difíciles bajo el emperador León el Isáurico trabajó en defensa de la Iglesia y del culto de las sagradas imágenes, y envió a san Bonifacio a predicar el Evangelio en tierras de Germania.
En Roma, en la basílica de San Pedro, san Gregorio III, papa, que procuró la predicación del Evangelio a los germanos y, en contra de los iconoclastas de la Urbe, adornó las iglesias con sagradas imágenes.
En Auxerre, de la Galia Lugdunense, san Gregorio, obispo (s. VI).
En Dijon, de Borgoña (hoy Francia), san Gregorio, que, después de haber regido la región de Autun, fue ordenado obispo de Langres (539/540).
En el monasterio de Fécamp, en Normandía (hoy Francia), muerte de san Guillermo, abad de San Benigno de Dijon, que al final de su vida dirigió con firmeza y prudencia a muchos monjes, distribuidos en cuarenta monasterios.
San Iluminado (Illuminato), monje benedictino, de la segunda mitad del siglo XIII.
En Sanseverino Marche, del Piceno, en Italia, san Pacífico de San Severino, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, preclaro por sus penitencias, amor a la soledad y oración ante el Santísimo Sacramento.
En Wadowice, de Polonia, san Rafael de San José (José) Kalinowski, presbítero, que en la insurrección del pueblo contra el opresor durante la guerra, fue hecho prisionero por los enemigos y deportado a Siberia, y después de sufrir muchas calamidades, por fin recuperada la libertad, ingresó en la Orden de los Carmelitas Descalzos, la cual promovió notablemente.
En Pisidia, santos Bianor y Silvano, mártires (s. IV).
En Borgo San Domnino, en la región de Parma, san Guido, abad del monasterio de Ponposa, en el que recibió a muchos discípulos y restauró los edificios, preocupándose de modo especial por la oración, la contemplación y el culto divino, y buscando vivir en la soledad, atento sólo a Dios.
En Verona, en la región de Venecia, san Gualfardo, quien, oriundo de Alemania y guarnicionero de profesión, después de pasar varios años en la soledad fue recibido por los monjes del monasterio de San Salvador, cerca de la ciudad.
En Pontoise, cerca de París, en Francia, san Gualterio, primer abad del monasterio del lugar, que, renunciando a su amor por la soledad, enseñó con su ejemplo a los monjes la disciplina de la Regla y fustigó en el clero las costumbres simoníacas (c. 1095).
En el monasterio de Esterp, cerca de Limoges, en la Galia, san Gualterio, presbítero y superior de los canónigos, el cual, después de haberse ejercitado desde su infancia en el servicio de Dios, resplandeció por su mansedumbre para con sus hermanos y por su caridad hacia los pobres.
En Lodi, en la Lombardía también, san Gualterio, fundador del Hospital de la Misericordia.
En Servigliano, del Piceno, en Italia, san Gualtero (Walter), abad del monasterio de este lugar.
En Palestrina, en el Lacio, san Guarino, obispo, notable por su vida austerísima y su amor a los pobres.
En el monasterio de Aulps, en Saboya, muerte de san Guarino, obispo de Sión, que, siendo monje de Molesmes en tiempos de san Roberto, fundó este cenobio, que dirigió santamente y agregó a la Orden del Císter.
En la Bretaña Menor, san Guenael, venerado como abad de Landevenec (s. VI).
En la Bretaña Menor, san Guetnocio, venerado como hermano de los santos Winwaleo y Jacuto (s. VI).
En Gembloux, en la comarca de la Lotaringia, en Lieja, sepultura de san Guiberto, monje, que, habiendo abandonado sus insignias militares y abrazado la disciplina de la vida monástica, construyó un cenobio en un terreno de su heredad, entrando él mismo en el monasterio de Gorze.
En Acqui, del Piamonte, san Guido, obispo.
En Anderlech, en Brabante, cerca de Bruselas, san Guido o Guy, primer sacristán en la iglesia de Nuestra Señora de Laken, en Bélgica, que fue dadivoso con los pobres y peregrinó a los santos lugares por siete años y, vuelto a su tierra, murió piadosamente (c. 1012).
En la ciudad de Bourges, en Aquitania (hoy Francia), san Guillermo, obispo, que, deseoso de soledad y meditación, se hizo monje en el monasterio cisterciense de Pontigny. Más tarde fue abad de Chaalis y, después, elegido obispo de Bourges, no abandonando nunca la austeridad de la vida monástica y distinguiéndose por su amor a los clérigos, a los cautivos y a los desgraciados.
En la isla de Eskyll, cerca de Roskilde, en Dinamarca, san Guillermo, abad, que pasó de un cenobio de canónigos regulares de París a Dinamarca, instaurando la disciplina regular en medio de grandes dificultades, y al amanecer del domingo de Pascua partió de esta vida.
En Foggia, en la Apulia, santos Guillermo y Peregrino, eremitas (s. XII).
En Goleto, cerca de Nusco, en la Campania, san Guillermo, abad, el cual, nacido en Vercelli, se hizo peregrino y pobre por amor de Cristo y, aconsejado por san Juan de Matera, fundó el monasterio de Montevergine, en el que reunió a unos monjes a los que impartió una profunda doctrina espiritual. Después fundó también otros varios monasterios masculinos y femeninos, en la Italia meridional.
En Pontoise, cerca de París, en Francia, san Guillermo, presbítero de origen inglés, que ejerció su ministerio de párroco resplandeciendo por su entrega a las almas y por su fervor religioso.
En Mortain, en Normandía, san Guillermo Firmato, eremita, que antes había sido canónigo y médico en Tours, pero después de una peregrinación a Jerusalén, se retiró a la soledad hasta su muerte.
En York, en Inglaterra, san Guillermo Fitzherbert, obispo, varón amable y benigno, que fue depuesto injustamente de su sede y se refugió entre los monjes de Winchester, pero restituido después en sus funciones, perdonó a sus enemigos y procuró la paz entre todo el pueblo.
En la ciudad de Saint Brieuc, en la Bretaña Menor, san Guillermo Pinchón, obispo, que se preocupó de que se construyese la iglesia catedral y brilló por su benignidad y sencillez, teniendo que sufrir muchas vejaciones y el destierro por defender con decisión y fortaleza a sus ovejas y los derechos de la Iglesia.
En Poitiers, en Aquitania, san Guillermo Tempier, obispo, que, prudente y firme, defendió contra los nobles la Iglesia a él encomendada, ofreciendo en su persona un integérrimo ejemplo de vida.
En la cueva de Stabulum Rhodis, cerca de Grossetto, en la Toscana, san Guillermo, eremita de Malavalle, cuya vida inspiró y dio origen a numerosas congregaciones de eremitas.
En Carcasona, en la Galia Narbonense, san Guimera, obispo (c. 931).
En el lugar llamado Beauvoir-sur-mer, en la costa de Francia, en la región de Nantes, de la Bretaña Menor, san Gulstano o Gunstano, monje, que, siendo joven, se evadió de las manos de los piratas y fue acogido por san Félix, eremita entonces. Se hizo famoso en el monasterio de Rhuys porque, pese a ser analfabeto, recitaba de memoria el salterio, así como por sus desvelos en favor de los navegantes. Murió hacia el año 1040.
En Lierre, de Brabante, san Gumaro, que era soldado, pero, devoto de Dios, con sus bienes construyó un oratorio, donde a su muerte fue enterrado (c. 775).
En el monasterio de Ansbach, en Franconia, san Gumberto, abad, que fundó este monasterio en una casa de campo de su propiedad (c. 790).
En el monasterio de Brevnov, en Bohemia, san Guntero, eremita, que, abandonando los bienes de la tierra, abrazó la vida monástica y, más tarde, se retiró a la soledad de los bosques situados entre Baviera y Bohemia, viviendo y muriendo desligado de todo, pero al mismo tiempo muy unido a Dios y a los hombres.
En Edesa, de la región de Osrhoena, santos mártires Gurias, asceta, y Samona, que, bajo el imperio de Diocleciano, después de prolongados y crueles tormentos fueron condenados a muerte por el prefecto Misiano y degollados.
Conmemoración de san Habacuc, profeta, el cual, ante la iniquidad y violencia de los hombres, anunció el juicio de Dios, pero también su misericordia, diciendo: El justo vivirá por su fe.
En Edesa (hoy Urfa), en el territorio de Osroenes (Orrhoë), de Mesopotamia septentrional, san Habib, diácono y mártir, que, en tiempo del emperador Licinio, fue condenado a ser arrojado al fuego por orden del prefecto Lisanias.
Héctor Valdivielso Sáez, el primer santo argentino, es uno de los ocho católicos que alcanzó la corona del martirio durante la llamada Revolución de Asturias, poco antes de la Guerra Civil Española.
En Roma, en la vía Laurentina, san Hedisto, mártir (s. inc.).
Conmemoración de san Hegesipo, que vivió en Roma durante los pontificados de Aniceto y Eleuterio, y con estilo sencillo escribió una historia de los hechos eclesiásticos, desde la Pasión del Señor hasta su tiempo (c. 180).
En Hassungen, en Hesse, san Heimerado, presbítero y eremita, el cual, salido del claustro, fue objeto de escarnio y desprecio, en medio de sus continuas peregrinaciones por amor a Cristo.
En Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Heladio, obispo (s. IV).
En la isla de Jersey, en el mar Británico, san Helerio, ermitaño, martirizado por unos piratas, según la tradición (s. VI).
En Altino, en la región de Venecia, san Heliodoro, obispo, que tuvo como maestro a san Valeriano de Aquileya y fue compañero de los santos Cromacio y Jerónimo, siendo el primer obispo de dicha ciudad (s. IV/V).
En Abo, en Finlandia, san Hemming, obispo, quien, inflamado por el celo pastoral, instauró la disciplina en esta Iglesia mediante las ordenaciones sinodales, favoreció los estudios de los clérigos, embelleció el culto divino y promovió la paz entre los pueblos.
En Alejandría, en Egipto, san Heraclas, obispo, famoso como discípulo de Orígenes, de quien fue colaborador y sucesor en la escuela, y elegido después para regir esta sede (247/249).
En Perugia, de la Umbría, san Herculano, obispo y mártir, que, por orden de Totila, rey de los godos, fue decapitado.
En Colonia, en Alemania, san Heriberto, obispo, que, siendo canciller del emperador Otón III, fue elegido a la fuerza para la sede episcopal, desde donde iluminó constantemente al clero y al pueblo con el ejemplo de sus virtudes, que también recomendaba en la predicación.
San Hermágoras, mártir, de Aquileya (Italia), s. I. discípulo de San Marcos, Evangelista y primer Obispo de Aquileya, el cual en medio de los milagros que obraba sanando enfermos, y del celo de la predicación, y de la conversión de pueblos enteros, padeció muchas y muy penosas fatigas; por último murió degollado juntamente con su diácono Fortunato, alcanzando la corona del martirio.
En el monasterio de los Premostratenses de Steinfeld, en Alemania, san Hermano José, presbítero, que brilló por su delicado amor hacia la Virgen María y celebró con himnos y cánticos su devoción hacia el divino Corazón de Jesús (1241/1252).
En Mira, de Licia, santos mártires Nicandro, obispo, y Hermas, presbítero (c. s. IV).
Conmemoración de san Hermas, mencionado por san Pablo en la Carta a los Romanos (s. I).
En la isla de Antrum (hoy Aindre), cerca de Nantes, en Francia, san Hermelando, el cual, después de servir en la corte real, se hizo monje del monasterio de Fontenelle y finalmente fue designado primer abad del lugar (c. 720).
En Roma, en el cementerio de Basila, en la vía Salaria Antigua, san Hermes, mártir, del que dice el papa san Dámaso: «Grecia lo envió y Roma lo retuvo después de padecer por el santo nombre» (s. III).
En Mesia (hoy en Rumania), santos Hermes y Cayo, mártires, originarios de Reciaria y de Bolonia, respectivamente (s. IV).
En Bononia (hoy Widdin), de Mesia, san Hermetes, exorcista y mártir (s. III/IV).
Junto a Comana, en el Ponto, san Hermias, soldado y mártir (s. III).
Santos Hermolao, Hermipo y Hermócrates, mártires, Nicomedia, s. IV.
Santos Hermolao, Hermipo y Hermócrates, mártires, Nicomedia, s. IV.
En Melitene, en Armenia, santos Hermógenes y Elpidio, mártires.
Santos Hermolao, Hermipo y Hermócrates, mártires, Nicomedia, s. IV.
Conmemoración de los santos Herodión, Asíncrito y Flegón, a los que el apóstol san Pablo saluda en la Carta a los romanos (s. I).
En Alejandría, en Egipto, conmemoración de los santos Herón, Ateo e Isidoro, y el niño de doce años Dióscoro, mártires durante la persecución bajo Decio. Cuando el juez vio a los tres primeros fuertes en la fe y destrozados por los varios tormentos, los mandó quemar, pero a san Dióscoro, flagelado, le diferió la muerte.
En Bretaña Menor, san Herveo, eremita, ciego de nacimiento, que cantaba los goces del paraíso (s. VI).
En Mayuma, en Palestina, conmemoración de san Hesiquio, monje, discípulo de san Hilarión y compañero suyo de peregrinación (s. IV).
En Vienne, de Burgundia, san Hesiquio, obispo, que fue promovido desde la dignidad de senador a la episcopal. Sus hijos fueron san Apolinar, obispo de la Iglesia de Balance, y Avito, que le sucedió en la sede de Vienne.
En Antioquía, en Siria, san Hesiquio Palatino, mártir, que durante la persecución en tiempo del emperador Diocleciano, al escuchar la orden de que quien no sacrificase a los ídolos debía desprenderse de sus insignias militares, se despojó de ellas y por este motivo fue arrojado al río Orontes con una gran piedra atada a su mano derecha (c. 303).
En Atalia, de Panfilia (hoy Antalya, en Turquía), santos Hespero y su esposa Zoe, junto con sus hijos Ciriaco y Teódulo, mártires, los cuales, según la tradición, en tiempo del emperador Adriano eran esclavos al servicio de un pagano, y por orden de su mismo amo fueron primero azotados, luego brutalmente atormentados a causa de su libre confesión de fe cristiana y finalmente arrojados a un horno encendido, en donde entregaron sus almas a Dios (s. II).
En el monasterio de Moyenmoutier, en los Vosgos, san Hidulfo, que siendo corepíscopo de Tréveris, se retiró a la soledad, y habiendo acudido a él muchos discípulos, con ellos fundó un monasterio del que fue superior.
En Melitene, de Armenia, san Hierón y sus numerosos compañeros.
En Roma, san Higinio, papa, que fue el octavo en ocupar la sede de san Pedro.
En Carcasonne, en la Galia Narbonense, san Hilario, considerado como primer obispo de esta ciudad, en cuyo tiempo los godos difundieron la herejía arriana (s. IV).
En Toulouse, en la Galia Narbonense, san Hilario, obispo, que levantó una pequeña basílica de madera sobre el sepulcro de san Saturnino, su predecesor (c. 400).
En la isla de Chipre, san Hilarión, abad, que, siguiendo las huellas de san Antonio, primero llevó vida solitaria cerca de la ciudad de Gaza y después fue fundador y ejemplo de la vida eremítica en esta región (c. 371).
En Ancira, de Galacia, santos Proclo e Hilarión, mártires en tiempo del emperador Trajano y del prefecto Máximo (s. II).
En el monte Olimpo, en Bitinia, san Hilarión, hegúmeno del monasterio de Pelecete, que luchó valerosamente por el culto de las santas imágenes (s. VIII).
En Constantinopla, san Hilarión, presbítero y hegúmeno del monasterio llamado de Dalmacio, que, por defender el culto de las sagradas imágenes, hubo de soportar la cárcel, los azotes y el exilio.
En el territorio de Gevaudan, en la Galia, san Hilaro, obispo de Javols (s. VI).
En Flandes, de Austrasia, conmemoración de san Hilduardo, obispo (c. 760).
En el valle de Susingen, entre los helvecios (hoy Suiza), san Himerio, eremita, que predicó el Evangelio en aquella región (c. 612).
En Bitinia, san Hipacio, hegúmeno del monasterio de los Rufinos, quien, de vida austera y duros ayunos, enseñó a sus discípulos la perfecta obediencia de la observancia monástica, y a los seglares el verdadero temor de Dios.
En Gangres, de Paflagonia, san Hipacio o Hipapcio, obispo, que murió mártir, lapidado en un camino por los herejes novacianos.
En el monte Jura, en la región lugdunense de la Galia, san Hipólito, abad y obispo (c. 770).
En Cremona, de la Lombardía, san Homobono, comerciante, que se hizo famoso por su caridad hacia los pobres, por acoger y educar a niños abandonados y por poner paz en las familias.
En Arlés, ciudad de la Provenza, en la Galia (hoy Francia), san Honorato, obispo, que estableció el célebre monasterio en la isla de Lérins y después aceptó regir la sede de Arlés.
En Amiens, de Neustria, san Honorato, obispo (c. 600). Patrono de los panaderos y pasteleros.
En Thénézay, en la región de Poitiers, en Aquitania (hoy Francia), san Honorato de Buzançais, que, siendo tratante de ganado, repartía su dinero entre los pobres y fue asesinado por unos ladrones a los que reprendía.
En Subiaco, en el Lacio, conmemoración de san Honorato, abad, que gobernó sabiamente el monasterio donde antes había vivido san Benito (s. VI).
En Vercelli, en la provincia de la Liguria, san Honorato, obispo, que, discípulo de san Eusebio en el monasterio y compañero suyo también en la cárcel, sucedió a su maestro en la sede, enseñando la doctrina verdadera, ya la hora de la muerte mereció dar el viático al obispo san Ambrosio (s. IV/ V).
En Milán, en Lombardía, memoria de san Honorato, obispo, que ante el inminente ataque de los lombardos salvó a una buena parte de su pueblo, trasladándolo a Génova (c. 570).
En Cantorbery, en el condado de Kent, en Inglaterra, san Honorio, obispo, antes monje romano, enviado por el papa san Gregorio I Magno como compañero de san Agustín para evangelizar Inglaterra, a quien sucedió, finalmente, en la sede episcopal.
En Niza, en la Provenza, san Hospicio, recluso, varón de admirable abstinencia, que predijo la llegada de los longobardos (c. 581).
San Huberto, patrono de los cazadores
En Tervueren, de Brabante, en Austrasia, tránsito de san Huberto, obispo de Tongres y Maastricht, discípulo y sucesor de san Lamberto, que dedicó todas sus fuerzas en difundir el Evangelio por Brabante y las Ardenas, y allí combatió las costumbres paganas.
En el monasterio de Jumièges, también en Neustria, san Hugo, obispo de Rouen, el cual gobernó a la vez el monasterio de Fontenelle y las iglesias de París y Bayeux, y finalmente, renunciando a estos cargos, estuvo al frente del monasterio de Jumièges.
En Génova, de la provincia de Liguria, san Hugo, religioso, que, después de haber luchado largo tiempo en Tierra Santa, fue designado para regir la Encomienda de la Orden de San Juan de Jerusalén en esta ciudad, y se distinguió por su bondad y su caridad hacia los pobres (c. 1233).
En Lincoln, en Inglaterra, san Hugo, obispo, que era monje cartujo cuando fue llamado a regir la iglesia de esta ciudad, donde realizó un trabajo excelente, lo mismo en la defensa de las libertades de la Iglesia que en arrancar a los judíos de las manos de sus enemigos.
En Noaria, de Sicilia, san Hugo, abad, que, enviado por san Bernardo de Claraval, estableció la Orden cisterciense allí mismo y en Calabria.
En la región de Morinos, en Francia, san Humfrido, obispo de Thérouanne, que al ser destruida la ciudad por los normandos, procuró infatigablemente congregar y consolar a su grey.
En Utrech, del Gueldres, en la Lotaringia, san Hungero, obispo.
En Frisia, san Ierón, presbítero y mártir, del que se refiere que recibió la muerte a manos de los paganos normandos.
En Constantinopla, san Ignacio, obispo, que, por haber reprendido al césar Bardas por el repudio de su legítima esposa, fue objeto de injurias y desterrado. Restituido a su sede por intervención del papa san Nicolás I, descansó en la paz del Señor.
En Cagliari, en Cerdeña, san Ignacio de Láconi, religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, quien por plazas y tabernas del puerto pedía incansablemente limosnas para socorrer las miserias de los pobres. Dios le enriqueció con especiales dones sobrenaturales que le atrajeron el aprecio de todas las clases sociales. Lo canonizó Pío XII en 1951.
En Turín, en la región del Piamonte, beato Ignacio de Sandone (Lorenzo Mauricio) Belvisotti, presbítero de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos, asiduo en atender a penitentes y en ayudar a enfermos.
En Arvernia, en Aquitania, san Ilidio, obispo, quien, llamado por el emperador a Tréveris para liberar a su hija de un espíritu inmundo, falleció al regreso del viaje.
En el monasterio de Llanilltud Fawr, en Cambria (hoy País de Gales), que lleva su nombre, san Iltuto, abad, que fundó un cenobio, donde la fama de su santidad y eximia doctrina congregó gran número de discípulos.
Monje franciscano, discípulo de San Francisco de Asís.
En Sabiona, de la Recia, san Ingenuino, primer obispo de esta sede (c. 605).
En el monasterio de Oña, en el territorio de Burgos, de la región de Castilla, en Hispania, san Enecón (o Iñigo), abad, varón pacífico, cuya muerte fue llorada también por judíos y musulmanes (c. 1060).
En la localidad de Turón, en la región española de Asturias, santos mártires Inocencio de la Inmaculada (Manuel) Canoura Arnau, presbítero de la Congregación de la Pasión, y ocho compañeros, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que, durante la revolución, en odio a la fe fueron asesinados sin juicio previo, alcanzando así la victoria (1934). Sus nombres son: santos Cirilo Bertrán (José) Sanz Tejidor, Marciano José (Filomeno) López López, Victoriano Pío (Claudio) Bernabé Cano, Julián Alfredo (Vilfrido) Fernández Zapico, Benjamín Julián (Vicente) Alonso Andrés, Augusto Andrés (Román) Martín Fernández, Benito de Jesús (Héctor) Valdivieso Sáez y Aniceto Adolfo (Manuel) Seco Gutiérrez.
En Tortona, de la Liguria, san Inocencio, obispo (s. IV).
En Sebaste, de Armenia, san Irenarco, mártir, que ejerciendo de verdugo se convirtió a Cristo motivado por la constancia de las mujeres cristianas y, bajo el emperador Diocleciano y el prefecto Máximo, murió decapitado en el siglo IV.
En Sirmio, en Panonia, pasión de san Ireneo, obispo y mártir, que en tiempo del emperador Maximiano, y bajo el prefecto Probo, fue atormentado y después encerrado en la cárcel, siendo finalmente decapitado (s. IV).
Santos Ireneo y Mustiola, Chiusi (Italia)
En la ciudad de Bagrevand, en Armenia Mayor, san Isaac, obispo, que, para fomentar la vida cristiana, tradujo al idioma armenio la Sagrada Escritura y la Liturgia, se adhirió a la fe del Sínodo Efesino y, finalmente, expulsado de la sede, murió en el destierro.
En la aldea de Ossenenon, en el territorio de Canadá, martirio de san Isaac Jogues, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que fue convertido en esclavo por los indígenas, los cuales le cortaron los dedos, hasta quele abrieron la cabeza a hachazos. Su memoria se celebra el día 19 de octubre.
En Marsella, en la Provenza (hoy Francia), san Isarno, abad, renovador de la vida regular en el monasterio de San Víctor, siendo austero consigo y comprensivo y pacífico con los demás.
En Ratzeburg, de Holstein, en Germania, san Isfrido, obispo, quien conservó sus costumbres de canónigo premonstratense y trabajó en la conversión de los vendos.
En Pelusio, también en Egipto, san Isidoro, presbítero, hombre de profunda doctrina, que, despreciando el mundo y las riquezas, trató de imitar la vida de san Juan Bautista en el desierto, vistiendo el hábito monástico.
En la isla de Quío, en el mar Egeo, san Isidoro, mártir, que, según la tradición, fue arrojado a un pozo (s. III).
En la ciudad de Hué, en Annam, san Isidoro Gagelin, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que, por su fe en Cristo, fue estrangulado en tiempo del emperador Minh Mang.
En Die, en la Galia Lugdunense, san Ismidón, obispo, que enamorado de los Santos Lugares, por dos veces peregrinó piadosamente a Palestina.
También la conmemoración de san Isquirión, mártir en Egipto, el cual, por rehusar sacrificar, entre burlas e injurias fue atravesado por las entrañas con una puntiaguda pértiga, y así entregado a la muerte (c. 250).
En Licópoli, en Egipto, santos mártires Isquirión, oficial del ejército, junto con otros cinco soldados, que bajo el prefecto Arrio y en tiempo del emperador Decio, por su fe en Cristo fueron muertos de diversas maneras (c. 250).
En Le Dorat, de la comarca aquitana de Limoges, san Israel, presbítero y canónigo regular, el cual fue de gran ayuda al obispo en la predicación de la Palabra de Dios.
En Rochester, en Inglaterra, san Itamar, obispo, que fue el primero de la región de Kent en ser elevado al orden episcopal, brillando por la dignidad de su vida y por su erudición.
En Chartres, de la Galia, san Ivón, obispo, que reformó la orden de los canónigos e hizo y escribió mucho en favor del sacerdocio, la concordia del imperio y la utilidad de la Iglesia.
En Amastris, en Paflagonia, san Jacinto, mártir (c. s. III).
En Roma, en la vía Labicana, san Jacinto, mártir (s. III/IV).
En el territorio de Sabina, a treinta miliarios de la ciudad de Roma, san Jacinto, martirizado el 690 junto con San Alejandro y San Tiburtio.
En Nápoles, de la Campania, sepultura de Jacobo Piceno o de la Marca, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, esclarecido por su predicación y austeridad de vida.
En Nísibe, en Mesopotamia, Jacobo, primer obispo de esta ciudad, que intervino en el Concilio de Nicea y dirigió su rebaño en paz, alimentándolo espiritualmente y defendiéndolo con energía de los enemigos de la fe.
Conmemoración de san Jacobo, eremita en Palestina, que se escondió largo tiempo en una tumba para llevar vida penitente (s. VI).
En Constantinopla, pasión de san Jacobo, por sobrenombre "Confesor", que luchó valientemente por el culto de las santas imágenes y terminó su vida con un glorioso martirio (c. 824).
En Sarug de Batnan, de Osrhoene, en Mesopotamia, san Jacobo, obispo, que ilustró con su fe purísima a esta Iglesia por medio de sus sermones, homilías y traducciones, y es reconocido por los sirios como doctor y columna de la Iglesia, junto con san Efrem.
En Tarantasia, ciudad de la Galia Vienense (hoy Francia), san Jacobo, obispo, discípulo de san Honorato de Lérins (s. V).
En Tarragona, igualmente en España, beato Santiago (Jaime) Hilario (Manuel) Barbal Cosán, religioso de los Hermanos de la Escuelas Cristianas, mártir, condenado a la pena capital por odio a la Iglesia en la mencionada persecución.
En Hibernia (hoy Irlanda), san Jarlato, obispo.
En la ciudad de Tocolatlán, en México, san Jenaro Sánchez Delgadillo, presbítero, mártir durante la persecución mexicana.
En Nevers, de Neustria, san Jerónimo, obispo, que enriqueció a su Iglesia con su munificencia y su solicitud pastoral.
En Pavía, ciudad de la Lombardía, san Jerónimo, obispo (s. VIII).
En la ciudad de Kouy-Yang, en la provincia de Guizhou, en China, san Joaquín He Kaizhi, catequista y mártir, estrangulado por mantener su fe en Cristo.
En África, san Jocundiano, mártir (s. inc.).
En Aosta, en los Alpes Graios, san Jocundo, obispo (c. 502).
Conmemoración de san Joel, profeta que aparece en el Antiguo Testamento, que anunció el día grande del Señor y el misterio de la efusión del Espíritu sobre toda criatura, lo que Dios tuvo a bien hacer llegar a su pleno cumplimiento en la persona de Cristo el día de Pentecostés (s. IV a. C.)
Conmemoración del personaje de la Biblia san Jonás, profeta, hijo de Amitay (2Re 14, 25), cuyo nombre lleva un libro del Antiguo Testamento, y su conocida expulsión del vientre del cetáceo es presentada en el propio Evangelio como signo de la Resurrección del Señor (Mt 12, 40).
En Marchiennes, en la Galia Bélgica, san Jonato, abad, discípulo de san Amando (c. 690),
En Antioquía, de Pisida, san Jorge, obispo, que murió en el destierro por defender el culto de las santas imágenes.
En Mitilene, en la isla de Lesbos, san Jorge, obispo, que en tiempo del emperador León el Armenio tuvo que padecer mucho por el culto de las sagradas imágenes.
En Lodève, de la Galia Narbonense, san Jorge, obispo (c. 870).
En el monasterio de Vabres, en la región de Rodez, en Aquitania, san Jorge, monje (c. 877).
En Viennes, de Burgundia, san Jorge, obispo (c. 670).
En el monasterio de Choziba, en Palestina, san Jorge, monje y eremita, que pasaba toda la semana recluido en su celda, pero el domingo oraba con los hermanos y departía con ellos sobre temas espirituales (c. 614).
En el monte Olimpo, en Bitinia, san Jorge Limniota, monje, que habiendo reprendido al impío emperador León III por destruir las sagradas imágenes y por quemar las reliquias de los santos, por mandato de éste y por esta causa, habiéndole amputado la nariz y quemado la cabeza, emigró como mártir hacia el Señor (c. 730).
En La Valetta, capital de la isla de Malta, beato Jorge Preca, presbítero, que se entregó amorosamente a la formación catequética de los niños y fundó la Sociedad de la Doctrina Cristiana, cuya misión es ser testigos de la Palabra de Dios y propagarla.
Su nombre de bautismo fue Juan Kunsevich. Nació en Vladimir de Volhinia (actual Polonia) hacia el 1581. En 1601 ingresó en el monasterio de la Santísima Trinidad de Vilna y 13 años después fue nombrado abad de Vilna. Católico en tierra de cisma, intenta descubrir a su pueblo la fe de la Iglesia universal. Cuando es nombrado, contra su querer, por el Papa Paulo V, Arzobispo de Polotsk, se hace inconmensurable su celo y caridad en una archidiócesis infestada por el cisma. Su actividad, su fuerza moral y su vida interior suscita envidias y celos porque la Rusia blanca, rejuvenecida, se está pasando al lado de Roma. En 1623, un tumulto invade su domicilio y es asesinado y arrojado su cuerpo al río. El arzobispo rival de Josafat, Melecio, una vez convertido, hará profesión de fe católica en Roma el 26 de Febrero del año 1627 ante el papa.
En Ronco all’Adige, en la región de Verona, en Italia, beato José Baldo, presbítero, que, entregado al ministerio pastoral, fundó la Congregación de las Pequeñas Hijas de San José, para atender a los ancianos y a los enfermos.
Conmemoración del bienaventurado José, llamado "Bársabas", y por sobrenombre "el Justo", discípulo de Cristo, que, junto con san Matías, los seguidores del Señor presentaron a ambos ante los apóstoles para que uno de ellos desempeñase la misión apostólica en sustitución de Judas, pero aunque la suerte recayó en Matías, no obstante ello también sirvió al Señor con su predicación y con su santidad.
En Seúl, en Corea, san José Chang Song-jib, mártir, que, ejerciendo el oficio de farmacéutico y convertido al cristianismo, fue detenido y llevado a la cárcel, donde murió entre atroces tormentos.
En la ciudad de Hung Yen, en Tonquín, san José Dang Dinh (Niêm) Viên, presbítero, mártir en tiempo del imperio de Minh Mang.
En Amatrice, lugar del Abruzo, san José de Leonessa, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que en Constantinopla sostuvo en su fe a los cristianos cautivos y, habiendo sufrido grandes tribulaciones por haber predicado el Evangelio incluso en el palacio del Sultán, regresó a su patria y se distinguió por atender a los pobres.
En Tesalia, tránsito de san José, obispo de Tesalónica, hermano de san Teodoro Estudita, que durante su vida de monje compuso muchos himnos y, promovido al episcopado, tuvo que sufrir pronto muchos y crueles tormentos, pues se vio precisado a defender la disciplina eclesiástica y las sagradas imágenes. Relegado a Tesalia, murió de hambre.
En la ciudad de Nam-Dinh, en Tonquín, san José Dô Quang Hiên, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que, encerrado en una prisión, se dedicó intensivamente a convertir a los paganos y a confortar en la fe a los cristianos, hasta que, por decreto del emperador Thiêu Tri, fue decapitado.
En la ciudad de Nam Dinh, en Tonquín, san José Fernández, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, decapitado a causa de su fe en Cristo, siendo emperador Minh Mang.
En la ciudad de Daijiazhuang, en la provincia de Shandong, al sur de China, beato José Freinademetz, presbítero de la Sociedad del Verbo Divino, que trabajó incansablemente en la evangelización de aquella región.
En Constantinopla, san José, por sobrenombre "Himnógrafo", presbítero, que, siendo monje, en la persecución desencadenada por los iconoclastas fue enviado a Roma para pedir la protección de la Sede Apostólica y, después de muchos padecimientos, recibió la custodia de los vasos sagrados de la iglesia de Santa Sofía.
En el lugar de Zapotlanejo, en México, san José Isabel Flores, presbítero, mártir durante la gran persecución en aquel país.
En Hué, ciudad de Annam, san José Le Dang Thi, mártir, que, siendo militar, fue encarcelado por ser cristiano y en medio de los tormentos a que le sometieron no cedió en su fe, dando testimonio ante sus compañeros de prisión, por lo que acabó estrangulado en tiempo del emperador Tu Duc.
En la aldea Qianshengzhuang, cerca de la ciudad de Liushuitao, en la provincia de Hebei, en China, san José Ma Taishun, mártir, el cual, siendo médico y catequista, a pesar de que durante la persecución llevada a cabo por la secta de los Yihetuan todos los miembros de su familia abandonasen la fe, él prefirió dar testimonio de Cristo derramando su sangre.
En Hué, en Annam, san José Marchand, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que, bajo el imperio de Minh Mang, fue condenado al suplicio de los cien azotes.
En la ciudad de Nam Dinh, en Tonquín, san José María Díaz Sanjurjo, obispo, de la Orden de Predicadores y mártir, que durante la persecución ordenada por el emperador Tu Duc fue condenado a muerte en odio a la fe cristiana.
En Jalisco, en el territorio de Guadalajara, en México, san José María Robles, presbítero y mártir, que fue colgado de un árbol durante la persecución contra la Iglesia en tiempo de la Revolución Mexicana.
En la ciudad de Aranjuez, de Castilla la Nueva, en España, san José María Rubio Peralta, presbítero de la Compañía de Jesús, que se significó por su atención a los penitentes en la confesión sacramental, por la predicación de ejercicios espirituales y por sus visitas a los pobres en los suburbios de Madrid.
En Roma, san José María Tomasi, presbítero de la Orden de los Clérigos Regulares Teatinos y cardenal, que, deseando ardientemente la instauración del culto divino, se dedicó con tesón a la investigación y publicación de textos y monumentos litúrgicos antiguos, así como a la catequesis de niños.
En Mengo, lugar de Uganda, san José Mkasa Balikuddembé, mártir, que estando al frente del palacio real, recibido el bautismo ganó a muchos jóvenes para Cristo y defendió a los niños de la corte de las pasiones viciosas del rey Mwenga, y, debido a esto, el rey, enfurecido, ordenó degollarle a los veinticinco años de edad.
En Nápoles, en Italia, san José Moscati, médico, entregado totalmente a la cotidiana e incansable asistencia a los enfermos sin reclamar a los pobres paga alguna, y, atendiendo a los cuerpos, curaba a la vez las almas con gran amor.
En la ciudad de Hung Yên, en Tonquín, san José Nguyen Dình Uyên, catequista y mártir, que, en tiempo del emperador Minh Mang, fue encarcelado por odio a la fe cristiana, muriendo en la cárcel.
En la ciudad de Hai-Duong, en Tonquín, san José Nguyen Duy Khang, mártir, que, catequista y compañero de viaje del santo obispo Jerónimo Hermosilla, junto con él fue apresado durante la persecución bajo el emperador Tu Duc, siendo flagelado y encarcelado, para terminar degollado.
En la aldea An Bai, en Tonquín (hoy Vietnam del Norte), san José Tuân, mártir, el cual, padre de familia y agricultor, por arrodillarse y orar ante una cruz, negándose a pisotearla, fue degollado en tiempo del emperador Tu Duc.
En la aldea de An Bái, en Tonquín, san José Tuan, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que, denunciado en tiempo del emperador Tu Duc, fue detenido mientras administraba a su madre enferma los sacramentos, siendo degollado.
En la ciudad de Hung Yen, en Tonquín, san José Tuc, mártir, joven campesino que se negó a pisar la cruz, por lo cual le encarcelaron y martirizaron varias veces, hasta que en tiempo del emperador Tu Duc fue degollado.
En la ciudad de Nangong, también en la provincia de Hebei, san José Wang Guiji, mártir, que durante la misma persecución prefirió morir gloriosamente por Cristo antes que salvar su vida diciendo, como le sugerían, una pequeña mentira.
En Daying, pueblo cercano a la ciudad de Zaoqiang, en la provincia china de Hebei, san José Yuan Gengyin, mártir, comerciante en el mercado del pueblo, que en la persecución llevada a cabo por los seguidores del movimiento Yihetuan fue asesinado por ser cristiano.
En la provincia de Sichuan, en China, san José Yuan Zaide, presbítero y mártir, estrangulado en odio a la fe cristiana.
En la ciudad de Guiyang, de la provincia china de Guangxi, san José Zhang Dapeng, mártir, el cual, recibida la luz de la fe, apenas bautizado abrió su casa a misioneros y catequistas, y ayudó a pobres, enfermos y niños hasta que, condenado a la crucifixión, derramó lágrimas de alegría por haber sido considerado digno de morir por Cristo.
En Barcelona, en España, San José Manyanet y Vives (Pare Manyanet), presbítero, que fundó las Congregaciones de Hijos e Hijas de la Sagrada Familia, para que, a ejemplo de la santa Familia de Nazaret, Jesús, María y José, todas las familias se orientaran hacia la perfección.
En Pavía, de la Liguria, san Jovencio o Evencio, obispo, que trabajó denodadamente en favor del Evangelio.
En Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Joviniano, lector y mártir (s. III).
También en Roma, en la vía Latina, santos Jovino y Basileo, mártires el día de Navidad de que sufrieron en Roma durante la persecución de Valeriano, 258.
San Jozef Bilczewski, nació en Wilamowice (Polonia), arzobispo de Lviv de los Latinos desde 1900, fue un punto de referencia para católicos, ortodoxos y judíos durante la primera guerra mundial y posteriores conflictos, murió el 20 de marzo de 1923 en Lviv (Ucrania).
En Londres, en Inglaterra, san Juan Almond, presbítero y mártir, que durante más de diez años ejercitó ocultamente la cura pastoral, hasta que, reinando Jacobo I, a causa de su sacerdocio fue ahorcado en Tyburn, no dejando de hacer limosnas incluso desde el patíbulo.
En Córdoba, en España, san Juan Bautista de la Concepción García, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, que habiendo iniciado la renovación de su Orden, la culminó con gran esfuerzo, en medio de dificultades y persecuciones.
En Roma, san Juan Bautista de Rossi, presbítero, que atendió en la Ciudad Santa a los miserables y a los más desfavorecidos, y les imbuyó de santa doctrina.
En Seúl, en Corea, san Juan Bautista Nam Chong-sam, mártir.
En Lujiazhuang, pueblo cercano a Yingxian, en la provincia china de Hebei, san Juan Bautista Zhou Wurui, mártir, que, joven aún, confesó con franqueza ante los seguidores del movimiento de los Yihetuan que era cristiano, por lo cual, después de amputarle varios miembros, le remataron a golpes de hacha.
San Juan Berchmans nació en Diest, pequeña villa de Flandes, Bélgica, el 13 de marzo de 1599 y el 13 de agosto de 1621. No importa. La superstición no tenía cabida en su vida. Todos los días son regalo de Dios.
En Durhan, en Inglaterra, san Juan Boste, presbítero, que, siendo reina la misma Isabel I, por ser sacerdote sufrió el martirio y ante el juez no cesó de dar ánimos a sus compañeros.
En Milán, ciudad de Lombardía (hoy Italia), san Juan Bueno, obispo, que restituyó a esta población la sede episcopal, trasladada por causa de los lombardos a la ciudad de Génova. Por su fe y sus buenas costumbres fue agradable a Dios y a los hombres (c. 660).
En Jerusalén, san Juan, obispo, que en tiempo de la controversia acerca de la doctrina ortodoxa trabajó denodadamente en favor de la fe católica y de la paz en la Iglesia.
En Verona, en Italia, san Juan Calabria, presbítero, quien fundó la Congregación de Pobres Siervos y Siervas de la Divina Providencia. ...
En Constantinopla (Estambul, hoy en Turquía), san Juan Calibita, del que se cuenta que vivió un tiempo en un rincón de la casa paterna y después en una choza (kalyba), completamente dado a la contemplación, pasando desapercibido ante sus propios padres, que en el momento de su muerte sólo le reconocieron por un ejemplar del Evangelio adornado en oro que ellos mismos le habían regalado (s. V).
En la ciudadela de Són-Tây, en Tonquín, de Indochina, pasión de san Juan Carlos Cornay, presbítero de la Sociedad Parisiense de Misiones para Extranjeros y mártir, que a causa de su confesión cristiana, después de sufrir crueles suplicios murió seccionado y degollado, por orden del emperador Minh Mang.
En Marsella, ciudad de la Provenza, en la Galia, san Juan Casiano, presbítero, que fundó un monasterio para varones y otro para mujeres, y, como fruto de su larga experiencia en la vida monástica, escribió para los monjes dos obras: Instituciones Cenobíticas y Conferencias de los Padres (c. 435).
En el monte Sinaí, san Juan, abad, que compuso la célebre obra Escala del Paraíso, para la instrucción de los monjes, señalando el camino del progreso espiritual a modo de una ascensión por treinta peldaños hacia Dios, de donde mereció ser nombrado con el sobrenombre de "Clímaco".
En la región de Cho-Ra, en Tonquín, san Juan Dat, presbítero y mártir, degollado por su fe en Cristo.
En la isla de Afusia, en Propontide, san Juan, hegúmeno de Catari, que, por defender el culto de las santas imágenes en tiempo del emperador León el Armenio, tuvo de luchar con constancia (s. IX).
En Montilla, de la región de Andalucía, en España, san Juan de Ávila, presbítero, el cual recorrió toda la región de la Bética predicando a Cristo y, después de haber sido acusado injustamente de herejía, fue recluido en la cárcel, en la que escribió una parte importante de su doctrina espiritual. Patrón del clero español.
Santos mártires Juan de Brébeuf e Isaac Jogues, presbíteros, y compañeros de la Compañía de Jesús, en el día en que san Juan de la Lande, religioso, fue asesinado por los paganos en el lugar llamado Ossernenon, entonces en territorio del Canadá (hoy Auriesville, estado de Nueva York), el mismo lugar donde algunos años antes había conseguido la corona del martirio san Renato Goupil. Son venerados conjuntamente sus santos compañeros Gabriel Lalemant, Antonio Daniel, Carlos Garnier y Natal Chabanel, que en la región canadiense, en días distintos, después de fatigar en la misión del pueblo de los hurones para anunciar el evangelio de Cristo a aquellos pueblos, terminaron muriendo mártires (1642-1649).
En la región de los hurones, en Canadá, pasión de san Juan de Brébeuf, presbítero de la Compañía de Jesús, que enviado desde Francia a la misión del Hurón, murió por Cristo después de ingentes trabajos, atormentado con gran crueldad por algunos paganos del lugar. Su memoria, con la de los compañeros, se celebra el día 19 de octubre.
En Bridlington, en Inglaterra, san Juan, presbítero, prior del monasterio de Canónigos Regulares de San Agustín, célebre por su oración, austeridad y bondad.
En Chinon, en la Galia Turonense, san Juan, presbítero, que, nacido en Bretaña, por amor de Dios se escondía de la mirada de los hombres, recluyéndose en una celda junto a la iglesia del lugar (s. VI).
En Lviv, en Polonia (hoy en Ucrania), san Juan de Dukla, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, que vivió una vida oculta y ascética según usanza de los Observantes, con ferviente dedicación pastoral a la cura de almas y fomento de la unidad de los cristianos.
Eremita egipcio del siglo IV
En Gubbio, en la región de la Umbría, en Italia, san Juan de Lodi, obispo, acompañante de san Pedro Damiano en legaciones (c. 1106).
En Roma, en el monte Celio, san Juan de Mata, presbítero, que, francés de origen, fundó la Orden de la Santísima Trinidad, para la redención de los cautivos.
En el monasterio de San Jacobo de Foggia, en la Apulia, san Juan de Matera, abad, insigne por su austeridad y su predicación al pueblo, que instituyó la Congregación de Pulsano en la región del Gárgano, observando la Regla de san Benito.
En Montemarano, de la Campania, san Juan, obispo, que se dedicó a ayudar a los pobres y a la santificación del clero (s. XI/XII).
En Nápoles, de la Campania, san Juan, obispo, que durante la Noche Santa de Pascua, mientras celebraba los sagrados misterios, falleció, y, acompañado de multitud de fieles y neófitos, fue inhumado el día de la solemnidad de la Resurrección del Señor.
En la localidad de Ortega, en región de Burgos, memoria de san Juan, presbítero, quien, después de haber visitado los Santos Lugares de Jerusalén, dedicó su vida a atender a los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela.
En Parma, en la Emilia, san Juan, abad, quien, por las recomendaciones de san Máyolo de Cluny, dispuso muchas normas para promover la observancia monástica en su cenobio (s. X).
En Spoleto, en la Umbría, san Juan, abad de Parrano, que fue padre de muchos siervos de Dios (s. VI).
En Pavía, de la Lombardía, san Juan, obispo (c. 825).
En el monasterio de Réome, en el territorio de Langres, en Neustria (hoy Francia), san Juan, presbítero, varón devoto de Dios, que presidió durante tiempo una comunidad monástica según la Regla de san Macario (c. 554).
En la ciudad de Valencia, en España, san Juan de Ribera, obispo, que ejerció también las funciones de virrey. Fue muy devoto de la santísima Eucaristía, defendió la verdad católica y educó al pueblo con sus insistentes instrucciones.
En Salamanca, en España, san Juan de Sahagún González de Castrillo, presbítero de la Orden de los Ermitaños de San Agustín, que, con su santidad de vida y sus coloquios constantes, logró la concordia entre las facciones existentes entre los ciudadanos.
En Siracusa, ciudad de Sicilia, san Juan, obispo, de quien el papa san Gregorio I Magno alabó las costumbres, la justicia, la sabiduría, el modo de aconsejar y el cuidado de los bienes de la Iglesia.
En Traú, en Dalmacia, san Juan, obispo, que, siendo ermitaño en un monasterio camaldulense, fue ordenado obispo y defendió felizmente la ciudad de la destrucción intentada por el rey Colomano (c. 1111).
En la ciudad de Changsha, en la provincia de Hunan, en China, san Juan de Triora (Francisco María) Lantrua, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que, después de una larga y cruel prisión, fue estrangulado.
En Valence, en la región de Vienne, en Francia, san Juan, obispo, que primero fue abad de Bonnevaux, y elegido obispo después, padeció muchas contrariedades por la defensa de la justicia, ayudando generosamente a los pobres y mercaderes arruinados (c. 1145).
En Asunción, del Paraguay, san Juan del Castillo, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que en el poblado de las reducciones fundado en el mismo año por san Roque González y encomendado a sus cuidados, por mandato de un individuo aficionado a artes mágicas, fue maltratado con crueles suplicios y finalmente apedreado, muriendo por Cristo.
En Amatunte, de la isla de Chipre, tránsito de san Juan el Limosnero, obispo de Alejandría, famoso por su compasión para con los pobres y tan rebosante de caridad para con todos que hizo construir muchas iglesias, hospitales, orfanatos, para aliviar todas las necesidades de la ciudad, llegando a aportar para ello los bienes de la Iglesia y exhortando continuamente a los ricos al ejercicio de la beneficencia.
En Palestina, san Juan el Silencioso o Hesicasta, el cual, habiendo renunciado al episcopado de Colonia, en Armenia, vivió como monje en la laura de San Sabas, en humilde servicio a los hermanos y en áspera soledad y silencio.
En Licópolis, de Egipto, san Juan, eremita, que entre sus muchas virtudes se distinguió por su espíritu profético (s. IV).
San Juan Fisher, obispo y mártir, que, por no aceptar el matrimonio del rey Enrique VIII y mantenerse fiel al primado del Romano Pontífice, fue encarcelados en la Torre de Londres. Obispo de Rochester, varón conocido por su erudición y por la dignidad de vida, fue degollado este día ante la cárcel, por mandato del rey.
En la ciudad de Wuchang, de la provincia Hubei, en China, san Juan Gabriel Perboyre, presbítero de la Congregación de la Misión y mártir, que, dedicado a la predicación del Evangelio según costumbre del lugar, durante una persecución sufrió prolongada cárcel, siendo atormentado y, al fin, colgado en una cruz y estrangulado.
Hermano de la orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Dio su vida por los enfermos, muriendo atacado por la peste. Es Patrón de la Diócesis de Jerez.
San Juan I, papa y mártir, quien, habiendo sido enviado por el rey arriano Teodorico en embajada al emperador Justino de Constantinopla, fue el primer pontífice romano que ofreció la Víctima Pascual en aquella Iglesia, pero a su regreso, detenido de manera indigna y arrojado en la cárcel por el mismo Teodorico, pereció como víctima por Cristo Señor en c, en la Flaminia.
San Juan Isauro, monje, discípulo de san Gregorio Decapolita, que en tiempo del emperador León el Armenio luchó denodadamente defendiendo las santas imágenes (después de 842).
En Londres, san Juan Jones, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, mártir, el cual, oriundo de Gales, abrazó la vida religiosa en Francia, y por haber entrado en Inglaterra como sacerdote, siendo reina Isabel I, fue condenado a pena capital, consumando el martirio en la horca.
En Hereford, Inglaterra, san Juan Kemble, presbítero y mártir, que en tiempo de persecución ejerció el ministerio pastoral durante más de cincuenta años y, ya octogenario, fue ahorcado por ser sacerdote, consumando el martirio.
Cerca de la ciudad de Nam Dinh, en Tonquín, san Juan Luis Bonnard, presbítero de la misma Sociedad de Misiones Extrajeras de París, que tras haber sido condenado a muerte por haber bautizado a veinticinco niños, alcanzó la corona del martirio al ser decapitado.
Cerca de Mengo, en Uganda, pasión de san Juan María, apellidado "Muzeo" o "Anciano" por razón de su madurez espiritual, que fue servidor del rey y, hecho cristiano, en el momento de la persecución no quiso huir sino que confesó espontáneamente su fe ante el primer ministro del rey Mwenga, por lo cual fue decapitado, siendo la última víctima de aquella persecución.
En Glasgow, en Escocia, san Juan Ogilvie, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, desterrado en diversos países de Europa, después de dedicar muchos años al estudio de la teología fue ordenado sacerdote y volvió ocultamente a su patria, donde se entregó diligentemente al cuidado pastoral de sus conciudadanos, hasta que, encarcelado y condenado a muerte bajo el rey Jacobo I, alcanzó en el patíbulo la gloriosa palma del martirio.
En Chelmsford, en Inglaterra, san Juan Payne, presbítero y mártir, que en tiempo de la reina Isabel I fue ahorcado, acusado falsamente de sedición.
En Chester, en Inglaterra, san Juan Plessington, presbítero y mártir, que habiendo sido ordenado sacerdote en Segovia, al volver a Inglaterra fue condenado por ello a la horca, siendo rey Jacobo II.
En Londres, en Inglaterra, san Juan Rigby, mártir, el cual, reinando Isabel I, fue detenido en Londres y condenado a la pena capital por haberse reconciliado con la Iglesia Católica, siendo ahorcado en Southwark y, aun vivo, descuartizado.
En Tyburn, san Juan Roberts, de la orden de San Benito, y beato Tomás Somers, presbíteros y mártires, los cuales, condenados en tiempo del rey Jaime I a causa de su sacerdocio, habiendo abrazado a dieciséis ladrones, fueron colgados en el mismo patíbulo.
En Olomuc, en Moravia, san Juan Sarkander, presbítero y mártir, que, siendo párroco de Holesov, por negarse revelar el secreto de confesión fue sometido al suplicio de la rueda y, arrojado a la cárcel cuando aún respiraba, falleció apenas un mes más tarde.
En Stilo, en Calabria, san Juan, que fue monje según los estatutos de los Padres orientales y mereció ser llamado "Terestes" o "Segador", distinguiéndose por su caridad hacia los pobres, en cuyo favor acostumbraba a ayudar a los segadores (s. XI)).
San Juan Silenciero o silencioso, obispo de Colonia.
En Vicenza, en el territorio de Venecia, beato Juan Sordi o beato Juan Cacciafronte, obispo y mártir, el cual, siendo abad, fue exiliado por su fidelidad al papa, y elegido después obispo de Mantua y trasladado a la sede de Vicenza, murió en defensa de la libertad eclesiástica, asesinado por un sicario.
En Londres, en Inglaterra, san Juan Southworth, presbítero y mártir, quien, por ejercer su sacerdocio en ese país, tuvo que soportar cárceles y destierros, y bajo Oliverio Cromwell fue condenado a muerte. Cuando vio el patíbulo preparado en Tyburn, exclamó que era para él lo que fue la cruz para Cristo.
En Canterbury, en Inglaterra, conmemoración de san Juan Stone, presbítero de la Orden de Hermanos de San Agustín y mártir, que durante el reinado de Enrique VIII defendió valientemente la fe católica y consumó su martirio en el patíbulo.
En Poliboto, de Frigia, san Juan, llamado el Taumaturgo, obispo, que, contra el dictamen del emperador León el Armenio, trabajó intensamente en favor del culto de las sagradas imágenes en el siglo IX.
En Worchester, también en Inglaterra, san Juan Wall, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que, tras haber ejercido clandestinamente su ministerio pastoral durante mas de veinte años, en tiempo del rey Carlos II, por el hecho de ser sacerdote, fue ahorcado y después descuartizado.
En la ciudad de Nangon, en la provincia china de Hebei, san Juan Wang Guixin, mártir, que durante la persecución llevada a cabo por el movimiento de los Yihetuan prefirió morir por Cristo antes que mancharse con una leve mentira.
En la ciudad de Young Nien, en Hebei, provincia de China, san Juan Wu Wenyin, mártir, que, siendo catequista, por negarse a renunciar a la fe cristiana y abrazar el paganismo, fue decapitado durante la persecución desencadena por los seguidores del movimiento Yihetuan.
En Azogyrea, en la isla de Creta, san Juan, apellidado Xenos, que propagó en la isla la vida monástica (s. XI).
En Roma, beato Juan XXIII, papa, cuya vida y actividad estuvieron llenas de una singular humanidad y se esforzó en manifestar la caridad cristiana hacia todos, trabajando por la unión fraterna de los pueblos. Solícito por la eficacia pastoral de la Iglesia de Cristo en toda la tierra, convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II.
En la aldea de Daegu, en Corea, san Juan Yi Yun-il, mártir, que, siendo padre de familia, campesino y catequista, hubo de soportar azotes y luxación de todos sus miembros, manteniéndose constante en la fe cristiana, con lo que alcanzó con buen ánimo el martirio al ser degollado. Fue la última víctima de la gran persecución en esta nación.
En Saint-Malo, en Bretaña Menor, san Juan, obispo, varón de gran austeridad y justicia, que trasladó su sede episcopal desde Aleth a esa ciudad. San Bernardo lo alabó como obispo pobre, amigo de los pobres y amante de la pobreza.
En Nápoles, san Juan José de la Cruz (Carlos) Gaetano, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que, siguiendo las huellas de san Pedro de Alcántara, restableció la disciplina de la Regla en muchos conventos de la provincia de Nápoles.
En el cenobio de Antidio, en Bitinia, san Juanicio, monje, que, después de más de veinte años al servicio de las armas, vivió solitario en varias montañas del Olimpo, y solía acompañar su oración con estas palabras: Dios es mi esperanza, Cristo mi refugio, el Espíritu Santo mi protector.
En la Bretaña, san Judicael, que procuró en gran manera la concordia entre los bretones y los francos, y abdicando de su realeza, se dice que vivió en el monasterio de Saint-Méen (c. 650).
En Neustria septentrional, san Judoco, presbítero y eremita, quien, siendo hijo de Jutael, rey de Armórica, y hermano de san Judicael, para no ser obligado a suceder a su padre abandonó la patria y se dedicó a la vida eremítica (c. 669).
En Anazarbo, en Cilicia, san Julián, el cual, atormentado por largo tiempo, fue metido con serpientes en un saco y precipitado al mar (s. IV).
En Ancira, de Galacia (hoy Ankara, en Turquía), san Julián, presbítero, mártir bajo el emperador Licinio (s. IV).
En Brivet, en el territorio de los arvernios, en Aquitania, san Julián, mártir. La tradición refiere que habiendo ido, por consejo de san Ferreolo, a aquel territorio en tiempo de persecución, alcanzó allí la palma del martirio (c. s. III).
En Cenomanum (hoy Le Mans), en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Julián, que es considerado como el primer obispo de esta ciudad (s. III).
En la ciudad de Cuenca, en Castilla la Nueva, en España, san Julián, obispo. Fue el segundo obispo de esta ciudad, una vez recuperada de manos de los musulmanes, y, egregio por su modo de vivir, se distinguió por repartir entre los pobres los bienes de la Iglesia, trabajando con sus manos para obtener el sustento diario (c. 1207).
En la ciudad de Sora, en el Lacio (hoy Italia), conmemoración de san Julián, mártir, quien, según la tradición, padeció en tiempo del emperador Antonino (c. s. II).
En la región de Osroene (hoy en Turquía), conmemoración de san Julián, asceta, llamado por sus paisanos "Sabas" o anciano, el cual, aunque detestaba el ambiente estrepitoso de la ciudad, dejó temporalmente su amada soledad para confundir en Antioquía a los seguidores de la herejía arriana (c. 377).
En la aldea de San Julián, en el territorio de Guadalajara, en México, san Julio Álvarez, presbítero y mártir, que en la cruel persecución religiosa atestiguó con su sangre su fidelidad a Cristo Señor y a su Iglesia.
En Dorostoro, en la Mesia Inferior (Danubio Inferior), san Julio, mártir, que por ser veterano y licenciado de la milicia fue apresado por los oficiales y entregado al gobernador Máximo en época de persecución, y al maldecir en su presencia a los ídolos y confesar hasta el fin el nombre de Cristo, fue condenado a muerte (c. 302).
En el valle Alighede, en Etiopía, san Justino de Iacobis, obispo, de la Congregación de la Misión, manso y lleno de caridad, que se entregó al apostolado y a la formación del clero indígena, teniendo que sufrir pronto hambre, sed, tribulaciones y la cárcel.
En la Campania y en los Abruzos, en Italia, conmemoración de san Justino, que fue obispo ilustre por su celo y defensa de los cristianos (s. IV).
En Compluto (hoy Alcalá de Henares), en la Hispania Cartaginense, santos mártires Justo y Pastor. Todavía niños, corrieron voluntariamente al martirio, abandonando en la escuela sus tablillas de escolar y, detenidos por orden del juez e inmediatamente azotados, animándose y exhortándose mutuamente fueron degollados por su amor a Cristo.
En Canterbury, en Inglaterra, san Justo, obispo, enviado a esta isla por el papa san Gregorio I Magno juntamente con otros monjes, para ayudar a san Agustín en la evangelización de Inglaterra, aceptando más tarde el episcopado de esta sede.
En la región de Condat, en el Jura, de Burgundia, san Justo, monje (s. VI).
En Trieste, de Istria, san Justo, mártir (c. s. IV).
En Urgel, en la Hispania Tarraconense, san Justo, obispo, quien expuso de forma alegórica el Cantar de los Cantares y tomó parte en los concilios hispanos (s. VI).
En Narni, de la Umbría, san Juvenal, venerado como el primer obispo de la diócesis (siglo IV).
En Antioquía de Siria (hoy en Turquía), santos Juventino y Maximino, mártires, que fueron coronados con el martirio en tiempo del emperador Juliano el Apóstata.
En el monasterio de Winchelcumbe, de Mercie, en Inglaterra, san Kenelmo, príncipe de esta región, mártir según la tradición (c. 812).
En Glasgow, ciudad de Escocia, san Kentigerno, obispo y abad, que estableció en aquel lugar su sede, y de él se cuenta que reunió una gran comunidad de monjes, para imitar la vida de la primitiva Iglesia (603/612).
En Glendalough, en Hibernia (hoy Irlanda), san Coemgeno (Kevin), abad, que fundó este monasterio en el que vivieron muchos monjes, de los que fue padre y guía. Conocido como Caoimhghin, Coemgen, Coemgenus, Comegen, Keivin, Kevin of Glen da locha o Kevin of Glendalough
En Sahigir, en la región de Ossory, en Hibernia (hoy Irlanda), san Kierano, obispo y abad.
En Daventer, de Frisia, san Labuino, presbítero y monje procedente de Inglaterra, que se dedicó a procurar la paz y salvación de Cristo a todos los habitantes de la región.
En Bretaña Menor, san Iacuto, abad, hermano de los santos Winwaldo y Guethnoc, que construyó cerca del mar el monasterio que después llevó su nombre (s. VI).
En Lieja, de Austrasia (hoy Bélgica), pasión de san Lamberto, obispo de Maastricht y mártir, que, desterrado, se retiró al monasterio de Stavelot y tiempo después, restituido a la sede, mientras desempeñaba brillantemente la función pastoral, siendo inocente fue asesinado por los enemigos de la Iglesia (c. 705).
En Lyon, en Francia, san Lamberto, obispo, que antes había sido monje y abad del monasterio de Fontanelle.
En Vence, de la Provenza, san Lamberto, obispo, antes monje de Lérins, que cuidó de los necesitados y fue amante de la pobreza.
En Zaragoza, en Hispania, san Lamberto, mártir (c. s. VIII)
En el monasterio de Ettenheim, en la región de Baden, de Germania, san Landelino, monje, oriundo de Hibernia (hoy Irlanda) (s. VII).
En París, de Neustria, san Landerico, obispo, de quien se cuenta que, en tiempo de hambre, para atender a los pobres enajenó los ornamentos de la iglesia, y que edificó un hospital junto a la iglesia catedral.
En Frisinga, en Baviera, de Alemania, san Lantberto, obispo.
Cerca de Carnuto (Chartres), de Neustria (hoy Francia), san Launomaro, abad del monasterio de Corbión, que había fundado él mismo en la soledad de Perche (c. 593).
En Vatan, en la región de Bourges, en Aquitania, san Lauriano, mártir (s. III/IV).
En la Galia, en el territorio de Coutances, san Lautón o Laudo, obispo (post 549).
En Grumento, de Lucania, san Laverio, mártir del siglo IV.
En Constantinopla, san Lázaro, monje, nacido en Armenia, que insigne en la pintura artística de imágenes sagradas, al negarse a destruir sus obras por orden del emperador iconoclasta Teófilo, fue atormentado con crueles suplicios, pero después, apaciguadas las controversias sobre el debido culto a las imágenes, el emperador Miguel III le envió a Roma para afianzar la concordia y unidad de toda la Iglesia (c. 867).
En Milán, de la Liguria, san Lázaro, obispo (s. V).
En el monte Galesio, cercano a Éfeso, en Asia, san Lázaro, estilita, que en diversos lugares vivió muchos años sobre una columna, cargado además de hierros y cadenas, y contento, con sólo pan y agua, con esta forma de vida tan austera, atrajo a muchos fieles.
En Tours, de Neustria, san Leobardo, que, recluido en la celda llamada Mayor cercana a un monasterio, brilló por su admirable abstinencia y humildad (c. 593).
En la región de Tours, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), conmemoración de san Leobato, abad, a quien su maestro, san Urso, designó como superior del monasterio recién fundado de Sénevière, el cual gobernó santamente hasta su vejez (s. V).
En Chartres, en la Galia, san Leobino, obispo (c. 557).
En Salagnac, en el territorio de Limoges, en Aquitania, san Leobono, eremita (s. inc.).
En Calabria, san León, eremita, que, entregado a la oración y a las obras de beneficencia en favor de los pobres, murió en el monasterio de Africo, cerca de la ciudad Reggio, que él mismo había fundado (c. s. XIII).
En Catania, de Sicilia, san León, obispo, que se ocupó sobre todo del cuidado de los pobres (c. 787).
En Myra, de Licia, san León, mártir (s. III/IV).
En Sens, de Neustria, san León, obispo (s. VI).
En el cenobio de Mantenay-sur-Seine, junto a Troyes, en la Galia, san León, abad (s. VII).
En la región de Vasconia, san León, obispo y mártir (s. IX).
En el monasterio de Cava, en la Campania, san León I, abad, que proveyó a los pobres con el trabajo de sus manos y les protegió ante los príncipes.
En Roma, en la basílica de San Pedro, san León II, papa, conocedor de las lenguas griega y latina, amigo de la pobreza y de los pobres, y que aprobó el Tercer Concilio de Constantinopla.
En Roma, en la basílica de San Pedro, san León III, papa, quien coronó como emperador romano al rey de los francos, Carlomagno, y se distinguió por su defensa de la recta fe acerca de la divina dignidad del Hijo de Dios.
En Roma, en la basílica de San Pedro, san León IV, papa, protector de la ciudad y defensor del primado de Pedro.
En el monasterio de Vena, en las fragosidades del monte Mercurio, en Calabria, san León Lucas, abad de Mula, que, ajustándose a las instituciones de los monjes orientales, destacó en la vida eremítica y cenobítica (c. 900).
En Noblac, cerca de Limoges, en Aquitania, san Leonardo, ermitaño.
En Roma, en el convento de San Buenaventura, en el Palatino, san Leonardo de Porto Maurizio, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que, desbordante de celo por las personas, empleó casi toda su vida en la predicación, en la edición de libros de piedad y en dar más de trescientas misiones en la Urbe, en la isla de Córcega y por toda Italia septentrional.
En Turín, también en Italia, san Leonardo Murialdo, presbítero, que fundó la Pía Sociedad de San José, para educar en la fe y la caridad cristianas a los niños abandonados.
En Burdeos, ciudad de Aquitania, san Leoncio, obispo, honor del pueblo y de la ciudad, que dignificó templos, restauró baptisterios y se distinguió por su generosidad hacia los pobres (c. 570).
En Frejus, de la Provenza, san Leoncio, obispo, que favoreció la vida monástica de san Honorato en la isla de Lérins, y al cual san Juan Casiano, su amigo, le dedicó las diez primeras Colaciones, murió hacia el año 433.
En Trípoli, de Fenicia, san Leoncio, soldado, que por los atroces tormentos sufridos en la cárcel llegó a la corona del martirio (s. IV).
En Vienne, de la Galia Lugdunense, san Leoniano, abad, que llevado a esta ciudad cautivo desde Panonia por gente enemiga, rigió muy santamente a monjes y monjas durante más de cuarenta años, primero en Autún y después en Vienne (c. 518).
En Corinto, de la Acaya, santos mártires Leónidas y siete compañeras: Carissa, Galina, Teodora, Nica, Nunencia, Callis y Basilisa, que, después de diversas torturas, fueron arrojados al mar (III/IV).
En Alejandría, en Egipto, conmemoración de san Leónidas (León), mártir, que bajo el emperador Septimio Severo fue muerto a espada por su fe en Cristo, dejando a su hijo Orígenes aún niño.
En la ciudad de Kirov, en Rusia, beato Leónidas Fëdorov, obispo y mártir, el cual, siendo exarca apostólico de los católicos rusos de rito bizantino, mereció ser discípulo fiel a Cristo hasta la muerte, bajo un régimen contrario a la religión.
En Poitiers, en Aquitania, san Leonio, presbítero, que fue discípulo de san Hilario (s. IV).
Leopardo fue obispo en el siglo V.
En Pavía, ciudad de Italia, san Leopoldo (Bogdan) de Castelnuovo Mandic, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que ardió de celo por la unidad de los cristianos y gastó toda su vida trabajando para la reconciliación de los mismos.
En el cenobio de Klosterneuburg, en Austria, sepultura de san Leopoldo, príncipe de esa provincia, a quien se honró, aún en vida, con el sobrenombre de «Piadoso», pues fue siempre obrador de la paz y amigo de los pobres y del clero.
En la ciudad de Auch, en Aquitania, san Leotadio, obispo (s. VII).
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santos mártires Leovigildo y Cristóbal, monjes. Durante la persecución llevada a cabo por los musulmanes proclamaron espontáneamente a Cristo delante del juez, por lo cual fueron decapitados, recibiendo así la palma del martirio.
En la Hispania Cartaginense, memoria de los santos Vicente y Leto, mártires (s. inc.).
En Brindisi, en la Apulia (hoy Italia), san Leucio, que es considerado como el primer obispo de la ciudad (s. IV).
En Toul, de Austrasia (hoy Francia), san Leudino o Bodón, obispo, que, estando casado, se hizo monje y después, por su consejo, también su esposa Odila abrazó la vida monástica (ante 680).
En la región de Evreux, en Neustria, san Leufredo, abad, que fundó el monasterio de la Santa Cruz, el cual presidió durante cuarenta y ocho años.
También en Roma, en la vía Salaria Antigua, en el cementerio junto a las Siete Palomas, san Liberal (Liberado o Liberato), mártir, el cual, según se dice, ejerció el oficio de cónsul (s. inc.).
En Altino, de la región de Venecia, san Liberal, eremita (c. 400).
Conmemoración de los santos mártires Liberato, abad, Bonifacio, diácono, Servo y Rústico, subdiáconos, Rogato y Septimio, monjes, y el niño Máximo, quienes en Cartago, durante la persecución desencadenada por los vándalos bajo el rey arriano Hunnerico, por confesar la verdadera fe católica y un solo bautismo, fueron sometidos a crueles tormentos, clavados a los maderos con los que iban a ser quemados y golpeados con remos hasta que sus cabezas quedaron deshechas, triunfando ellos brillantemente, por lo que merecieron ser coronados por el Señor.
En Agrigento, de Sicilia, san Libertino, obispo y mártir (s. III/IV).
En la ciudad de los cenomanos (hoy Le Mans), en la Galia Lugdunense, san Liborio, obispo (s. IV).
En Couserans, de la Aquitania, san Licerio, obispo, que, oriundo de Hispania, fue discípulo de san Fausto de Riez y con sus oraciones libró a la ciudad de ser destruida por los visigodos (c. 540).
En Anjou, en Neustria, san Licinio, obispo, a quien el papa san Gregorio I Magno encomendó los monjes que se dirigían a Inglaterra (c. 606).
En Sezze, en el Lacio, san Lídano, abad, fundador del monasterio de este lugar, que con sus monjes saneó las tierras circundantes, liberando de esa forma a sus habitantes de la fiebre palúdica.
En Meung-sur-Loire, en el territorio de Orleans, en la Galia, san Lifardo, presbítero, que en dicho lugar llevó vida solitaria.
En Roma, conmemoración de san Lino, papa, a quien, según testimonio de san Ireneo, los santos apóstoles le encomendaron el episcopado de la Iglesia fundada en la Urbe. Pablo apóstol lo recuerda como compañero (s. I).
En Pavía, en Lombardía, san Litifredo, obispo.
En Tours, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Litorio, obispo, primer constructor de una iglesia dentro de los muros de la ciudad, por haber ya cristianos en ella.
En Mettlach, en Renania, a orillas del río Sarre, sepultura de san Liudwino, obispo de Tréveris, fundador del monasterio de este lugar y muerto en Reims (c. 717).
Conmemoración de los santos mártires Vindemial, obispo de Capsa, en Numidia, y Longinos, obispo de Pamaria, en la Mauritania, los cuales fueron decapitados por orden de Hunerico, rey de los vándalos, después de haberse enfrentado a los arrianos en el concilio de Cartago.
En Jerusalén, conmemoración de san Longinos, venerado como el soldado que abrió con la lanza el costado del Señor crucificado (s. I).
En Canterbury, en Inglaterra, san Lorenzo, obispo, que gobernó esta Iglesia después de san Agustín y la engrandeció al convertir a la fe al rey Edbaldo.
En el pueblo de Fraxanone, en Sicilia, san Lorenzo, monje según la regla oriental, insigne por la austeridad de vida y por su constante predicación (c. 1162).
En Novara, de la Liguria, san Lorenzo, presbítero y mártir, que construyó una fuente bautismal en la que bautizaba a los niños que le confiaban para su educación, y un día, mientras se preparaba para llevar al baño de vida a un número elevado de niños, unos impíos lo mataron junto con los neófitos (s. IV).
En Siponte, de la Apulia, san Lorenzo, obispo (c. 545).
En la ciudad de Venecia (hoy Italia), san Lorenzo Giustiniani, obispo, que ilustró a esta Iglesia con su doctrina de sabiduría eterna.
En la localidad de Eu, en Normandía, tránsito de san Loenzo O´Toole (Lorcan Ua Tualthail), obispo de Dublín, que, entre las dificultades de su tiempo, promovió valerosamente la disciplina regular de la Iglesia, procuró poner paz entre los príncipes y, finalmente, habiendo ido a visitar a Enrique, rey de Inglaterra, consiguió los gozos de la paz eterna.
En Kobern, junto al Mosela, en el territorio de Tréveris, san Lubencio, presbítero (s. IV).
En Agira, en Sicilia, san Lucas Casali de Nicosia, monje, célebre por su humildad y demás virtudes (s. IX).
En Mesina, en Sicilia, san Lucas, abad del monasterio del Santísimo Salvador, que seguía la normas de los monjes orientales.
En Soterión, de Fócida, san Lucas el Joven, eremita.
En Londres, en Inglaterra, san Lucas Kirby, presbítero y mártir, que en la persecución durante el reinado de Isabel I fue colgado en la triple horca de Tyburn después de muchos tormentos. Con él padecieron el suplicio en el mismo patíbulo los beatos presbíteros y mártires Guillermo Filby y Lorenzo Johnson, así como Tomás Cottam, de la Compañía de Jesús.
En el monasterio de San Nicolás de Viotorito, en Calabria, san Lucas, obispo de Insula (Isola Capo Rizzuto), que trabajó con insistencia en favor de los pobres y en la formación de los monjes
En Hanoi, en Tonquín, san Lucas Vu Ba Loan, presbítero y mártir, degollado en tiempo del emperador Minh Mang por su fe en Cristo.
En Lucania, san Lucas, abad, que abrazó la vida monástica, según las instituciones de los santos orientales, primero en Sicilia, su patria, pero debido a la invasión de los sarracenos se mudó a otros lugares, muriendo en el monasterio de los Santos Elías y Anastasio del Carbone, que él mismo había fundado.
En Lentini, de Sicilia (hoy Italia), san Luciano, obispo (s. X).
En Nicomedia, de Bitinia, santos Luciano y Marciano, mártires, que en tiempo del emperador Decio, por orden del prefecto Sabino, fueron quemados vivos (c. 250).
En la ciudad de Nicomedia, en Bitinia (hoy Turquía), pasión de san Luciano, presbítero de la Iglesia de Antioquía y mártir, el cual, ilustre por su doctrina y elocuencia, al ser llevado ante el tribunal, en medio de continuos interrogatorios acompañados de tormentos se mantuvo intrépido en confesarse cristiano.
En Nicomedia, de Bitinia, santos Luciano y Marciano, mártires, que en tiempo del emperador Decio, por orden del prefecto Sabino, fueron quemados vivos (c. 250).
En el cenobio de San Pedro de Aquara, en la Lucania, san Lúcido, monje (c. 983).
En Cagliari, en la isla de Cerdeña, san Lucífero, obispo, el cual, valiente defensor de la fe nicena, sufrió muchas persecuciones por parte del emperador Constancio, siendo enviado al exilio, y al volver a su sede murió como confesor de Cristo.
Conmemoración de san Lucio de Cirene, a quien el libro de los Hechos de los Apóstoles nombra entre los profetas y doctores de la Iglesia de Antioquía (s. I).
En Chur (Coira), de la Recia, entre los helvecios (hoy Suiza), san Lucio, eremita hacia el siglo IV.
En Roma, en la vía Apia, en el cementerio de Calisto, sepultura de san Lucio, papa, sucesor de Cornelio, que sufrió el exilio por la fe de Cristo y fue, en tiempos angustiosos, eximio confesor de la fe, actuando con moderación y prudencia.
En el lugar de Northeim, en Alsacia, junto al río Ill, san Ludano, oriundo de Escocia, que descansó en el Señor mientras peregrinaba al sepulcro de los santos apóstoles.
San Ludgero, primer obispo de Münster.
En Wismar, de Holstein, en Alemania, san Ludolfo, obispo de Ratzeburg y mártir, que por defender la libertad de la Iglesia fue arrojado a una reducida cárcel por mandato del duque Alberto, donde quedó tan agotado corporalmente que, al ser liberado de prisión, emigró hacia el Señor.
En Valencia, en España, san Luis Bertrán, presbítero de la Orden de Predicadores, que en América meridional predicó el evangelio de Cristo y defendió a varios pueblos indígenas.
En Brignoles, en la Provenza, de Francia, muerte de san Luis, obispo. Sobrino del rey san Luis, prefirió la pobreza evangélica a las alabanzas y honores del mundo, y joven en años, pero maduro en virtud, fue elevado a la sede de Tolosa. Debido a su delicada salud, descansó piadosamente en el Señor.
San Luis IX, rey de Francia, que, tanto en tiempo de paz como durante la guerra para defensa de los cristianos, se distinguió por su fe activa, su justicia en el gobierno, el amor a los pobres y la paciencia en las situaciones adversas. Tuvo once hijos en su matrimonio, a los que educó de una manera inmejorable y piadosa, y gastó sus bienes, fuerzas y su misma vida en la adoración de la Cruz, la Corona y el sepulcro del Señor, hasta que, contagiado de peste, murió en el campamento de Túnez, en la costa de África del Norte.
En la ciudad de San Remo, de la Liguria, en Italia, beato Luis Orione, presbítero, que instituyó la Pequeña Obra de la Divina Providencia.
En Udine, en la región de Venecia, san Luis Scrosoppi, presbítero de la Congregación del Oratorio, que fundó la Congregación de Hermanas de la Divina Providencia, para la educación cristiana de la juventud femenina.
En el monasterio de Hersfeld, en la Franconia, de Germania, san Lulo, obispo de Maguncia, que siendo compañero y colaborador de san Bonifacio en la misión de evangelizar, fue ordenado obispo por él, para que fuese maestro de los presbíteros, doctor de la Regla para los monjes, predicador fiel y pastor para el pueblo cristiano.
En la región de Chalons, en Neustria, san Lupencio o Luvencio, abad de la basílica de Saint-Privat-de-Javols, que, después de haber recibido injustamente muchas injurias de parte de Inocencio, conde de la ciudad, fue decapitado (c. 684).
En la ciudad de León, en Hispania, santos Claudio, Lupercio y Victorio, mártires, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano sufrieron la muerte por Cristo (c. 303/304).
En Lyon, en la Galia, san Lupicino, obispo, que vivió en la época de la persecución bajo los vándalos (s. V ex.).
En Limoges, de nuevo en Aquitania, san Lupo, obispo, que aprobó la carta de fundación del monasterio de Solignac.
En Lyon, en la Galia, san Lupo, obispo, que antes había vivido como anacoreta (post 528).
En Nove, de la Mesia Inferior, san Lupo mártir, que, según la tradición, alcanzó la libertad de Cristo al ser degollado (s. inc.).
En Sens, de Neustria, san Lupo, obispo, que fue desterrado por haber dicho ante un jerarca local que convenía al pueblo ser regido por un sacerdote y obedecer a Dios antes que a los príncipes (c. 623).
En Troyes, ciudad de la Galia Lugdunense, san Lupo, obispo, que con san Germán de Auxerre fue a Bretaña para luchar contra la herejía de los pelagianos, defendió después con la oración a su ciudad del furor de Atila y, habiendo ejercido de modo admirable el sacerdocio durante cincuenta años, descansó en paz (c. 478).
En la ciudad de Capua, en la Campania, san Lúpulo, mártir (s. inc.).
En Foro de Trajano (hoy Fordongianus), en Cerdeña, san Luxorio, mártir (s. IV).
En la isla de Man, en la parte septentrional de Cambria, san Macaldo o Maughold, obispo, célebre por su santidad (s. VII).
En Hibernia (hoy Irlanda), san Macanisio, obispo.
En Alejandría, en Egipto, conmemoración de san Macario, mártir, el cual, en tiempo del emperador Decio, al aconsejarle el juez con muchas razones que renegase de Cristo, él profesó con mayor constancia la fe, por cuyo motivo finalmente fue quemado vivo.
En Bitinia, muerte de san Macario, hegúmeno del monasterio de Pelecete, que, en tiempo del emperador León V, sufrió muchas pruebas por la defensa de las sagradas imágenes, muriendo en el destierro.
En Lucania, san Macario de Collesano, monje, eximio por su humildad y abstinencia, que presidió varios monasterio en el Mercurion y el Latiniano
En Gante, en Flandes, san Macario, peregrino, quien, recibido entre los monjes de San Bavón, al año siguiente falleció consumido por la peste.
Conmemoración de san Macario, obispo de Jerusalén, que con sus exhortaciones obtuvo que los Santos Lugares fueran restaurados y enriquecidos con basílicas por el emperador Constantino el Grande y su madre, santa Elena.
En la isla de Maleo, en Escocia, san Macario, obispo, oriundo de Irlanda, al que se le considera discípulo de san Columbano y fundador de esta Iglesia (s. VI)
Conmemoración de san Macario el Grande, presbítero y abad del monasterio de Scete, en Egipto, que, considerándose muerto al mundo, vivía sólo para Dios, enseñándolo así a sus monjes (c. 390).
En Clogher, en Hibernia (hoy Irlanda), san Maccartemio, obispo, a quien se le tiene por discípulo de san Patricio (s. V).
En Bretaña Menor, san Maclovio o Macuto, obispo de Alet, que, nacido en Cambria, murió en Saintes.
En el monasterio de Applecroos, en Escocia, san Maelrubo, abad, el cual, oriundo de Irlanda y monje de Bangor, fundó un monasterio de misioneros, desde el que distribuyó, durante cincuenta años, la luz de la fe a la población de aquellas regiones.
En la región de Tarragona, en Hispania, san Magín (Magí), mártir.
En Bretaña Menor, san Maglorio, que, discípulo de san Iltuto, sucedió a san Sansón como obispo de Dol y después llevó vida solitaria en la isla de Serk, según cuenta la tradición (c. 605).
En Tréveris, ciudad de Renania, en Austrasia, san Magnerico, obispo, discípulo de san Niceto, a quien acompañó fielmente cuando éste fue desterrado y al que emuló, al sucederle en el episcopado, en el celo por la salvación de los almas (c. 596).
En el lugar denominado «Fabrateria Vetus», cerca de Ceccano, en el Lacio, san Magno, mártir (s. inc.).
En el monasterio de Füssen, en Baviera, san Magno, abad (s. VIII).
En Escocia, san Magno, mártir, que, siendo príncipe de las Islas Órcadas, abrazó la fe cristiana y, encontrándose en dificultades con el rey de Noruega por acusaciones que se le habían hecho, se presentó desarmado a su colega en el gobierno para firmar la paz, siendo asesinado traicioneramente.
En Milán, de la Lombardía, san Magno, obispo (s. VI).
En Venecia, conmemoración de san Magno, obispo, que, al tomar los lombardos su sede episcopal de Opitergio, con la mayor parte de su grey se trasladó junto a la laguna véneta, fundando la nueva ciudad de Heraclia o Eraclea, así como varias iglesias en el lugar donde más tarde se levantó la ciudad de Venecia (c. 670).
En Dampierre, cerca de Besançon, en Borgoña (hoy Francia), san Mainbodo o Maimbodi, oriundo de Hibernia (hoy Irlanda), el cual, peregrino y eremita, fue asesinado por unos ladrones (c. s. VIII).
En Luimneach, ciudad de Hibernia (hoy Irlanda), san Mainquino, celebrado como obispo (s. VII).
Conmemoración de san Malaquías, profeta, que, después del destierro de Babilonia, anunció el gran día del Señor y su venida en el templo, y la oblación pura que siempre y en todo lugar se le ofrecería.
En el monasterio de Clairvaux, en la Borgoña, sepultura de san Malaquías, obispo de Down y Connor, en Irlanda, que restauró allí la vida de la Iglesia, y cuando se dirigía a Roma, en dicho monasterio, y en presencia del abad san Bernardo, entregó su espíritu al Señor.
En la ciudad de Chartres, en Neustria (hoy Francia), san Malardo, obispo (c. 650).
Conmemoración de san Malco, monje, del que san Jerónimo expuso por escrito el testimonio de su ascesis y de su vida en Maronia, cerca de Antioquía (s. IV).
En Rouen, de la Galia Lugdunense, san Malón, obispo, que está considerado como primer apóstol de la fe cristiana en esta ciudad e iniciador de la sede episcopal (s. IV).
En Cesarea de Capadocia, san Mamas, Mamante o Mameto, mártir, que, siendo pastor de condición muy humilde, vivió solitario en los bosques con la máxima frugalidad y, proclamando su fe en Cristo, consumó el martirio durante el imperio de Aureliano (273/274).
En Vienne, en la Galia Lugdunense, san Mamerto, obispo, que, con motivo de una inminente desgracia, instituyó en esta ciudad unas solemnes letanías para el triduo preparatorio de la fiesta de la Ascensión del Señor (c. 475).
Conmemoración de san Mánahen, hermano de leche del tetrarca Herodes, que era doctor en la Iglesia de Antioquía, en Siria, sobresaliendo como profeta bajo la gracia del Nuevo Testamento (s. I).
En Évora, en Lusitania, san Mancio, mártir (s. VI).
En Milán, de Lombardía, san Mansueto, obispo, que luchó firmemente contra la herejía de los monoteletas (c. 680).
En Toul, en la Galia Bélgica (hoy Francia), san Mansueto, primer obispo de esta ciudad (s. IV).
En Hue, de Annam (hoy Vietnam), pasión de san Manuel Nguyen Van Trieu, presbítero y mártir, bajo el régimen del emperador Canh Thinh.
En África, san Mapálico, mártir, que durante la persecución bajo el emperador Decio, movido de piedad hacia su familia, pidió que se concediese la paz eclesiástica a su madre y a su hermana, que habían abjurado, y así, conducido ante el tribunal, fue coronado por el martirio. Con él perecieron muchos otros santos mártires, que confesaron igualmente a Cristo, a saber: Baso, en una cantera; Fortunio, en la cárcel; Pablo, en el tribunal; Fortunata, Victorino, Víctor, Heremio, Crédula, Hereda, Donato, Firme, Venusto, Frutos, Julia, Marcial y Aristón, muertos en la cárcel por hambre.
En Cartago, en África, san Marcelino, mártir, que siendo alto funcionario imperial muy relacionado con los santos Agustín y Jerónimo, se le acusó de ser partidario del usurpador Heraclión y, aún siendo inocente, por defender la fe católica fue asesinado por los herejes donatistas.
En Embrún, en la Galia, san Marcelino, primer obispo de esta ciudad, el cual, oriundo de África, convirtió a la fe de Cristo la mayor parte de la población de los Alpes Marítimos, siendo ordenado obispo por san Eusebio de Vercelli.
En el territorio de Cori, a treinta miliarios de la ciudad de Roma, santos Argeo, Narciso y Marcelino, mártires (s. IV).
En la ciudad de Ancona, en el Piceno (hoy Italia), san Marcelino, obispo, que, según escribió el papa san Gregorio I Magno, por gracia de Dios libró a la ciudad de un incendio (s. VI).
En Apamea, en Siria, san Marcelo, obispo y mártir, que, por haber destruido un templo de Júpiter, murió a manos de los enfurecidos gentiles (c. 390).
En Capua, de la Campania, san Marcelo, mártir (s. III/IV).
En Chalons-sur-Saone, en la Galia Lugdunense, san Marcelo, mártir (s. III-IV).
En París, en la Galia Lugdunense, san Marcelo, obispo (s. IV).
En la ciudad de Die, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Marcelo, obispo, defensor de la ciudad, que, por haber mantenido la fe católica, fue desterrado por el rey arriano Eurico.
En Deventer, de Frisia, san Marchelmo, presbítero y monje, anglosajón de origen, discípulo desde su juventud de san Wilibrordo, al que acompañó en los trabajos que éste emprendió por Cristo (c. 775).
San Marcial, obispo. de Limoges (Francia), s. I. Obispo, con dos presbíteros, llamados Alpiniano y Austricliniano, en Limoges de Francia; cuya vida fue muy ilustre por sus milagros.
En Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Marciano, monje (c. 488).
Conmemoración de san Marciano, eremita, que, nacido en Cirro, se retiró al desierto de Calcedonia y allí, viviendo en una estrechísima caseta, sólo por la tarde se alimentaba de una módica cantidad de pan y agua, pero poniendo por delante del ayuno el amor fraterno (s. IV).
En Iconio, de Licaonia, san Marciano, mártir, que bajo el prefecto Perenio alcanzó la palma del martirio, pasando por muchos tormentos (s. III/ IV).
En Siracusa, de Sicilia, san Marciano, considerado como primer obispo de esta ciudad (s. II).
En Tortona, en la Liguria, san Marciano, venerado como obispo y mártir (s.inc.).
En Constantinopla (Estambul, hoy en Turquía), san Marciano, presbítero, que se distinguió en la ornamentación de las iglesias y en la ayuda prestada a los pobres.
Conmemoración de san Marcos, obispo de Aretusa, en Siria, que durante la controversia arriana no se desvió lo más mínimo de la fe ortodoxa y, bajo el emperador Juliano el Apóstata, fue perseguido. San Gregorio Nacianceno lo saludó como varón eximio y santísimo anciano.
En Apulia, san Marcos, obispo de Ecano (hoy Troia) (s. V).
Conmemoración de san Marcos, obispo de Jerusalén, que fue el primer obispo procedente de los gentiles que ocupó la sede de la Iglesia de la Ciudad Santa, trabajando con fe y celo para reunir a sus fieles dispersados por la guerra (s. II).
En Mesia, conmemoración de los santos Marcos y Muciano, mártires, que fueron decapitados por negarse a inmolar a los ídolos y por confesar valientemente a Cristo (c. s. IV).
En la ciudad de Ye-Tchoang-Teu, en la provincia de Hebei, en China también, san Marcos Ji Tianxiang, mártir, quien, a pesar de tener prohibido durante cuarenta años acercarse al banquete eucarístico porque le era imposible dejar el uso del opio, pese a ello no cesó de seguir pidiendo una muerte santa y, habiendo sido citado a juicio, profesó con firmeza su fe en Cristo y fue admitido al banquete eterno.
En Roma, san Marcos, papa, que fundó el título «in Palacinis» y edificó una basílica en el cementerio de Balbina, en la vía Ardeatina, donde fue sepultado.
En una isla de Bretaña Menor, san Marculfo, ermitaño, y luego monje y abad del monasterio de Nanteuil (c. 558).
En Numidia, san Márculo, obispo, que, según la tradición, murió mártir en tiempo del emperador Constante, despeñado desde una roca por un tal Macario.
En la ciudad de Tulimán, en México, san Margarito Flores, presbítero y mártir, que, en la gran persecución contra la Iglesia, por ser sacerdote fue encarcelado y fusilado, obteniendo así la gloria del martirio.
En el territorio de Bourges, en Aquitania (hoy Francia), san Mariano, eremita, que sólo se alimentaba de manzanas agrestes y a veces de miel, si la encontraba (s. VI).
En Tarso, de Cilicia, martirio de san Marino, anciano de Anazarbe, que, en tiempo del emperador Diocleciano y el prefecto Lysia, fue decapitado, y su cuerpo, por orden de dicho prefecto, arrojado para que lo devoraran las fieras (c. 303-311).
En Cesarea de Palestina, santos Marino, soldado, y Asterio, senador, mártires bajo el emperador Galieno. El primero, delatado que era cristiano por un compañero envidioso, profesó su fe ante el juez con palabras muy claras y, decapitado, alcanzó la corona del martirio. Asterio, por haber honrado el cuerpo del mártir extendiendo por debajo la propia veste con que se cubría, mereció a su vez ser martirizado (c. 260).
En Porec, de Istria, san Marino, obispo y mártir (c. s. IV).
En el monte Titano, cerca de Rímini, en la Flaminia, san Marino, diácono y anacoreta, portador al pueblo gentil del Evangelio y de la libertad de Cristo (s. IV/V).
En Lausanne, entre los helvecios (hoy Suiza), san Mario, obispo, que trasladó allí la sede de Aventicum, edificó muchas iglesias y fue defensor de los pobres.
En Milán, en la región de la Liguria, san Marolo, obispo, amigo del papa san Inocencio I (s. V).
En una montaña cerca de Apamea, en Siria, san Marón, eremita, muerto después de una vida de áspera penitencia e intensa piedad, fundándose sobre su sepulcro un célebre monasterio, alrededor del cual se originó la nación que lleva su nombre: los maronitas (c. 423).
En el monte Áureo, del Piceno, en Italia, san Marón, mártir.
En Sanjon, en la región de Saintes, en Aquitania, san Martín, presbítero y abad de este monasterio (s. VI).
En la ciudad de León, en España, san Martín de la Santa Cruz (o Martino de León), presbítero y canónigo regular, que fue varón experto en Sagrada Escritura.
En el monte Másico, de la Campania, san Martín, que, llevando una vida solitaria, permaneció muchísimos años encerrado en una estrechísima cueva.
En el monasterio de Vertou, en el territorio de Armórica, en la Galia, san Martín, diácono y abad, al que san Félix, obispo de Nantes, envió para convertir a los paganos de la región (s. VI).
En Vienne, ciudad de la Galia Lugdunense, san Martín, obispo (s. III ex.).
En el monasterio de Santa María de Huerta, en la región hispánica de Castilla, tránsito de san Martín, llamado el Sacerdote, que, siendo abad cisterciense, fue ordenado obispo de Sigüenza y se esforzó por reformar el clero, retirándose, finalmente, a su propio monasterio.
San Martín I, papa y mártir, que condenó la herejía de los monoteletas en el Concilio de Letrán y, por orden del emperador Constante II, fue arrancado de su sede por el exarca Calíopa, que entró por la fuerza en la basílica de Letrán, enviando al Pontífice a Constantinopla y encerrándolo en una dura mazmorra bajo estrecha vigilancia, siendo por fin desterrado al Quersoneso, donde, después de unos dos años, concluyeron sus tribulaciones, alcanzando la corona eterna.
En Roma, en el cementerio de Dámaso, en el segundo miliario de la vía Aurelia, santos Proceso y Martiniano, mártires (sec. inc.).
En Atenas, en Grecia, san Martiniano, que había abrazado la vida eremítica cerca de Cesarea, en Palestina (c. 398).
En el reino de los persas, san Maruta, obispo, que, al establecerse la paz de la Iglesia, presidió el concilio de Seleucia, reparó las iglesias destruidas durante la persecución bajo el rey Sapor y colocó las reliquias de los mártires de Persia en la ciudad episcopal, la cual recibió en aquella ocasión el nombre de Martirópolis (antes de 420).
Conmemoración de san Maryahb, que significa "El Señor hace", corepíscopo y mártir en Persia, que bajo la persecución desencadenada por Sapor II, durante la octava de Pascua sufrió el martirio por Cristo.
En Durango, ciudad de México, san Mateo Correa, presbítero y mártir, que en medio de la persecución desatada contra la Iglesia se negó a revelar el secreto de confesión, recibiendo por ello la corona del martirio.
En Saigón, en Conchinchina (hoy Vietnam), san Mateo Lê Van Gâm, mártir, que fue detenido por introducir con su pequeña embarcación a los misioneros europeos y, al cabo de un año transcurrido en la cárcel, fue decapitado por orden del emperador Thiêu Tri.
En Colonia Agripina, de Germania, san Materno, obispo, que convirtió a la fe de Cristo a gentes de Tongres, Colonia y Tréveris (post 314).
En Milán, ciudad de la Liguria, san Materno, obispo, que, alcanzada la paz de la Iglesia, trasladó con gran solemnidad desde Lodi a esta ciudad los cuerpos de los mártires Nabor y Félix (s. IV).
En Jerusalén, san Matías, obispo, que, después de soportar muchas contradicciones por Cristo, descansó en paz (s. II).
En Kampala, en Uganda, san Matías Kalemba, de sobrenombre Mulumba o el Fuerte, mártir, que habiendo abandonando el culto mahometano, después de su bautismo en Cristo renunció al oficio de juez y propagó la fe cristiana con empeño, por lo cual padeció torturas en tiempo del rey Mwanga y, privado de todo consuelo, entregó finalmente su espíritu a Dios.
En Larchant, ciudad del Gatinais Aquitano, san Maturino, presbítero (c. s. VII).
En la Bretaña Menor, san Maudeto, abad, que hizo vida monástica en una isla desierta y, como maestro de vida espiritual, reunió a muchos santos entre el número de sus discípulos (s. VI).
En la Bretaña Menor (hoy Francia), san Mauricio, abad primero del monasterio de Langonet y después del de Carnoet, de la Orden Cisterciense, fundado por él, donde murió en olor de santidad.
En Angers, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Maurilio, obispo, nacido en Milán y discípulo de san Martín de Tours, que fue ordenado presbítero por éste, poniéndole al frente del pueblo de Colonna, y después, elevado a obispo, centró su preocupación en desterrar las supersticiones de los campesinos paganos.
En la región de Agen, en Aquitania, san Maurino, mártir, que, dedicado a la evangelización de la gente del campo, fue despiadadamente destrozado por los paganos, según dicen las crónicas. Murió en el siglo VI.
En Roma, en el cementerio de Trasona, de la vía Salaria Nueva, san Mauro, mártir, a quien el papa san Dámaso celebra como un niño inocente, al que los tormentos no lograron aparatar de la fe (c. s. IV).
En Cesana, de la provincia de Flaminia, san Mauro, obispo.
En la ciudad de Pécs, en Hungría, san Mauro, obispo, que, hombre de sólida formación eclesiástica, fue monje y abad del monasterio de San Martín de Pannonhalma.
En Marchiennes, en la Galia Bélgica, san Mauronto, abad y diácono, quien fue discípulo de san Amando.
En Marsella, ciudad de la Provenza, en la Galia, san Mauronto, obispo, que fue también abad del monasterio de san Victorca.
En la región de Poitiers, en Aquitania, san Maxencio, abad, insigne por su virtud (c. 515).
Conmemoración de los santos Bonoso y Maximiano, mártires. La crítica histórica dice que murieron en Antioquía, de Siria, pero la Iglesia de Jaén los considera martirizados en la ciudad de Arjona.
Conmemoración de san Maximiano, obispo de Bagai, en Numidia, que, apaleado repetidas veces por los herejes, fue precipitado desde lo alto de una torre, dejándolo por muerto, pero recogido por unos transeúntes, se recuperó y no dejó de luchar por la fe católica (c. 410).
En Siracusa, de Sicilia, san Maximiano, obispo, al que menciona a menudo el papa san Gregorio I Magno.
En la provincia del Nórico, junto al Danubio, san Maximiliano, venerado como obispo de Lorch (c. ante s. VII).
En Roma, en el cementerio de Basila, en la vía Salaria Antigua, san Maximiliano, mártir (s. inc.).
En Aix, de la Provenza, en la Galia, san Maximino, al que se atribuye el comienzo de la fe cristiana en esta ciudad (s. I inc.).
En la región de Orleans, en la Galia Lugdunense, san Maximino, presbítero, considerado como primer abad de Micy (s. VI).
Cerca de Riez, en la Provenza, san Máximo, abad del monasterio de Lérins, sucesor de san Honorato, fundador de ese cenobio y, luego, obispo de la Iglesia de Riez.
En Alejandría, en Egipto, san Máximo, obispo, que, siendo presbítero, compartió el exilio y la confesión de la fe con el obispo san Dionisio, al que después sucedió.
En Asia, provincia de Turquía, san Máximo, mártir durante la persecución bajo el emperador Decio y de quien se dice que murió lapidado (c. 250).
En Cesarea de Capadocia, san Máximo, corepíscopo y mártir.
Cerca de la fortaleza de Chinon, en el territorio de Tours, en Aquitania, san Máximo, discípulo de san Martín, que primeramente fue monje en el lugar de Ile-Barbe, cerca de Lyon, y posteriormente fundó un monasterio a la orilla del río Vigenne, en el que murió en edad muy avanzada (s. V).
En Cuma, de la Campania, san Máximo, mártir (c. 303).
Conmemoración de san Máximo, obispo de Jerusalén, el cual fue condenado por el césar Maximino Daya a trabajos forzados en las minas, después de que le hubieran arrancado un ojo y quemado un pie con un hierro candente. Alcanzada la libertad, pudo marchar de allí y fue nombrado obispo de la Iglesia de Jerusalén, en donde, con el prestigio de su gloriosa confesión, descansó en paz (c. 350).
En Nápoles, de la Campania, san Máximo, obispo, que por defender la fe de Nicea fue desterrado por el emperador Constancio, muriendo consumido por diversas calamidades (s. IV).
En Nola, en la Campania, san Máximo, obispo, que rigió la Iglesia de esta ciudad en periodo de persecuciones y, después de una larga vida, descansó en paz (s. III).
En Padua, en la región de Venecia, san Máximo, obispo, considerado sucesor de san Prosdócimo (s. III/IV).
En la ciudad de Pavía, en la Liguria (hoy Italia), san Máximo, obispo (c. 514).
En Bizacena, san Mayulo, mártir en Adrumeto, que fue condenado a ser devorado por las fieras (s. II/III).
En París, en Neustria, san Mederico, presbítero y abad de Autun, que vivió en un paraje retirado, cerca de la ciudad (c. 700).
En la ciudad de Riga, junto al mar Báltico, conmemoración de san Meinardo, obispo, que era monje en Germania, y ya anciano, cuando decidió dirigirse a Livonia para evangelizar aquel pueblo, construyó la iglesia de Üxkül, fue ordenado obispo y puso los cimientos de la fe cristiana en aquella región.
En las montañas que rodean el lago de Zürich, entre los helvecios (hoy Suiza), san Meinrado, presbítero, que llevó primero vida cenobítica y después eremítica, siendo asesinado por unos ladrones (c. 861).
En Paderborn, de Sajonia, san Meinulfo, diácono, que construyó y enriqueció el monasterio de Böddeken, confiándolo a una comunidad de vírgenes (c. 857).
En Tallaght, en Irlanda, san Mel Ruain, obispo y abad, que trabajó incansablemente en renovar la sagrada liturgia, el culto de los santos y la vida monástica.
En Rennes, de la Bretaña Menor, san Melanio, obispo, que pasó al encuentro del Señor en el lugar llamado Placio, a la vera del río Vicenon, donde él mismo, con sus propias manos, había construido una iglesia y congregado a monjes para el servicio de Dios (c. 511).
En la ciudad de Rinocorurua, en Egipto, san Melas, obispo, que por su adhesión a la fe ortodoxa sufrió el destierro en tiempo del emperador arriano Valente, tras lo cual descansó en paz (c. 390).
En Nam Dinh, de Tonquín, san Melchor García Sampedro, obispo, de la Orden de Predicadores y mártir, encerrado primero por ser cristiano en una estrechísima cárcel, y después, por orden del emperador Tu Duc, materialmente despedazado.
En Sebastopol, del Ponto, san Melecio, obispo, el cual, aunque ya famoso por su erudición, fue aún más famoso por su virtud y sencillez de vida (s. IV).
Conmemoración de san Melecio, obispo de Antioquía, que, por defender la fe de Nicea, fue exiliado varias veces y falleció mientras presidía el primer Concilio Ecuménico de Constantinopla. San Gregorio de Nisa y san Juan Crisóstomo exaltaron su figura.
En Ardagh, en Irlanda, san Melis, obispo.
En Canterbury, en Inglaterra, san Melito, obispo, que, siendo abad, fue enviado por el papa san Gregorio I Magno a Inglaterra, donde fue ordenado obispo de los sajones orientales por san Agustín, y, después de sufrir muchas tribulaciones, accedió a la sede de Canterbury.
En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, san Melquíades, papa, oriundo de África, que conoció la paz concedida por el emperador Constantino a la Iglesia, pero víctima de los ataques de los donatistas, se distinguió por sus esfuerzos encaminados a obtener la concordia.
Conmemoración de san Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, que saludó y bendijo a Abrahán cuando volvía victorioso, ofreciendo al Señor un sacrificio santo, una hostia inmaculada. Como figura típica de Cristo, ha sido interpretado rey de la paz y de la justicia y sacerdote eterno, aun falto de genealogía.
En Chalons, en la Galia Bélgica, san Memmio, al que se venera como primer obispo de esta ciudad (s. III/IV).
Bizia (hoy Wiza), en Tracia, san Memnón, centurión y mártir, que convertido a la fe en tiempos de Diocleciano y Maximiano por san Severo, juntamente con éste fue sometido a crueles tormentos, subiendo él en primer lugar victorioso al cielo (c. s. III).
En Constantinopla, san Menas, obispo, que, ordenado por el papa san Agapito, restableció la comunión temporalmente rota con el papa Vigilio y dedicó la gran iglesia, construida por el emperador Justiniano, en honor a la Divina Sabiduría.
Junto al lago de Mariótide, en Egipto, san Menas, mártir.
En la provincia de Samnio, en Italia, memoria de san Menas, solitario, de cuyas virtudes hace mención el papa san Gregorio I Magno (s. VI).
En Menat, en la Galia Arvernense, san Meneleo, abad (c. 700).
Santos Meneo y Capitón, mártires, Licia, s. III.
En Pario, en el Helesponto, san Menigno, batanero, el cual, según la tradición, padeció bajo el emperador Decio (c.250).
En Forlí, en la Emilia, san Mercurial, obispo, a quien la tradición considera como el instaurador de esta sede episcopal (s. IV).
En Cesarea de Capadocia, san Mercurio, mártir.
En Armenia, san Mesrob, doctor de los armenios, el cual, siendo discípulo de san Narsete y escriba en el palacio real, se hizo monje. Inventó los signos del alfabeto para que el pueblo fuese instruido en las sagradas Escrituras, tradujo al armenio los dos testamentos y compuso himnos y cánticos (c. 440).
En Constantinopla, san Metodio, obispo, que siendo monje viajó a Roma para encontrarse con el papa Pascual I, para defender la veneración de las imágenes, y, elegido obispo, pudo celebrar solemnemente el triunfo de la fe ortodoxa.
Conmemoración de san Metodio, obispo de Olimpo y mártir, que escribió varios libros en estilo conciso y elegante, y al final de la persecución bajo Diocleciano fue coronado por el martirio (c. 312).
Conmemoración de san Metrano, mártir de Alejandría, en Egipto, el cual, siendo emperador Decio, por negarse a proferir palabras impías como le exigían los paganos, le atormentaron cruelmente y, llevado fuera de la ciudad, le apedrearon hasta la muerte (c. 249).
En Constantinopla, san Metrófano, obispo de Bizancio, que consagró al Señor la Nueva Roma.
En Verona, en la región de Venecia, san Metrón, ermitaño, de quien se dice que llevó una vida áspera y penitente (c. s. VIII).
En Gaël, en la Bretaña Menor, san Meveno, abad, que, nacido en Cambria, se retiró a los bosques de la Armórica y fundó un monasterio (s. VI).
En Colima, de México, san Miguel de la Mora, presbítero y mártir, que, en el furor de la persecución contra la Iglesia, fue coronado con el martirio.
En Valladolid, en España, san Miguel de los Santos, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, que se entregó por completo a obras de caridad y a la predicación de la palabra de Dios.
En Sinada, de Frigia (hoy Çifitkasaba, en Turquía), san Miguel, obispo, el cual, siendo hombre pacífico, favoreció la paz y la concordia entre griegos y latinos, pero fue enviado al exilio lejos de su patria a causa del culto de las imágenes sagradas.
En el lugar de Bétharram, cerca de Pau, en los Bajos Pirineos de Francia, san Miguel Garicoïts, presbítero, que fundó la Congregación de Presbíteros del Sagrado Corazón de Jesús).
En Annam, san Miguel Ho Dihn Hy, mártir, que siendo mandarín, alto funcionario del emperador y catequista, al ser delatado como cristiano murió degollado después de atroces tormentos.
San Miles, obispo y mártir.
En Florencia, ciudad de la Toscana, san Miniato, mártir (c. s. III).
Conmemoración de san Miqueas, profeta, el cual, en los días de Joatan, Acaz y Ezequias, reyes de Judá, defendió con su predicación a los oprimidos, condenó a los ídolos y las perversidades, y anunció al pueblo elegido que, desde los días eternos, nacería en Belén de Judea un caudillo que apacentaría a Israel con la fortaleza del Señor.
Murió hacia el año 314 en Milán, de la Liguria, san Mirocleto, obispo, del que hace memoria san Ambrosio entre los obispos fieles que le precedieron.
En Cizico, en el Helesponto, san Mirón, presbítero y mártir, que, según una tradición, durante el imperio de Decio y bajo el prefecto Antípatro, fue decapitado tras sufrir muchos tormentos (s. III).
En Aix-en-Provence, de la Galia Narbonense, san Mitrio, a quien, aunque siervo de condición, la santidad le hizo libre (s. IV).
En Bizancio, san Mocio, presbítero y mártir (s. inc.).
En el monasterio de Berceto, en la Lombardía, san Moderano o Moderón, abad, antes obispo de Rennes, en la Galia, insigne por su amor a la soledad y la devoción hacia los lugares santos (c. 720).
En Jerusalén, san Modesto, obispo, el cual, después de que la Santa Ciudad fue conquistada y devastada por los árabes, reconstruyó monasterios y los llenó de monjes, y con mucho trabajo rehizo los santuarios destruidos por el incendio.
En Tréveris, de la Renania, en Austrasia, san Modoaldo, obispo, que fundó y enriqueció varias iglesias y monasterios, y constituyó también diversas agrupaciones de vírgenes, siendo sepultado junto a su hermana Severa (c. 647).
En Egipto, san Moisés Etíope. Después de haber sido un conocido ladrón, se hizo anacoreta, convirtió a muchos de los suyos y los llevó con él al monasterio (c. 400).
En Leighlin, en Irlanda, san Molasio o Laisren, abad, que extendió pacíficamente en la isla la celebración de la Pascua, según la costumbre romana.
En Roosmarkei, en Escocia, san Moloc o Luano, obispo (c. 592).
En Milán, en la región transpadana, san Mona, obispo (c. 300).
En Nassogne, de Brabante, en Austrasia, san Monón, venerado como eremita en los bosques de Ardennes y mártir (c. 630/640).
En Sirmio, en la actual Hungría (antigua Panonia), san Montano, presbítero, y Máxima, su esposa, que habiendo confesado a Cristo Señor, fueron arrojados a las aguas por los infieles (c. 304).
En la aldea de Altkirch, en la región de Basilea, entre los helvecios, san Morando, monje, oriundo de Renania, que siendo presbítero peregrinó a Compostela y al regreso entró en el monasterio de Cluny, fundando más adelante el cenobio en el que terminó su santa vida (c. 1115).
En Mesia, conmemoración de los santos Marcos y Muciano, mártires, que fueron decapitados por negarse a inmolar a los ídolos y por confesar valientemente a Cristo (c. s. IV).
En Malonne, lugar de Bélgica, san Muciano María Viaux, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que dedicó toda su vida con constancia y generosidad a la formación de los jóvenes.
En Burdeos, de Aquitania, san Mummolo, abad del monasterio de Fleury
En Noyon, de Neustria, san Mumolno, obispo, que, siendo monje, ayudó a san Audomaro en la tarea de evangelizar, hasta que fue elegido obispo para suceder a san Eligio (c. 680).
En Milán, ciudad de la Liguria, santos Nabor y Félix, mártires, que, siendo soldados oriundos de Mauritania, se dice que sufrieron el martirio en Laus Pompeia (hoy Lodi) y fueron sepultados en Milán (c. 304).
En la región de Ontario, en Canadá, pasión de san Nadal Chabanel, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, habiendo hecho voto ante Dios de permanecer hasta la muerte en su querida misión del territorio Hurón, caminando por el bosque con un cierto apóstata fue muerto por él en odio de la fe. Su memoria se celebra el diecinueve de octubre, junto con sus compañeros.
San Nanfanión mártir en Madaura (África).
Conmemoración de san Nahúm (o San Nahún), profeta, que predicó a Dios como el que gobierna el devenir de los tiempos y juzga con justicia a los pueblos.
En Vienne, de la Burgundia, san Namacio, obispo, que desempeñó rectamente los mimos oficios civiles que rigió y honró la sede episcopal.
En Arvernia, de Aquitania, san Namancio, obispo, que construyó la iglesia catedral (c. 460).
En la ciudad de Gerona, en la Hispania Tarraconense, conmemoración de san Narciso, obispo y mártir (s. inc.).
En Bérgamo, en la provincia de Liguria, san Narno, que es considerado primer obispo de la ciudad (s. IV).
En la región de Aberdeen, en Escocia, san Natalán, obispo, insigne por su caridad hacia los pobres (c. 678).
En el monasterio de Achad, en Hibernia (hoy Irlanda), san Nateo, obispo y abad (s. VI).
De su vida, poco sabemos. Sólo su final, el martirio, nos ha llegado hasta nosotros. En el año 250, durante las persecuciones de Decio, el obispo Dionisio de Alejandría nos da cuenta de él. Se le estimaba entre los que más del pueblo por la conducta justa y sus costumbres sanas; en fin, apreciado por su bondad y conducta ética intachable, como cabe y debe esperarse en un discípulo de Cristo verdadero. Pero la envidia empuja a acusadores a delatarle ante la justicia, primero como delincuente, de lo que sale absuelto, y luego de cristiano, fatal carga. Nemesio confirma la acusación y termina quemado en la hoguera en compañía de algunos ladrones y asesinos de su tiempo.
En Alejandría, en Egipto, san Nemesio, mártir, que, acusado falsamente de ladrón, fue llevado a juicio y absuelto por el juez, pero después, en la persecución bajo el emperador Decio, fue acusado ante el juez Emiliano de profesar la religión cristiana, siendo, por ello, atormentado con reiterados suplicios y quemado con ladrones a semejanza del Salvador, que sufrió la cruz entre ellos.
En Nicea, ciudad de Bitinia (hoy Turquía), san Neófito, mártir (s. IV).
En Egea, de Cilicia, santos mártires Claudio, Asterio y Neón, hermanos, que, según tradición, acusados por su madrastra de ser cristianos, fueron decapitados en tiempo del emperador Diocleciano y del prefecto Lysias.
Santos Nereo y Aquileo, mártires, los cuales, según refiere el papa san Dámaso, eran dos jóvenes que se habían enrolado en el ejército y que, arrastrados por el miedo, estaban dispuestos a obedecer las órdenes impías del magistrado, pero después de convertirse al Dios verdadero dejaron el ejército, arrojando sus escudos, armas y uniformes, contentos de su triunfo como confesores de Cristo. Sus cuerpos fueron sepultados en este día en el cementerio de Domitila, situado en la vía Ardeatina de Roma (s. III ex.).
En Perge, en Pamfilia, pasión de san Néstor, obispo de Magido y mártir, que en tiempo de la persecución bajo el emperador Decio fue condenado por el prefecto de la provincia a ser clavado en una cruz, para que sufriese la misma pena que el Crucificado a quien confesaba (c. 250).
En Mira, de Licia, santos mártires Nicandro, obispo, y Hermas, presbítero (c. s. IV).
En Reims, de la Galia Bélgica, pasión de san Nicasio, obispo, que, ante la puerta de la basílica que había edificado, fue asesinado junto con su hermana Eutropia, virgen consagrada a Cristo, Florencio, diácono, y Jocundo, por unos paganos que irrumpieron violentamente.
En Lyon, en la Galia, san Nicecio, obispo, que se distinguió por su dedicación a los pobres y su benignidad para con los sencillos, estableciendo en esta Iglesia la norma de cantar salmos.
En Tréveris, en la Renania, de Austrasia, san Nicecio, obispo, que, según el testimonio de san Gregorio de Tours, era fuerte en la predicación, terrible en la argumentación, constante en la enseñanza, y sufrió el destierro bajo Clotario, rey de los francos.
En Vienne, en la Galia Lugdunense, san Nicecio o Niceto, obispo (s. V).
En Vesoncio (hoy Besançon), en Burgundia, san Nicecio, obispo (c. 610).
En el Bósforo, de la Propóntide, muerte de san Nicéforo, obispo de Constantinopla, quien, propugnador acérrimo de las tradiciones paternas, se opuso con decisión al emperador iconoclasta León el Armenio, defendiendo el culto de las sagradas imágenes. Expulsado de su sede y encerrado mucho tiempo en un monasterio, entregó su alma a Dios.
Santos Nicetas y Aquilesia, mártires, Licia (Asia Menor), s. III.
Conmemoración de san Nicetas, obispo de Apolonia, en Macedonia, que por dar culto a las santas imágenes fue desterrado por el emperador León el Armenio.
En el monasterio de Medicio, en Bitinia, san Nicetas, hegúmeno, que, por defender el culto de las sagradas imágenes, en tiempo del emperador León el Armenio sufrió cárcel y exilio.
Conmemoración de san Nicetas, obispo de Remesiana, en la Dacia, al que alaba san Paulino de Nola en uno de sus poemas por haber convertido en ovejas a los bárbaros al enseñarles el Evangelio, por convencerles de vivir unidos en paz y por haber obtenido que gente inculta y ladrones aprendiesen a cantar a Cristo con un corazón romano (c. 414).
A orillas del Danubio, san Nicetas Godo, mártir, a quien el rey arriano Atanarico mandó quemar en odio a la fe católica (c. 370).
En Mammola, cerca de Gerace, en Calabria, san Nicodemo, eremita, que fue maestro de vida monástica, célebre por la austeridad de vida y por sus virtudes.
En Trani, de la Apulia, san Nicolás, peregrino, que, natural de Grecia, recorría toda la región llevando un crucifijo en la mano y repitiendo incensantemente: «Señor, ten piedad».
En Constantinopla, san Nicolás Estudita, monje, que fue exiliado repetidas veces por defender el culto de las santas imágenes y terminó sus días como hegúmeno del monasterio de Estudion.
En la basílica de San Pedro, de Roma, san Nicolás I, papa, que sobresalió por su energía apostólica al reafirmar la autoridad del Romano Pontífice en toda la Iglesia.
En Londres, en Inglaterra, san Nicolás Owen, religioso de la Compañía de Jesús y mártir, que durante muchos años estableció escondites para reparo de sacerdotes, por lo cual, bajo el rey Jacobo I, fue encarcelado y cruelmente torturado en el potro hasta exhalar el espíritu, habiendo confesado gloriosamente a Cristo Señor.
En Roma, san Nicomedes, mártir, a quien el papa Bonifacio V honró su sepultura en la vía Nomentana con un templo sepulcral (s. inc.).
En Lacedemonia, del Peloponeso, san Nicón, monje, que después de una vida cenobita y eremítica transcurrida en Asia, trabajó con celo evangélico para llevar a la vida cristiana a los habitantes de la isla de Creta, recién liberada del yugo de los sarracenos, y luego recorrió Grecia predicando la penitencia, hasta que falleció en el monasterio de Esparta, fundación suya.
En Ancira, de Galacia, san Nilo abad, que, tenido por discípulo de san Juan Crisóstomo, estuvo al frente de su monasterio mucho tiempo y difundió en sus escritos la doctrina ascética.
En el territorio de Túsculo (hoy Frascati), san Nilo el Joven, abad, oriundo de Grecia, conversador espiritual, cultivador de la vida de abstinencia, humildad y peregrinación, y esclarecido en don de profecía y sabia doctrina, que fundó un célebre monasterio en Grotaferrata, dotándolo de la reglamentación de los Padres Orientales, y allí, nonagenario y en oración, entregó su espíritu a Dios (1004/1005).
En Cándida Casa (hoy Whitehorn), en la región de Galloway, en Escocia, conmemoración de san Niniano, obispo, bretón de nacimiento, que llevó a los pictos a la verdad de la fe, fundando allí una sede episcopal (c. 432).
En el lugar de Mityana, en Uganda, san Noé Mawaggali, mártir, que, siendo servidor del rey, iniciada la persecución y rehusando impávido emprender la fuga, ofreció voluntariamente su pecho a las lanzas de los soldados, quienes se lo atravesaron estando colgado de un árbol, hasta que entregó el espíritu por Cristo.
En el monte Soracte, en la vía Flaminia, del Lacio, san Nonoso, abad (c. 570).
San Norberto, obispo, hombre de costumbres austeras y dado enteramente a la unión con Dios y a la predicación del Evangelio, que fundó cerca de Laon, en Francia, la Orden Premonstratense de Canónigos Regulares, y luego, designado obispo de Magdeburgo, en Sajonia, se mostró pastor eximio, reformando la vida cristiana y trabajando para difundir la fe entre las poblaciones vecinas.
Conmemoración de san Nostriano, obispo de Nápoles (c. 450).
San Numeriano, arzobispo de Tréveris (Alemania), 657.
En Brescia, de la Lombardía, san Obicio, que, siendo militar de caballería, se convirtió a Dios, abrazó una vida de penitencia y distribuyó sus bienes para utilidad pública.
En Nicomedia, de Bitinia (hoy Turquía), san Océano, mártir (s. inc.).
En Souvigny, de Borgoña (hoy Francia), muerte de san Odilón, abad de Cluny, que fue severo consigo mismo, pero dulce y misericordioso con los demás. Estableció treguas entre los que peleaban entre sí y, en tiempo de hambre, ayudó a los necesitados con todas sus fuerzas. Fue el primero en establecer en sus monasterios la Conmemoración de todos los fieles difuntos, fijándola para el día siguiente a la Solemnidad de todos los santos.
En Urgel, en el condado de Cataluña, del Reino de Aragón, san Odón, que, elegido obispo por aclamación del pueblo cuando era aún seglar, una vez confirmado defendió a los más humildes y fue bondadoso para con todos.
En Utrecht, de Gueldres, en Lotaringia, san Odulfo, presbítero, que evangelizó a los habitantes de Frisia (c. 855).
En el monasterio de Tallaght, en Hibernia (hoy Irlanda), san Oengo, de sobrenombre "Cúldeo", monje, que compuso el catálogo de los santos de aquel país (c. 824).
En Nídaros (hoy Trondheim), ciudad de Noruega, san Olav, mártir, que siendo rey de su pueblo, lo liberó de la idolatría y propagó con gran diligencia la fe cristiana que había conocido en Inglaterra, pero finalmente, atacado por sus enemigos, murió asesinado.
San Olimpio, obispo, Tracia (Turquía europea), s. IV.
En Londres de nuevo, san Oliverio Plunkett, obispo de Armagh y mártir, que en tiempo del rey Carlos II, falsamente acusado de traición, fue condenado a la pena capital, y ante el patíbulo, que rodeaba una multitud, después de perdonar a sus enemigos, confesó con gran firmeza la fe católica.
Conmemoración también de san Onesíforo, que sirvió muchas veces a san Pablo en Éfeso y, sin sentir vergüenza por sus cadenas, llegado a Roma, se interesó solícitamente por su suerte (s. I).
En los bosques de Panaia, cerca de Catanzaro, en la Calabria, san Onofre, eremita, insigne por sus ayunos y por la austeridad de vida.
En Piacenza, ciudad de la Emilia, san Opilio, diácono (c. s. V).
En Brescia, en la región de Venecia, san Optaciano, obispo, que subscribió las cartas sinódicas sobre la fe católica en la Encarnación, enviadas por Eusebio, obispo de Milán, al papa san León (s. V).
En Milevi, en Numidia, conmemoración de san Optato, obispo, en cuyos escritos trató sobre la universalidad de la Iglesia, la necesidad de la íntima unidad de los cristianos y los errores cometidos por los donatistas (s. IV).
En Zaragoza, en la Hispania Tarraconense, conmemoración de san Optato y sus diecisiete compañeros, mártires, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano fueron ejecutados, después de ser atormentados, componiendo Prudencio unos versos sobre su glorioso martirio (s. IV). Sus nombres son: Luperco, Suceso, Marcial, Urbano, Julia, Quintiliano, Publio, Fronto, Félix, Ceciliano, Evodio, Primitivo, Apodemio y otros cuatro que llevaban todos el nombre de Saturnino.
En Auch, en Aquitania, san Orencio u Oriencio, obispo, que se esforzó en erradicar de su ciudad las costumbres de los paganos y en procurar la paz entre los romanos y el rey de los visigodos de Tolosa (c. 440).
En Tiana, de Capadocia, san Orestes, mártir (s. III/IV).
En el monasterio de Landelles, en la región de Bayeux, de Normandía, san Ortario, abad, célebre por su austeridad y su vida de oración, así como por su dedicación a curar enfermos y por ayudar a los pobres (s. XI).
Conmemoración de san Oseas, profeta del Antiguo Testamento, que no sólo con sus palabras, sino con su misma vida mostró al Señor al pueblo infiel de Israel, como Esposo siempre fiel y movido por una misericordia infinita (s. VIII a. C.).
En Salisbury, en Inglaterra, san Osmundo, obispo, que junto con el rey Guillermo se trasladó de Normandía a Inglaterra y, promovido enseguida al episcopado, consagró la iglesia catedral, proveyendo a la administración de la sede y al culto divino.
San Ostiano, confesor, Viviers (Francia).
En Worchester, en Inglaterra, san Osvaldo (Aswaldo, Oswald), obispo, que fue primero canónigo y después monje, presidió las sedes de Worchester y de York, introdujo en muchos monasterios la Regla de san Benito, siendo un maestro benigno, alegre y docto.
En la isla de Iona, en Escocia, san Oterano, monje, que fue uno de los primeros discípulos de san Columbano (s. VI).
Entre los helvecios (hoy Suiza), san Otmar u Otmaro, abad, que, junto a la celda construida por san Galo, fundó un pequeño hospital para leprosos y un cenobio bajo la observancia de la Regla de san Benito y, por defender sus derechos, fue deportado por vecinos poderosos a una isla del Rin, donde falleció.
En Ariano, de Irpinia, en Italia, san Otón, ermitaño (c. 1120).
En la ciudad de Léon (hoy Saint-Paul-de-Léon), en la Bretaña Armórica, san Pablo Aureliano, primer obispo de esta ciudad (s. VI).
En la isla de Chipre, san Pablo, monje, que fue quemado vivo por defender el culto de las santas imágenes (c. 770).
Conmemoración de san Pablo, obispo de Constantinopla y mártir, a quien expulsaron muchas veces los arrianos por mantener la fe nicea y otras tantas volvió a su sede, pero, al fin, el emperador Constancio le relegó a Cucuso, pequeña población de Capadocia, y allí mismo fue cruelmente estrangulado, según la tradición, por insidias de los arrianos.
En Córdoba, ciudad de la región hispánica de Andalucía, san Pablo, diácono y mártir, que, aleccionado con el ejemplo y la palabra de san Sisenando, no temió echar en cara a príncipes y dignatarios sarracenos la falsedad de su culto, por lo que murió confesando a Cristo como verdadero Dios.
En Narbona, al sur de la Galia, en la vía Domitia, fuera de la ciudad, sepultura de san Pablo, obispo y mártir (s. III).
En Prusa, de Bitinia, san Pablo, obispo, que por defender el culto de las sagradas imágenes fue expulsado de la patria y murió en el exilio.
En Augusta Tricastina (hoy Saint-Paul-Trois-Châteaux), en la región de la Galia Vienense, san Pablo, obispo, que dio su nombre a la ciudad (s. IV).
En Verdún, en la Galia, san Pablo, obispo, que, después de ser monje, fue elevado a la sede episcopal de esta ciudad, en la que promovió el culto divino y la vida regular de los canónigos (c. 647).
En la Tebaida, en Egipto, san Pablo, por sobrenombre "Simple", discípulo de san Antonio (s. IV).
En la Tebaida (hoy Egipto), san Pablo, eremita, uno de los primeros en abrazar la vida monástica (s. IV).
En el lugar de Cho Quan, en Conchinchina, san Pablo Hanh, mártir, quien, habiendo olvidado las costumbres cristianas, dirigió una banda de ladrones, pero apresado en tiempo del emperador Tu Duc, confesó que era cristiano, y no siendo apartado de su fe por halagos, azotes, ni por laceraciones con tenazas, culminó su glorioso martirio con la decapitación.
En la ciudad de Seúl, en Corea, san Pablo Ho Hyob, mártir, que, siendo soldado, fue encarcelado por confesarse cristiano y, sometido a tormento, sus fuerzas cedieron y pareció que se retractaba, pero, arrepentido, él mismo se presentó ante el juez confirmando su fe en Cristo, por lo cual, encarcelado de nuevo, después de largo tiempo falleció a consecuencia de los golpes recibidos.
En Roma, san Pablo I, papa, quien, afable y misericordioso, por la noche, en silencio, visitaba las casas de los enfermos pobres, prestándoles ayuda. Defensor de la fe ortodoxa, escribió a los emperadores Constantino y León, para que restituyeran el culto a las sagradas imágenes. Muy devoto de los santos, cuidó de trasladar desde los cementerios en ruinas al interior de la ciudad, en los diversos títulos y monasterios, los cuerpos de los mártires, en medio de himnos y cánticos.
En la aldea Xisiaodun, cerca de Xinhexian, en la provincia de Hebei, en China, san Pablo Ke Tingzhu, mártir. Era el jefe de la aldea cristiana y en la persecución desencadenada por los seguidores del movimiento Yihetuan, al ser despedazado ofreció a los demás un luminoso ejemplo de resignación cristiana.
En la ciudad de Vinh Tri, en Tonquín, san Pablo Lè Bao Tinh, presbítero y mártir, que, siendo todavía clérigo, permaneció largo tiempo en la cárcel y, ordenado sacerdote, dirigió el seminario, confeccionó un libro de homilías y un compendio de doctrina cristiana, y finalmente, de nuevo llevado a la cárcel en tiempo del emperador Tu Duc, fue condenado a la decapitación.
En Thi-Nghe, en Conchinchina, san Pablo Le-Van-Loc, presbítero y mártir, que en tiempo del emperador Tu Duc fue degollado en la puerta de la ciudad por confesar a Cristo.
En la localidad de Dongjaochang, cerca de la ciudad de Lezhi, en la provincia de Sechuan, en China, san Pablo Liu Hanzou, presbítero y mártir, estrangulado por ser cristiano.
En la ciudad de Tho-Duc, en Annam, san Pablo Tong Viet Buong, mártir, que, siendo soldado, sufrió la muerte por Cristo en tiempo del emperador Minh Mang.
En Barcelona, en la Hispania Tarraconense, san Paciano, obispo, que, exponiendo su fe, manifestaba que "cristiano" era su nombre y "católico" su apellido.
En la ciudad de Metz, también en la Galia Bélgica (hoy Francia), san Paciente, obispo (s. IV).
En Lyon, de la Galia, san Paciente, obispo, que, movido por la caridad, distribuyó gratuitamente alimentos por todas las ciudades a orillas del Ródano y del Saona, ayudando a los pueblos oprimidos por el hambre y ejerciendo el apostolado por doquier, para conversión de herejes y cuidado de los necesitados (c. 480).
En Tebaida, san Pacomio, abad, que cuando aún era pagano se sintió impresionado por el testimonio de caridad cristiana para con los soldados detenidos en la cárcel común y, después de abrazar el cristianismo, recibió el hábito monástico de manos del anacoreta Palamón. Al cabo de siete años, por inspiración divina, fue abriendo numerosos monasterios con el fin de recibir a los monjes en régimen de vida común, escribiendo para ellos una célebre Regla (347/348).
En Auxerre, de Neustria, san Paladio, obispo, que fue abad del monasterio de San Germán y, recibido el episcopado, participó en muchos concilios y se dedicó a restaurar la disciplina eclesiástica.
En Escocia, conmemoración de san Paladio, obispo, el cual, enviado desde la ciudad de Roma a Irlanda, murió en ese país cuando san Germán de Auxerre luchaba en Inglaterra contra la herejía de Pelagio.
En la ciudad de Saintes, también en Aquitania, san Paladio, obispo, que erigió una basílica sobre el sepulcro de san Eutropio y fomentó el culto de los santos en su ciudad episcopal.
En Tabennesi, de Tebaida, en Egipto, san Palemón, anacoreta, hombre asiduo a la oración y a la austeridad, que fue maestro de san Pacomio (s. IV).
En Roma, en la vía Salaria Antigua, san Pámfilo, mártir (s. inc.).
En Taormina, en Sicilia, san Pancracio, mártir, que al parecer fue el primer obispo de esta Iglesia (s. inc.).
En Sulmona, del Abruzo, sepultura de san Pánfilo, obispo de Corfinio (c. 700).
En Vienne, en Burgundia, san Pantagato o Panatágato, obispo.
En Nicomedia, de Bitinia, san Pantaleón o Pantalaimón, mártir, venerado en Oriente como médico que ejercía su arte sin retribución alguna (c. 305).
Conmemoración de san Panteno de Alejandría, varón apostólico, enriquecido con toda clase de sabiduría, conocedor en alto grado de la Palabra de Dios y amante apasionado de la misma, del cual cuenta la tradición que su fe y ardiente caridad le impulsaron a ir al más lejano oriente a predicar el Evangelio a los gentiles, retornando al final de su vida a Alejandría, donde descansó en paz, en tiempo del emperador Antonino Caracalla (s. III).
En Seleucia, en Persia, san Papas, oriundo de Licaonia, que, tras muchos tormentos, afrontó el martirio por la fe de Cristo (s. IV).
En Hierápolis, en Frigia, san Papías, obispo, de quien se dice que había escuchado al anciano Juan, que fue compañero de san Policarpo, y que comentó los discursos del Señor (s. II)
En Roma, en el cementerio Mayor de la vía Nomentana, santos mártires Papías y Mauro, soldados (c. s. III).
En Roma, en el cementerio Mayor de la vía Nomentana, santos mártires Papías y Mauro, soldados (c. s. III).
En Tomis, en Escitia (actual Constanza, Rumanía), santos Cresto y Papo, mártires (c. s. IV).
En la región de Lauragais, en la Galia Narbonense, san Pápulo o Paplo, venerado como mártir (s. III/IV).
En Guéret, en la región de Limoges, en Aquitania, san Pardulfo, abad, del cual, ilustre por su santidad de vida, se cuenta que hizo huir de su iglesia a los sarracenos que retrocedían ante Carlos Martel.
En Teano, de la Campania, san Páride, obispo, que fue el primero, según se cree, en ocupar esta sede episcopal (s. IV)
En Treviso, en el territorio de Venecia, san Paris, presbítero de la Orden Camaldulense, que fue director espiritual de religiosas durante setenta y siete años, falleciendo a la edad de ciento ocho años.
San Parmerio, presbítero y mártir.
En Lampsaco, en la región del Helesponto, san Partenio, obispo, que en tiempo del emperador Constantino fue un eximio propagador de la fe con su predicación y su ejemplo (s. IV).
En Nantes, en la Bretaña Menor, san Pascario, obispo, que acogió a san Hermelando y a doce monjes pedidos a la comunidad de Fontenelle, con quienes fundó un monasterio en la isla de Antros (s. VII).
En el monasterio de Corbie, en Neustria (hoy Francia), san Pascasio Radberto, abad, que expuso de modo claro y lúcido la verdad sobre el Cuerpo y la Sangre del Señor en el misterio de la Eucaristía.
También en Roma, memoria de san Pascual I, papa, que, llevado por la devoción, trasladó muchos cuerpos de mártires desde las catacumbas a distintas iglesias de la ciudad.
En Dorostoro, en Mesia (hoy Rumanía), santos Pasícrates y Valencio, mártires, que, por confesar a Cristo como único Dios, sometieron decididos sus cuellos a la espada.
En Compluto (hoy Alcalá de Henares), en la Hispania Cartaginense, santos mártires Justo y Pastor. Todavía niños, corrieron voluntariamente al martirio, abandonando en la escuela sus tablillas de escolar y, detenidos por orden del juez e inmediatamente azotados, animándose y exhortándose mutuamente fueron degollados por su amor a Cristo.
Conmemoración de san Patapio, solitario, el cual, oriundo de la Tebaida, vivió en Constantinopla, en Blaquernas, y fue sepultado en el monasterio de los egipcios (s. V/VI).
En Fano, en la región del Piceno, en Italia, san Paterniano, obispo (s. IV).
En Dariorige (hoy Vannes), en la Bretaña Menor, conmemoración de san Paterno, obispo, de quien se cuenta que en este día fue ordenado obispo en el concilio provincial reunido por san Perpetuo de Tours en esta misma sede (c. 460-490).
En Scissy, de la región de Coutances, en la Galia, sepultura de san Paterno, obispo de Avranches, que, después de haber fundado muchos monasterios, ya septuagenario fue elegido para la función episcopal, y, lleno de méritos, entregó su alma a Dios en el monasterio.
En la ciudad de Troyes, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Patroclo, mártir (c. s. III).
En Colombiers, en la región de Bourges, en Aquitania, san Patroclo, presbítero, que fue ermitaño y misionero (c. 576).
En Forlí, ciudad de la región de Venecia (hoy Italia), san Paulino, obispo de Aquileya, que se esforzó en convertir a los ávaros y a los eslovenos, y presentó al rey Carlomagno un poema insigne sobre la Regla de la fe.
San Paulino, obispo, el cual, recibido el bautismo en Burdeos, renunció a la dignidad consular y, de noble y rico, por Cristo se hizo pobre y humilde. Habiéndose trasladado a Nola, junto al sepulcro de san Félix, presbítero, para seguir su ejemplo abrazó una forma de vida ascética con su mujer y sus compañeros. Ordenado obispo, se distinguió por su erudición y santidad, acogiendo a los peregrinos y ayudando a los desvalidos.
En Rochester, en Inglaterra, muerte de san Paulino, obispo de York, que siendo monje y discípulo del papa san Gregorio I Magno, fue enviado a Inglaterra para predicar el Evangelio, convirtiendo a Edwino, rey de Northumbria, lavando con las aguas del bautismo a todo su pueblo.
En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Paulino, obispo y mártir, que en tiempo de la herejía arriana fue el verdadero heraldo de la verdad y durante el Sínodo de Arlés, convocado por el emperador arriano Constancio, ni amenazas ni adulaciones pudieron llevarle a condenar a san Atanasio y apartarse de la recta fe, por lo que fue desterrado a Frigia, donde acabó su martirio, pasados cinco años.
En Tracia, santos Teodoro y Pausilipo, mártires, que, según la tradición, sufrieron el martirio en tiempo del emperador Adriano.
En Cesarea de Palestina, san Pedro, apellidado Apselami o Balsami, mártir en tiempo del emperador Maximino, a quien tanto el presidente del tribunal como los demás asistentes al juicio invitaban a considerar su juventud, pero él desatendió estas indicaciones y demostró su fe en Cristo muriendo con ánimo esforzado en el fuego, como oro purísimo.
En Zaragoza, en Aragón, de España, san Pedro Arbués, presbítero y mártir, canónigo regular de la Orden de San Agustín, que dedicado en dicho reino a combatir supersticiones y herejías, fue asesinado ante el altar de la iglesia catedral a manos de algunos afectados por su oficio de inquisidor.
En el pueblo de Tomhom, de la isla de Guam, en Oceanía, beatos mártires Diego Luis de San Vitores, presbítero de la Compañía de Jesús, y Pedro Calungsod, catequista, que fueron cruelmente precipitados al mar, en odio a la fe cristiana, por algunos apóstatas y nativos seguidores del paganismo.
En el lugar de Qua Linh, en Tonquín, san Pedro Da, mártir, quien, de oficio carpintero y sacristán, fue sometido a muchos y crueles tormentos en tiempo del emperador Tu Duc, permaneciendo firme en la profesión de su fe, por lo que finalmente fue arrojado a las llamas.
En Anagni, en el Lacio, san Pedro, obispo, que brilló primeramente en la observancia monástica y después en el celo pastoral, y llevó a término la construcción de la iglesia catedral.
En Argo, en Grecia, san Pedro, obispo, que mostró una inmensa caridad hacia los pobres y trabajó incansable para poner paz en los litigios para bien de las almas (c. 922).
En el monasterio de Bellevaux, en la región de Besançon, en Francia, tránsito de san Pedro, obispo, que, siendo abad cisterciense, fue promovido a la sede de Tarantasia, rigiéndola con fervorosa diligencia y esforzado fomento de la concordia entre los pueblos.
En Antigua, cerca de Guatemala, en América Central, san Pedro de Betancur, religioso de la Tercera Orden de San Francisco, que, bajo el patrocinio de Nuestra Señora de Belén, se entregó ejemplarmente a cuidar a huérfanos, mendigos, enfermos, jóvenes abandonados sin formación, peregrinos y también a condenados a trabajos forzados.
En Pébrac, territorio de Le-Puy-en-Velay, en Francia, san Pedro de Chavanon, presbítero, que, aspirando a una vida más perfecta, se retiró a este lugar, donde construyó y presidió un cenobio de canónigos regulares (c. 1080).
En Palencia, en la región hispánica de Castilla, muerte de san Pedro, obispo de Osma. Fue primeramente monje, después archidiácono de la Iglesia de Toledo y, finalmente, elevado a la sede de Osma, recientemente liberada del dominio mahometano, la cual organizó con pastoral celo.
En Poitiers, en Aquitania, san Pedro, obispo, que favoreció los comienzos de la Orden de Fontevrault y, removido injustamente de la sede, falleció exiliado en Chauvigny.
En Trevi, en el Lacio, san Pedro, que, a pesar de ser analfabeto, practicó en la soledad la sabiduría evangélica (c. 1050).
En Milán, de Lombardía, pasión de san Pedro de Verona, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, nacido de padres maniqueos, todavía niño abrazó la fe católica y, siendo aún adolescente, recibió del mismo santo Domingo el hábito. Dedicado a combatir la herejía, de camino hacia Como cayó víctima de los enemigos, recitando en los últimos momentos el símbolo de la fe.
En la ciudad de Ávila, en Castilla, muerte de san Pedro del Barco, presbítero, que vivió retirado en la soledad junto al río Tormes
En Tonquín, san Pedro Doan Van Van, mártir, catequista y administrador de la parroquia de Bau No, quien, ya octogenario, en tiempo del emperador Tu Duc (Tự Đức) confirmó con su sangre la constancia de su fe.
En la ciudad de Au Thi, en Tonquín, san Pedro Dong, mártir, padre de familia, que prefirió sufrir crueles torturas antes que pisar la cruz, e hizo de modo que en su frente se escribiese «verdadera religión» en lugar de «falsa religión», como se pretendía, siendo degollado en tiempo del emperador Tu Duc.
En Gray, de la Borgoña, en donde se había retirado al ser desterrado, tránsito de san Pedro Fourier, presbítero, que escogió para sí la pobrísima parroquia de Mattaincourt, en la Lorena, a la que sirvió admirablemente, y renovó los Canónigos Regulares del Salvador, así como fundó el Instituto de Canonesas Regulares de Nuestra Señora, para la educación gratuita de las niñas.
Junto a la fortaleza Xa Doai, en Tonquín, san Pedro Francisco Nerón, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que, en tiempo del emperador Tu Duc, vivió tres meses encerrado en una cueva estrechísima, donde, herido atrozmente con varas, se abstuvo durante tres semanas de todo alimento y consumó su martirio al ser finalmente decapitado.
En Tuy, de Galicia, en España, beato Pedro González, llamado vulgarmente "Telmo", presbítero de la Orden de Predicadores, que trató de ser tan humilde como antes había deseado la gloria, entregándose a ayudar a los más humildes, sobre todo a marineros y pescadores.
En el lugar de Naas, cerca de Dublín, en Irlanda, beato Pedro Higgins, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que por guardar fidelidad a la Iglesia Romana, en tiempo del rey Carlos I fue ahorcado sin juicio.
San Pedro Julián Eymard, presbítero, el cual fue primeramente sacerdote diocesano y después miembro de la Compañía de María. Adorador eximio del Misterio eucarístico, fundó nuevas congregaciones, una de clérigos y otra de mujeres, para fomentar y difundir la piedad hacia el Santísimo Sacramento. Murió en la aldea La Mure, cerca de Grenoble, en Francia, donde había nacido.
En la provincia de Nghê An, en Annam (Vietnam), san Pedro Khanh, presbítero y mártir, que al ser reconocido como cristiano cuando se hallaba en su mesa de recaudador, pasó seis meses preso en la cárcel, y al negarse a abjurar de la fe, fue degollado por orden del emperador Thiêu Tri.
En Hanoi, de Tonquín, san Pedro Le Tuy, presbítero y mártir, que, por su fe en Cristo, fue degollado en tiempo del emperador Minh Mang.
En la ciudad de Kweyang, en la provincia de Guizhou, en China, san Pedro Liu Wenyuan, mártir y catequista, que fue estrangulado a causa del nombre de Cristo.
En Zhujiaxiezhuang, pueblo cercano a Shenxian, en la provincia china de Hebei, san Pedro Liu Ziyu, mártir, el cual, durante la persecución desencadenada por el movimiento de los Yihetuan, desoyendo a los amigos que le aconsejaban apostatar, permaneció firme en la fe cristiana ante el mandarín, por lo que fue traspasado con espada.
En la ciudad de Nam Dinh, en Tonquín, san Pedro Nguyên Bá Tuân, presbítero y mártir, que, encarcelado por ser cristiano en tiempo del emperador Minh Mang, murió de hambre en prisión.
En Conchinchina, san Pedro Nguyen Van Luu, presbítero y mártir, que en tiempo del emperador Tu Duc fue condenado muerte y subió alegre al patíbulo.
En Alejandría, en Egipto, san Pedro, obispo y mártir, que, dotado de todas las virtudes, fue decapitado por mandato del emperador Galerio Maximiano, viniendo a ser la última víctima de la gran persecución y como el sello de los mártires. Con él se conmemoran tres obispos egipcios, que son Hesiquio, Pacomio y Teodoro, junto con otros muchos que, también en Alejandría, sufrieron en la misma persecución y subieron al cielo por medio de cruel espada. Murió entre el 305 y el 311.
En la misma ciudad, conmemoración de san Pedro, llamado "Palatino", mártir, que en verdad fue heredero de la fe y del nombre del apóstol Pedro, y exhaló su espíritu al ser quemado vivo.
En Madrid, capital de España, beato Pedro Poveda Castroverde, presbítero y mártir, fundador de la Institución Teresiana destinada a promover la formación cristiana, que al comienzo de la persecución contra la Iglesia fue asesinado por odio a la religión, dando un claro testimonio de su fe.
En la ciudad de Capitolias, en Batanea (hoy Israel), san Pedro, presbítero y mártir, que acusado ante Walid, príncipe de los sarracenos, de predicar en público la fe en Cristo, consumó su martirio clavado en una cruz, después de que se le amputasen lengua, manos y pies.
En Fuzhou, en Fujian, provincia de China, san Pedro Sans y Jordá, obispo de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, habiendo sido detenido junto con otros sacerdotes y llevado preso hasta el tribunal a través de un largo recorrido, se arrodilló en el lugar del suplicio y, terminada su oración, ofreció de buena gana su cuello al hacha.
En Ciano, cerca de Mileto, en Calabria, san Pedro Spanò (Spina), eremita, célebre por su pobreza y compunción (s. XII).
En Famagusta, ciudad de Chipre, tránsito de san Pedro Tomás, obispo de Constantinopla, de la Orden de los Carmelitas, que fue legado del Pontífice Romano en Oriente.
En el monasterio de Cuixá, en los Pirineos (hoy Francia), san Pedro Urseolo, el cual, siendo dux de Venecia, se hizo monje, distinguiéndose por su piedad y austeridad, y viviendo en un eremitorio cercano al monasterio (c. 987/988).
En Perugia, de la Umbría, san Pedro Vincioli, presbítero y abad, que reedificó una antigua iglesia dedicada a san Pedro que amenazaba ruina, y a ella unió un monasterio en el que, venciendo gran oposición y con gran paciencia, introdujo los usos y costumbres cluniacenses.
En Shuangzhong, cerca de Jixian, en la provincia de Hebei, en China, san Pedro Wang Zuolong, mártir, que en la persecución llevada a cabo por los seguidores del movimiento Yihetuan, fue ahorcado por negarse a dar culto a los ídolos y a abjurar de la fe cristiana.
En Zunyi, provincia de Guizhou, en China, san Pedro Wu Guosheng, catequista y mártir, que fue estrangulado por su fidelidad a Cristo.
En Seúl, en Corea, san Pedro Yi Hoyong, mártir, que, siendo catequista, fue hecho prisionero por unos sicarios, juntamente con su hermana santa Águeda Yi So-sa, y permaneciendo firme en la confesión de la fe, despuésde quebrarle por tres veces los huesos le mantuvieron cuatro años en la cárcel, donde finalmente murió, siendo el primero del glorioso escuadrón de los mártires.
En Pyongyang, en Corea, san Pedro Yu Chong-nyul, mártir, que, siendo padre de familia, mientras leía a los fieles congregados durante la noche en casa del catequista, fue apresado y azotado hasta la muerte por su condición de cristiano.
En Seúl, en Corea, san Pedro Yu Tae-ch’l, mártir, que a los trece años exhortaba a los compañeros de cárcel a aceptar los tormentos, consumando su martirio al recibir cien azotes y ser estrangulado.
En el pueblo de Lujiazhuang, cerca de Yinngxian, en la misma provincia china de Hebei, san Pedro Zhou Rixin, mártir, quien durante la citada persecución afirmó ante el prefecto, que se lo exigía, que no podía abjurar de Dios Creador del mundo, por lo que fue decapitado.
En el monasterio de Cava, en la Campania, san Pedro, que habiendo seguido desde su juventud vida eremítica, fue elegido obispo de Policastro, pero cansado del estrépito de la vida exterior, regresó al monasterio, donde, constituido abad, restableció admirablemente la disciplina.
En Sebaste, en Armenia, san Pedro, obispo, que fue el hermano más joven de san Basilio Magno y eximio defensor de la fe ortodoxa ante los arrianos (c. 391).
En Constanza, de Suabia, conmemoración de san Pelagio, mártir (c. s. III).
En Alejandría, de Egipto, san Pelusio, presbítero y mártir.
En Foggia, en la Apulia, santos Guillermo y Peregrino, eremitas (s. XII).
En el lugar de Bouhy, del territorio de Auxerre, en la Galia, san Peregrino, mártir, venerado como primer obispo de esta ciudad (s. IV/V).
En Forlí, en la provincia de Emilia, san Peregrino Laziosi, religioso de la Orden de los Siervos de María, que desde su dedicación a la Madre de Dios se distinguió por su amor a Jesucristo y por su solicitud para con los pobres.
En Maastrich, junto al Mossa, en Brabante, de Austrasia, san Perpetuo, obispo (c. 620).
En Tours, de la Galia Lugdunense, san Perpetuo, obispo, que edificó la basílica de San Martín y muchas otras en honor de los santos, y reguló en su Iglesia la práctica de ayunos y vigilias.
En Cornualles, san Petroco, abad, originario de Gales.
San Petronaco o Petronax, abad y obispo de Montecassino.
En la ciudad de Die, en la región de la Galia Vienense (hoy Francia), san Petronio, obispo, que antes había abrazado la vida monástica en la isla de Lérins (después de 463).
En Bolonia, de la Emilia, san Petronio, obispo, que pasó de las responsabilidades políticas a la función sacerdotal, y enseñó con sus escritos y su ejemplo la realidad del oficio episcopal (c. 450).
En Seclin, en la Galia Bélgica, san Piatón, presbítero, que es venerado como evangelizador de Tournai y mártir (s. III/IV).
En Poitiers, en Aquitania, san Pientio, obispo, que mucho ayudó a la beata Radegunda en la fundación de cenobios (s. VI).
Conmemoración de san Pierio, presbítero de Alejandría, ilustrado en los temas filosóficos, pero más esclarecido aún por la integridad de su vida y su voluntaria pobreza. Mientras Teonas regía la Iglesia alejandrina, explicó con profundidad al pueblo las divinas Escrituras, y en Roma, después de la persecución, descansó en paz (s. IV).
En Roma, en el cementerio de Ponciano, en la vía Portuense, san Pimenio, fue presbítero y mártir en el siglo III/IV.
Conmemoración de san Pinito, obispo de Cnosos, en la isla de Creta, que, bajo los emperadores Marco Antonino Vero y Lucio Aurelio Cómodo, se distinguió por sus escritos acerca de la fe y por su preocupación por el crecimiento de la grey que se le había encomendado (c. 180).
En Roma, conmemoración de san Pío I, papa, hermano de Hermas, autor éste de una obra cuyo título es El Pastor, denominación que bien mereció el santo Pontífice, pues durante quince años fue de verdad un buen pastor que guardó la Iglesia.
En Esmirna, en Asia, san Pionio, presbítero y mártir, de quien narra la tradición que, por haber hecho una apología de la fe cristiana ante el pueblo, fue encarcelado, y allí, en prisión, con sus exhortaciones animó a muchos hermanos a soportar el martirio y, después de sufrir varios tormentos, por medio del fuego alcanzó la muerte por Cristo (c. 250).
En el monasterio de Hornbach, junto a Estrasburgo, en Burgundia, sepultura de san Pirmino, obispo y abad de Reichenau, que evangelizó a alamanes y bávaros, fundó muchos monasterios y compuso para sus discípulos un libro para catequizar a los agrestes (s. III/IV).
En Disentis, en la Recia Superior (hoy Suiza), santos Plácido, mártir, y Sigisberto, abad, este último compañero de san Columbano y fundador del monasterio de San Martín, en Disentis, donde fue el primero que coronó su vida monástica con el martirio (s. VII).
Cerca de Ocra, en el Abruzzo, San Plácido, abad, quien vivió como eremita en una cueva, y después reunió numerosos discípulos en el monasterio del Santo Espíritu.
En Ancira, de Galacia, san Platón, mártir (s. III/IV).
En Constantinopla, san Platón, hegúmeno, que durante muchos años luchó con ánimo invencible contra los destructores de las sagradas imágenes y, con su sobrino Teodoro, organizó el célebre monasterio de Studión.
Cerca de Roermond, en la ribera del Mosa, en los Países Bajos, san Plequelmo, obispo, oriundo de Nortumbria, que dedicó su vida a dar a conocer a muchos las riquezas de la fe en Cristo (c. 713).
En la Tebaida, en Egipto, san Poemeno o Pemón, abad, tenido en suma consideración entre los anacoretas y del que se refieren muchas máximas llenas de sabiduría (s. IV/V).
En Cesarea de Capadocia, san Polieucto, mártir (s. inc.).
En Melitene, ciudad de Armenia, san Polieuto, mártir, que, siendo soldado, a raíz del decreto del emperador Decio que obligaba a sacrificar a los dioses, rompió los ídolos, por lo cual fue cruelmente martirizado hasta ser degollado, recibiendo así el bautismo con su propia sangre (c. 250).
En Londres, santos Poliodoro Plasden y Eustacio White, presbíteros, y también los beatos Brian Lacy, Juan Mason y Sidney Hogdson, todos ellos mártires, que en el mismo año sufrieron idéntico tormento en Tyburn, los primeros porque, siendo sacerdotes, habían entrado en Inglaterra, y los otros por haberles prestado ayuda.
En Cibali, en Panonia, san Polión, lector y mártir, que, detenido en la persecución durante el emperador Diocleciano, e interrogado por el prefecto Probo, como confesase insistentemente a Cristo y se negase sacrificar a los ídolos, fue quemado vivo fuera de la ciudad (c. 303).
San Polión o Polieno, mártir.
En Pavía, de la Liguria, san Pompeyo, obispo, el cual, por pocos pero pacíficos años, sucedió a san Ciro, y descansó en el Señor (s. IV).
En Campi Salentina (Apulia), San Pompilio María Pirrotti, sacerdote, religioso de la Orden de Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, predicador popular.
En Nápoles, de la Campania, san Pomponio, obispo, que construyó una iglesia dedicada a la Santísima Virgen dentro de la ciudad y, en tiempo de la ocupación por los godos, defendió a su grey contra la herejía arriana (s. VI).
Cerca de Spoleto, ciudad de la Umbría (hoy Italia), san Ponciano, mártir, que fue duramente azotado con varas y, finalmente, degollado por su fe en Cristo, en tiempo del emperador Antonino (s. II).
En la aldea de Ttaka Jiunge, también en Uganda, san Ponciano Ngondwe, mártir, quien, escolta del rey, recibió el bautismo cuando apremiaba la persecución y enseguida se le encarceló, siendo traspasado con una lanza por el verdugo.
Santos mártires Ponciano, papa, e Hipólito, presbítero, que fueron deportados juntos a Cerdeña, y con igual condena, adornados, al parecer, con la misma corona, fueron trasladados finalmente a Roma, Hipólito, al cementerio de la vía Tiburtina, y el papa Ponciano, al cementerio de Calisto (c. 236).
Conmemoración de san Poncio, en Cartago, diácono de san Cipriano, al que acompañó en el destierro hasta la muerte, dejando un valioso volumen sobre su vida y pasión (s. III).
En Cimiez, en la Provenza, san Poncio, mártir (c. s. III).
En Serrancolin, en la región de Comminges, al pie de los Pirineos, san Poncio o Eboncio, que venerado por la tradición como monje benedictino, fue ordenado obispo de Roda de Isábena, en Aragón, sede que posteriormente trasladó a Barbastro, siendo célebre por su desvelo pastoral (c. 1104).
En Marchiennes, en Flandes (hoy Bélgica), san Popón, abad de los monasterios de Stavelot y Malmedy, que difundió en muchos monasterios de Lotaringia la observancia de Cluny.
En la isla de Lérins, en la Provenza, santos mártires Porcaro, abad, y varios monjes, que, según la tradición, murieron a manos de los sarracenos (c. s. VIII).
En el territorio de Auvernia, en Aquitania, san Porciano, abad, que siendo joven esclavo buscó refugio y la libertad en un monasterio en el que se hizo monje y donde llegó a ser abad, muriendo ya de viejo, agotado por los ayunos. Murió hacia el año 532.
Conmemoración de san Posidio, obispo de Calama, en Numidia (hoy Guelma, en Argelia), discípulo y amigo fiel de san Agustín, quien le asistió en su muerte y escribió su admirable vida (c. 437)
En Alejandría, también en Egipto, santos Potamón, Ortasio y Serapión, presbíteros, y sus compañeros, mártires (s. IV).
En Lyon, en la Galia, santos mártires Potino, obispo, y Blandina, junto con cuarenta y seis compañeros, de quienes la carta de la Iglesia de Lyon a las Iglesias de Asia y Frigia cuenta con detalle su valeroso y repetido certamen, en tiempo del emperador Marco Aurelio. El obispo Potino, ya nonagenario, al poco tiempo de ser encarcelado falleció, algunos otros también murieron en la cárcel, mientras que los restantes fueron expuestos como espectáculo en el anfiteatro, ante miles de personas, donde los que eran ciudadanos romanos fueron degollados y los demás entregados a las fieras, y por último Blandina, reservada para un combate más cruel y prolongado, después de alentar a sus compañeros les siguió al ser degollada. Estos son los nombres: Zacarías, presbítero, Vecio Epagato, Macario, Asclibíades, Silvio, Primo, Ulpio, Vital, Comino, Octubre, Filomeno, Gemino, Julia, Albina, Grata, Emilia, Potamia, Pompeya, Rodana, Biblis, Quarcia, Materna, Helpis; Santo, diácono; Maturo, neófito; Atalo de Pérgamo, Alexander de Frigia, Pontico, Justo, Aristeo, Cornelio, Zosimo, Tito, Julio, Zotico, Apolonio, Geminiano, otra Julia, Ausona, otra Emilia, Jamnica, otra Pompeya, Domna, Justa, Trófima y Antonia.
Conmemoración de san Potito, mártir, que, después de ser atormentado en la ciudad de Sárdica, en la antigua provincia romana de Dacia (hoy Rumanía), alcanzó finalmente el martirio al ser ejecutado por la espada (s. inc.)
A orillas del río Cea, en Galicia, santos Facundo y Primitivo, mártires del siglo IV.
En el lugar de Gabio, en el miliario treinta de la vía Prenestina, san Primitivo, mártir.
En la Vía Nomentana, en el lugar llamado «ad Arcas», a quince miliarios de la ciudad de Roma, san Primo y san Feliciano, mártires (s. inc.).
En Soissons, en la Galia Bélgica (hoy Francia), san Principio, obispo, hermano de san Remigio (s. VI).
En Capua, de la Campania, en la vía Acuaria, san Prisco, mártir (s. IV).
En Nocera de los Paganos, en la Campania (hoy Italia), san Prisco, obispo y mártir, a quien san Paulino de Nola dedicó loas poéticas (c. s. IV).
En el territorio de Auxerre, en la Galia, martirio de san Prisco y sus compañeros (s. in.).
En el territorio de los gábalos (hoy Mende), en la Galia, san Privado, obispo y mártir, que, en la invasión de los vándalos, fue encontrado en una cripta, donde se entregaba a la oración y al ayuno, y por negarse a entregar a sus ovejas y sacrificar a los ídolos, murió destrozado a golpes (c. 407).
En la ciudad de Rieti, en la Sabina (hoy Italia), conmemoración de san Probo, obispo, elogiado por el papa san Gregorio I Magno (c. 570).
En Ravena, de la provincia de Flaminia, san Probo, obispo, a cuyo nombre el obispo san Maximiano dedicó la célebre basílica Clasense (s. III/ IV).
En Roma, en el cementerio de Dámaso, en el segundo miliario de la vía Aurelia, santos Proceso y Martiniano, mártires (sec. inc.).
En Bisignano, cerca Cosenza, en Calabria, san Proclo, monje, que, muy bien formado doctrinalmente, fue heraldo de la vida monástica (c. 970).
En Ancira, de Galacia, santos Proclo e Hilarión, mártires en tiempo del emperador Trajano y del prefecto Máximo (s. II).
En Constantinopla, san Proclo, obispo, que proclamó insistentemente a la Virgen María como Madre de Dios, dispuso el solemne retorno de los restos de san Juan Crisóstomo a esta ciudad y, en el Concilio Ecuménico de Calcedonia, mereció ser llamado "Grande".
En Sázava, en Bohemia, san Procopio, que, dejando mujer e hijo, abrazó la vida eremítica y después presidió el monasterio fundado allí por él mismo, celebrando las divinas alabanzas en rito griego y en lengua eslava.
En Bolonia, ciudad de la Emilia, san Próculo, mártir, que por su fe cristiana fue crucificado (c. 300).
En Padua, de la región de Venecia, san Prosdócimo, a quien se tiene por el primer obispo de esta Iglesia.
Conmemoración de san Próspero de Aquitania, quien, instruido en filosofía y en letras, llevó con su esposa una vida íntegra y modesta. Habiendo abrazado la vida monástica en Marsella, defendió enérgicamente contra los pelagianos la doctrina de san Agustín sobre la gracia divina y el don de la perseverancia, y en Roma fue escribano del papa san León I Magno (c. 463).
En Orleans, ciudad de la Galia Lugdunense, san Próspero, obispo (s. V).
En Reggio, de la región de Emilia, san Próspero, obispo (s. V/VI)
En Tarragona, de Hispania, san Próspero, obispo (s. IV/V).
En Vesoncio (hoy Besançon), en Burgundia, san Protadio, obispo (c. 624).
En Milán, de la provincia de Liguria, san Protasio, obispo, que defendió ante el emperador Constante la causa de san Atanasio y tomó parte en el Concilio de Sárdica.
En Seúl, en Corea, san Protasio Chong Kuk-bo, mártir, que volvió de nuevo a la fe cristiana que había abandonado anteriormente y la profesó hasta la muerte en la cárcel, que le causaron en medio de crueles torturas.
Entre los helvecios, en el reino de Burgundia, san Protasio, al que se venera como obispo de Lausanne (s. VII).
En Alejandría, en Egipto, san Proterio, obispo, que el Jueves Santo, en un tumulto popular, fue cruelmente asesinado por los monofisitas, seguidores de su predecesor Dióscoro.
En Aquileya, en la región de Venecia, san Proto, mártir (s. inc.).
En Como, en la provincia de Liguria, san Provino, obispo, fiel discípulo de san Ambrosio, que preservó de la herejía arriana a la Iglesia que se le había encomendado (c. 420).
En Troyes, san Prudencio, obispo, que preparó para los itinerantes un breviario del Salterio, recogió de las Sagradas Escrituras los preceptos para los candidatos al sacerdocio y restauró la disciplina de los monasterios.
Conmemoración de san Publio, obispo de Atenas, en Grecia, que dio testimonio de Cristo con su martirio (s. II).
En Persia, san Pusicio, mártir, prefecto de los artesanos del rey Sapor II, que por haber confortado al vacilante presbítero Ananías fue herido en el cuello y murió el Sábado Santo, ocupando así un lugar insigne en el grupo de mártires sacrificados después de san Simeón.
Conmemoración de los santos Queremón, obispo de Nilópolis, y otros muchos mártires en Egipto, algunos de los cuales, durante la persecución bajo el emperador Decio, se dieron a la fuga y, errando por lugares solitarios, parte sucumbieron ante las fieras, otros, consumidos por el hambre, el frío y la enfermedad, y el resto, finalmente, exterminados por los bárbaros y los ladrones, y así, todos, muriendo diversamente, fueron coronados con la gloria del martirio.
En Viborg, en Dinamarca, san Quetilo, canónigo regular, que puso gran interés en el funcionamiento de la escuela capitular, siendo modelo para todos (c. 1151).
En Herbipoli (hoy Würzburg), ciudad de Austrasia, san Quiliano, obispo y mártir, natural de Irlanda, desde donde viajó a esta región para predicar el Evangelio, y en la que, por velar diligentemente para que se observase en ella la vida cristiana, fue martirizado (s. VII ex.).
En Auvernia, de Aquitania, san Quinciano, obispo, que primero ocupó la sede de Rodez, pero después, exiliado por los godos, fue nombrado obispo de los auvernios.
En Vaison, en la Galia Lugdunense, san Quinidio, obispo.
En la región de la Galia Turonense, san Quintín, mártir (s. VI).
Cerca de la ciudad de Vermand, en la Galia Bélgica, san Quintín, mártir, del orden senatorial, que padeció por Cristo el tiempo del emperador Maximiano (s. III).
En Capua, de la Campania, san Quinto, mártir (s. inc.).
En Palestina, san Quiríaco, anacoreta, de vida austerísima que habitó en cuevas hasta casi nonagenario y fue ejemplo de anacoretas y defensor de la verdadera fe contra los errores de los origenistas.
En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Quirico, presbítero (s. IV in.).
En la región de Asia Menor, conmemoración de san Quirico y santa Julita, mártires.
En Roma, en el cementerio de Ponciano, en la vía Portuense, san Quirino, mártir (s. inc.).
En Sabaria (hoy Szombathely), de Panonia, pasión de san Quirino, obispo de Sisak (hoy Siszeck), en el Illirico, y mártir, que bajo el emperador Galerio fue arrojado a un río con una rueda de molino atada al cuello.
En Roma, en el cementerio de Pretextato, en la vía Apia, san Quirino, mártir, el cual, siendo tribuno, coronó su confesión de fe con el martirio (c. s. III).
En Nápoles, en la Campania, sepultura de san Quodvultdeus (Quodvuldeo), obispo de Cartago, que fue desterrado junto con su clero por el rey arriano Genserico, y abandonados en el mar, en naves viejas y sin remos ni velas, contra toda esperanza llegaron a Nápoles, dónde murió como confesor de la fe.
En Maguncia, de la Franconia, en Alemania, san Rabano, apellidado "Mauro", obispo, que, siendo monje de Fulda, fue elevado a la sede de Maguncia, y hombre docto en ciencia y elocuente en el hablar, nunca dejó de llevar a cabo todo lo que pudiese redundar a mayor gloria de Dios.
En Daventer, de Frisia, traslación de san Radbodo, obispo de Utrech, pastor docto y prudente, que murió visitando a los campesinos.
En Bourges, en Aquitania, san Radulfo, obispo, quien, solícito por la vida sacerdotal, junto con presbíteros de la iglesia que tenía encomendada recogió textos de los santos Padres y de los cánones para el uso pastoral.
En Ciudad de México, tránsito de San Rafael Guizar Valencia, obispo de Veracruz, en México, que durante el tiempo de persecución estuvo desterrado o ejerció su ministerio episcopal de modo clandestino.
En Huesca, en Aragón, san Raimundo, que, siendo canónigo regular, fue designado obispo de Roda y de Barbastro, de donde fue expulsado tres años de la sede por no querer luchar nunca con las armas contra los enemigos del nombre cristiano.
En Toulouse, junto al Garona, en Francia, san Raimundo Gayrard, maestro de escuela, que, al quedar viudo, consagró su vida a hacer obras de caridad, fundando para ello un hospital, y, pasado un tiempo, fue admitido entre los canónigos de la basílica de San Saturnino.
En Nocera, de la Umbría, san Rainaldo, obispo, que fue monje camaldulense en Fonte Avellana y, una vez designado obispo, mantuvo las costumbres de la vida monástica.
En la región de los Vestinos, en Italia, san Rainerio, obispo de Furcone (hoy L’Aquila), cuya habilidad en administrar los bienes alabó el papa Alejandro II.
En Split (Spalato), en Dalmacia, san Rainero, obispo y mártir. Fue primeramente monje y después sobrellevó grandes sufrimientos por defender los derechos de la Iglesia en la sede episcopal de Cagli, y posteriormente murió apedreado en la de Split.
En Pisa, en la Toscana, san Rainerio o Raniero, pobre y peregrino por Cristo
En el monasterio de san Claudio, en la ciudad de León, memoria de san Ramiro y sus doce compañeros, monjes y mártires, que perecieron a manos de los arrianos (s. VI).
Fue un monje muy fervoroso enviado por San Bernardo en el año 1132 a fundar el famoso monasterio del Valle de las Celdas, al norte de Francia, en Cambray.
En Senlis, en la Galia lugdonense, san Régulo, obispo (s. IV).
En Mélinais, en el territorio de Angers, en la Galia, san Reinaldo, que abrazó la vida eremítica en las montañas de Craón, para mejor vivir los preceptos del Señor (c. 1104).
En Bremen, de Sajonia, san Remberto, obispo de Hamburgo y Bremen, fiel discípulo y sucesor de san Óscar, que continuó su ministerio por tierras de Dinamarca y Suecia, y en tiempo de las incursiones de los normandos se preocupó de redimir a los cautivos.
En la ciudad de Reims, en la Galia Bélgica (hoy Francia), muerte de san Remigio, obispo, que después de iniciar al rey Clodoveo en la fuente bautismal y en los sacramentos de la fe, convirtió a Cristo a todo el pueblo franco y, después de más de sesenta años en el episcopado, falleció célebre por su vida y su santidad (c. 530).
En Rouen, ciudad de Neustria (hoy Francia), san Remigio, obispo, hermano del rey Pipino, que se preocupó por introducir el modo romano en el canto de la salmodia.
En la ciudad de Sorrento, en la Campania, san Renato, obispo (c. s. V).
En Ossernenon, territorio de Canadá, pasión de san Renato Goupil, mártir, que, médico y cooperador con san Isaac Jogues, fue asesinado a golpes de hacha por un nativo.
En Cartago, san Restituto, obispo, en cuya festividad pronunció san Agustín un sermón al pueblo hablando de él (c. 360).
En la vía Nomentana, en el miliario décimosexto desde la ciudad de Roma, san Restituto, mártir (c. s. IV).
En Autún, en la Galia Lugdunense, san Reticio, obispo, de quien san Agustín refiere la gran autoridad de que gozaba como obispo en la Iglesia, y san Jerónimo lo recuerda por sus insignes comentarios a la Sagrada Escritura (s. IV).
En Andria, de la Apulia, san Ricardo, obispo, el cual, inglés de nacimiento y célebre por sus méritos, recibió con devoción las reliquias de los santos Erasmo y Ponciano.
En la ciudad de Wrexham, en el País de Gales, san Ricardo Gwyn, mártir, que, padre de familia y maestro de escuela, profesaba la fe católica, siendo encarcelado bajo la acusación de convencer a otras personas a la conversión, y después de repetidas torturas, manteniéndose en su fe, fue ahorcado y, aún respirando, descuartizado.
En Milán, en Italia, san Ricardo (Herminio Felipe) Pampuri, quien, después de haber ejercido en el mundo con gran generosidad su profesión de médico, ingresó en la Orden de San Juan de Dios y, al cabo de casi dos años, descansó piadosamente en el Señor.
En el eremo del bosque de Crézy, en la región de Amiens, en Neustria, san Ricario o Riquerio, presbítero, que, conmovido por la predicación de unos monjes escoceses, se convirtió a una vida de penitencia.
En Meaux, ciudad de Neustria (hoy Francia), san Rigomerio, obispo (s. VI)
En el monasterio de Stavelot, en Brabante, san Rimagilo, obispo y abad, quien, además del monasterio de Solignac, en Limoges, fundó otros dos: el de Stavelot y el de Malmedy, en la soledad boscosa de Ardennes (c. 671-679).
En el monasterio de Chaise-Dieu, de la Alvernia, en Francia, san Roberto, abad, que, habiéndose retirado a este lugar para vivir como solitario, se le juntaron muchos hermanos, y con su predicación y ejemplo de vida reunió a un buen número de ellos.
En el monasterio de Molesmes, en Francia, san Roberto, abad, el cual, deseoso de una vida monástica más sencilla y más estricta, ya fundador de monasterios y superior esforzado, ya director de ermitaños y restaurador eximio de la disciplina monástica, fundó el monasterio de Cister, que rigió como primer abad, y llamado de nuevo como abad a Molesmes, allí descansó en paz.
En Newminster, de Northumberland, en Inglaterra, san Roberto, abad de la Orden Cisterciense, el cual, amante de la pobreza y de la vida de oración, junto con doce monjes instauró este cenobio, que a su vez fue origen de otras tres casas.
En Londres, san Roberto (Robert) Southwell, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que durante varios años ejerció su ministerio en la ciudad y sus alrededores y compuso escritos espirituales. Detenido por ser sacerdote, por orden de la misma reina fue duramente torturado, terminando su martirio al ser colgado en Tyburn.
En el bosque de Argona, a orillas del Mosa, en Austrasia (hoy Francia), san Rodingo, abad, fundador y piadoso prepósito del monasterio de Beaulieu, cercano a Lyon (s. VIII inc.).
En Londres, Inglaterra, santos Edmundo Campion, Rodolfo Sherwin y Alejandro Briant, presbíteros y mártires durante el reinado de Isabel I, eximios por su fortaleza y carácter.
En la localidad de Ejutla, en México, san Rodrigo Aguilar, presbítero y mártir, que durante la persecución fue colgado de un árbol por los soldados, alcanzando gloriosamente el martirio que deseaba.
En Cartago, conmemoración de san Rogaciano, presbítero, que, durante la persecución bajo el emperador Decio, su obispo, san Cipriano, le confió la administración de la Iglesia de Cartago, y junto con san Felicísimo padeció torturas y cárceles por el nombre de Cristo (s. III).
En Canne, de la Apulia, san Rogerio, obispo (s. XII).
En Constanza, de Neustria, san Romacario, obispo (s. VI).
En el monte Jura, en la región lugdunense de la Galia, sepultura del abad san Román, que, siguiendo los ejemplos de los antiguos monjes, primero abrazó la vida eremética y después fue padre de numerosos monjes.
En Antioquía, de Siria, san Román, mártir, diácono en Iglesia de Cesarea, que cuando vio, en la persecución bajo el emperador Diocleciano, que los cristianos obedecían sus decretos y se acercaban a las estatuas de los ídolos, les exhortó en público a la resistencia, por lo cual, tras crueles tormentos y cortarle la lengua, fue estrangulado en la cárcel, consumando así su glorioso martirio.
En Auxerre, de Neustria, san Román, obispo (c. 564).
En Rouen, de Neustria, san Román, obispo, que abatió los símbolos de los paganos que eran aún venerados en su ciudad, convenció a los buenos a mejorar y a los malos a abandonar su modo de actuar.
En el lugar de Blaye, en el territorio de Burdeos, en Aquitania, san Romano, presbítero.
En Constantinopla, san Romano, diácono, que fue apellidado Melodo por su sublime pericia artística en componer himnos eclesiásticos en honor del Señor y de los santos (c. 500).
En el monte Vósego (hoy Remiremont), en Burgundia, san Romarico, abad, el cual, siendo noble del rey Teudeberto, se retiró al monasterio de Luxueil y después fundó un cenobio en una propiedad suya, que el mismo dirigió.
En Nochistlán, en el territorio de Guadalajara, en México, san Romás Adame, presbítero y mártir, que en la persecución contra la Iglesia fue martirizado por confesar a Cristo Rey (1927).
En la ciudad de Bourges, en Aquitania, san Rómulo, presbítero y abad (s. V).
En Fiésole, en la Toscana, san Rómulo, diácono, a quien esta ciudad celebra como su primer mártir (s. inc.).
En Matuta (hoy Sanremo), en la costa de la Liguria, san Rómulo, obispo de Génova, que, lleno de ardor apostólico, murió durante una visita pastoral (s. V).
En Bretaña Menor, san Ronón (Ronan, Ronano), obispo, el cual, oriundo de Hibernia (hoy Irlanda), vivió como solitario en los bosques de la región (c. s. VIII).
Unos de los primeros mártires suramericanos. Fueron asesinados por los indios en 1628, y canonizados por el Papa Juan Pablo II.
En Celanova, de Galicia, en España, san Rosendo, antes obispo de Dumio, que cuidó de promover o instaurar la vida monástica en la misma región y, habiendo renunciado a la función episcopal, tomó el hábito monástico en el monasterio de Celanova, que después presidió como abad.
En Pavía, de la Lombardía, san Rotobaldo, obispo, varón ejemplar por su abstinencia, que se distinguió por su interés hacia el culto divino y las reliquias de los santos.
En la ciudad de Forlimpopoli, en la Emilia, san Rufilo, obispo, que parece haber sido el primero que gobernó esta Iglesia, desde la que ganó para Cristo a la gente de los alrededores (s. V).
En Asís, de la Umbría, san Rufino, a quien se considera primer obispo de aquella ciudad y mártir (c. s. IV).
En Soissons, en la Galia Bélgica, san Valerio y san Rufino, mártires (s. IV).
En Aviñón, de la Provenza, san Rufo, considerado como el primero que estuvo al frente de la comunidad cristiana de esta ciudad (s. IV).
En Capua, de la Campania, san Rufo, mártir (s. III/IV).
Conmemoración de san Rufo, de quien el bienaventurado apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, dice que fue un elegido del Señor (s. I).
En Malinas, de Brabante, san Rumoldo, que es venerado como eremita y mártir.
En Bingen, en Austrasia, junto al Rin y cerca de Maguncia, san Ruperto, duque, que, cuando era aún muy joven, peregrinó a Roma para visitar las tumbas de los apóstoles y, al regreso a sus tierras, erigió varias iglesias. Salió al encuentro del Señor recién cumplidos los diecinueve años (s. VIII).
En Auvernia, de Aquitania (hoy Francia), san Rústico, obispo, que, siendo presbítero en la misma ciudad, asumió el obispado con gran aplauso del pueblo (s. V).
En Narbona, en el mediodía de la Galia, san Rústico, obispo, que deseoso de deponer su función para retirarse a una vida de silencio, fue convencido por el papa san León I Magno a la perseverancia y, confortado así, permaneció en el cargo y en el trabajo que se le había confiado (c. 461).
En África, conmemoración de san Rutilio, mártir. Durante mucho tiempo escapó de la persecución, huyendo de un lugar a otro y, a veces, salvándose del peligro por dinero, pero, arrestado finalmente de improviso y presentado al presidente, fue torturado con grandes suplicios y arrojado por fin al fuego, recibiendo la corona de un glorioso martirio (c. 212).
En Roma, en el monasterio de San Cesareo, san Sabas, monje, llamado el Joven, que junto con su hermano san Macario difundió la vida cenobítica por Calabria y Lucania, en tiempo de la devastación causada por los sarracenos.
En Capadocia, san Sabas Godo, mártir, que durante la persecución contra los cristianos bajo Atanarico, rey de los godos, por haber rechazado tres días después de la celebración de la Pascua los alimentos inmolados a los ídolos, tras crueles tormentos fue arrojado a un río.
En la región de Troyes, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Sabiniano, mártir (s. III).
En Spoleto, de la Umbría, san Sabino, que es venerado como obispo y mártir (c. 300).
En la región de Bigorre (Saint-Savin-de-Lavedan), a los pies de los montes Pirineos, san Sabino, eremita, que ilustró la vida monástica en Aquitania (s. V).
Santos Sabino y Cipriano, mártires, Brescia, s. V.
En Hermópolis, en Egipto, san Sabino, mártir, que después de varios suplicios terminó siendo arrojado al río (s. IV).
En Canosa, de la Apulia, san Sabino, obispo, que fue amigo de san Benito y legado de la Sede Romana en Constantinopla, para defender la fe auténtica ante la herejía monofisita (c. 566).
En Limoges, en Aquitania, san Sacerdote, obispo, que fue monje y abad, y más tarde obispo, pero al final de su vida quiso de nuevo volver a la vida monástica (s. VIII).
En París, de la Galia, tránsito de san Sacerdote, obispo de Lyon, que vivió en el amor y temor de Dios, muriendo en aquella ciudad durante un concilio.
En Beth Lapat, en el reino de los persas, pasión de los santos Sadoth, obispo de Seleucia, junto con ciento veintiocho compañeros mártires, presbíteros, clérigos y vírgenes consagradas, que, rechazando adorar el sol, fueron apresados y, después de crueles tormentos, sufrieron la muerte por sentencia real.
En Laodicea, de Frigia, san Ságar, obispo y mártir, que padeció en tiempo de Servilio Paulo, procónsul de Asia, (c. 170).
En Bretaña Menor, san Salomón, mártir, que mientras fue rey instituyó sedes episcopales, amplió los monasterios y conservó la justicia, pero al renunciar a su cargo fue cegado y muerto por sus enemigos en la Iglesia.
En Ginebra, entre los helvecios (hoy Suiza), san Salonio, obispo, y antes monje en la isla de Lérins, que durante su obispado afirmó la doctrina del papa san León Magno y explicó en sentido místico las Sagradas Escrituras (post 450).
En Cagliari, en Cerdeña, san Salvador de Horta Grionesos, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que para la salvación de cuerpos y almas se hizo humilde instrumento de Cristo.
En África, san Salvio, mártir, del que habló san Agustín ante el pueblo de Cartago en el aniversario de su muerte (c. s. III).
En Albi, de Aquitania (hoy Francia), san Salvio, obispo, que, procedente de la vida claustral, fue promovido a la sede a su pesar y, al declararse una fuerte epidemia, como buen pastor no quiso ausentarse de su ciudad.
En Amiens, de Neustria, en la Galia, san Salvio, obispo, dedicado a las ciencias divinas desde su juventud y adornado por la integridad de costumbres (c. 625).
En Valenciennes, en Austrasia, santos Salvio, obispo, y su discípulo, que llegaron a esta región procedentes de Arvernia, y que fueron asesinados bajo Winegardo, señor del lugar (s. VIII).
En Edesa, de la región de Osrhoena, santos mártires Gurias, asceta, y Samona, que, bajo el imperio de Diocleciano, después de prolongados y crueles tormentos fueron condenados a muerte por el prefecto Misiano y degollados.
En Córdoba, en la Hispania Bética, san Sandalio, mártir (c. s. IV).
En Constantinopla, san Sansón, presbítero, amigo de los pobres, que habiendo sanado de una enfermedad al emperador Justiniano, logró que éste levantase un hospital.
En Dol, ciudad de la Bretaña Menor, san Sansón, abad y obispo, que propagó en Domnonia el Evangelio y la disciplina monástica, que había aprendido en Gales del abad san Iltudo (c. 565).
En Verdún, también en la Galia, san Santino, obispo, que, según se cree, fue el primero en predicar el Evangelio en esta ciudad (s. IV).
San Sarbelio (José) Makhluf, presbítero de la Orden de los Maronitas Libaneses, que, por amor a la soledad y para alcanzar la más alta perfección, dejó el cenobio de Annaya, en el Líbano, y se retiró al desierto, en el que sirvió a Dios día y noche, viviendo con gran austeridad, ayunando y orando.
En la ciudad de Edessa, en Osroene (hoy Turquía), santos mártires Sarbelio, presbítero, y Bebaia, su hermana, que, bautizados por el santo obispo Barsimeo, por Cristo padecieron el martirio (c. 250).
Conmemoración de san Sármata, abad en la Tebaida, que, siendo discípulo de san Antonio, recibió la muerte a manos de los sarracenos.
En Milán, de la Liguria, sepultura de san Sátiro, cuyos insignes méritos relata su hermano san Ambrosio de Milán. Cuando aún no estaba iniciado en los misterios cristianos, sufrió un naufragio sin temor a la muerte, pero, salvado de las aguas, entró en la Iglesia de Dios para no morir con las manos vacías. Unido en íntima y mutua fraternidad a su hermano Ambrosio, fue enterrado por el obispo de Milán junto al mártir san Víctor de Milán.
En Numancia, en la Hispania Cartaginense, san Saturio, eremita.
En Roma, en el cementerio de Trasón, en la vía Salaria Nueva, san Saturnino de Cartago, mártir, quien, según refiere el papa san Dámaso, bajo el emperador Decio, por confesar a Cristo, en su misma patria fue atormentado en el potro y, expatriado a Roma, después de superar otros atroces tormentos, convirtió a la fe al tirano Graciano y alcanzó, decapitado, la corona del martirio.
En Cartago, ciudad de África, conmemoración de los santos mártires de Abitinia, que durante la persecución bajo el emperador Diocleciano, por haberse reunido para celebrar la eucaristía dominical en contra de lo establecido por la autoridad, fueron apresados por los magistrados de la colonia y los soldados de guardia. Conducidos a Cartago e interrogados por el procónsul Anulino, a pesar de los tormentos confesaron su fe cristiana y la imposibilidad de renunciar a la celebración del sacrificio del Señor, derramando su sangre en lugares y momentos distintos.
Conmemoración de San Armogastes, San Arquinimo y San Saturno, mártires, que en África, en tiempo de la persecución desencadenada por los vándalos bajo el rey arriano Genserico, sufrieron graves suplicios y oprobios por la confesión de la verdad (c. 462).
En Nüremberg, en la Franconia, de Alemania, san Sebaldo, eremita (s. IX/X).
En Seúl, de Corea, pasión de los santos Sebastián Nam I-gwan y ocho compañeros mártires, degollados por su fe cristiana después de sufrir crueles tormentos. Se conmemoran también las santas mártires Lucía Kim, Catalina Yi, viuda, y su hija Magdalena Cho, virgen, las cuales, encarceladas por su fe en Cristo, murieron también a causa de cruel suplicio en día incierto de este mes. Sus nombres: santos Ignacio Kim Che-jun, Carlos Cho Shin-ch’ol; Columba Kim Hyoim, virgen; Magdalena Pak Pong-son y Perpetua Hong Kum-ju, viudas; Julita Kim, Águeda Chon Kyong-hyob y Magdalena Ho Kye-im.
En Londres, en Inglaterra, conmemoración de san Sebbo, que, siendo rey de los sajones orientales, muy devoto del Señor, dejó el reinado y quiso morir con el hábito monacal, que largo tiempo había deseado (c. 693).
En el monasterio de Cestre (hoy Saint-Seine-l’Abbaye), en el territorio de Langres, también en la Galia, san Secuano, presbítero y abad (s. VI).
En Apulia, san Secundino, obispo (s. V/VI).
En Córdoba, en la Hispania Bética, san Secundino, mártir (s. IV).
En la vía Prenestina, a treinta miliarios de Roma, san Secundino, mártir (s. inc).
En Mauritania, san Secúndulo, mártir, que padeció por la fe de Cristo (s. inc.).
En Agaune, en la Recia, sepultura de san Segismundo, rey de los burgundios, el cual, convertido de la herejía arriana a la fe católica, en ese lugar instituyó una comunidad que debía dedicarse sin interrupción a la salmodia ante los sepulcros de los mártires y expió con penitencia, lágrimas y ayunos un crimen que había perpetrado. Más tarde, y en la región de Orleans, fue arrojado a un pozo por sus enemigos.
En Asti, en la región transpadana, san Segundo, mártir (s. inc).
En Albano, del Lacio, en Italia, san Senador, mártir (s. III/IV).
En Milán, de la provincia de Liguria, san Senador, obispo, a quien el papa san León Magno había enviado como legado a Constantinopla cuando era aún presbítero (c. 480).
En la isla Cathaig (hoy Scattery), en Hibernia (hoy Irlanda), san Senano, abad (s. VI).
En Avranches, en el límite de la Bretaña Menor, san Senario, obispo (s. VI).
En Roma, en el cementerio de Ponciano, en la vía Portuense, santos Abdón y Senén, mártires (c. s. III).
En la región de Tours, en Neustria, san Senoco, presbítero, que construyó un monasterio en unas antiguas ruinas, mostrándose asiduo a las vigilias, a la oración y a la caridad hacia los siervos.
En Ascoli, ciudad del Piceno, en Italia, san Serafín de Monte Granario (Félix) de Nicola, religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que se distinguió por su humildad, pobreza y piedad.
En Argel, de África septentrional, san Serapión, de la Orden de Nuestra Señora de las Mercedes, de la cual fue el primero que, para la redención de los fieles cautivos y predicación en fe cristiana, mereció la palma del martirio.
En Alejandría, en Egipto, conmemoración de san Serapión, mártir, quien, en tiempo del emperador Decio, fue víctima de atroces tormentos y, después de descoyuntarle todos los miembros, precipitado desde lo alto de su propia casa (c. 248).
Conmemoración de san Serapión, obispo de Antioquía, célebre por su erudición y doctrina, que dejó gran fama de santidad (c. 211).
En Egipto, san Serapión, anacoreta (s. inc.).
En Marsella, en la Provenza, de la Galia, san Sereno, obispo. Cuando el papa san Gregorio I Magno envió a san Agustín y sus compañeros a evangelizar Inglaterra, les dio hospitalidad, y mientras se dirigía a Roma, descansó piadosamente en el Señor en Biandrate, cerca de Vercelli.
En Betsaloe, de la provincia de Augusta Eufratesia, en Siria, santos Sergio y Baco, mártires (s. III/IV).
En el monasterio de la Santísima Trinidad, en la región de Moscú, en Rusia, san Sergio de Radonez, que, elegido como hegúmeno o abad, propagó la vida eremítica y cenobítica que él había practicado primero, y hombre de carácter afable, fue consejero de príncipes y consolador de fieles cristianos.
En Roma, en la basílica de San Pedro, sepultura del papa san Sergio I, de origen sirio, que trabajó en favor de la evangelización de Sajonia y de Frisia, y buscando el arreglo de disensiones y litigios, prefirió la muerte a consentir los errores.
Conmemoración de san Serrano o Serano, obispo.
En Maastrich, junto al Mosa, en la Galia Bélgica, san Servacio, obispo de Tongres, quien defendió con tenacidad la fe ortodoxa nicena acerca de la naturaleza de Cristo en controversias suscitadas en varios concilios (c. 384).
En Roma, conmemoración de san Sérvulo, el cual, paralítico desde la primera infancia, recostado en un pórtico, cerca de la iglesia de san Clemente, daba siempre gracias a Dios en el dolor, como escribe san Gregorio I Magno, y lo que recogía en limosnas lo daba a los pobres (c. 590).
En Trieste, en la península de Istria, san Sérvulo, mártir (s. in.).
En Pavía, de la provincia de Liguria, conmemoración de san Severino Boecio, mártir, insigne por su ciencia y sus escritos, que estando encarcelado compuso un tratado sobre la consolación de la filosofía y sirvió a Dios con fidelidad hasta la muerte que le infligió el rey Teodorico.
En Burdeos, de Aquitania, san Severino, obispo, que, originario de las regiones de Oriente, fue recibido calurosamente por san Amando, que le quiso como su sucesor (s. V).
En la ciudad de Colonia, en Germania, conmemoración de san Severino, obispo, digno de alabanza por sus virtudes.
En Septempeda, de la región del Piceno, en Italia, san Severino, obispo, que dio su nombre a la ciudad episcopal (s. in.).
En Tívoli, en el Lacio, san Severino, monje (c. s. VI).
En Chateâu-Laudon, en la Galia, san Severino, abad del monasterio de Agaune (s. VI).
En Agde, en la Galia Narbonense, san Severo, abad del monasterio que él mismo fundó en esta ciudad (s. V).
En Aquitania, san Severo, presbítero, que empleó sus bienes en la fundación de iglesias y en el servicio a los pobres (c. 500).
En Bizia (hoy Wiza), en Tracia, san Severo, mártir en tiempo de los emperadores Diocleciano y Maximiano, que, según cuenta la tradición, convirtió al centurión san Memnón y fue martirizado después de él (c. 304).
En Catania, de Sicilia, san Severo, obispo.
En Nápoles, de la Campania, san Severo, obispo, al que san Ambrosio amó como a un hermano y su Iglesia como a un padre (c. 409).
En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Severo, obispo, que, discípulo de san Lupo de Troyes, acompañó a san Germán de Auxerre a Bretaña para extirpar la herejía de Pelagio, y también predicó el Evangelio entre los germanos (s. V).
En el valle de Interocrina, de la provincia de Valeria, en Italia, san Severo, presbítero, recordado por el papa san Gregorio I Magno (s. VI).
En Vienne, en la Galia Lugdunense, san Severo, presbítero. (c. s. V)
En Ravena, en la región de Flaminia, san Severo, obispo (p. 342).
En Niza, en la Provenza, san Siagrio, obispo, que edificó un monasterio sobre el sepulcro de san Poncio.
En Autun, de Burgundia (hoy Borgoña, en Francia), san Siagrio, obispo, cuya ciencia y celo brillaron en los concilios donde intervino (599/600).
En Mariëngaarde, en Frisia, san Siardo, abad, de la Orden Premonstratense, notable por su observancia regular y por su prodigalidad para con los pobres.
En Auvernia, en Aquitania, san Sidonio Apolinar. Era prefecto de la ciudad de Roma cuando fue ordenado obispo de Clermont, y muy bien formado en lo divino y lo humano, y dueño de gran fortaleza cristiana, se enfrentó a la ferocidad de los bárbaros, como padre de la Iglesia y doctor insigne (c. 479).
En Rouen, de Neustria, san Sidonio, abad, oriundo de Irlanda, que hizo vida monástica primero en Jumièges, después en el monasterio de Herio, en la isla de Noirmoutier, bajo la dirección de san Filiberto, y finalmente en el monasterio de Saint-Saens por él fundado (c. 684).
San Sidronio, mártir, Sens, s. III.
En Carpentras, de la Provenza, san Sifrido, obispo.
En Metz, ciudad de Austrasia, san Sigebaldo, obispo, fundador de diversos monasterios.
En Metz, en Austrasia, el santo rey Sigeberto III, que fundó los monasterios de Stavelot y Malmedy, así como muchos otros, y se distinguió por su liberalidad en hacer limosnas a las iglesias y a los pobres.
En Växjö, en Suecia, san Sigfrido, obispo, que, oriundo de Inglaterra, evangelizó con gran paciencia a aquellas gentes y bautizó a su rey Olaf (c. 1045).
En la región de Bourges, en Aquitania, san Sigiramnio, peregrino y abad de Longoret (s. VII).
En Disentis, en la Recia Superior (hoy Suiza), santos Plácido, mártir, y Sigisberto, abad, este último compañero de san Columbano y fundador del monasterio de San Martín, en Disentis, donde fue el primero que coronó su vida monástica con el martirio (s. VII).
Conmemoración de san Silas, elegido y enviado por los apóstoles con Pablo y Bernabé a las Iglesias de la gentilidad para anunciar el Evangelio, misión en la que, lleno de la gracia de Dios, puso gran empeño (s. I).
En las minas de Feno, en Palestina, donde estaban condenados, san Silvano, obispo de Gaza, y treinta y nueve compañeros, mártires, todos ellos coronados con el martirio durante la misma persecución bajo Diocleciano, al ser decapitados por orden del césar Maximino Daya (c. 304).
En Levroux, en el territorio de Bourges, en Aquitania, san Silvano, eremita (c. s. V).
En Emesa (hoy Homs), en Siria, san Silvano, obispo, que presidió aquella Iglesia durante cuarenta años y, bajo el emperador Maximiano, fue arrojado a las fieras, junto con el diácono Lucas y el lector Mocio, obteniendo así la palma del martirio (c. 235/238).
En la isla de Palmaria, en Italia, tránsito de san Silverio, papa y mártir, el cual, no queriendo rehabilitar a Antimo, obispo herético de Constantinopla depuesto por su predecesor san Agapito, por orden de la emperatriz Teodora fue privado de su sede y enviado al destierro, donde murió desgastado por los sufrimientos.
En Troina, en Sicilia (hoy Italia), san Silvestre, abad, que vivió bajo la disciplina de los santos Padres de Oriente (s. XII).
En Auchy, en la región de Morins, sepultura de san Silvino, obispo (s. VIII).
En Toulouse, en la Galia Narbonense, san Silvio, obispo, que comenzó la construcción de una basílica para acoger dignamente el sepulcro de san Saturnino (c. 400).
En Roma, en la basílica de San Pedro, san Símaco, papa, a quien los cismáticos amargaron la vida y murió como un auténtico confesor de la fe.
En Augsburgo, de Baviera, en Germania, san Simberto, obispo, que antes fue abad de Mürbach (c. 807).
En Jerusalén, conmemoración de san Simeón, obispo y mártir, que, según la tradición, era hijo de Cleofás y pariente del Salvador según la carne. Ordenado obispo de Jerusalén después de Santiago, el pariente del Señor, en la persecución bajo el emperador Trajano fue sometido a varios suplicios hasta que, ya anciano, murió en la cruz.
En el monasterio de San Benito, junto al río Po, en el territorio de Mantua, san Simeón, monje y ermitaño.
En Tréveris, de la Renania, en Lotaringia, san Simeón, el cual, nacido de padre griego en Siracusa, después de llevar vida eremítica en Belén y en la montaña del Sinaí, finalmente se recluyó en la torre de la Puerta Negra de esa ciudad, donde murió.
En el monte Admirable, en Siria, san Simeón Estilita el Joven, presbítero y anacoreta, que vivió sobre una columna en trato íntimo con Cristo, y compuso diversos tratados de temas ascéticos y gozó de carismas espirituales.
En Roma, en el cementerio de Priscila, en la vía Salaria Nueva, san Simetrio, mártir (s. in.).
En Autun, en la Galia Lugdubense, san Simfoniano, mártir, que, mientras era llevado al suplicio, su madre, desde la muralla de la ciudad, le exhortaba con estas palabras: «Hijo, hijo, Simforiano, pon tu pensamiento en Dios vivo. Hoy no se te quita la vida, sino que se te cambia por una mejor» (s. III/IV).
En Nantes, también en la Galia Lugdunense, san Similiano, obispo, a quien san Gregorio de Tours considera como un gran confesor (s. IV).
En el monte Mercurio, en Calabria, san Simón, eremita (s. X).
En Roma, san Simón, monje, antes conde de Crespy, en Francia, que, renunciando a la patria, al matrimonio y a todo, eligió la vida monástica y después la eremítica en las montañas del Jura, y reclamado muchas veces como legado de paz para conciliación entre príncipes, murió finalmente en Roma, siendo sepultado en la Urbe, en la basílica de San Pedro.
En Madrid, en España, san Simón de Rojas, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, para la redención de cautivos, que, acompañando el séquito de la reina de España, nunca viajó en carroza ni percibió sueldo, sino más bien, entre regios fastos, siempre se mostró humilde, pobre, misericordioso hacia los necesitados y fervorosamente devoto para con Dios.
En Hue, de Annam, san Simón Phan Dác Hòa, mártir, el cual, siendo médico, padre de familia y eximio por la caridad, reinando el emperador Minh Mang fue apresado porque había hospedado a unos misioneros, y consumó el martirio con la decapitación después de haber soportado cárceles y flagelación.
En Milán, en la provincia de Liguria, san Simpliciano, obispo, al que san Ambrosio designó como sucesor suyo y san Agustín dedicó grandes elogios.
En Autun, en la Galia Lugdunense, san Simplicio, quien, de noble y devota estirpe, vivió en perfecta castidad con su esposa y fue elegido obispo (c. 375).
En la isla de Cerdeña, san Simplicio, presbítero (s. III/IV).
En Aussonce, en la región de Reims, en Neustria, san Sindulfo, eremita, que escogió la vida solitaria, solamente conocido por Dios (c. 600).
En Sirmio, en Panonia, san Sireno o Sinerio, mártir, de oficio hortelano, que fue denunciado por una mujer a la que había reprochado su lascivia, y por haber declarado ante el juez su condición de cristiano y por negarse a sacrificar a los dioses, fue decapitado (c. 307).
En el cementerio de Priscila, en la vía Salaria Nueva de Roma, san Siricio, papa, a quien alaba san Ambrosio como verdadero maestro, ya que, consciente de su responsabilidad sobre todos los obispos, les dio a conocer los documentos de los Padres, confirmándolos con su autoridad apostólica.
En Génova, en la Liguria, san Siro, venerado como obispo (c. 330).
Cerca de Burgos, en la región de Castilla, en España, san Sisebuto, abad de Cardeña.
En la ciudad de Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Sisenando, diácono y mártir, decapitado por los sarracenos por su fe en Cristo.
En Egipto, san Sísoes, de sobrenombre "Magno", ermitaño, muy célebre por la perfección con que practicó la vida monástica (c. 429).
Cerca de Cenomanum (hoy Le Mans), en Neustria, san Siviardo, abad de Anille (c. 680).
En Reims, de la Galia Bélgica, san Sixto, considerado primer obispo de esta ciudad (s. III).
En Roma, san Sixto I, papa, que en tiempo del emperador Adriano rigió la Iglesia Romana, siendo el sexto tras San Pedro.
En Roma, en la vía Tiburtina, junto a san Lorenzo, sepultura de san Sixto III, papa, que restableció la concordia entre el Patriarcado de Antioquía y el de Alejandría, y en la Ciudad eterna erigió para el pueblo de Dios la basílica de Santa María, en el monte Esquilino.
Conmemoración de san Sofonías, profeta, que en los días de Josías, rey de Judá, anunció la ruina de los impíos en el día de la ira del Señor y robusteció con la esperanza de la salvación a los pobres y menesterosos.
En Jerusalén, san Sofronio, obispo, que tuvo como maestro y amigo a Juan Mosco, con quien visitó diversos lugares monásticos, siendo elegido a la muerte de Modesto para la sede de la Ciudad Santa, en la cual, cuando cayó en manos de los sarracenos, defendió valientemente la fe y la seguridad del pueblo.
En el monasterio de Ellwangen, en Baviera, san Sola, presbítero y eremita.
En Chartres, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Solemne o Solemnio, obispo (ante 511).
San Sosípatro, discípulo. de San Pablo, Berea (Asia Menor), s. I. Habiendo sido enviado por el mismo apóstol San Pablo a predicar el Evangelio a la isla de Córcega, fue después Obispo de Iconio. Vuelto después a Córcega, Cercilino, rey de la isla, madó que fuese atormentado juntamente con siete ladrones, a los cuales había convertido estando en la cárcel; pero mientras los Santos estaban sufriendo, bajó fuego del cielo que consumió a los dos hijos y a la esposa del Rey. En vista del milagro, el Rey invocó al Dios de Sosipatro, y después fue bautizado.
En Misena de Campania, en Italia, san Sosso (antes Sosio), diácono y mártir, quien, al decir del papa san Símaco, deseando proteger de la muerte a su obispo, consiguió también él el martirio con igual precio y gloria (c. 305).
En Pompeyópolis, de Cilicia (hoy Turquía), san Sozonte, mártir (s. inc.).
En Nursia, san Spes, abad, que durante cuarenta años soportó la ceguera con admirable paciencia (c. 517).
En Londres, en Inglaterra, santos mártires Edmundo Gennings, presbítero, y Suintino Wells, los cuales, en tiempo de la cruel persecución durante el reinado de Isabel I, fueron condenados a la pena capital, el primero por ser sacerdote, y el segundo por haberle hospedado, ahorcándoles colgados en la puerta de su casa y martirizándoles hasta la muerte.
En Werda (hoy Kaiserswerth), isla del Rin, en Sajonia, san Suitberto, obispo, quien, monje primeramente en Northumbria, fue compañero de san Willibrordo y, ordenado obispo por san Wifrido, predicó el Evangelio a los bátavos, frisios y otros pueblos de Germania, falleciendo piadosamente en el monasterio que había fundado, siendo ya de anciano.
En Bourges, ciudad de Aquitania (hoy Francia), san Sulpicio, apellidado el Pío, obispo, que habiendo pasado del palacio real al episcopado, su mayor preocupación fue el cuidado de los pobres.
En la ciudad de Bourges, en Aquitania (hoy Francia), san Sulpicio Severo, obispo, de familia de senadores de las Galias, de quien san Gregorio de Tours ensalza su sabiduría, su ministerio pastoral y su empeño en restaurar la disciplina.
En Winchester, en Inglaterra, san Swithun, obispo, célebre por su austeridad y por su amor a los pobres. Construyó muchas iglesias, que visitaba siempre caminando.
En Claudiópolis, de Honoríade, san Tación, mártir (s. inc.).
En el lugar llamado Quxian, en la provincia de Sichuan, en China, san Tadeo Liu Ruiting, presbítero y mártir, estrangulado por odio a la fe.
En Egea, de Cilicia, san Talaleo, mártir (s. III).
En Constantinopla, san Tarasio, obispo, insigne por su piedad y su erudición, que inició el Concilio Niceno II, en el cual los Padres defendieron el culto de las santas imágenes.
En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, conmemoración de san Tarsicio, mártir, que por defender la santísima Eucaristía de Cristo, que una furiosa turba de gentiles intentaba profanar, prefirió ser inmolado, muriendo apedreado antes que entregar a los perros las cosas santas (c. 257). Patrono de los Servidores del Altar (monaguillos).
En la ciudad de Évreux, en la Galia, san Taurino, a quien se celebra como primer obispo de esta ciudad (c. s. V).
En Roma, muerte de san Telesforo, papa, que, según recuerda san Ireneo, siendo el séptimo sucesor de los apóstoles, sufrió un glorioso martirio (c. 136).
En el monasterio de Llandaf, en Cambria, san Teliavo, obispo y abad, cuyos eximios esfuerzos pastorales son recordados por muchas iglesias de Cambria, Cornualles y Armórica.
En Licia, san Temístocles, mártir, el cual, según se cuenta, en tiempo del emperador Decio se ofreció en lugar de san Dióscoro, que era buscado para ser ajusticiado, y torturado en el potro, arrastrado y apaleado, alcanzó la corona del martirio (s. III).
En el monasterio de Le Dorat, en la región de Limoges, de Aquitania, san Teobaldo, presbítero, que, siendo canónigo regular, fue encargado de la iglesia y nunca salía del cenobio más que para ponerse al servicio de los enfermos y atender a sus necesidades.
En el monasterio de Vaux-de-Cernay, en la región de París, san Teobaldo de Marliaco, abad de la Orden cisterciense, que prestaba los más humildes servicios a sus hermanos.
En Salánica, en el territorio de Vicenza, san Teobaldo, presbítero y eremita, que habiendo nacido en la familia de los condes de Champagne, de Francia, con su amigo Gualterio renunció a las riquezas y a los honores, abrazando por Cristo la soledad y la pobreza.
En Vienne, de Borgoña, san Teobaldo, obispo, quien ilustró con su magisterio aquella sede durante cuarenta y cuatro años, destacando por la caridad y la piedad.
En la región de Montauban, en la Galia Narbonense, muerte de san Teodardo, obispo de Narbona, que restauró su iglesia catedral, sobresalió por su diligente magisterio y, finalmente, minado por la enfermedad, murió en un monasterio, rindiendo su alma a Dios.
Cerca de Spira, en la Renania, de Austrasia, en Germania, pasión de san Teodardo, obispo de Tongres y mártir, que fue asesinado yendo a visitar al rey Childerico.
En el territorio de Vienne, en la Galia, san Teodario, abad, el cual, discípulo de san Cesáreo de Arlés, estableció unas celdas para monjes y fue designado por el obispo como intercesor ante Dios y presbítero penitenciario para todos los habitantes de la ciudad (c. 575).
En Vestervig, en Dinamarca, san Teodgaro, presbítero, misionero en esta región, del que se dice que construyó la primera iglesia de madera (c. 1065).
En Córdoba, ciudad de la región hispánica de Andalucía, san Teodomiro, monje de Carmona, martirizado, siendo aún joven, durante la persecución desencadenada por los sarracenos.
En Antioquía, de Siria, san Teodoreto, presbítero y mártir, que, según narra la tradición, fue apresado por Julián el Apóstata, regente de Oriente y, por persistir en la confesión de la fe cristiana, fue martirizado.
En territorio de Neustria Remense, san Teodorico, presbítero, discípulo del obispo san Remigio.
En Tracia, santos Teodoro y Pausilipo, mártires, que, según la tradición, sufrieron el martirio en tiempo del emperador Adriano.
En Canterbury, en Inglaterra, san Teodoro, obispo, antes monje de Tarso, que elevado al episcopado por el papa san Vitaliano y enviado a Inglaterra casi septuagenario, moderó con fortaleza de ánimo la Iglesia a él encomendada.
General del ejército en tiempo del emperador Licinio, martirizado en 319. En los primeros días del cristianismo, ser miembro del ejército no era necesariamente algo positivo. Ser un general se consideraba todavía menos positivo. Sin embargo, lo único que sabemos de seguro sobre San Teodoro de Heraclea es que era un general del ejército griego. Cuando fue decapitado por el emperador Licinio a causa de su fe. Probablemente muchas personas se sorprenderían de saber que un oficial del ejército podía también ser un cristiano de convicciones profundas. El testimonio de San Teodoro demuestra que ninguna ocupación digna es una barrera a la santidad. Una añagaza, claro está, y el santo, una vez en poder de los dioses, hechos de oro y plata, los hizo pedazos que repartió entre los pobres con gran cólera de Licinio. Nuestro capitán no hace ascos al valor material de las imágenes nefandas, y desacralizadas, reducidas a simples cachos de metal precioso, emplea estos restos en obras de caridad. Teodoro parece reunir astucia y heroísmo, fe y sentido práctico, con unas gotas de humor que le darán en el Cielo una sonrisa de mártir socarrón.
En Pavía, en Lombardía, san Teodoro, obispo, que padeció el exilio durante la terrible guerra entre francos y longobardos (c. 785).
En la aldea de Siceone, en Galacia (actual Turquía), san Teodoro, obispo y hegúmeno, que desde la infancia se distinguió por su amor a la soledad, abrazando una vida austera, y obligado a aceptar su ordenación como obispo de Anastasiópolis, insistió ante el patriarca de Constantinopla para ser dispensado de su cargo y volver a su amada soledad.
En Sión, en Valais, entre los helvecios (hoy Suiza), san Teodoro, primer obispo de aquella ciudad, que, siguiendo el ejemplo de san Ambrosio, defendió la fe católica contra los arrianos y veneró con magnificencia las reliquias de los mártires de Agauno (s. IV).
En Tabennesi, de la Tebaida, en Egipto, san Teodoro, abad, discípulo de san Pacomio y padre de una congregación de monasterios (s. IV).
En Constantinopla, san Teodoro Estudita, abad, que hizo de su monasterio una escuela de sabios, de santos y de mártires, que murieron víctimas de las persecuciones promovidas por los iconoclastas. Fue tres veces expulsado al destierro, tuvo entrañable veneración por las tradiciones de los padres de la Iglesia y escribió tratados famosos sobre la fe católica, exponiendo la doctrina cristiana.
En Marsella, ciudad de la Provenza, en Galia (hoy Francia), san Teodoro, obispo, que, esforzándose en establecer la disciplina eclesiástica, fue objeto de persecución por parte de los reyes Childeberto y Guntramno, quienes le exiliaron por tres veces.
En Constantinopla, san Teodoro, que fue llamado "Triquino" por el áspero cilicio con que se cubría, y condujo una admirable existencia en la soledad (s. V).
En el desierto de Judea, san Teodosio, cenobita, amigo de san Sabas, que después de una larga vida de soledad aceptó junto a sí a muchos discípulos e inculcó la vida comunitaria en los monasterios que construyó, y ya centenario, habiendo padecido persecución a causa de la fe católica, descansó en la paz de Cristo.
En Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Teodosio, obispo (s. VI).
En Kiev, en Rusia (hoy en Ucrania), san Teodosio, abad, que, según la tradición, fundó el monasterio conocido con el nombre de las Grutas, instituyendo en él la vida cenobítica.
En Heraclea, de Tracia, san Teodoto mártir (c. s. III).
En el monasterio de Lobbes, en Austrasia, san Teodulfo, obispo y abad.
En Tesalónica, de Macedonia, santos mártires Agatópodo, diácono, y Teodulo, lector, que, a causa de su confesión de la fe cristiana, en tiempo del emperador Maximiano, y por mandato del prefecto Faustino, fueron arrojados al mar con una piedra atada al cuello (s. IV in.).
En Sigriana, de Bitinia, en el monasterio de Campogrande, sepultura de san Teófanes, por sobrenombre "Cronógrafo", o San Teófanes Cronista que siendo muy rico prefirió hacerse pobre monje, y por defender el culto de las sagradas imágenes fue encarcelado por el emperador León el Armenio durante dos años y deportado después a Samotracia, donde, agotado de padecimientos, entregó el espíritu.
En Hanoi, en Tonquín, san Juan Teófano Vénard, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que tras pasar seis años de trabajos de ministerio en la clandestinidad y en medio de grandes dificultades, aceptó con alegre ánimo, en tiempo del emperador Tu Duc, ser encerrado en una cueva y después degollado.
En Nicomedia, de Bitinia, san Teofilacto, obispo, que desterrado por defender el culto de las sagradas imágenes, falleció en Estróbilo de Caria (c. 840).
Conmemoración de san Teófilo, obispo de Antioquía, varón muy erudito, que ocupó esta sede como sexto sucesor de san Pedro y compuso un libro para defender la fe ortodoxa contra el hereje Marción (s. II).
Conmemoración de san Teófilo, obispo de Cesarea, en Palestina, que en tiempo del emperador Septimio Severo brilló por su sabiduría e integridad de vida.
En Constantinopla, conmemoración de san Teófilo, monje, que, por defender el culto de las santas imágenes, fue torturado cruelmente por el emperador León el Isáurico y después exiliado.
En Fucecchio, de la Toscana, san Teófilo de Corte, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, quien propagó en gran manera las casas de retiro para los frailes, mostrando una gran devoción a la Pasión del Señor y a la Virgen María.
Pasión de san Teófilo, apellidado el Joven, mártir, que, siendo prefecto de la armada cristiana, fue apresado en Chipre y conducido a la presencia de Harun ar-Rashid, califa supremo de los sarracenos, y dado que ni las amenazas ni las promesas pudieron hacerle apostatar de Cristo, fue herido de muerte con la espada.
En la región de Calmeliac, en Aquitania, san Teofredo, abad y mártir (c. 752).
En la ciudad de Hipona, en Numidia (hoy Argelia), san Teógenes, mártir, acerca del cual san Agustín predicó un sermón (c. 257).
En Parios, en el Helesponto (hoy Turquía), san Teógeno o Teógenes, mártir, quien, en tiempo del emperador Licinio, al negarse a formar parte de los reclutas a causa de su fe cristiana, fue martirizado en la cárcel y finalmente arrojado al mar.
En Alejandría, en Egipto, san Teona, obispo, que fue el maestro y predecesor de san Pedro mártir.
En Nicomedia, de la provincia romana de Bitinia (hoy Turquía), santos Teopempo y Teonas, que sufrieron el martirio en la persecución llevada a cabo bajo Diocleciano (c. 304).
En Verceli, en la Liguria, san Teonesto, mártir, en cuyo honor edificó san Eusebio la basílica (c. 313).
En Nicomedia, de la provincia romana de Bitinia (hoy Turquía), santos Teopempo y Teonas, que sufrieron el martirio en la persecución llevada a cabo bajo Diocleciano (c. 304).
En Coimbra, en Portugal, san Teotonio, que peregrinó dos veces a Jerusalén y, después de recusar la custodia del Santo Sepulcro, volvió a su patria y fundó la Congregación de Canónigos Regulares de la Santa Cruz (c. 1162).
En Todi, de la Umbría, san Terenciano, obispo (c. s. IV).
En Roma, en la vía Latina, san Tertulino, mártir (c. s. IV).
En Islandia, san Thorlaco, obispo de Skalholt, empeñado en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo.
En Roma, en el cementerio llamado «Ad duas lauros», en la vía Labicana, a tres miliarios de la ciudad, san Tiburcio, mártir, cuyas alabanzas cantó el papa san Dámaso (s. III/IV).
En Brescia, en la región de Venecia, san Ticiano, obispo (c. 526).
En Amatonte, en la isla de Chipre, san Ticón, obispo, en tiempo del emperador Teodosio el Joven (s. V).
En el monasterio de Solignac, en la región de Limoges, en Aquitania (hoy Francia), san Tilón, discípulo de san Eligio, que fue orfebre y monje (c. 702).
En Antinoe, de Tebaida, en Egipto, santos Timoteo y Maura, mártires.
En Gaza, en Palestina, san Timoteo, mártir, que en la persecución realizada por el emperador Diocleciano y el prefecto Urbano, después de sufrir victoriosamente muchos tormentos, fue quemado a fuego lento (c. 350).
En Mauritania, san Timoteo, diácono y mártir (s. inc.).
En Roma, en la vía Ostiense, en su cementerio, san Timoteo, mártir.
En Tigava, ciudad de la provincia romana de Mauritania (hoy Argelia), san Tipaso, mártir, el cual, habiéndose retirado legítimamente del ejército, al ser reclamado de nuevo se negó a sacrificar a los dioses, siendo por ello degollado (297/298).
Conmemoración de san Tíquico, discípulo de san Pablo apóstol, al que, en sus epístolas, llama hermano carísimo, ministro fiel y consiervo en el Señor (s. I).
En Antioquía, en Siria, conmemoración de san Tiranión o Tiranio, obispo de Tiro y mártir, el cual, educado en la fe cristiana desde su más tierna edad, alcanzó la corona de la gloria al ser destrozado con garfios de hierro, junto con el presbítero Zenobio.
En la ciudad de Oderzo, en la región de Venecia (hoy Italia), san Tiziano, obispo (s. V).
En la región de Cantabria, memoria de san Toribio, monje. Originario de Palencia, la tradición le atribuye la fundación del monasterio de san Martín de Turieno (s. VI).
En Pisa, de la Toscana, san Torpetes, mártir (s. inc.).
San Colomano mártir. Evangelizó la Franconia y la Turingia oriental. Trabajó y fue compañero de martirio de san Quiliano (Kilian) y San Colomano.
En el lugar de Tepatitlán, en México, san Tranquilino Ubiarco, presbítero y mártir, que en la persecución contra la Iglesia no dejó de cumplir con sus funciones ministeriales, por lo cual fue colgado de un árbol, terminando así su glorioso martirio.
En Esmirna, en Asia, san Trásea, obispo de Eumenia de Frigia y mártir (c. 170/180).
En Leucosia (hoy Nicosia), en la isla de Chipre, san Trifilio, obispo, que defendió enérgicamente la fe de Nicea y fue un orador excelente en su época, comentando espléndidamente el Cantar de los Cantares, como cuenta san Jerónimo.
En Frigia, conmemoración de san Trifón, mártir (s. inc.)
En el lugar de Dombes, en el territorio lugdunense de la Galia (hoy Francia), san Triverio, presbítero y después eremita (c. 550).
En Neocesarea, en el Ponto, san Troadio, mártir en la persecución bajo el emperador Decio, cuyo combate ha testimoniado san Gregorio Taumaturgo (c. 250).
En Sínada, de Frigia, san Trófimo, mártir (s. inc.).
En la ciudad de Santonas (hoy Saintes), en Aquitania, san Troyano, obispo (c. 550).
En Sarquinium (hoy Saint-Trond), de Brabante, en Austrasia, san Trudón, presbítero, que dio todos sus bienes a la Iglesia de Metz y allí mismo edificó un monasterio, donde reunió a sus discípulos.
En la Bretaña Menor, san Tugdual, apellidado "Pabu", abad y obispo, que construyó un monasterio en la ciudad de Treguier (s. VI).
En la Bretaña Menor, san Turiavo, abad del monasterio de Dôle y obispo (s. VII/VIII).
En Guizhou, ciudad de China, san Juan Pedro Néel, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París, que, acusado por predicar la fe cristiana, fue atado a la cola de un caballo y arrastrado un largo trecho, sometido a todo género de burlas y tormentos, y finalmente degollado. Con él sufrieron el martirio los santos Martín Wu Xuesheng, catequista, Juan Zhang Tianshen, neófito, y Juan Chen Xianheng.
En Gubbio, de la Umbría, san Ubaldo, obispo, que se entregó a la labor de reformar la vida común de los clérigos.
En Augsburgo, ciudad de Baviera, san Udalrico, obispo, ilustre por su admirable abstinencia, su generosidad y sus vigilias, falleciendo nonagenario después de haber sido obispo durante cincuenta años.
En Tiro, de Fenicia, san Ulpiano, mártir, que, siendo aún adolescente, durante la persecución bajo el emperador Maximino Daza fue encerrado en un odre con un áspid y un perro y sumergido en el mar, completando así su martirio.
En Roma y en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, san Urbano I, papa, que gobernó fielmente la Iglesia Romana durante ocho años, tras el martirio de san Calixto.
Santos Aristón, Crescenciano, Eutiquiano, Urbano, Vidal, Justo, Felicísimo, Félix, Marcia y Sinforosa, Campania (Italia), 285.
En Teano, de la Campania, san Urbano, obispo (s. IV).
En Metz, en la Galia Bélgica, san Urbicio, obispo (c. 450).
En el monte Jura, en la ribera del Doubs, entre los helvecios, san Ursicino, discípulo de san Columbano, que primero llevó vida eremita en la soledad y, después de ser decubierto, indujo a muchos a abrazar este género de vida (c. 620).
En la Recia, san Ursicino, obispo de Chur (Coira) y primer abad del monasterio de Disentis, que él mismo había fundado (s. VIII).
En el Ilírico, san Ursicino, mártir (s. IV).
En Bourges, de la Galia, san Ursino, su primer obispo, que anunció a Cristo Señor al pueblo y convirtió en iglesia la casa de Leocadio, senador de las Galias, aún pagano, para uso de los fieles, la mayor parte pobres (s. III).
En el cenobio de Lobbes, en Hainaut, san Ursmaro, obispo y abad, que propagó la Regla de san Benito y atrajo al pueblo a la fe cristiana.
En Augusta Pretoria (hoy Aosta), en los Alpes Grayos, san Urso, presbítero (antes del s. IX).
En la ciudad de Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Urso, obispo (s. VI).
En Loches, pueblo de la Touraine, junto al río Indre, en Francia, san Urso, abad, padre de muchos cenobios, célebre por su abstinencia y sus virtudes (s. V/VI).
En Rávena, de la Flaminia, san Urso, obispo, que trasladó la sede episcopal desde Classe a esa ciudad, dedicando la iglesia catedral, bajo el título de la santa Anástasis, el día de Pascua, y en la misma fecha, después de algunos años, emigró a la gloria de la resurrección (c. 425).
También conmemoración de muchos mártires que, después de la muerte de san Simeón, en toda la región de Pesia, e igualmente bajo el rey Sapor II, fueron degollados por causa del nombre de Cristo, entre ellos san Ustazades, eunuco del palacio real, que fue padrino del mismo rey y que, en el primer ímpetu de la persecución, sufrió el martirio en el palacio de Artajerjes, hermano del rey Sapor, en la provincia de Adiabena.
En Dorostoro, en Mesia (hoy Rumanía), santos Pasícrates y Valencio, mártires, que, por confesar a Cristo como único Dios, sometieron decididos sus cuellos a la espada.
En Langres, en Aquitania también, san Valentín, presbítero y eremita (c. s. V).
En Passau, en la antigua provincia romana de Nórico (hoy Alemania), san Valentín, obispo de la Retia (c. 450).
En la ciudad de Coira, en la región de los helvecios (hoy Suiza), san Valentiniano, obispo, que con gran generosidad repartió limosnas entre los pobres, redimió a los cautivos y vistió a los desnudos.
En Aquileya, de la región de Venecia, san Valeriano, obispo, que, frente a los arrianos, defendió la fe ortodoxa en el Ilírico, y reunió a clérigos y laicos para vivir en comunidad.
En Cimiez, también en la Provenza, san Valeriano, obispo, que, sacado del monasterio de Lérins para ser elevado al episcopado, puso por escrito ejemplos de la vida de varios santos para edificación de los monjes y del pueblo en general (c. 460).
En Tournus, en el territorio de Chalons, a orillas del Saona, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Valeriano, mártir (s. inc.).
En la ciudad de Limoges, en Aquitania (hoy Francia), san Valerio, que llevó vida solitaria (s. VI).
En el territorio de Besançon, en Germania, san Valerio, diácono de la iglesia de Langres, al que dieron muerte unos paganos (s. IV).
En Lauconay, cerca de Amiens, en la Galia, san Valerico o Valerio, presbítero, que atrajo a muchos compañeros hacia la vida eremítica (s. VII).
En Soissons, en la Galia Bélgica, san Valerio y san Rufino, mártires (s. IV).
En Tréveris, ciudad de la Galia Bélgica (hoy Luxemburgo), san Valerio, segundo obispo que gobernó esta sede (s. III ex.).
Conmemoración de san Valerio o Valero, obispo de Zaragoza, en la Hispania Tarraconense (hoy España), que tomó parte en el primer Concilio de Illiberis y, conducido a Valencia junto con san Vicente, murió en el destierro (305/315).
En el monasterio de Fontenelle, en Neustria, san Vandregisilo, abad, que, habiendo renunciado a vivir en la corte con el rey Dagoberto, hizo vida monástica en varios lugares, y promovido al sacerdocio por san Audeno, obispo de Rouen, en el bosque llamado Gemeticense fundó y rigió el monasterio de este mismo nombre (c. 668).
En Egipto, san Varo, soldado, que, bajo el emperador Maximiano, al visitar y ayudar a seis santos eremitas encarcelados, sabiendo que un séptimo había muerto en el desierto, quiso ocupar su lugar, y con ellos, después de varios tormentos, adquirió la palma del martirio.
En Arras, en la Galia Bélgica, san Vedasto, obispo, que fue enviado por san Remigio, obispo de Reims, a esta ciudad devastada, y allí catequizó al rey Clodoveo, gobernó aquella Iglesia durante cuarenta años y llevó a cabo una importante labor evangelizadora entre los paganos de la región (c. 540).
En la ciudad de Luni, en la Liguria, conmemoración de san Venancio, obispo, que se ocupó del clero y de los monjes, y fue amigo del papa san Gregorio I Magno (s. VII).
En Tours, de la Galia Lugdunense, san Venancio, abad, el cual, habiéndose casado en su juventud, al visitar la basílica de san Martín se conmovió ante la vida de los monjes y, con el permiso de su esposa, se juntó a ellos para vivir para Cristo (s. V).
En Viviers, junto al Ródano, en la Galia, san Venancio, obispo (d. 535).
En Poitiers, de Aquitania, san Venancio Fortunato, obispo, que escribió las gestas de muchos santos y con elegantes himnos honró la santa Cruz.
En Roma, conmemoración de los santos mártires Venancio, obispo, y compañeros de Dalmacia y de Istria, a saber, Anastasio, Mauro, Pauliniano, Telio, Asterio, Septimio, Antioquiano y Gayano, que la Iglesia se complace en honrar juntamente (s. III/IV).
En Tréveris, de Austrasia, san Vendelino, eremita (s. VII).
En Milán, de la Liguria (hoy Italia), san Venerio, obispo, discípulo y diácono de san Ambrosio, que acudió en ayuda de los obispos africanos enviándoles clérigos y favoreció a san Juan Crisóstomo en su destierro.
En la isla de Tiro Maggiore (hoy Palmarola), a orillas de la bahía de la Spezia, en la Liguria, de Italia, san Venerio, eremita (s. VII).
En la ciudad de Caivallon, en la Provenza, san Verano o Verónico, obispo, que gozaba de gran autoridad, sobre todo por las curaciones de enfermos (s. VI).
En Vence, de la Provenza, en la Galia, conmemoración de san Verano, obispo, que siendo hijo de san Euquerio, obispo de Lión, fue educado en el monasterio de Lérins y escribió al papa san León Magno agradeciéndole su profesión de fe en la encarnación del Verbo, contenida en la carta a Flaviano (s. V).
En la ciudad de Estella, en Navarra, san Veremundo, abad de Hirache, el cual, habiendo abrazado desde joven la vida monástica, estimuló a sus monjes a buscar la perfección con su ejemplo y con ayunos y vigilias.
En Lyon, de la Galia, conmemoración de san Viator, lector, que, discípulo y ministro del obispo Justo de Lyon, siguió a éste en su retiro a Egipto y en su muerte (post 481).
En Tremblevif, en la región de Sologne, en Francia, san Viator, eremita. (s. VI).
En Neumunster, de Holstein, en Alemania, muerte de san Vicelino, obispo de Oldenburgo, el cual se dedicó con interés a la evangelización de los eslavos.
En la Hispania Cartaginense, memoria de los santos Vicente y Leto, mártires.
En Dax, de Aquitania, san Vicente, celebrado como obispo y mártir (c. IV).
En el monasterio de Lérins, en la Provenza, san Vicente, presbítero y monje, que fue muy célebre por su doctrina cristiana y santidad de vida, y se empeñó con denuedo en el progreso de la fe de los creyentes (c. 450).
Santos Vicente, Sabina y Cristeta (hermanos mártires del siglo IV)
En Vernemet, de la región de Agen, en Aquitania, san Vicente, mártir, que, según cuenta la tradición, mientras el pueblo celebraba una fiesta en honor del sol, él consumó su martirio en nombre de Cristo.
En la ciudad de Hai Duong, en Tonquín, san Vicente Do Yen, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que, en tiempo del emperador Minh Mang, fue degollado por odio a la fe cristiana.
En Roma, san Vicente María Strambi, obispo de Macerata y Tolentino, de la Congregación de la Pasión, que gobernó santamente las diócesis que tenía encomendadas y por su fidelidad hacia el Romano Pontífice fue desterrado.
En Soignies, de Brabante, en Austrasia, san Vicente o Madelgario, que con el consentimiento de su esposa santa Valtrudis abrazó la vida monástica y, según cuenta la tradición, fundó dos monasterios (c. 677).
En Roma, san Vicente Pallotti, presbítero, fundador de la Sociedad del Apostolado Católico, que con sus escritos y actividades fomentó la vocación de todos los bautizados en Cristo para trabajar a favor de la Iglesia.
En León, en Hispania, san Vicente, abad del monasterio de San Claudio (630).
En Sarsina, de la Romagnola, san Vicinio, primer obispo de esta ciudad (s. IV/V).
En Capua, de la Campania, san Víctor, obispo, conspicuo por su erudición y su santidad.
En Roma, en la vía Salaria Antigua, en el cementerio de Basilla, san Víctor, mártir (c. s. IV).
En Cesarea de Mauritania, san Víctor, mártir, que, según la tradición, condenado a muerte, fue crucificado en sábado (s. III/IV).
En Milán, en la provincia de la Liguria, conmemoración de san Víctor, mártir, el cual, originario de Mauritania, era soldado del ejército imperial, y al imponer el emperador Maximiano la obligación de sacrificar a los ídolos, se desciñó de sus armas, por lo cual le llevaron a la ciudad de Lodi, donde fue decapitado (c. 304).
En la región de Nantes, en la Bretaña Menor, san Víctor, solitario, que vivió recluido en un pequeño oratorio, construido por él mismo junto a Bonchamp (c. s. VII).
En Arcis-sur-Aube, en la Champaña, en Francia, san Víctor, eremita, cuyas alabanzas escribió san Bernardo (s. VII).
En África, conmemoración de san Víctor, mártir, en cuya festividad san Agustín escribió para el pueblo un tratado acerca de él (s. inc.).
En el monasterio de Asán, en la región de Barbastro, del Reino de Aragón, san Victoriano, que, habiendo nacido en Italia, abrazó la vida monástica, y estando dedicado a la oración en la soledad de las montañas pirenaicas, aceptó la responsabilidad de dirigir el monasterio que después llevó su nombre (c. 561).
En Nicomedia, de Bitinia, san Victorino, mártir (sec. inc.).
Conmemoración de san Victorino, obispo de Pettau (hoy Ptuj), en Panonia, que redactó muchos escritos para explicar los libros de la Sagrada Biblia y fue coronado con el martirio en la persecución desencadenada por Diocleciano (c. 303).
En Le Mans, de la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Victorio, obispo, de quien habla san Gregorio de Tours.
En la ciudad de León, en Hispania, santos Claudio, Lupercio y Victorio, mártires, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano sufrieron la muerte por Cristo (c. 303/304).
En Rouen, en la Galia, san Victricio, obispo. Fue soldado en tiempo del emperador Juliano y, al rechazar las insignias militares por amor a Cristo, padeció diversas torturas por orden del tribuno, que le condenó a muerte, pero, no obstante, habiendo alcanzado la libertad, y tras ser consagrado obispo, llevó también a la fe en Cristo a los feroces pueblos de los morinos y de los nervios, en la Galia del norte.
En Bolonia, de la Emilia, santos Vidal y Agrícola, mártires, que, según nos refiere san Ambrosio, el primero de ellos fue antes siervo del segundo y luego compañero y colega en el martirio. Vidal padeció tantos tormentos que no le quedó parte de su cuerpo sin heridas y Agrícola, a su vez, sin asustarse por el suplicio de su antiguo criado, le imitó en el mismo martirio, siendo crucificado.
En la región de Retz, cerca de Nantes, en la Bretaña Menor, san Vidal, eremita (s. VIII).
Santos Aristón, Crescenciano, Eutiquiano, Urbano, Vidal, Justo, Felicísimo, Félix, Marcia y Sinforosa, Campania (Italia), 285.
En Hanonia, de Neustria, san Vidiciano, obispo de Cambrai y Arras, que, a raíz de la muerte de san Leodegario, invitó al rey Teodorico III a expiar su crimen con la penitencia (c. 712).
En Fritzlar, en Hesse, de Austrasia, san Vigberto, presbítero y abad, al que san Bonifacio encomendó el cuidado del monasterio del lugar (c. 739).
En Trento, en la región de Venecia, san Vigilio, obispo, quien recibió de san Ambrosio de Milán las institutionis insignia, junto con una instrucción pastoral, dedicándose a evangelizar la región encomendada y tratando de extirpar lo que quedaba de la idolatría. Se asegura que consumó su martirio por el nombre de Cristo, golpeado por hombres crueles.
En Bayeux, en la Galia Lugdunense, san Vigor, obispo, discípulo de san Vedasto (c. 538).
En Osnabrück, en Sajonia, san Vihón, obispo, que siendo oriundo de Frisia, fue enviado por el emperador Carlomagno como abad para evangelizar la región y, ordenado obispo de esta Iglesia, tuvo que sufrir mucho por Cristo.
En la región de Tulle, en Aquitania (hoy Francia), san Vincenciano, eremita.
Conmemoración de los santos mártires Vindemial o Vindemia, obispo de Capsa, en Numidia, y Longinos, obispo de Pamaria, en la Mauritania, los cuales fueron decapitados por orden de Hunerico, rey de los vándalos, después de haberse enfrentado a los arrianos en el concilio de Cartago.
En Arlés, en la Provenza, san Virgilio, obispo, que recibió como huéspedes a san Agustín y a sus monjes, cuando viajaban hacia Inglaterra por encargo del papa san Gregorio I Magno (c. 618).
En Salzburgo, de la región de Baviera, san Virgilio, obispo, hombre doctísimo, nacido en Irlanda, al cual, con el apoyo del rey Pipino, se le puso al frente de la Iglesia de Salzburgo, donde construyó la catedral en honor de san Ruperto y se dedicó gozosa y felizmente a propagar la fe entre los carintios.
En el monasterio de San Salvador de Leyre, en Navarra, memoria de san Virila, abad (s. X).
En la región de Leicester, en Inglaterra, san Vistano, mártir, que, perteneciente a la estirpe real de Mercia, por oponerse al matrimonio incestuoso de su madre fue asesinado por la espada del tirano.
En la ciudad de Spoleto, en la Umbría, san Vital, mártir, santificado por la fe conservada y la imitación de Cristo (s. inc.).
En el lugar de Rapolla, en la Lucania, san Vital de Castronovo, monje.
En Salzburg, de Baviera, san Vital, obispo, el cual, originario de Hibernia (hoy Irlanda), fue discípulo de san Ruperto, compañero en sus viajes e imitador de sus trabajos y vigilias, y elegido su sucesor, convirtió a la fe de Cristo a la población de Pinsgau (c. 730).
En Savigny, de Normandía, en la Galia, san Vital, abad, que, dejadas las ocupaciones seculares, se entregó en la soledad al cultivo de la observancia rigurosa, ganando muchos seguidores para el monasterio por él fundado.
En la antigua ciudad de Caudium (hoy Montesarchio), en la Campania, san Vitaliano, obispo (s. VII).
En Verdún, de la Galia Bélgica, san Vitón, obispo.
En Lyon, ciudad de la Galia, san Vivenciolo, obispo, que fue promovido al episcopado cuando enseñaba en la escuela monástica de San Eugendio, y animó a clérigos y laicos a estar presentes en el Concilio de Pau, para que el pueblo conociese mejor lo que los pontífices establecían (c. 523).
En Saintes, en la Galia, san Viviano, obispo (s. V).
En Kiev, ciudad de Rusia (ahora en Ucrania), san Vladimiro, príncipe, bautizado con el nombre de Basilio, que se preocupó de propagar la fe ortodoxa en los pueblos que gobernaba.
Cerca de Foix, en la Galia Narbonese (hoy Francia), tránsito de san Volusiano, obispo de Tours, que, tras ser capturado por los godos, entregó su espíritu en el destierro (c. 498).
En el monasterio de Fantanelle, en Neustria (hoy Francia), sepultura de san Vulframno o Wulfrano, el cual, siendo monje, fue elegido obispo de Sens y se dedicó a evangelizar a los frisios. Finalmente, vuelto al citado monasterio, allí descansó en paz (c. 700).
En la región de Boulogne, en la Galia, san Vulmaro, presbítero, que siendo humilde pastor con un gran interés por instruirse, adquirió una buena formación y fue ordenado sacerdote, viviendo como los antiguos padres del desierto y, más tarde, en Hautmont, del Hainaut, en los bosques de su patria, fundó dos monasterios: uno de monjes y otro de vírgenes.
En el monasterio de Luxeuil, en Burgundia, san Waldeberto o Walberto, abad (665/ 670).
En Palazzuolo, en la Toscana, san Walfrido, abad, que después de haber tenido cinco hijos, decidió, junto con su esposa, abrazar la vida monástica (c. 765).
En Onhaye, en Hainaut, san Walhero, presbítero, que, mientras atravesaba el río Mosa, un presbítero al que recriminaba sus costumbres lo mató a golpes de remo.
En Condé-sur-l’Escaut, en el Hainaut, de Austrasia, san Wasnulfo, monje, nacido en Escocia (s. VII).
En Brema, de Sajonia, san Wilehado, obispo, que, nacido en Northumbria y amigo de Alcuino, propagó el Evangelio en Frisia y Sajonia después de san Bonifacio y, ordenado obispo, fundó la sede de Brema y la gobernó sabiamente.
En York, en Northumbria, san Wilfrido, obispo, que, después de trabajar con todo esmero, fue obligado a abandonar su sede y murió entre los monjes de Ripon, de quienes fue abad durante un tiempo.
Vivió entre finales del siglo VII y principios del VIII. Su padre pertenecía a la primera generación de cristianos anglosajones convertidos del paganismo. El hijo fue entregado al monasterio de Ripón para su crianza y custodia cuando decidió vivir solitario tras la muerte de su esposa. Ya en su juventud, Willibrordo decide libremente hacer profesión religiosa. Deja el monasterio de Ripón aprovechando la coyuntura de la marcha a Roma del santo abad Wilfrido. A partir de ahora va a permanecer doce años en el monasterio de Rathmelsigui, en Irlanda, aprendiendo del afán misionero del abad Egberto que ya fracasó en su intento evangelizador de Frisia en el continente. Cuando en el 689 Pipino II, rey de Austrasia, vence al rey Egberto, de Frisia, se abren nuevas posibilidades de evangelización de los frisones. Allá marcha Willibrordo a la cabeza de doce monjes. Las dotes de organizador, la tenacidad, paciencia, audacia, valentía y santidad de Willibrordo van consiguiendo una comunidad de cristianos, convertidos y preparados en la fe uno a uno, ayudado por sus monjes. Muere tal día como hoy en el año 739.
En Dryopolis (hoy Eichstätt), en Franconia, san Willibaldo o Wilebaldo, obispo, el cual, habiendo abrazado la vida monástica, recorrió como peregrino muchos santuarios y lugares santos con el fin de establecer en ellos la vida monástica, hasta que san Bonifacio le ordenó obispo de esta sede e hizo de él un valioso colaborador suyo en la evangelización de Germania, convirtiendo a Cristo muchos pueblos.
En Troyes, de Neustria, san Winebaldo (Vinebaldo, Winebald), abad del monasterio de San Lupo, preclaro por su austeridad (c. 620).
En la región Taruanense, de Austrasia, san Winoco, que, de origen bretón, primero fue recibido por san Bertino en la comunidad de monjes de Sithiu, y después construyó el monasterio de Wormhoudt, que dirigió santamente como prior, trabajando mucho con sus propias manos.
En la península de Armórica (Bretaña), san Winwaleo, primer abad de Landevenec, del cual la tradición narra que era discípulo de san Budoco en la isla de Lavret, y que con su vida ilustró la regla monástica.
En Roermond, junto al Mosa, en Brabante, de Austrasia, san Wiro, que, según la tradición, se dedicó a la evangelización de esta región junto con sus compañeros Plechelmo y Odgero (c. 700).
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, conmemoración de san Witesindo (Vintesindo), mártir, que por miedo a los musulmanes se apartó de la fe católica, pero al negarse después a tomar parte en el culto mahometano, lo mataron por odio a la fe cristiana.
En el monasterio de Hersfeld, en Germania, sepultura de san Witta o Albino, primer obispo de Bürberg, el cual, oriundo de Inglaterra, fue llamado por san Bonifacio y recibió el encargo de sembrar la simiente de la Palabra de Dios en la región de Hesse (c. 786).
En Ratisbona (Regensburg), de Baviera, san Wolfgango, obispo, que, después de ser maestro de escuela y haber profesado como monje, fue elevado a la sede episcopal, instaurando la disciplina del clero, y mientras visitaba la región de Pupping descansó en el Señor.
En la ciudad de Worchester, en Inglaterra, san Wulfstano, obispo, que, pasando del claustro a la sede, mantuvo las costumbres monásticas junto al celo pastoral. Visitó incansablemente las parroquias de su diócesis, ocupándose en erigir iglesias, fomentar los estudios y condenar la venta de esclavos.
En el lugar de Dechao, igualmente en Hebei, conmemoración de san Xi Guizi, mártir, que cuando aún no era más que catecúmeno, ante una multitud alborotada se confesó cristiano, siendo bautizado con la sangre que brotaba de sus heridas.
En Bretaña Menor, san Ywio, diácono y monje, discípulo de san Cutberto, obispo de Lindisfarne, que pasó de Inglaterra a esta región, donde vivió entregado a las vigilias y ayunos (c. 704).
Conmemoración de san Zacarías, profeta, vaticinador de la vuelta del pueblo desterrado a la tierra de promisión, anunciando al mismo tiempo que un rey pacífico, Cristo el Señor, entraría triunfante en la Ciudad Santa de Jerusalén, lo que se llevó a cumplimiento.
En el monte Mercurio, en la Lucania (hoy Italia), san Zacarías, apellidado "Angélico", maestro de la vida cenobítica (c. 950).
En Roma, san Zacarías, papa, que con suma vigilancia y prudencia gobernó la Iglesia de Dios, frenando el ímpetu de los lombardos, indicando el recto orden a los francos, proveyendo de iglesias a los germanos y procurando el entendimiento con los griegos.
En Bolonia, de la región de la Emilia, en Italia, san Zama, considerado como primer obispo de esta ciudad (c. s. IV).
Conmemoración de san Zaqueo, obispo, que, según tradición, fue el cuarto sucesor de Santiago, hermano del Señor, en el gobierno de la Iglesia de Jerusalén (s. II).
Zenas, ayudante del militar del imperio romano Zenón y martirizado con él. Arrojado Zenón al calabozo recibe la visita de su asistente, quien no se puede contener sin besar las cadenas del mártir; y, arrestado también por cristiano, ambos son decapitados el 23 de junio del año 304.
En Florencia, de la Toscana, san Zenobio, obispo de Florencia. Amigo de San Ambriosio de Milán, consejero de San Dámaso I papa, trabajó con San Eugenio y San Crescencio.
En Sidón, de Fenicia, san Zenobio, presbítero, que durante la durísima persecución bajo el emperador Diocleciano animó a otros al martirio, siendo también él coronado con la muerte (s. IV).
En Roma, en el cementerio de Pretextato, en la vía Apia, san Zenón, mártir (s. inc.).
Santos Zenón y Zenas, mártires, Arabia, 304. Militar del imperio romano, residente en Filadelfia de Arabia, su ciudad natal. Después de haber entregado todo lo suyo a los necesitados, se presenta firme ante el prefecto Máximo dispuesto a dar testimonio de Cristo frente a cualquier sufrimiento y frente a la muerte misma. Arrojado al calabozo recibe la visita de su asistente, quien no se puede contener sin besar las cadenas del mártir; y, arrestado también por cristiano, ambos son decapitados el 23 de junio del año 304.
En Nicomedia, de Bitinia (hoy Turquía), san Zenón, mártir (s. III).
En Verona, del territorio de Venecia, san Zenón, obispo, que con su trabajo y predicación llevó a la ciudad hasta el bautismo de Cristo (c. 372).
Conmemoración de san Zenón, obispo de Maiuma, en Palestina, que edificó una basílica a sus sobrinos mártires Eusebio, Nestabio y Zenón, y hasta el fin de su vida trabajó como tejedor para procurarse el sustento y ayudar a los pobres (c. 400).
En el pueblo de Zhuhedian, cerca de Jieshui, en la provincia de Hunan, en China, san Zhang Huailu, mártir, el cual, perseguido por los seguidores del movimiento Yihetuan, siendo solamente catecúmeno confesó espontáneamente que era cristiano y, armado con la señal de la cruz, mereció ser bautizado en Cristo con su propia sangre.
En Listra, en Licaonia (hoy Zoldera, en Turquía), san Zoelo, mártir (s. II/III).
En Córdoba, en la provincia hispánica de Bética, san Zoilo, mártir.
En Roma, en la vía Tiburtina, junto a san Lorenzo, sepultura del papa san Zósimo.
En Constantinopla, san Zótico, presbítero, que se preocupó de alimentar a los huérfanos (s. IV).
En la archidiócesis de Lviv, San Zygmunt Gorazdowski, sacerdote, nacido en Sanok (Polonia) el 1845. Promovió numerosas obras para sacerdotes, jóvenes, enfermos y pobres. fundó un nuevo periódico, varias instituciones de beneficencia y la Congregación de las Religiosas de San José. Murió el 1 de enero de 1920 en Lviv (Ucrania)
Mujer de la ley judía, esposa del rey David y matriarca del antiguo testamento. Una de las siete mujeres consideradas profetas por los escolásticos talmúdicos.
En Reritiba, en Brasil, san José Anchieta, presbítero de la Compañía de Jesús, que, nacido en las Islas Canarias, pasó casi toda su vida en las misiones de Brasil, trabajando denodadamente y con empeño.
En Savona, en Italia, tránsito del beato José Marello, obispo de Acqui, en el Piamonte, que fundó la Congregación de los Oblatos de San José, dedicada a la formación moral y cristiana de los jóvenes.
En la ciudad de Vinh Long, en Conchinchina, san José Nguyên Van Luu, mártir, agricultor y catequista, quien se ofreció voluntariamente en lugar del presbítero Pedro Luu, que era buscado por los soldados, muriendo en la cárcel en tiempo del emperador Tu Duc.
En Saint-Crespin, en Hainaut, san Landelino, abad, que, convertido por san Autberto, abandonó el latrocinio para dedicarse a la virtud, fundando el monasterio de Lobbes y, seguidamente, el de Saint-Crespin, en el que falleció piadosamente (c. 686).
En Séez, en Neustria, san Lotario, obispo, que, depuesto de sus funciones, esperó la muerte viviendo como solitario.
En Ravena, en la provincia de Flaminia, en Italia, conmemoración de san Vital (San Vidal). En este día, según la tradición, fue dedicada a Dios la celebérrima basílica de esa ciudad, en la que este santo es venerado desde tiempo inmemorial junto a los santos mártires Valeria, Gervasio, Protasio y Ursicino, por haber defendido tenazmente la fe (s. inc.).
En Lucania, san Vito, adolescente mártir.